lunes, 30 de diciembre de 2013

La cachera


La cachera.

 
A veces, estoy sentado leyendo, pensando o viendo la televisión, y de forma distraída me toco la frente, las sienes, o el cuero cabelludo en un gesto maquinal como queriendo aumentar mi capacidad de concentración o de reflexión. En la parte izquierda de mi frente, justo debajo del cabello, tengo una cicatriz de unos dos centímetros, un tanto anfractuosa, que cuando topo con ella me traslada a mi infancia. La herida me la produjo una piedra en una de aquellas luchas en las que, tal vez guiados por instintos ancestrales, librábamos las cuadrillas de niños de los distintos barrios de Tudela.

En aquellos barrios pululábamos gran cantidad de chavales que formábamos cuadrillas en las que la belicosidad, el juego a guerras, las luchas, eran  con frecuencia objeto de nuestros pasatiempos.

Los grupos, o las “bandas”, nos titulábamos por el nombre de los barrios a los que pertenecíamos; así, estaban los de la Virgen de la Cabeza, los del Puente del Ebro, los del Paseo de Invierno, los del Puente Mancho, los del Cofrete, etc. Yo pertenecía a los de la Plaza de San Jaime. Estas bandas tenían su prestigio: los de la Virgen de la Cabeza y los del puente del Ebro eran más belicosos y agresivos que los demás, y cualquier disputa con ellos estaba condenada al fracaso, incluso simplemente nombrar que dichas cuadrillas iban a participar en una reyerta era suficiente para que los demás no nos presentáramos. Había otras cuadrillas a las que los demás les teníamos ganas, como eran los del Paseo de Invierno; en ella estaban integrados casi todos niños de casa bien de Tudela, y en general eran niños bien vestidos, bien alimentados, a los que los demás, supongo, mirábamos con cierta envidia. Los de mi barrio no tengo idea de que fuéramos especialmente violentos, pero de vez en cuando nos retaban y había que salir a defender nuestro honor. Las luchas solían ser en “los cabezos”, en la zona de “El Cristo”, y nuestras diferencias las dirimíamos con las armas más primitivas: “a pedradas”; generalmente acababan cuando la superioridad de uno de los grupos era manifiesta y los otros se retiraban perseguidos por los vencedores, o cuando alguien por algún golpe empezaba a sangrar e incluso a llorar; esto último estaba mal visto, y a pesar de recibir la pedrada correspondiente se le trataba de “nena”. Como ven, desde muy niños mi generación teníamos claro que había que ser muy machos, al menos de fachada y actitudes. Cuando sucedía uno de estos percances con lesiones más o menos aparatosas, la cuadrilla contraria se batía en retirada, asustados por las consecuencias que aquello pudiera traer.

 En una de estas reyertas una piedra me abrió la frente que el practicante de mi barrio cerró poniéndome varias grapas de aquellas metálicas; ese es el origen de la cicatriz que acaricio con mis dedos cuando hurgo entre mis canas, buscando intensificar la reflexión sobre algún asunto y que, momentáneamente, me saca de este mundo y me traslada a la niñez y primera juventud.

 Ángel Cornago. De mi libro "Arraigos melindres y acedías"
bandas

viernes, 27 de diciembre de 2013

Ritos y símbolos


Ritos y símbolos.

 Formo parte de una generación que crecimos en un ambiente social y en unas enseñanzas dominadas por los ritos y los símbolos. Las celebraciones religiosas con su boato en las grandes fiestas y procesiones, sus ceremoniales, sus ricas vestimentas. Las manifestaciones políticas con un marcado signo plebiscitario, y conceptos como patria, bandera, caudillo, raza, tenían gran poder de convocatoria, alrededor de los cuales, existía un halo de fervor enardecido e irracional que, aparentemente, aglutinaba a las masas; probablemente era más aparente que real, y en ocasiones aberrante. El paradigma de este tipo de comportamientos es el que originó la filosofía y principios nazis; recuerden toda la parafernalia de signos y símbolos que utilizaban. Hoy existen muchos ejemplos similares en el mundo, que son capaces de manipular a la mayoría e incluso bajo sus lemas y banderas justificar la violencia y el asesinato.

Nuestra generación tuvimos claro que aquello era ficticio, que detrás de aquellos conceptos, de aquellas actitudes, de aquellas ceremonias, había fundamentalmente un intento de manipular y de dirigir a la mayoría. Identificamos los símbolos y los ritos con la mentira y con la opresión. Sentimos que aquello había que cambiarlo y sustituirlo por otras ideas, más sociales, más humanas. Pero los ritos y los símbolos quedaron devaluados como reflejo condicionado a la situación que nos tocó vivir.

Pero, no cabe duda que cumplen un papel importante. Para cerciorarnos solo tenemos que leer la historia y observar los países del mundo. Este proceso es irracional y emotivo, pero necesario. Una bandera es un trozo de trapo, pero simboliza lo que por consenso hemos decidido otorgarle. Es un mecanismo de unión de los grupos sociales, desde los equipos de futbol, asociaciones y, sobre todo, países y naciones, desde los grupos sociales más primitivos hasta los más poderosos, desde las religiones a los poderes económicos y políticos. Todos tienen su emblema y bandera.

Los símbolos y los ritos son necesarios, no basta con una ideología justa, ni con una información de los contenidos reflexiva para que cada cual los asimile. La pedagogía de este primer proceso es racional y necesaria, basada en la información y en la reflexión. Pero como seres sociales que somos necesitamos unirnos para defender objetivos comunes, sobre todo nuestra supervivencia como grupo social, como nación y debemos hacerlos bajo un emblema, una bandera que todos respetemos. En nuestro país este concepto también está en crisis. Uno más entre tantos aspectos, junto con la corrupción generalizada.

Los partidos políticos tienen, entre otras, dicha responsabilidad: unificarnos alrededor de símbolos que sean comunes a todos y que a todos nos representen. Es fundamental la bandera y la idea de patria. Hay que reforzar nuestro grupo social. Ambos no se deben identificar con la dictadura. Deben dejar de utilizarlos como arma arrojadiza. Si es preciso, que negocien y pacten para crear los símbolos que representen a todos, sustentados por los ritos correspondientes, en defensa del grupo social al que pertenecemos. La razón unida a la emoción refuerza la cohesión. Es un poderoso mecanismo psicológico utilizado desde siempre, aunque  no debe basarse solo en la emoción.

Es uno de tantos aspectos que necesita corregir este país. También otros.
El artículo no tiene relación con el tema de Cataluña y el País Vasco

 Ángel Cornago Sánchez

domingo, 22 de diciembre de 2013

Cuento navideño


Agapito.

 Agapito era un hombre entrado en años, aunque de edad indefinida. De pequeña estatura, porte abarquillado, grandes y huesudas manos, y pies enormes. De penetrantes ojos negros, cuando fijaba su mirada por debajo de sus pobladas y enmarañadas cejas, de niño, me sobrecogía. Su rostro era cetrino y arrugado, de nariz grande y aguileña, cubierto por una poblada barba de pelo entrecano que le llagaba casi hasta la cintura. La cabeza siempre cubierta por una boina mugrienta, debajo de la cual, sobresalían unas greñas que se extendían por el cuello y se confundían con la barba. Su atuendo era original y chapucero: una roída gabardina que se adivinaba había sido en sus tiempos vestimenta militar por los botones dorados que todavía le quedaban, y por unos galones, al parecer de sargento, que persistían en sus hombreras; estaba adornada con brillos y lustres, y salpicada de manchas de muy diversos colores y procedencia. Los pantalones hechos de uno y mil pedazos, se embutían en piales calzados en albarcas grandes y desproporcionadas. De su hombro colgaba la alforja de la que sobresalía, al parecer para tenerla a mano, una bota de vino de inusitado tamaño. Todo él despedía un olor especial: soso, con efluvios a humo y a estiércol.
Llegaba al pueblo periódicamente. Su itinerario eran los pueblos de la falda del Moncayo por los que se desplazaba, siempre, siguiendo el mismo itinerario; en cada uno pasaba seis o siete días viviendo de la caridad de los vecinos, que compartían con él lo poco que les sobraba. Nadie sabía de donde procedía, pero llevaba por aquellos lugares más de veinte años. De muy niños, nuestros padres y abuelos nos amenazaban con que nos iba a llevar “el Agapito” si nos portábamos mal. Ya de más edad nos dimos cuenta que era inofensivo y, más tarde, por su mirada apacible, de que era un buen hombre; nunca nadie tuvo quejas de él. Incluso en sus borracheras era comedido, solo se adivinaban por el tiempo que pasaba dormido en su cubil; lo hacía sobre un lecho de paja en la “casa de los pobres”, local del Ayuntamiento que únicamente constaba de una estancia con un pequeño hogar árabe en el suelo.
Aquel invierno fue especialmente duro. Era Noche Buena y la nieve había caído con insistencia durante todo el día. Agapito había llegado al atardecer, como siempre, por el camino de Queiles siendo fiel a su ruta. Venía jadeante, mojado, a paso lento apoyado en su gayata, con su gran nariz y los bordes de sus orejas amoratadas por el frío. Varios vecinos le llevaron leña para que hiciera fuego, se secara y se calentara, y comida para que, al menos aquella noche, tuviera una buena cena.
Todos celebramos la “noche buena”, como siempre, en familia.
A la mañana siguiente le encontraron muerto junto a los rescoldos de la lumbre. Le habíamos dado lo que nos pareció necesario. No pudimos cambiar su soledad, aunque, probablemente tampoco le importó.
Se enterró en nuestro cementerio, ya que nadie reclamó su cadáver, acompañado por casi todos los vecinos, al fin y al cabo, representaba uno de los roles que en todas comunidades son habituales: el tonto, el borracho,  la casquivana…, el desgraciado. Es el papel que en su vida le tocó representar a Agapito, aunque…, cuando recuerdo la expresión de paz en su mirada, dudo que fuera tan desgraciado como nos parecía.

Feliz Navidad y mis mejores deseos para 2014.
 Que este país regenere sus institucones y,
 entre todos, busquemos la justicia .                                               

Ángel Cornago Sánchez                                             

                                  

jueves, 19 de diciembre de 2013

Libro en ebook




Publicación en ebook

Buenos días. Desde hoy esta disponible en Amazón, en formato ebook, mi libro "Para comprender al enfermo" del que en su momento se vendieron dos ediciones en dos años. Es un libro de divulgación.
Os adjunto el índice por si os puede interesar.
 

 


INDICE:
Prólogo:                                                                                                       

1. Vulnerabilidad del ser humano.  2. La salud: Formas de enfermar. Salud y proyecto de vida. 3. La enfermedad.  Lo subjetivo en la enfermedad. Causas de enfermedad. Enfermedades psicosomáticas. 4. El enfermo. Primeras sensaciones ante la enfermedad. Circunstancias de la enfermedad. 5. Dolor y sufrimiento. Características del dolor físico. Características del padecimiento psicológico. El sufrimiento. Repercusiones físicas del sufrimiento. 6. Bioética y enfermedad. Consentimiento informado. Principios. Objetivos en el paciente terminal. 7. La organización sanitaria.  8. El encuentro sanitarios-paciente. La relación clínica. 9. El tratamiento. Relación del paciente con el medicamento.   Métodos diagnósticos y tratamientos. Efecto placebo y efecto nocevo. Abuso de medicaciones. Influencia en la respuesta de la relación clínica. Medicina basada en la evidencia. 10. Medicinas alternativas. 11. La familia. Reacción de la familia ante la enfermedad. Práctica clínica y familia. La familia como cuidadora.  12. Salud y trabajo. 13. La enfermedad crónica.  Criterios de cronicidad. Repercusiones de la cronicidad. Vivencias del paciente crónico. 14 La enfermedad terminal.15 La vejez. 16 La muerte.     
 
 
                                                                                               

 

 

amazon

lunes, 16 de diciembre de 2013

Juegos amorosos en los sesenta


“El Prado”



           En la Tudela de los años sesenta del siglo pasado, los jóvenes, la mayoría no disponíamos de coches, y el lugar habitual donde realizábamos los juegos amorosos las parejas era en “el Prao”. El Prado no tiene nada que ver con el concepto de prado como lugar tapizado de hierba que asociamos a los prados del norte. En este caso, el nuestro, es el paseo situado en la ribera derecha del Ebro y que hoy conserva el mismo nombre de entonces, aunque no el mismo aspecto. El quiosco era el mismo, así como los árboles de todo el paseo, excepto unos que había junto al quiosco que se talaron.

Cuando oscurecía, existía cierta iluminación hasta el quiosco, a partir de este había dos o tres bombillas mortecinas que iluminaban a trechos hasta la calleja de Ochoa, hoy Gladis, y que la mayoría de las veces estaban rotas por los habituales de la zona en busca de mayor intimidad; a partir de dicha calleja reinaba la oscuridad más absoluta.

Este paseo era el lugar habitual donde las parejas iban a gozar de sus escarceos amorosos; en verano la afluencia era masiva, había noches, sobre todo los sábados, en que era imposible encontrar un banco libre e incluso había problema para encontrar un árbol  libre en cuyo tronco apoyarse, o un sitio en el atoque que recorría el lado izquierdo del paseo hasta la susodicha calleja, guardando cierta distancia para preservar la intimidad; había días en que, al parecer, estábamos todos allí. La mayoría pienso que eran juegos amorosos inocentes como los que se llevaban en aquella época, aunque probablemente muchos embarazos no buscados se gestaron, y nunca tan bien dicho, en dicho paseo.    
Creo que el grado de evolución de los intercambios amorosos estaba en relación con las distintas zonas del paseo: en un primer momento el quiosco era una zona fronteriza y se buscaba el acomodo en los bancos o en el atoque de la zona iluminada; conforme se iba intimando y en sucesivas salidas ya se buscaban zonas más en penumbra, y después ya oscuras del todo; el pasar de la calleja de Ochoa ya era una zona tremendamente comprometida y lugar para los ya iniciados; el ir a la “peñica” equivalía a llegar, al menos teóricamente, a los niveles más avanzados en las relaciones; cuando un chico decía que había llevado a una chica a la “peñica” - final del paseo- equivalía tanto como llevarla al pajar, aunque yo creo que no era para tanto. Nosotros fuimos una generación de presumir mucho y hacer poco; la generación de nuestros padres que fue la del pajar, seguramente fueron mucho más discretos y efectivos.

El “Prao” no sólo se utilizaba en verano, también en todo tiempo, incluso en invierno; entonces, como he dicho, la mayoría no disponíamos de coche y había que capear el temporal como se podía. Todavía recuerdo divertido, como en pleno invierno, algunas parejas se metían en la oscuridad del paseo a paso ligero como quien va a una urgencia o a un deber que corre prisa y con el que hay que cumplir a pesar de la inclemencias del tiempo; luego se les veía salir con la misma prisa porque iban a dar las diez y la chica tenía que estar en casa para esa hora. ¡Eran cosas de la naturaleza!

“El Prao” era un lugar aceptado para tales menesteres, y nadie se extrañaba de que parejas de novios ya consolidadas frecuentasen el paseo; el que lo hiciesen parejas primerizas, sobre todo si iban “agarrados”, era señal de relación con visos de estabilidad, y si no llegaba a ser así la honra de la chica podía quedar dañada. Había parejas sin compromiso que iban charlando con aparente indiferencia, incluso comiendo pipas, como si fuesen paseando por los lugares más céntricos y que hubiesen llegado allí despistados; en cuanto se introducían en la zona oscura, las pipas dejaban de ser el motivo de atención para centrarse en otros goces más agradables y perentorios hasta entonces disimulado con la sal de las pipas, aunque, según dicen, había alguna chica que seguía comiéndolas mientras realizaba los juegos amorosos. (Nicolás Fernández de Moratín relata en uno de sus libros, que había una chica en Madrid que solía comer cerezas y escupía los huesos intentando llegar al techo, mientras estaba en tales menesteres). Cuando volvían a salir de la zona, sacaban de nuevo la bolsa de pipas del bolsillo y, como si tal cosa, se reintegraban a la zona habitual de paseos inocentes. A veces, algún destrozo en el cardado del pelo, el rimel corrido, algún rastro de pintalabios, o algún botón desabrochado o mal abrochado, hacían sospechar que algo más que comer pipas habían estado haciendo.

A pesar de todo, aquella fue una época de una muy fuerte represión sexual que nos impidió acercarnos al sexo contrario con naturalidad, y eso dio origen a no pocas alteraciones en el comportamiento y, en todo caso, a vivir estas sensaciones con culpabilidad.

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro: "Arraigos, melindres y acedías"

 

martes, 10 de diciembre de 2013

Librepensamiento. Esclavitud intelectual


 


En el momento histórico que estamos viviendo, tal vez más que nunca, es preciso que influyamos en el entorno social que nos toca vivir, cada uno en su ámbito, pero desde una actitud de honradez y limpieza intelectual a la hora de enjuiciar las situaciones y expresar las opiniones. No podemos ser esclavos de ideas preconcebidas ni de consignas emanadas por asociaciones, religiones, o partidos políticos, aunque a la postre podamos coincidir con ellas después de reflexionar y valorar posturas

Hoy, el espectáculo bochornoso que habitualmente contemplamos, es la lucha entre partidos, utilizando como armas arrojadizas las propuestas del contrario, aunque puedan ser razonables, incluso adecuadas para la mayoría. Han pervertido sus fines. No es el bien de los ciudadanos origen de su investidura lo que persiguen, sino, unos conservar el poder, y los otros arrebatárselo. En definitiva, el poder por el poder. En esta lucha vale todo. Ni se sonrojan con sus zafios razonamientos. No valoran nuestra capacidad intelectual; piensan que nos engañan con sus actitudes y burdos argumentos. Están jugando con fuego.

 Mientras, los ciudadanos asistimos impasibles a ese perverso olvido por parte de las clases políticas que nos dominan. Pienso que el sistema está gastado. La “derecha”, “la izquierda”, tal como las utilizan los protagonistas, no sirven, aunque probablemente los que no sirven son dichos protagonistas. Sería preciso que la mayoría de esos dirigentes desaparecieran de la escena y fueran sustituidos por otros nuevos, honrados y con la idea clara de que su objetivo somos los ciudadanos, no conservar el poder.

Nosotros también somos responsables. Los dogmatismos del signo que sea nos esclavizan. De hecho, un tanto por ciento nada despreciable de los votos emitidos en las elecciones, son de personas que siempre votan al mismo partido, por ideas preconcebidas, aunque hayan hecho las mayores tropelías. Gracias a que hay otro tanto por ciento que es capaz de otorgar su voto dependiendo del juicio sobre sus actuaciones, los países progresan, por que, la alternancia es progreso.

El librepensamiento es la base de la vida intelectual. Es preciso no estar sujetos a  dogmatismos en cualquier ámbito. El discurso de los partidos de derechas y de izquierdas huele a naftalina, por caduco, por sesgado, por poco riguroso, por poco respetuoso con la inteligencia de los ciudadanos. Debemos ser capaces del análisis despojado de ideas preconcebidas, lo contrario es una rémora para el progreso y para llegar a posiciones más avanzadas. El juicio es un ejercicio intelectual que debe ser libre de dogmas políticos y religiosos. La religión es respetable, incluso adecuada en el ámbito privado, pero no como doctrina en el análisis del quehacer político. La militancia, la simpatía por un partido, también lo es, pero sin sometimiento a sus consignas y a sus líderes si no lo hacen bien, antes al contrario, los simpatizantes y militantes, tienen más responsabilidad que los demás para intentar reconducir la deriva.

"Sólo los peces muertos nadan con la corriente." [Malcolm Muggeridge]

Yo añado: “corrientes”, cada uno tendemos a dejarnos llevar por las nuestras. “Ojo”

            Ángel Cornago Sánchez

           

domingo, 8 de diciembre de 2013

Alcohol. Consumo responsable


 
Alcohol. Consumo responsable
 
En los dos artículos anteriores, he hecho referencia al alcoholismo como enfermedad de dependencia, y a sus consecuencias sobre la salud en los distintos órganos y sistemas. Ambos, aparecen consumiendo cierta cantidad de gramos al día con asiduidad, y durante tiempo prolongado. Me voy a referir ahora al consumo responsable, entendiendo por tal, el que no nos va a producir efectos negativos, y nos va a permitir gozar de los efectos positivos que puede tener.
La cantidad para etiquetar este consumo como tal, debe ser  aproximadamente por debajo de los cuarenta grs. de alcohol al día (en la mujer la mitad), pero hay personas susceptibles que con esta cantidad pueden presentar síntomas de irritabilidad, incluso agresividad y embriaguez. En estos casos, las cantidades deben ser menores, e incluso deben abstenerse, pues son especialmente sensibles.
Una advertencia muy importante es que, para los que ya son alcohólicos aunque hayan dejado de beber, dichos criterios no sirven. En estos casos la abstinencia debe ser total y para siempre, pues la dependencia es muy fuerte y el alcohol se comporta como una potente droga que no permite pequeñas dosis.
Otro aspecto importante que atañe a todos, es que aun con consumo responsable, no se debe conducir, ni manejar máquinas, ni realizar trabajos de riesgo. No se debe beber en el embarazo, ni se debe dar a los niños aunque sean en pequeñas cantidades. Tampoco se debe beber en el trabajo. Ojo a la interacción del alcohol con medicamentos, sobre todo con tranquilizantes y con los que se utilizan en psiquiatría: potencian la acción.
El alcohol a pequeñas dosis, produce cierta euforia, favorece la desinhibición y una actitud positiva para la comunicación, por eso es frecuente tomarlo en momentos lúdicos, de reuniones familiares o de amigos.
Hay estudios que demuestran que una copa de vino tinto al día mejora el funcionamiento del corazón, baja la TA. (más de 40 grs/d. sube la tensión arterial). Parece prevenir el Alzheimer. Son estudios que pueden estar sesgados por intereses de los productores y que hay que seguir corroborando.
Resumiendo, el alcohol consumido de forma moderada y ocasionalmente, nos puede mejorar la actitud en esos momentos especiales que pasamos con amigos o con la familia, siempre que lo consumamos de forma responsable y no tengamos que asumir riesgos de conducción, etc. Consumir diariamente una copa de vino tinto al día, y siempre menos de 40 grs., parece ser beneficioso, aunque se debe seguir confirmando con estudios sucesivos.
(De momento, con esto termino el tema del alcohol.)
Ángel Cornago Sánchez
 

jueves, 5 de diciembre de 2013

Alcohol. Lesiones que puede producir.





Voy a repasar de forma somera los efectos que sobre la saludpuede producir el alcohol sin entrar en detalles, por hacer un escrito que se lea fácil y no sea largo.

Recuerdo los "problemas sociales" que puede producir, que aunque no son de salud pueden ser tan graves o más en algunos casos: problemas familiares, problemas de tráfico, económicos, sexo de riesgo, accidentes laborales, absentismo laboral, legales (un % alto de delitos tienen relación con el alcohol). Suicidios…

Fases progresivas que se pueden producir después de una ingesta de alcohol más o menos importante: Euforia. Excitabilidad. Descoordinación. Sopor. Coma…Muerte. Durante o después de la ingesta aguda es cuando se producen muchos de los problemas sociales que he enumerado, fundamentalmente de tráfico, legales, sexo de riesgo, familiares, etc. También durante las frecuentes ingestas de los bebedores crónicos.

Bebedor crónico.
En general, son precisos a partir de unos 80 grs./d. en el hombre y 40 grs./d. en la mujer, aunque es variable. Es importante el tiempo de ingesta que, asimismo, es variable.
El alcohol afecta a diversos órganos y sistemas, la mayoría de las veces de forma solapada, sin apenas dar síntomas, de tal forma que, con frecuencia, no se reconocen como tales hasta que se hacen patentes.
- Alteraciones Psicológicas: Ansiedad. Depresión. Irritabilidad. Agresividad. Implicado 50% homicidios. Suicidios tasa de 9 a 22 veces más altas. Celotipia (celos infundados).
- Aparato Digestivo: - Esófago: trastornos de la motilidad. Reflujo. - Estómago: gastritis aguda. Gastritis crónica con metaplasia. Cáncer? - Intestino delgado: Diarreas. – Pancreas: Pancreatitis crónica. Pancreatitis aguda. – Hígado: Hígado graso. Hepatitis alcohólica, Cirrosis hepática.
- Sistema Cardiovascular: Disminuye la contractibilidad del corazón. Aumenta la vasodilatación periférica. Aumenta la tensión arterial. “Corazón de fin de semana” (arritmias). Afecta al músculo cardiaco: Miocardiopatia. - Accidentes vasculares cerebrales.
- Sistema nervioso: Anmesia alcohólica. Neuropatía periférica. Síndrome de Wernike: (Oftalmoplegia, Ataxia. Confusión). Sindrome de Korsakof: (Disminución de la memoria. Alucinaciones. Confusión. Confabulación. Cambios de personalidad). Degeneración cerebelosa. Perturbaciones de la memoria. Demencia alcohólica. Alucinaciones alcohólicas. Delirio crónico. Intoxicación patológica.
- Aparato genitourinario: - Dosis moderadas aumento de la apetencia sexual. Disminución de la erección. En dosis más intensas en los varones atrofia testicular. En la mujer a dosis continuadas: Amenorrea. Atrofia ovárica. Esterilidad. Abortos espontáneos. - En el embarazo: malformaciones en el feto.
- Con frecuencia en bebedores habituales, también se producen naúseas matutinas, falta de apetito, que suelen mejorar espectacularmente al dejar de beber. También anemia.
 
Son los problemas más importantes de salud que puede producir el alcohol. Tal vez el mensaje primordial es que las lesiones se van produciendo en muchos casos de forma solapada y lentamente, de tal forma que apenas dan síntomas o no se reconocen como secundarios a su ingesta. Cuando se presentan los síntomas importantes, las lesiones suelen ser graves. Muchas de estas patologías pueden llevar a la muerte.

También es cierto que si se suprime la ingesta a tiempo, muchas lesiones se recuperarán, o al menos frenarán o estabilizarán su evolución. El organismo quedará sensibilizado para siempre (con poca cantidad podrán reactivarse los síntomas y la evolución de la enfermedad). No existe un antídoto para seguir bebiendo y contrarrestar los efectos del alcohol.

Próximamente escribiré sobre el consumo responsable

Ángel Cornago Sánchez.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Alcoholismo


Alcohólicos.

 

La pasada semana, el grupo de “Alcohólicos anónimos” con motivo de la celebración de su treinta y cuatro aniversario, me invitaron a participar en su reunión para que les hablara de las repercusiones del alcohol sobre la salud. Fui con mucho gusto.

El comienzo fue impactante: dos personas con dependencia hablaron con crudeza ante un auditorio de unas cien, de su experiencia y sus sufrimientos cuando han estado consumiendo. Es una psicoterapia de grupo, un apoyo de todos los demás con su presencia y comprensión, ya que han pasado o están pasando por situaciones similares. En realidad es una catarsis que produce un efecto muy beneficioso y una motivación añadida para seguir sin consumir, por que, alcohólico se es toda la vida; hay que dejar el alcohol para siempre. Después habló un familiar, el esposo de una señora alcohólica hoy en abstinencia desde hace mucho tiempo. También es importante la experiencia de los familiares, pues son los segundos y, a veces los primeros sufridores del alcoholismo de su familiar. Dicha asociación les sirve de apoyo humano y a veces profesional.

Por no hacer la exposición larga, voy a ceñirme a unas breves consideraciones que son importantes. Otro día tal vez aborde de forma resumida los problemas que puede provocar.

1º. El alcohol en nuestra cultura, es una sustancia con la que hemos convivido desde niños: la asociamos a celebraciones, a la buena mesa, a las relaciones sociales. Los actores, sobre todo en las películas de hace años, fumaban y bebían como un acto de liderazgo; se asociaba a personajes de ficción que valorábamos. En definitiva, lo vemos como algo inocente y positivo, pero, según como se consuma no lo es

2º. Su poder adictivo es débil, es decir, por que bebamos de vez en cuando de forma moderada, es difícil que lleguemos a la dependencia. Pero, muy importante: cuando se llega a la dependencia, es tan difícil o más deshabituarse que con otras drogas, llámese cocaína, heroína etc..

3º. En los episodios de intoxicación aguda, tiene repercusiones graves en el ámbito de la salud, como accidentes de tráfico, de trabajo,  legales (agresiones, etc), sexo con riesgo, familiares, etc.

4º En los pacientes que consumen habitualmente pueden provocar problemas de salud graves: sobre el sistema nervioso, corazón, páncreas, hígado, embarazos, impotencia, etc. incluso pueden llevar a la muerte.

5º Las mujeres son más sensibles.

Las cantidades de riesgo son variables. Por dar unas cifras: en el varón por encima de 80 grs./día. En la mujer 40 grs./día. Para tener idea de los gramos: un litro de la bebida consumida tiene en gramos de alcohol, el resultado de multiplicar por 10 los grados de la bebida en cuestión, y el resultado multiplicarlo por 0,8.

Hay que beber de forma responsable: nunca en el trabajo, nunca conduciendo, nunca en el embarazo. Los niños nunca deben beber alcohol.

Unas preguntas para auto-contestarse y sospechar si puede estar teniendo algún problema:

         - Tiene impresión de que debería beber menos?

         - Le ha molestado la crítica sobre su forma de beber?

         - Se ha sentido culpable por beber?

         - Le ha ocurrido tener que beber al levantarse para calmar los nervios?

Cualquiera de las tres primeras preguntas es sugestiva de riesgo, la última es sugestiva de dependencia.

Estas breves líneas tratan simplemente de ser una llamada de atención sobre un problema que parece inocente, pero que es grave y afecta mucho más de lo que se reconoce. Es la imagen del “iceberg”, que es mucho mayor la parte sumergida que la que aparece en la superficie. Lo mismo sucede con el alcoholismo, hay muchos más que los que reconocen su problema. Muchos ni siquiera son conscientes.

Si alguien quiere más información se la puedo proporcionar.

En definitiva, estas asociaciones, hacen una labor encomiable en un problema tan grave como el alcoholismo para quien lo padece y para sus familias. Los resultados son buenos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Los espacios


Los espacios.

 Todos los animales, también los humanos, necesitamos un territorio donde movernos y desarrollar nuestra actividad cotidiana. De hecho, la regulación de las especies y las guerras, tienen mucho que ver con la interferencia y la falta de espacios. La superpoblación genera violencia como búsqueda de una nueva distribución de los espacios.

Incluso el ámbito individual, en la relación con los demás, todos percibimos que necesitamos un espacio mínimo que se puede cifrar, dependiendo de las personas, en el que podemos abarcar con los brazos en jarra, donde en raras ocasiones dejamos introducirse a los otros; ese espacio es mayor por la espalda, zona que menos podemos controlar, y en determinadas personas y situaciones. Este territorio individual que todos tenemos y que inconscientemente salvaguardamos, supone un mecanismo de seguridad instintivo, no sólo físico, sino también psicológico. Todos hemos experimentado cierta incomodidad cuando entramos con otra persona en un ascensor reducido; solemos colocarnos con la espalda apoyada en una de las paredes, no sólo por un acto de educación, sino por sentirnos seguros. Cuando hablamos con otra persona, sobre todo si es la primera vez, necesitamos tenerla a cierta distancia, si no, el proceso de valoración que siempre se produce sufre interferencias.

En nuestra actividad diaria, en el trabajo pero sobre todo en casa, tenemos unos espacios habituales en los cuales nos encontramos especialmente confortables y seguros. Generalmente comemos en el mismo lugar de la mesa, dormimos en el mismo lado de la cama, nos sentamos en el mismo sillón, incluso cuando no estamos suelen ser respetados por el resto de los miembros de la familia; son espacios referenciales unidos indefectiblemente a nuestra vida, que también tienen muchos animales y que, supongo, constituyen un mecanismo de seguridad y una prolongación de nosotros mismos.

Cuando la muerte afecta a uno de los miembros de la familia, existe un primer momento de duelo y desesperación al ver vacíos los espacios que ocupaba el fallecido, pero tarde o temprano, en un mecanismo de defensa natural contra el sufrimiento, se invaden o se destruyen; por eso es frecuente el cambiar los muebles de lugar,  cambiar la decoración, etc., en búsqueda de una nueva distribución que borre los anteriores.

Podríamos decir que nuestro límite no acaba en nuestra piel, sino que existe un halo de espacio que siempre nos acompaña y que forma parte de nosotros; en nuestra vida diaria necesitamos también unos lugares o espacios referenciales en los que,  instintivamente, nos encontramos seguros y confortables.
Ángel Cornago Sánchez. De mi librp "Arraigos, melindres y acedías".

 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Corrupción. Mecanismo


Mecanismo de la corrupción

 

 

Deseo hacer patente el mecanismo que, en mi opinión, se basa la corrupción que asola nuestro país y a otros muchos en el mundo.

En otras épocas de la historia, la fuerza y la religión correspondiente (que ejercía el poder sobre las conciencias), se utilizaban para tener al pueblo sometido y utilizarlo. En el momento actual dicho mecanismo, en los países occidentales y desarrollados, por motivos obvios, es imposible.

La forma actual es mucho más sibilina. Hoy, los señores feudales de la Edad Media, son los grandes poderes económicos. El mecanismo es corromper a los partidos, (me refiero tanto a partidos de derechas como de izquierdas y sindicatos), que son los que tienen poder para tomar decisiones importantes. La forma, donaciones o préstamos millonarios que luego les condonan. ¿Alguien piensa que los bancos perdonan millones de euros a cambio de nada? Los partidos se auto-justifican con la excusa de que son para conformar una sociedad según sus ideales, aunque claro, compensan esos favores con creces, en forma de privilegios, permisos, concesiones, etc. Corromper también individualmente a dirigentes con responsabilidad en autonomías, ayuntamientos, etc., es fácil. Se comienza con comidas, viajes, luego regalos cada vez más suculentos, después sobres y, por último, grandes sumas  en forma de tantos porciento sobre el montante de la concesión.

En nuestra democracia, teóricamente, los gobernantes son elegidos por la mayoría. Dicha premisa es falsa. Los partidos funcionan con listas cerradas, y los que van en las listas son personas que interesa que no tengan criterio propio, o al menos que sean dóciles al partido de turno, por que si no, no les ponen para ser elegidos. Generalmente se nutren de gente mediocre, o intelectualmente pobre en criterios. Su misión es, ser meros transmisores de las directrices de los gobernantes del partido correspondiente. Es la forma de que nadie se desmande y la que les conviene a los poderes económicos para cerrar el círculo.

En los poderes judiciales, los puestos claves para decisiones importantes, los eligen los partidos. Es una forma de tener controlada la situación. Los altos dirigentes políticos,  banqueros o responsables de grandes empresas, difícilmente irán a la cárcel. Las sentencias, con frecuencia, producen escándalo social.

Muchos medios de comunicación, emisoras de radio, televisiones, periódicos, están en manos de poderes económicos. Nos intoxican e intentan manejar nuestras opiniones.

¿Qué nos queda a los ciudadanos? La situación es muy grave y puede estallar. Es preciso que el cambio sea civilizado. Hay antisistemas y gente de extrema izquierda dispuestos a utilizarnos de nuevo en aras a sus fines, y no reparan en medios. Este remedio sería mucho peor.

 Considero que el sistema actual está gastado y no sirve. Es preciso una reforma importante de la ley electoral, con listas abiertas. Una justicia, en la cual, los partidos no puedan influir sobre los jueces. Personas nuevas en los partidos, cuyo fin primordial sea mejorar la sociedad, no solo conservar o alcanzar el poder. Medios de comunicación intelectualmente libres. Hace falta un rearme moral y de valores, con debates serios, no como los actuales que producen sonrojo.

Por supuesto que hay muchos periodistas, empresarios, políticos y sindicalistas honrados, y que la mayoría de los jueces son independientes. Todos ellos junto con los intelectuales, no esclavos de ideologías, tienen mucho que decir para iluminar el futuro.

 

Ángel Cornago Sánchez

 

sábado, 9 de noviembre de 2013

La sonrisa


La sonrisa.

 

La palabra es   el modo más habitual de comunicación entre los humanos, pero desde luego no el único. Su importancia como tal radica en que se puede utilizar a distancia sin necesidad de verse ni de tocarse que son los otros dos sentidos con los que intercambiamos información (con el olfato necesitamos proximidad). Aun así el significado de la palabra se puede artefactar, fundamentalmente con el tono, y el sentido de la frase no ajustarse a lo que literalmente quiere decir. Por eso, en la relación con nuestros semejantes estamos diciendo muchas cosas no sólo con la palabra, sino con todo nuestro cuerpo: desde nuestra forma de vestir o acicalarnos, la expresión de nuestra cara, el tono de las frases, e incluso con los silencios, estamos trasmitiendo una serie de información que con frecuencia puede incluso estar en contradicción con lo que literalmente estamos hablando. En la escala de credibilidad es más verosímil lo que estamos diciendo con todos estos “accesorios” de la comunicación que lo que estamos diciendo con las palabras.

La sonrisa es un gesto sutil de comunicación que indica un estado de ánimo positivo hacia el oponente; nuestra relación con otra persona va precedida de una sonrisa con la que estamos  trasmitiendo a nuestro interlocutor que estamos en actitud positiva para relacionarnos con el.

A veces la sonrisa se nos escapa e indica un estado de ánimo íntimo; cuando estamos escuchando algo que nos agrada, pensando o recordando algo que nos es grato, es frecuente que lo delatemos con la cara porque estamos,  sin ser conscientes, esbozando una sonrisa.

Como es habitual en comunicación, no siempre el gesto se ajusta a lo que habitualmente quiere decir; ocurre también con la sonrisa. Cuando alguien recibe lo que estamos diciendo o nos mira con una sonrisa irónica, percibimos claramente el rechazo e incluso la agresividad que nos está trasmitiendo.

En la evolución de la especie la sonrisa ocupa un grado sofisticado de expresión. En esta cadena, el hombre primitivo debía de pasar de llorar a lágrima viva, a la carcajada a mandíbula batiente, siendo estados más depurados el sollozo y, sobre todo, la sonrisa, adquiridos mucho después. La carcajada es una explosión de júbilo primitiva, física, pero en la sonrisa el estado de júbilo o de bienestar está en la mente, es más intelectual y trasciende al exterior con este gesto.

Tal vez esta es la razón por la que mi hijo cuando tenía cinco años, en sus interrogantes sobre la muerte, un día me preguntó si cuando morimos el cuerpo se queda aquí en la tierra pero, si la “pensadura” y la “sonrisa” se iban al cielo, percibiendo perfectamente que la sonrisa es un gesto que va unido a algo que trasciende lo meramente físico y en la misma categoría que el pensamiento.

 

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro “Arraigos, melindres y acedías”

 

 

jueves, 7 de noviembre de 2013

EDUCACIÓN


 

Educación

 

Me tocó vivir las niñez, adolescencia y juventud, en tiempos de la dictadura. En la niñez, no éramos conscientes de la situación social que estábamos viviendo, aunque sí sufrimos alguna de sus consecuencias, como fue la forma autoritaria, que en general se utilizaba en algunas escuelas, y el aleccionamiento positivo hacia los principios de la dictadura.

La adolescencia ya tuvo otros matices más positivos. Tuve la suerte de hacer el bachiller en el colegio de jesuitas de Tudela. Y digo suerte, por que la formación en conocimientos fue excelente, lo cual es importante. Que nos inculcaran el valor del esfuerzo, y pusieran a nuestra disposición una excelente formación intelectual, es el mayor bien que nos pueden hacer a esa edad. La ignorancia supone falta de criterio. La formación política era prácticamente inexistente a pesar de que, como obligatoria por exigencia del ministerio, había una asignatura llamada “Formación del espíritu nacional”, que la aprobábamos todos y que nada nos exigía. Además de conocimientos, nos inculcaron valores. Lo que nos marcó negativamente en aquel colegio, fue la educación religiosa centrada en sexto mandamiento. Cuando nuestras hormonas estaban emergiendo, era un agobio estar siempre en "pecado mortal" por simples pensamientos, o por lo que llamaban el "vicio solitario". Nos hizo vivir la sexualidad de forma poco sana, y eso seguro que algún desaguisado ha dejado en nuestra maduración sexual.

De los jesuitas era también el Colegio Mayor donde viví en Zaragoza cuando hice la carrera. Estoy especialmente agradecido por haber pasado por aquel colegio, que en plena dictadura, era un oasis de libertad, de libre-pensamiento; incluso se organizaban de forma clandestina conferencias impartidas por personas que abogaban sin tapujos por el cambio a una sociedad de libertad y valores. La educación religiosa era sutil y no teníamos obligaciones a este respecto. Incluso se podía salir y pasar la noche fuera sin mayores problemas. Compañeras de estudios a veces subían a las habitaciones teóricamente a estudiar. Fue una isla de libertad. Exigían buen rendimiento académico.

Hace unos años hice el master de Bioética en la Universidad de Comillas en Madrid, asimismo regentada por los jesuitas. Como pueden suponer, en el master se tratan temas muy controvertidos a nivel ético, con implicaciones en creencias religiosas, como puede ser el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, etc. Les puedo asegurar que los argumentos utilizados en la formación siempre fueron libres, por parte de alumnos y profesores, con fundamentos filosóficos, no mezclando estos con las creencias ni dando ningún dilema por resuelto.

Con todo esto quiero recalcar que es muy importante la formación intelectual de calidad, la formación en valores no contaminada por creencias religiosas. Las creencias tienen otro ámbito que no se debe mezclar ni con los conocimiento ni con los valores. Las creencias religiosas juegan su papel en la vida individual e íntima de cada cual, que todos debemos respetar y que, en general si no son fundamentalistas, ayudan a muchas personas a sobrellevar las miserias y dificultades de la vida cotidiana.

Estoy seguro que no todos tendrán la misma experiencia positiva que yo con los jesuitas. Mi objetivo no es recalcar su excelencia. Me interesa enfatizar la importancia de la formación intelectual, en valores, el librepensamiento; el no condicionamiento por las creencias religiosas, y también, el respeto por ellas en el ámbito individual.
Ángel Cornago Sánchez

martes, 5 de noviembre de 2013

Códigos


Códigos.

 

Estaba roto, harto de corregir el gesto, de mostrar en el rostro sensaciones que no se correspondían con el momento que en realidad estaba viviendo.

Me habían educado para ser amable, educado, correcto, cariñoso y… sumiso con el poderoso; había que dar una imagen de afabilidad, discreción, docilidad, nunca de competencia; al poderoso no le gustan las personas seguras de sí mismas, con criterios propios, las perciben como amenazantes para su status.

Al mismo tiempo me habían educado para ser agresivo, audaz, seguro, altivo, soberbio... con el débil. Con el débil había que dar una imagen de seguridad, de suficiencia, de poder, aunque todo ello, eso sí, impregnado en un halo paternalista. La relación con el débil es muy importante porque nos confirma nuestro propio valer; es la referencia que nos permite reafirmarnos en nuestro estatuas de superiores. Si el débil osaba contradecirme, sentía una sensación de rabia contenida y contestaba con una agresividad desproporcionada. !Estaría bueno¡

No había más status. Me habían educado a tener la sensación de que en los intercambios relacionales, a las personas había que colocarlas por encima o por debajo, sólo me permitía mantenerlas a mi nivel el tiempo justo de medirlas.

Era una lucha sin cuartel de actitudes vacías, sumisas o altivas. Mientras, yo, sin mirarme en el espejo, sin dibujar mis contornos, sin matizar mi silueta, desorientado, con el regusto amargo de estar vacío, crispaba y adaptaba el gesto adecuándolo al momento que parecía estaba viviendo.

Un buen día en que el sol brillaba con más fuerza, di un corte de mangas a la “fábrica de códigos” y con las manos en los bolsillos, despeinado, la figura descompuesta, saltando de forma descoordinada, emitiendo gritos de placer e impregnado de una gozosa sensación de libertad di la espalda al pasado y, respirando hondo me fui por la senda que lleva al horizonte blanco y azul.

Y... aquí estoy. Actualmente dudo, río, lloro, pero me miro en el espejo y me percibo, toco mi silueta y sé que soy yo, hablo con la gente y sé que son personas... Muchas veces me siento en el suelo para sentir en las posaderas mi propio peso, mientras con las palmas de mis manos trato de percibir el latido de la tierra.

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro. "Arraigos, melindres y acedías"

 

jueves, 31 de octubre de 2013

El difunto (Humor negro)


 
 
El difunto (Humor negro)

 
Hace unos días, después de más de treinta años, celebramos una cena los compañeros y compañeras que trabajamos juntos en una clínica  de Tudela. Se llamaba clínica de “La Milagrosa”. El nombre le venía que ni pintado porque, aunque no hacíamos milagros, sí que jugamos un papel importante en la asistencia sanitaria en aquel entonces, con medios muy rudimentarios.

En la cena, después de tantos años, recordamos anécdotas, muchas dramáticas, y algunas con cierta gracia.

Una de ellas fue lo sucedido con un señor muy mayor que ingresó en la zona de hospitalización en Medicina Interna, y que a los dos o tres días falleció porque su corazón falló definitivamente. Según la legislación vigente, había que trasladarlo en funeraria a su pueblo de residencia, que era en una comunidad próxima. Aunque no era legal, era frecuente hacerlo en ambulancia, incluso desde los hospitales de Pamplona, para evitar gastos a las familias. En el informe de alta hospitalaria, poníamos que salía del hospital en “estado de suma gravedad”, y si les paraba la policía se argüía  que había fallecido en el trayecto. La familia, en este caso, no podía sufragar los gastos de la ambulancia y mucho menos el traslado en funeraria. La solución que se adoptó propuesta por la familia con la complicidad de los sanitarios de la clínica, y la del médico de su pueblo que firmó el certificado, fue vestir al difunto, como si fuera un viajero, colocarlo en el asiento delantero de una furgoneta Citroen de aquellas de dos asientos que se utilizaban para la agricultura, le pusieron la boina, lo sujetaron con el cinturón de seguridad y así lo llevaron a su pueblo. La forma fue ilegal, pero a aquella familia les solucionó un problema para ellos grave. La enfermera que les ayudó a sentarlo en el asiento del conductor, recordaba que le costó introducirle en el vehículo los pies calzados con alpargatas, porque tanto se había demorado el asunto en la búsqueda de la solución, que el “rigor mortis” estaba haciendo ya su aparición.
No ocurrió ninguna incidencia.

(Mis disculpas si este relato hiere la sensibilidad de alguien)
Ángel Cornago Sánchez

miércoles, 30 de octubre de 2013

Envejecer


Envejecer

 

 El ser humano desde que nace, está abocado hacia la muerte que sucederá más tarde o más temprano. Llega a la vida en un estado de indefensión, y si no fuera por la protección que le prodigan sus progenitores, moriría sin remedio a las pocas horas. A diferencia de los animales, que comienzan a andar en muchas especies a los pocos minutos de nacer y a tener cierta autonomía a las pocas semanas, la dependencia del ser humano se prolonga durante muchos años. En nuestra especie, a través de la evolución, se ha desarrollado nuestro cerebro, dando lugar a la inteligencia que, de alguna forma, nos hace dominar el mundo. Sin embargo, hemos ido perdiendo otras funciones que ya no nos son tan necesarias para la supervivencia: tenemos peor olfato y peor vista que la mayoría de los animales, somos más lentos corriendo, menos intuitivos, etc.
Se puede cifrar en más de diez años el tiempo en que el ser humano va a necesitar de sus padres de forma muy determinante para su supervivencia, al menos en el momento actual en que el desarrollo tecnológico y el tipo de vida, hacen a nuestra especie cada vez más dependiente en la época infantil; los niños de hace cien años y los pertenecientes a sociedades muy primitivas, tienen más recursos para enfrentarse a la naturaleza. El proceso de maduración del organismo para adaptarse al medio y alcanzar su plenitud, todavía seguirá hasta los veintidós o veinticinco  años. Se puede decir que a partir de los treinta comienza la involución. Se irá haciendo notar “el desgaste” que, poco a poco, afectará a todo su organismo y que en su progresión, no se va a detener; le va hacer más vulnerable ante distintas causas que tarde o temprano van a vencerle y le van a llevar a la muerte.
Hay que entender pues, que durante unos años esa máquina que es nuestro cuerpo se va a ir perfeccionando hasta llegar a un máximo grado de maduración, para después ir deteriorándose progresivamente. Esto no es del todo cierto, pues como se ha comprobado, incluso en la infancia si están presentes determinados componentes genéticos, existen ya ateromas en las arterias propios del proceso de envejecimiento.
Aspectos del envejecimiento, son considerados por no pocas personas, como enfermedades, cuando son simple consecuencia de ese deterioro progresivo de nuestro organismo. Lo mismo que envejece nuestra piel, lo hace el resto de nuestro organismo aunque no lo veamos. Por ejemplo es normal el deterioro de las articulaciones con artrosis y molestias por poner un ejemplo. Esto no quiere decir que no debamos buscar alivio, pero considero que es importante el concepto. 
Ángel Cornago Sánchez
 

martes, 29 de octubre de 2013

Salud


 

SALUD

 Estamos acostumbrados a asociar el estado de salud, a una situación en que no tenemos ningún padecimiento físico. Este concepto es parcial, por que el ser humano no es sólo funcionamiento mecánico y bioquímico, es, además, vivencias psicológicas: sentimientos y sentido de grupo que le lleva a formar parte de diversos conjuntos sociales, necesarios para su bienestar. Todos estos aspectos son intrínsecos a su existencia, por eso definimos la salud, según la OMS, como “estado de bienestar óptimo físico, mental y social y no sencillamente la ausencia de enfermedad”. A pesar de que es un concepto teórico y poco ajustado a la realidad, esta visión es importante porque incluye todas las causas que hace que el ser humano sienta algún tipo de padecimiento. Al mismo tiempo, es teórica y poco realista, porque es muy difícil que nos encontremos de forma más o menos prolongada, sin ningún padecimiento físico, psicológico, o social, y no siempre se podrá decir que carezcamos de salud. El estado habitual es que tengamos alguna preocupación, en ocasiones incluso importante, alguna molestia física, sobre todo a partir de determinada edad, o algún problema en nuestro entorno social, y no por eso deberemos decir que estamos enfermos, si dichas alteraciones las tenemos controladas y no alteran nuestra vida de forma importante. La investigación sobre la presencia de síntomas físicos o psicológicos en la población en diversos estudios, concluye que entre el 85-90% refiere algún síntoma físico o psicológico. Podemos concluir pues, que hay entre la población “sana” una presencia importante de sintomatología física y psicológica, pero ni por ellos mismos ni por su entorno, son considerados enfermos.
También es cierto que en nuestro momento histórico está sobrevalorada la salud. Muchas personas toleramos mal pequeñas molestias, lógicas a determinada edad o en determinadas circunstancias. Sobrevaloramos la belleza, el cuerpo atlético y bien formado, la juventud, la vida despreocupada y placentera, la superficialidad, aspectos todos que no aseguran una buena salud mental, o al menos un equilibrio psicológico. Antes al contrario, la vejez va a llegar, tal vez la enfermedad, y no todos ni todas vamos a conseguir ese canon de belleza que estamos acostumbrados a admirar e incluso queremos imitar. Es necesaria la aceptación de nuestras limitaciones. Si no, se puede producir mucha infelicidad.

Ángel Cornago Sänchez



lunes, 28 de octubre de 2013

Bioética. Reflexiones para la vida cotidiana

Bioética

A primeros del presente mes, se ha celebrado en León el Congresos Nacional de Bioética al que asistí. El nombre genérico del congreso fue “Bioética en los tiempos sombríos”, en alusión al momento que nos está tocando vivir, y no en referencia a la crisis económica, sino también y fundamentalmente a la social. Pienso que somos una sociedad en decadencia, precisamente por la crisis de valores que ha llevado a la crisis económica y social.
Para quien no conozca qué es la Bioética, simplemente dos apuntes. Van Ressenlaer Potter en 1979 en Wisconsi, acuñó el término de Bioética para indicar la necesidad de un diálogo entre los científicos y humanistas con objeto de preservar a la humanidad de su propia destrucción. Potter da a la bioética un enfoque globalizador poniendo acento en la vida en su sentido más amplio. André Helleguers fundador de Kennedy Intitute en 1971 entiende la bioética en un sentido más restringido: según él debe centrarse en las cuestiones éticas de la práctica clínica y de la investigación médica.
Hasta ahora el enfoque de Helleguers es el que ha predominado y ha jugado un papel muy importante en la asistencia sanitaria. Por esta filosofía hemos pasado de una asistencia paternalista por parte del médico, al reconocimiento como derecho de la autonomía del paciente, donde él es el que decide debidamente informado. Hay muchos más aspectos que no puedo tratar aquí.
El momento que estamos viviendo de contaminación del medio ambiente, de sobreexplotación de los medios naturales, de explotación de las clases más desfavorecidas, todo ello en aras a un progreso económico en manos de unos pocos; de armas de destrucción masiva, de corrupción…en definitiva de crisis de valores, lleva a pensar que debemos dar a la bioética un enfoque más globalizador, el que en un principio planteó Potter. Es el sentir que se palpaba en el congreso.
Es hora de que la mayoría silenciosa, empecemos a tomar protagonismo en esta sociedad sin principios. El sistema está gastado. Hacen falta personas nuevas, con valores; no contaminadas. ¿Nos dejarán los poderes económicos?

Seguiré con este tema.

Ángel Cornago Sánchez

domingo, 27 de octubre de 2013

Nuevo día. Reflexiones para la vida cotidiana


Nuevo día

Cuando nos levantamos de la cama por las mañanas es difícil que lo primero que percibamos sea una sensación de bienestar. Lo normal es que nos sintamos somnolientos, con el cuerpo entumecido y con cierta resistencia a comenzar el nuevo día, cuando no, de mal humor. La reconfortante ducha y el café del desayuno, nos ponen en la tensión suficiente para afrontar el nuevo día con sus retos. Es la vida cotidiana, la que se presenta ante nosotros una jornada tras otra. Esporádicamente habrá hechos puntuales que otorgarán a ese día una significado especial y nos producirán vivencias singulares, pero lo habitual, serán vivencias más o menos universales y rutinarias llevadas de forma subjetiva.
Los ámbitos en que nos desenvolvemos cada día, son para la mayoría de las personas los mismos: la familia, el trabajo, las aficiones…también lo sugerentemente prohibido (no me refiero a lo ilegal). En esos marcos nos vamos a sentir: vulnerables ante muchas circunstancias, reforzados y fuertes ante otras, felices, desgraciados, enamorados, traicionados, sujetos a poderes, ostentando poder, aunque solo sea sobre nuestros hijos. Nos vamos a sentir con salud, enfermos, vamos a sentir admiración, envidia, amor, odio... Nos vamos a sentir tristes o vamos a reír a carcajadas. Vamos a no creer en el más allá o vamos a buscar nuestra trascendencia en momentos de crisis.
De este mar de sensaciones, vamos a sentir probablemente todas en algún momento de nuestra vida, muchas de forma frecuente, la mayoría de forma cotidiana. Van a dominar más unas u otras, dependiendo de nuestra estructura psicológica potenciada por la educación sobre todo en la infancia. Después van a influir de forma determinante las circunstancias, que parte van a ser debidas al azar, pero otras las habremos buscado mas o menos conscientemente dependiendo en definitiva, también, de nuestra forma de ser. Después, durante nuestra vida, la forma de enfrentarnos a todo lo que nos toca vivir, las vivencias y las enseñanzas, junto con la reflexión, va hacer que vayamos acumulando un bagaje que con los años nos permita ser expertos en pragmática de la vida, y que tal vez permita que nos sintamos cada vez, si no más felices, más equilibrados, si hemos sabido asimilar y aceptar las circunstancias vividas, el proceso de declive y envejecimiento.
Ángel Cornago Sánchez