viernes, 29 de noviembre de 2013

Alcoholismo


Alcohólicos.

 

La pasada semana, el grupo de “Alcohólicos anónimos” con motivo de la celebración de su treinta y cuatro aniversario, me invitaron a participar en su reunión para que les hablara de las repercusiones del alcohol sobre la salud. Fui con mucho gusto.

El comienzo fue impactante: dos personas con dependencia hablaron con crudeza ante un auditorio de unas cien, de su experiencia y sus sufrimientos cuando han estado consumiendo. Es una psicoterapia de grupo, un apoyo de todos los demás con su presencia y comprensión, ya que han pasado o están pasando por situaciones similares. En realidad es una catarsis que produce un efecto muy beneficioso y una motivación añadida para seguir sin consumir, por que, alcohólico se es toda la vida; hay que dejar el alcohol para siempre. Después habló un familiar, el esposo de una señora alcohólica hoy en abstinencia desde hace mucho tiempo. También es importante la experiencia de los familiares, pues son los segundos y, a veces los primeros sufridores del alcoholismo de su familiar. Dicha asociación les sirve de apoyo humano y a veces profesional.

Por no hacer la exposición larga, voy a ceñirme a unas breves consideraciones que son importantes. Otro día tal vez aborde de forma resumida los problemas que puede provocar.

1º. El alcohol en nuestra cultura, es una sustancia con la que hemos convivido desde niños: la asociamos a celebraciones, a la buena mesa, a las relaciones sociales. Los actores, sobre todo en las películas de hace años, fumaban y bebían como un acto de liderazgo; se asociaba a personajes de ficción que valorábamos. En definitiva, lo vemos como algo inocente y positivo, pero, según como se consuma no lo es

2º. Su poder adictivo es débil, es decir, por que bebamos de vez en cuando de forma moderada, es difícil que lleguemos a la dependencia. Pero, muy importante: cuando se llega a la dependencia, es tan difícil o más deshabituarse que con otras drogas, llámese cocaína, heroína etc..

3º. En los episodios de intoxicación aguda, tiene repercusiones graves en el ámbito de la salud, como accidentes de tráfico, de trabajo,  legales (agresiones, etc), sexo con riesgo, familiares, etc.

4º En los pacientes que consumen habitualmente pueden provocar problemas de salud graves: sobre el sistema nervioso, corazón, páncreas, hígado, embarazos, impotencia, etc. incluso pueden llevar a la muerte.

5º Las mujeres son más sensibles.

Las cantidades de riesgo son variables. Por dar unas cifras: en el varón por encima de 80 grs./día. En la mujer 40 grs./día. Para tener idea de los gramos: un litro de la bebida consumida tiene en gramos de alcohol, el resultado de multiplicar por 10 los grados de la bebida en cuestión, y el resultado multiplicarlo por 0,8.

Hay que beber de forma responsable: nunca en el trabajo, nunca conduciendo, nunca en el embarazo. Los niños nunca deben beber alcohol.

Unas preguntas para auto-contestarse y sospechar si puede estar teniendo algún problema:

         - Tiene impresión de que debería beber menos?

         - Le ha molestado la crítica sobre su forma de beber?

         - Se ha sentido culpable por beber?

         - Le ha ocurrido tener que beber al levantarse para calmar los nervios?

Cualquiera de las tres primeras preguntas es sugestiva de riesgo, la última es sugestiva de dependencia.

Estas breves líneas tratan simplemente de ser una llamada de atención sobre un problema que parece inocente, pero que es grave y afecta mucho más de lo que se reconoce. Es la imagen del “iceberg”, que es mucho mayor la parte sumergida que la que aparece en la superficie. Lo mismo sucede con el alcoholismo, hay muchos más que los que reconocen su problema. Muchos ni siquiera son conscientes.

Si alguien quiere más información se la puedo proporcionar.

En definitiva, estas asociaciones, hacen una labor encomiable en un problema tan grave como el alcoholismo para quien lo padece y para sus familias. Los resultados son buenos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Los espacios


Los espacios.

 Todos los animales, también los humanos, necesitamos un territorio donde movernos y desarrollar nuestra actividad cotidiana. De hecho, la regulación de las especies y las guerras, tienen mucho que ver con la interferencia y la falta de espacios. La superpoblación genera violencia como búsqueda de una nueva distribución de los espacios.

Incluso el ámbito individual, en la relación con los demás, todos percibimos que necesitamos un espacio mínimo que se puede cifrar, dependiendo de las personas, en el que podemos abarcar con los brazos en jarra, donde en raras ocasiones dejamos introducirse a los otros; ese espacio es mayor por la espalda, zona que menos podemos controlar, y en determinadas personas y situaciones. Este territorio individual que todos tenemos y que inconscientemente salvaguardamos, supone un mecanismo de seguridad instintivo, no sólo físico, sino también psicológico. Todos hemos experimentado cierta incomodidad cuando entramos con otra persona en un ascensor reducido; solemos colocarnos con la espalda apoyada en una de las paredes, no sólo por un acto de educación, sino por sentirnos seguros. Cuando hablamos con otra persona, sobre todo si es la primera vez, necesitamos tenerla a cierta distancia, si no, el proceso de valoración que siempre se produce sufre interferencias.

En nuestra actividad diaria, en el trabajo pero sobre todo en casa, tenemos unos espacios habituales en los cuales nos encontramos especialmente confortables y seguros. Generalmente comemos en el mismo lugar de la mesa, dormimos en el mismo lado de la cama, nos sentamos en el mismo sillón, incluso cuando no estamos suelen ser respetados por el resto de los miembros de la familia; son espacios referenciales unidos indefectiblemente a nuestra vida, que también tienen muchos animales y que, supongo, constituyen un mecanismo de seguridad y una prolongación de nosotros mismos.

Cuando la muerte afecta a uno de los miembros de la familia, existe un primer momento de duelo y desesperación al ver vacíos los espacios que ocupaba el fallecido, pero tarde o temprano, en un mecanismo de defensa natural contra el sufrimiento, se invaden o se destruyen; por eso es frecuente el cambiar los muebles de lugar,  cambiar la decoración, etc., en búsqueda de una nueva distribución que borre los anteriores.

Podríamos decir que nuestro límite no acaba en nuestra piel, sino que existe un halo de espacio que siempre nos acompaña y que forma parte de nosotros; en nuestra vida diaria necesitamos también unos lugares o espacios referenciales en los que,  instintivamente, nos encontramos seguros y confortables.
Ángel Cornago Sánchez. De mi librp "Arraigos, melindres y acedías".

 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Corrupción. Mecanismo


Mecanismo de la corrupción

 

 

Deseo hacer patente el mecanismo que, en mi opinión, se basa la corrupción que asola nuestro país y a otros muchos en el mundo.

En otras épocas de la historia, la fuerza y la religión correspondiente (que ejercía el poder sobre las conciencias), se utilizaban para tener al pueblo sometido y utilizarlo. En el momento actual dicho mecanismo, en los países occidentales y desarrollados, por motivos obvios, es imposible.

La forma actual es mucho más sibilina. Hoy, los señores feudales de la Edad Media, son los grandes poderes económicos. El mecanismo es corromper a los partidos, (me refiero tanto a partidos de derechas como de izquierdas y sindicatos), que son los que tienen poder para tomar decisiones importantes. La forma, donaciones o préstamos millonarios que luego les condonan. ¿Alguien piensa que los bancos perdonan millones de euros a cambio de nada? Los partidos se auto-justifican con la excusa de que son para conformar una sociedad según sus ideales, aunque claro, compensan esos favores con creces, en forma de privilegios, permisos, concesiones, etc. Corromper también individualmente a dirigentes con responsabilidad en autonomías, ayuntamientos, etc., es fácil. Se comienza con comidas, viajes, luego regalos cada vez más suculentos, después sobres y, por último, grandes sumas  en forma de tantos porciento sobre el montante de la concesión.

En nuestra democracia, teóricamente, los gobernantes son elegidos por la mayoría. Dicha premisa es falsa. Los partidos funcionan con listas cerradas, y los que van en las listas son personas que interesa que no tengan criterio propio, o al menos que sean dóciles al partido de turno, por que si no, no les ponen para ser elegidos. Generalmente se nutren de gente mediocre, o intelectualmente pobre en criterios. Su misión es, ser meros transmisores de las directrices de los gobernantes del partido correspondiente. Es la forma de que nadie se desmande y la que les conviene a los poderes económicos para cerrar el círculo.

En los poderes judiciales, los puestos claves para decisiones importantes, los eligen los partidos. Es una forma de tener controlada la situación. Los altos dirigentes políticos,  banqueros o responsables de grandes empresas, difícilmente irán a la cárcel. Las sentencias, con frecuencia, producen escándalo social.

Muchos medios de comunicación, emisoras de radio, televisiones, periódicos, están en manos de poderes económicos. Nos intoxican e intentan manejar nuestras opiniones.

¿Qué nos queda a los ciudadanos? La situación es muy grave y puede estallar. Es preciso que el cambio sea civilizado. Hay antisistemas y gente de extrema izquierda dispuestos a utilizarnos de nuevo en aras a sus fines, y no reparan en medios. Este remedio sería mucho peor.

 Considero que el sistema actual está gastado y no sirve. Es preciso una reforma importante de la ley electoral, con listas abiertas. Una justicia, en la cual, los partidos no puedan influir sobre los jueces. Personas nuevas en los partidos, cuyo fin primordial sea mejorar la sociedad, no solo conservar o alcanzar el poder. Medios de comunicación intelectualmente libres. Hace falta un rearme moral y de valores, con debates serios, no como los actuales que producen sonrojo.

Por supuesto que hay muchos periodistas, empresarios, políticos y sindicalistas honrados, y que la mayoría de los jueces son independientes. Todos ellos junto con los intelectuales, no esclavos de ideologías, tienen mucho que decir para iluminar el futuro.

 

Ángel Cornago Sánchez

 

sábado, 9 de noviembre de 2013

La sonrisa


La sonrisa.

 

La palabra es   el modo más habitual de comunicación entre los humanos, pero desde luego no el único. Su importancia como tal radica en que se puede utilizar a distancia sin necesidad de verse ni de tocarse que son los otros dos sentidos con los que intercambiamos información (con el olfato necesitamos proximidad). Aun así el significado de la palabra se puede artefactar, fundamentalmente con el tono, y el sentido de la frase no ajustarse a lo que literalmente quiere decir. Por eso, en la relación con nuestros semejantes estamos diciendo muchas cosas no sólo con la palabra, sino con todo nuestro cuerpo: desde nuestra forma de vestir o acicalarnos, la expresión de nuestra cara, el tono de las frases, e incluso con los silencios, estamos trasmitiendo una serie de información que con frecuencia puede incluso estar en contradicción con lo que literalmente estamos hablando. En la escala de credibilidad es más verosímil lo que estamos diciendo con todos estos “accesorios” de la comunicación que lo que estamos diciendo con las palabras.

La sonrisa es un gesto sutil de comunicación que indica un estado de ánimo positivo hacia el oponente; nuestra relación con otra persona va precedida de una sonrisa con la que estamos  trasmitiendo a nuestro interlocutor que estamos en actitud positiva para relacionarnos con el.

A veces la sonrisa se nos escapa e indica un estado de ánimo íntimo; cuando estamos escuchando algo que nos agrada, pensando o recordando algo que nos es grato, es frecuente que lo delatemos con la cara porque estamos,  sin ser conscientes, esbozando una sonrisa.

Como es habitual en comunicación, no siempre el gesto se ajusta a lo que habitualmente quiere decir; ocurre también con la sonrisa. Cuando alguien recibe lo que estamos diciendo o nos mira con una sonrisa irónica, percibimos claramente el rechazo e incluso la agresividad que nos está trasmitiendo.

En la evolución de la especie la sonrisa ocupa un grado sofisticado de expresión. En esta cadena, el hombre primitivo debía de pasar de llorar a lágrima viva, a la carcajada a mandíbula batiente, siendo estados más depurados el sollozo y, sobre todo, la sonrisa, adquiridos mucho después. La carcajada es una explosión de júbilo primitiva, física, pero en la sonrisa el estado de júbilo o de bienestar está en la mente, es más intelectual y trasciende al exterior con este gesto.

Tal vez esta es la razón por la que mi hijo cuando tenía cinco años, en sus interrogantes sobre la muerte, un día me preguntó si cuando morimos el cuerpo se queda aquí en la tierra pero, si la “pensadura” y la “sonrisa” se iban al cielo, percibiendo perfectamente que la sonrisa es un gesto que va unido a algo que trasciende lo meramente físico y en la misma categoría que el pensamiento.

 

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro “Arraigos, melindres y acedías”

 

 

jueves, 7 de noviembre de 2013

EDUCACIÓN


 

Educación

 

Me tocó vivir las niñez, adolescencia y juventud, en tiempos de la dictadura. En la niñez, no éramos conscientes de la situación social que estábamos viviendo, aunque sí sufrimos alguna de sus consecuencias, como fue la forma autoritaria, que en general se utilizaba en algunas escuelas, y el aleccionamiento positivo hacia los principios de la dictadura.

La adolescencia ya tuvo otros matices más positivos. Tuve la suerte de hacer el bachiller en el colegio de jesuitas de Tudela. Y digo suerte, por que la formación en conocimientos fue excelente, lo cual es importante. Que nos inculcaran el valor del esfuerzo, y pusieran a nuestra disposición una excelente formación intelectual, es el mayor bien que nos pueden hacer a esa edad. La ignorancia supone falta de criterio. La formación política era prácticamente inexistente a pesar de que, como obligatoria por exigencia del ministerio, había una asignatura llamada “Formación del espíritu nacional”, que la aprobábamos todos y que nada nos exigía. Además de conocimientos, nos inculcaron valores. Lo que nos marcó negativamente en aquel colegio, fue la educación religiosa centrada en sexto mandamiento. Cuando nuestras hormonas estaban emergiendo, era un agobio estar siempre en "pecado mortal" por simples pensamientos, o por lo que llamaban el "vicio solitario". Nos hizo vivir la sexualidad de forma poco sana, y eso seguro que algún desaguisado ha dejado en nuestra maduración sexual.

De los jesuitas era también el Colegio Mayor donde viví en Zaragoza cuando hice la carrera. Estoy especialmente agradecido por haber pasado por aquel colegio, que en plena dictadura, era un oasis de libertad, de libre-pensamiento; incluso se organizaban de forma clandestina conferencias impartidas por personas que abogaban sin tapujos por el cambio a una sociedad de libertad y valores. La educación religiosa era sutil y no teníamos obligaciones a este respecto. Incluso se podía salir y pasar la noche fuera sin mayores problemas. Compañeras de estudios a veces subían a las habitaciones teóricamente a estudiar. Fue una isla de libertad. Exigían buen rendimiento académico.

Hace unos años hice el master de Bioética en la Universidad de Comillas en Madrid, asimismo regentada por los jesuitas. Como pueden suponer, en el master se tratan temas muy controvertidos a nivel ético, con implicaciones en creencias religiosas, como puede ser el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, etc. Les puedo asegurar que los argumentos utilizados en la formación siempre fueron libres, por parte de alumnos y profesores, con fundamentos filosóficos, no mezclando estos con las creencias ni dando ningún dilema por resuelto.

Con todo esto quiero recalcar que es muy importante la formación intelectual de calidad, la formación en valores no contaminada por creencias religiosas. Las creencias tienen otro ámbito que no se debe mezclar ni con los conocimiento ni con los valores. Las creencias religiosas juegan su papel en la vida individual e íntima de cada cual, que todos debemos respetar y que, en general si no son fundamentalistas, ayudan a muchas personas a sobrellevar las miserias y dificultades de la vida cotidiana.

Estoy seguro que no todos tendrán la misma experiencia positiva que yo con los jesuitas. Mi objetivo no es recalcar su excelencia. Me interesa enfatizar la importancia de la formación intelectual, en valores, el librepensamiento; el no condicionamiento por las creencias religiosas, y también, el respeto por ellas en el ámbito individual.
Ángel Cornago Sánchez

martes, 5 de noviembre de 2013

Códigos


Códigos.

 

Estaba roto, harto de corregir el gesto, de mostrar en el rostro sensaciones que no se correspondían con el momento que en realidad estaba viviendo.

Me habían educado para ser amable, educado, correcto, cariñoso y… sumiso con el poderoso; había que dar una imagen de afabilidad, discreción, docilidad, nunca de competencia; al poderoso no le gustan las personas seguras de sí mismas, con criterios propios, las perciben como amenazantes para su status.

Al mismo tiempo me habían educado para ser agresivo, audaz, seguro, altivo, soberbio... con el débil. Con el débil había que dar una imagen de seguridad, de suficiencia, de poder, aunque todo ello, eso sí, impregnado en un halo paternalista. La relación con el débil es muy importante porque nos confirma nuestro propio valer; es la referencia que nos permite reafirmarnos en nuestro estatuas de superiores. Si el débil osaba contradecirme, sentía una sensación de rabia contenida y contestaba con una agresividad desproporcionada. !Estaría bueno¡

No había más status. Me habían educado a tener la sensación de que en los intercambios relacionales, a las personas había que colocarlas por encima o por debajo, sólo me permitía mantenerlas a mi nivel el tiempo justo de medirlas.

Era una lucha sin cuartel de actitudes vacías, sumisas o altivas. Mientras, yo, sin mirarme en el espejo, sin dibujar mis contornos, sin matizar mi silueta, desorientado, con el regusto amargo de estar vacío, crispaba y adaptaba el gesto adecuándolo al momento que parecía estaba viviendo.

Un buen día en que el sol brillaba con más fuerza, di un corte de mangas a la “fábrica de códigos” y con las manos en los bolsillos, despeinado, la figura descompuesta, saltando de forma descoordinada, emitiendo gritos de placer e impregnado de una gozosa sensación de libertad di la espalda al pasado y, respirando hondo me fui por la senda que lleva al horizonte blanco y azul.

Y... aquí estoy. Actualmente dudo, río, lloro, pero me miro en el espejo y me percibo, toco mi silueta y sé que soy yo, hablo con la gente y sé que son personas... Muchas veces me siento en el suelo para sentir en las posaderas mi propio peso, mientras con las palmas de mis manos trato de percibir el latido de la tierra.

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro. "Arraigos, melindres y acedías"