Dentro de las causas que provocan enfermedad, unas son muy concretas, otras, aunque
desconocidas, nadie duda de que el paciente está enfermo por los síntomas y lesiones
que presenta, pero existen otras, en las que ni los síntomas tienen entidad
clínica, ni se acompañan de alteraciones demostrables. Me parece importante
resaltar esta forma de enfermar. En la práctica clínica nos encontramos, con
frecuencia, después de diversos y a veces numerosos estudios, con el
diagnóstico de enfermedad psicosomática.
Tienen como característica: a) El ser de difícil
diagnóstico, al que generalmente se llega por exclusión de un trastorno
orgánico después de múltiples exploraciones. b) El ser consideradas por los
médicos como de poca entidad, a pesar de que hacen sufrir mucho a los
pacientes. c) Éstos a su vez, a menudo, las identifican con “no tener nada”,
tal vez por falta de las adecuadas explicaciones; en consecuencia, se sienten
incomprendidos al no encontrar justificación a sus síntomas. d) Además, son de
tratamiento difícil.
Existen discrepancias sobre el concepto de enfermedad psicosomática:
desde los que consideran que enfermedades psicosomáticas son todas, ya que
cuando el ser humano enferma lo hace de forma unitaria, sufriendo su psique y
su soma, hasta los que consideran, en mi opinión erróneamente, que estas
enfermedades son imaginarias. Habitualmente entendemos por tales, aquellas que
se manifiestan por síntomas que son vividos como físicos pero cuya causa es
psicológica. Esta situación, mantenida, según muchos autores puede llegar a
ocasionar lesiones orgánicas.
Tienen como características más importantes: 1) Que son muy frecuentes.
2) Que se manifiestan por síntomas físicos sin poder demostrar una alteración
estructural o bioquímica que los justifique. 3) Que se acompañan de trastornos
psicológicos a veces muy difíciles de verificar. 4) Que generalmente el
paciente no es consciente de que padece un problema psicológico sino físico,
por lo que acude al especialista organicista correspondiente.
Los propios pacientes se niegan
frecuentemente a admitir una causa psicológica, pues la somatización, al fin y
al cabo, es un mecanismo de defensa. Produce menos sufrimiento presentar un
dolor pseudorgánico, que enfrentarse a un conflicto psicológico de difícil
solución.
La incidencia es alta. Según A.
Haynal.- W. Pasini[i]: Del 20 al 50 % de las
consultas de un médico de medicina general o de un especialista en Medicina
Interna son pacientes psicosomáticos. Según la O.M .S., el 10 % de los pacientes que se ven en
las consultas de Medicina General, son enfermos depresivos; esta proporción
parece ir en aumento. Sólo un 5-10% de los problemas de salud mental, son
vistos por especialistas (psicólogos o psiquiatras.) El resto acude al médico
de Medicina General o recibe ayuda profana (Guimon 1983.)
Vemos pues, la gran proporción de enfermos con trastornos vividos como
físicos cuya causa es psicológica, que acuden a pedir ayuda a profesionales
sólo preparados en medicina orgánica y que, en general, no son capaces de
tratarlos de forma eficaz.
Debemos dejar claro que el trastorno psicosomático “se siente”: el
paciente no se imagina los síntomas, sino que los percibe del mismo modo que
los orgánicos. Las lesiones de las estructuras son las que diagnosticamos con
cierta facilidad, teniendo muchos más problemas para diagnosticar las enfermedades
psicosomáticas.
También es cierto que, a veces, enfermedades graves se pueden manifestar al
principio por síntomas psicosomáticos. En la práctica clínica es muy importante
hacer una muy buena medicina orgánica, con buena preparación de los
profesionales, utilizando los medios diagnósticos necesarios, teniendo en cuenta
las vivencias psicológicas del paciente y teniendo empatía y comprensión con
sus vivencias y sus temores. En toda enfermedad, aunque sea fundamentalmente
orgánica, hay un componente psicológico que los sanitarios no debemos dejar de
valorar y tratar.
Continuaré con estos temas.
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro “Para comprender al enfermo”
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