sábado, 11 de enero de 2014

Salud y proyecto de vida


SALUD Y PROYECTO DE VIDA.

 

El informe del Hastings Center[i] define la salud, como “la experiencia de bienestar e integridad del cuerpo y de la mente, caracterizada por una aceptable ausencia de condiciones patológicas y, consecuentemente, por la capacidad de la persona para perseguir sus metas vitales y para funcionar en su contexto social y laboral habitual”. Es una definición mucho más realista que la de la OMS ya que matiza: “una aceptable ausencia de condiciones patológicas”, a diferencia de la definición de la OMS que hablaba “de completo bienestar...”, lo cual es una utopía.

 El concepto de salud aún tiene un matiz que me parece muy importante para definirla. Salud no es sólo encontrarse bien físicamente, estar sereno psicológicamente, no tener problemas espirituales ni sociales, ni incluso tener una capacidad aceptable para perseguir las metas vitales. Salud es vivir motivado por “un impulso vital”, tener un “proyecto de vida” por el que moverse y al que dirigirse. No de forma compulsiva, pues la compulsión, además de producir angustia, hace desaparecer el resto de los factores de la vida que son  importantes; por eso hay que perseguirlo de forma equilibrada. El impulso debe ir dirigido, a un proyecto de vida proporcionado a lo que uno es y a las aptitudes individuales. No se puede pretender ser un buen profesional de una actividad determinada si no se tiene aptitudes para ella. Tampoco se puede pretender ser de los mejores futbolistas del mundo, aunque se tengan buenas aptitudes, pues el llegar a determinadas cotas, supone la convergencia de otros factores que no dependen de uno mismo. Además, es conveniente contar con la posibilidad de que se puede fracasar. Son aspectos que conviene tener en cuenta para no frustrarse y sentirse fracasado. Un impulso desproporcionado, lo más probable es que sea motivo de infelicidad. Sin embargo, el impulso vital si es adecuado y proporcionado, permite que alguna de las otras facetas del sentirse con salud, no sean todo lo saludables que debieran, cosa por otra parte frecuente, pues es una utopía que nos encontremos siempre bien, física, psicológica, espiritual y socialmente. Estos determinados sinsabores se pueden, de alguna forma, compensar con el impulso vital, que no debe funcionar como tal mecanismo como primera finalidad, pues en este caso sería un refugio, que puede servir, pero no entraría dentro del concepto de plenitud de salud. Una persona puede tener una incapacidad física, pero tener una rica vida  intelectual que le permite compensar su deficiencia. Este impulso vital  tendrá más fuerza si es por algo no material, aunque no necesariamente trascendente. El impulso vital, es algo por lo que merece la pena vivir. No es una predestinación que la pueden sentir los fanáticos, sino unas vivencias que el individuo las siente “como que llenan su vida” y le compensan, al menos en parte, del resto de los aspectos negativos. Esta vivencia, por supuesto, es muy individualizada y cada persona puede tener la suya. Pueden ser ideales humanistas, políticos, religiosos, profesionales, de trabajo, aficiones, afectos, incluso, perseguir el dinero o el poder. No es saludable dejar pasar los días sin esperar ni buscar nada; hay que vivir por algo. Esta actitud, permite sobrellevar las alteraciones en los otros aspectos que hacen que no nos sintamos con plena salud. De hecho, muchas personas enferman o aparece la enfermedad, al dejar de “vivir por algo”...

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro "Para comprender al enfermo"

 



[i]The Goals of Medicine:Setting New Priorities.The Hastings Center Report 1996.Tradcc Rodriguez Pozo

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