viernes, 27 de junio de 2014

Connotaciones frívolas de "el pajar"

El pajar

El pajar, además de ser el lugar para almacenar la paja, ha tenido siempre, sobre todo en el ambiente rural, connotaciones más frívolas, pues era el lugar habitual donde nuestros padres y abuelos, allá en la primera mitad y parte de la segunda del siglo pasado, intentaban organizar sus juegos amorosos, y, realmente, debía de ser un sitio muy confortable siempre que se dispusiera, como mínimo, de una manta para hacer de barrera entre el cuerpo y la paja. En aquel tiempo cuando se decía que se había ido con una chica a la chopera, se podía sobreentender que había habido intentos y juegos amorosos sin poder asegurar que se habían conseguido romper todas sus resistencias llegando a un entendimiento amoroso completo; sin embargo, cuando trascendía que una chica había ido con un chico al pajar, se daba por sentado que su “honra” había sido mancillada. Incluso podía decirse que el pajar era el sitio de encuentro de los líos amorosos ya establecidos; las resistencias se rompían en otros lugares, pero una vez vencidas, el pajar, íntimo, confortable, cálido y acogedor, era el sitio ideal para solazarse y dar rienda suelta a los impulsos amorosos. No tiene nada que ver con “el huerto”, que se ha utilizado posteriormente y que aún se utiliza para significar lo mismo. Con mi cuadrilla de amigos de Los Fayos en las fiestas patronales, a veces dormíamos en el pajar, pero siempre solos y para continuar la fiesta llevados por los efluvios del alcohol cuando ya no había ningún sitio a donde ir; allí, en voz alta, fantaseábamos sobre las hazañas sexuales que seríamos capaces de hacer con fulanita o menganita, cuando realmente lo único que habíamos hecho en aquella época con el sexo contrario era bailar agarrado, y la proximidad de una chica un poco lanzada nos ponía los pelos de punta.
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro "Arraigos, melindres y acedías"

miércoles, 4 de junio de 2014

Comprender al enfermo

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Queridos amigos: deseo comunicaros, que ayer salió de nuevo al mercado mi libro "Para comprender al enfermo" editado en 2007 por editorial San Pablo. En dos años se vendieron dos ediciones de no menos 750 ejemplares cada una, y en 2009 se dejó de editar, no sé muy bien el motivo, probablemente por no estar de acuerdo la editorial con alguno de los contenidos. Me he enterado hace unos meses. Le he ofrecido el libro a Sal-Terrae, que ya publicó mi libro "El paciente terminal y sus vivencias" y ha aceptado de forma casi inmediata. Ha cambiado ligeramente el nombre: "Comprender al enfermo". El contenido es prácticamente el mismo. La primera tirada es de 1500 ejemplares y la distribución de esta editorial es en todo el mundo de habla hispana, como he podido comprobar con "El paciente terminal y sus vivencias" que se ha vendido y se sigue vendiendo también, en sur-américa.
Saludos.
Ángel Cornago Sánchez



En este libro se analizan, desde un enfoque humanista, los conceptos
de salud y enfermedad, los diferentes papeles de los protagonistas
en el encuentro asistencial: pacientes, médicos, sanitarios,
familias..., y también los factores que influyen en ese momento tan
especial para conseguir, si es posible, la curación y, si no hay otra
opción, el alivio y el acompañamiento.

Entendemos la enfermedad desde una visión integral, sabiendo
que en ella hay un componente físico y otro psicológico, siempre
presentes e inseparables. Aunque predomine uno de ellos, dependiendo
de las circunstancias, ambos influyen en el entorno social.

La preparación técnica y la actitud humana de los médicos, las
enfermeras y los demás sanitarios son esenciales para que podamos
superar ese momento de crisis, sintiéndonos bien estudiados,
entendidos, arropados y en ocasiones consolados, o, por el contrario,
tratados de forma deshumanizada, aunque técnicamente la
atención haya sido adecuada. Defendemos que es imprescindible,
además de una excelente formación técnica, la necesidad de un
enfoque humano en el ejercicio profesional, para conseguir la excelencia
y la máxima eficacia.

ÁNGEL CORNAGO SÁNCHEZ es médico, especialista en medicina
interna y en aparato digestivo. Diplomado en medicina psicosomática,
máster en bioética (Comillas) y diplomado en sofrología
(Caycedo), ha hecho dos años de psicoanálisis individual y ha
trabajado en el medio rural y en diversos hospitales: Hospital de
Navarra, Residencia Virgen Blanca (León), Nuestra Señora de Covadonga
(Oviedo), Hospital Reina Sofía de Tudela (Navarra). Autor
de varios libros, en Sal Terrae ha publicado El paciente terminal y
sus vivencias.