sábado, 27 de diciembre de 2014

SALUD Y PROYECTO DE VIDA

SALUD Y PROYECTO DE VIDA.
 Ángel Cornago Sánchez
El informe del Hastings Center[i] define la salud, como “la experiencia de bienestar e integridad del cuerpo y de la mente, caracterizada por una aceptable ausencia de condiciones patológicas y, consecuentemente, por la capacidad de la persona para perseguir sus metas vitales y para funcionar en su contexto social y laboral habitual”. Es una definición mucho más realista que la de la OMS ya que matiza: “una aceptable ausencia de condiciones patológicas”, a diferencia de la definición de la OMS que hablaba “de completo bienestar...”, lo cual es una utopía.
 El concepto de salud aún tiene un matiz que me parece muy importante para definirla. Salud no es sólo encontrarse bien físicamente, estar sereno psicológicamente, no tener problemas espirituales ni sociales, ni incluso tener una capacidad aceptable para perseguir las metas vitales. Salud es vivir movido por “un impulso vital”, tener un “proyecto de vida” por el que moverse y al que dirigirse. No de forma compulsiva, pues la compulsión, además de producir angustia, hace desaparecer el resto de los factores de la vida que son  importantes; por eso hay que perseguirlo de forma equilibrada. El impulso debe ir dirigido, a un proyecto de vida proporcionado a lo que uno es y a las aptitudes individuales. No se puede pretender ser un buen profesional de una actividad determinada si no se tiene aptitudes para ella. Tampoco se puede pretender ser de los mejores futbolistas del mundo, aunque se tengan buenas aptitudes, pues el llegar a determinadas cotas, supone la convergencia de otros factores que no dependen de uno mismo. Además, es conveniente contar con la posibilidad de que se puede fracasar. Son aspectos que conviene tener en cuenta para no frustrarse y sentirse fracasado. Un impulso desproporcionado, lo más probable es que sea motivo de infelicidad. Sin embargo, el impulso vital si es adecuado y proporcionado, permite que alguna de las otras facetas del sentirse con salud, no sean todo lo saludables que debieran, cosa por otra parte frecuente, pues es una utopía que nos encontremos siempre bien, física, psicológica, espiritual y socialmente. Estos determinados sinsabores se pueden, de alguna forma, compensar con el impulso vital, que no debe funcionar como tal mecanismo como primera finalidad, pues en este caso sería un refugio, que puede servir, pero no entraría dentro del concepto de plenitud de salud. Una persona puede tener una incapacidad física, pero tener una rica vida  intelectual que le permite compensar su deficiencia. Este impulso vital  tendrá más fuerza si es por algo no material, aunque no necesariamente trascendente. El impulso vital, es algo por lo que merece la pena vivir. No es una predestinación que la pueden sentir los fanáticos, sino unas vivencias que el individuo las siente “como que llenan su vida” y le compensan, al menos en parte, del resto de los aspectos negativos. Esta vivencia, por supuesto, es muy individualizada y cada persona puede tener la suya. Pueden ser ideales humanistas, políticos, religiosos, profesionales, de trabajo, aficiones, afectos, incluso perseguir dinero o poder, aunque la calidad de la vivencia en estos casos son de más bajo rango. No es saludable dejar pasar los días sin esperar ni buscar nada; hay que vivir por algo. Esta actitud, permite sobrellevar las alteraciones en los otros aspectos que hacen que no nos sintamos con plena salud. De hecho, muchas personas enferman o aparece la enfermedad, al dejar de “vivir por algo”.
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro "Conocer al enfermo"



 Proyectosalud



[i]The Goals of Medicine:Setting New Priorities.The Hastings Center Report 1996.Tradcc Rodriguez Pozo

viernes, 19 de diciembre de 2014

CONSIDERACIONES SOBRE LAS CREENCIAS

LAS CREENCIAS

                        Ángel Cornago Sánchez

Las creencias, pertenecen al ámbito de lo privado. En alguna ocasión, se ha debatido sobre conveniencia de la laicidad o no de los estados. Sin redundar en razonamientos, baste decir, en mi opinión, que en una sociedad multicultural, el Estado debe ser laico, y respetar las creencias de sus ciudadanos. No debe asociarse con ninguna religión, ni las religiones asociarse con los poderes de turno. Es la perversión de su fin.
Los colegios, además de respetar las creencias de sus alumnos, deben formar en derechos fundamentales y no en adoctrinamientos sectarios. Se debe educar en valores universales, de respeto, convivencia, solidaridad, justicia social, esfuerzo, trabajo bien hecho…, es decir en algo que trasciende lo meramente material y utilitarista. Los padres son los máximos responsables de lo que desean para sus hijos, y sólo debe intervenir el Estado cuando se conculquen derechos o deberes fundamentales.
Las personas que profesan una religión, salvo excepciones, asimilada de forma correcta, no hacen daño a nadie por el hecho de ser creyentes. Las religiones que predican valores de respeto y convivencia, la no violencia, valores sociales…, los creyentes, si cumplen sus preceptos, serán buenos ciudadanos y, además, les permitirá en muchos momentos de sus vidas afrontar los sinsabores de forma más llevadera. El ser creyente no es garantía de nada. Hay creyentes desalmados, pero también entre los que no creen en nada.
Considero que nuestra vida es algo más que materia. Somos, además de razón, sentimientos, sensaciones, que nos llevan a trascender de lo meramente físico y de lo meramente material e individual. Necesitamos emocionarnos ante los afectos, ante el arte, ante las maravillas del mundo, sentirnos solidarios con nuestros semejantes, regirnos por códigos éticos que no están escritos pero que todos sabemos que debemos cumplir, excepto en la sociedades decadentes en valores, como puede ser la actual. Necesitamos tener valores arraigados, ser críticos con los poderes de turno, tener ideales individuales y sociales. Esto no es religión, lo debemos sentir independientemente de que seamos o no creyentes. Sería trascender de lo material y de lo meramente individual. Sería parte de lo que podemos llamar espiritualidad, que no es sinónimo de religión, y que me parece necesario fomentar en el ser humano.
Hay muchas personas que además, su espiritualidad la apoyan en creencias de una religión determinada. El problema es que las religiones se han utilizado en muchos momentos de la historia para tener controlados a los ciudadanos o para conseguir o mantener el poder. Es la perversión de las religiones. En el ámbito individual, bien enfocadas, sin fundamentalismos, sirven de consuelo y ayuda en los momentos malos que a todos nos toca vivir. Como ejemplo, se ha demostrado que los pacientes terminales llevan mejor los últimos meses de sus vidas si tienen creencias.
Considero que hay respetar todas las religiones, siempre que cumplan con los derechos fundamentales. Por supuesto, el ser ateos o agnósticos, es una opción tan respetable y tan válida como ser creyente. Ambos se deben respetar y no hacer bandera de su posición.
Ángel Cornago Sánchez

 ReligionreligiónlaicosestadoESPIRITUALIDAD

miércoles, 17 de diciembre de 2014

EL PACIENTE TERMINAL Y SUS VIVENCIAS

EL PACIENTE TERMINAL Y SUS VIVENCIAS

La enfermedad grave es un momento de crisis en la vida del ser humano; cuando aparece, se enfrenta a una situación  que pone en peligro la esencia misma de su ser, su vida. Surge como consecuencia un nuevo replanteamiento existencial que si la enfermedad cura será transitorio, aunque en ocasiones la crisis sufrida puede dejar cambios permanentes que van a condicionar su sistema de valores e incluso su forma de vida. Cuando el diagnóstico es de enfermedad terminal le va a llevar a la muerte en un plazo corto de tiempo y, como consecuencia, se produce un abandono definitivo de la mayoría de los intereses que eran el motor cuando tenía salud, que se sustituyen por otros más profundos: se produce un cambio radical en cuanto a expectativas, proyectos, valores, relaciones, incluso creencias en algunos casos; es el momento de hacer balance de la propia existencia sin tiempo para remediar casi nada, pero en general con tiempo suficiente para hacer un ejercicio de aceptación de nuestros errores y tal vez de reconsideración de posturas. Desaparece lo baladí y toma fuerza lo fundamental.
La relación médico-paciente hasta hace pocos años paternalista, hoy tiene lugar bajo un nuevo vínculo basado en el principio de autonomía auspiciado por la bioética. Ya no se discute que el paciente tiene derecho a estar informado, también a no estarlo y a delegar si así lo manifiesta, y a decidir sobre las actuaciones diagnósticas y terapéuticas que le afecten. Este enfoque supone un positivo avance  que da una nueva dimensión a la relación sanitaria,  más humana y en definitiva más enriquecedora también para el sanitario.
Es un momento de especial vulnerabilidad ya que, aunque el paciente sea capaz de gestionar su autonomía, por su enfermedad va a vivir en una situación de precariedad y va a depender de la actuación y cuidado de muchas personas: durante el proceso van a influir sobre él de forma positiva o negativa, los  sanitarios, la propia familia, y también las instituciones sanitarias, las circunstancias sociales..; todos,  teóricamente deberían proporcionarle ayuda, pero con frecuencia no es así y, en ocasiones, incluso provocan más sufrimiento. La medicina actual tiene como objetivo fundamental realizar actuaciones curativas, pero es mucho más remisa en emplear sus recursos en medidas paliativas y en la asistencia en los últimos meses, semanas o días de vida y, especialmente, en  la asistencia en el momento de la muerte, siendo así que, excepto los que mueren de forma repentina, todos la vamos a necesitar.
             
El final de la vida es  clave en nuestra existencia, por una parte porque supone el fin y ruptura con todo, por otra, porque las últimas semanas, meses e incluso años, pueden ir acompañados de importantes sufrimientos tanto físicos como psicológicos. El momento de la muerte puede ser especialmente dramático. Los organismos sanitarios y los profesionales de la salud tenemos el deber de estar sensibilizados, formados y  preparados para dar respuesta a esta importante y trascendental demanda. ¿Hasta donde debemos seguir luchando los sanitarios para alargar una vida?¿Estamos produciendo con nuestra actuación en muchas ocasiones más dolor y sufrimiento a costa, en el mejor de los casos, de alargarla unos días o semanas? ¿Tenemos claro que hacerlo puede ser maleficente? ¿Hasta donde llega la autonomía del paciente? ¿Tiene derecho a decidir sobre su propia vida? Algunas soluciones, implican graves problemas éticos.
En el libro se tratan las distintas opciones que se pueden presentar analizando los principios éticos implicados. Se trata extensamente los principios de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia. La "información" merece una reflexión especial. Asimismo se analizan los dilemas éticos al final de la vida: el principio del doble efecto, la sedación terminal, el estado vegetativo permanente, la limitación del esfuerzo terapéutico, el encarnizamiento terapéutico, la eutanasia, el suicidio asistido… temas todos, candentes en la sociedad en el momento actual. He intentado tomar una postura razonada de cada una de las opciones.
           



muerteenfermo terminalbioética

COMPRENDER AL ENFERMO

A través de estas líneas, se analizan los conceptos de salud y enfermedad. El distinto papel de los protagonistas del encuentro: paciente, médico, sanitarios..., con los factores que influyen en ese momento tan especial para conseguir la curación si es posible, el alivio y el acompañamiento si no hay otra opción. Necesarias, la calidad técnica, y la no menos importante calidad humana. A todos, nos va a tocar, nos ha tocado o nos tocará, pasar por situaciones de menoscabo de nuestra salud; vamos a padecer síntomas físicos, y también, el sufrimiento derivado de la incertidumbre sobre la causa de nuestras dolencias o la de nuestros familiares. La preparación técnica y la actitud humana de los médicos, enfermeras y demás sanitarios, va a ser esencial para que ese momento de crisis lo superemos, sintiéndonos bien estudiados, entendidos, arropados, y en ocasiones consolados, o al contrario, tratados de forma deshumanizada aunque técnicamente la atención sea adecuada. Este trabajo, está realizado por un médico con años de experiencia en muy diversos ámbitos, fundamentalmente hospitalario, que siempre ha considerado imprescindible, además de una excelente formación técnica, la necesidad de un enfoque humano en el ejercicio profesional, para conseguir la máxima eficacia. Estas líneas van dirigidas al público en general, y a los trabajadores de la sanidad.

EDITORIAL SALTERRAEENFERMOENFERMEDADSANITARIOS

martes, 16 de diciembre de 2014

ARRAIGOS, MELINDRES Y ACEDIAS"

LIBRO DE RELATOS CORTOS.
“Arraigos, melindres y acedías”, trata de ser una aproximación a la  sociedad  española de los últimos años de la dictadura y primeros de la democracia, en forma de relatos cortos, escenificados en Los Fayos, pequeño pueblo del Moncayo en la provincia de Zaragoza, y en Tudela (Navarra), una ciudad media de provincias, como tantas de nuestro país, a las que se puede extrapolar, desde una perspectiva intimista que considero es el rasgo fundamental del libro, contado por alguien que en aquellos años vivió su adolescencia y primera juventud.
El nexo con aquella época son fundamentalmente los sentidos y las sensaciones,
la nostalgia, la ironía, a veces la crítica descarnada. Son las características de la obra.
El resultado, unas veces son cortos relatos de costumbres, otras vivencias poéticas rozando el melindre y, otras, análisis sociales y sensaciones ácidas.
    NOTA: los escritores que no somos famosos, no aparecemos en las estanterías ni en los expositores de las librerías. El que va a comprar tiene en cuenta lo que ve, a no ser que lleve la decisión tomada. Este es un medio, para poner nuestros libros en el expositor y que nos conozcáis.

sábado, 13 de diciembre de 2014

LAS SOMBRAS DE LA LUNA


Novela: LAS SOMBRAS DE LA LUNA.  Ediciones Trabe
Juan llegó a pensar que su destino atormentado, estaba escrito en las sombras de la luna. La novela relata la historia de varios personajes que les tocó vivir la España de la posguerra y de la transición a la democracia: Juan, Clara, Laura, Ricardo... Es una historia de sensaciones, sentimientos y traumas, personificados en sus protagonistas, en un contexto social y político que marca sus vidas de forma determinante.
Fue una época convulsa por las imposiciones morales, religiosas y políticas que les tocó vivir. Educados en verdades absolutas, algunos, como Juan, en el seminario, lo que condicionará sus valores y contradicciones, fundamentalmente en su relación de pareja, primero con Laura, mujer dulce y de juicio equilibrado, y después con Clara de evolución mucho más tormentosa. Ambas relaciones marcarán el destino de Juan que tendrá en su amigo Ricardo, el contrapunto que trata de salvarlo.
La novela se desarrolla en Oviedo, León, Zaragoza y Zudaire (Navarra),  fundamentalmente.






LAS SOMBRAS DE LA LUNAEDICIONES TRABEANGEL CORNAGO

lunes, 8 de diciembre de 2014

Dudar es un ejercicio de madurez

Dudar.

 Ángel Cornago Sánchezdudarmadurez
Según el diccionario de la Real Academia, duda es la indeterminación entre dos o más juicios o decisiones. El concepto de duda entraña tener que elegir entre varias opciones, ya sean ideas, personas, cosas, actos o actitudes. Aunque me he referido a dos o más alternativas, esta situación cobra todo su significado cuando se reducen a dos, es como si el acto decisorio nos pusiera entre la espada y la pared.
El hecho de dudar, llevado al extremo, supone dejar la mente suspendida sin el basamento sólido de la certidumbre; es como sentir el cosquilleo desagradable de la velocidad, la inestabilidad del vértigo, el miedo a lo desconocido; supone en definitiva sensación de inseguridad, desasosiego y ansiedad.
La duda puede durar desde unos segundos, hasta toda la vida. Toda primera acción o la introspección de un concepto, requiere pasar por el tamiz de la duda, al menos durante unos segundos, el tiempo necesario para decidir si nos lanzamos o no a ejecutarla, o a reflexionar antes de asumir la idea en cuestión. Esta situación no puede durar mucho, pues genera ansiedad de forma progresiva y llegaría un momento en que no podríamos tolerarla. Exige, en un tiempo prudencial, resolverla o almacenarla como “duda”, sin estar debatiéndola de forma continua, aunque  hay que revisarla de vez en cuando.
En la praxis, la duda tiene el límite del momento de iniciar la acción, y no siempre nos permite la indeterminación o manifestarla como duda. Hay casos en que tenemos que tomar decisiones, aun sin estar plenamente convencidos. En estas circunstancias hay que asumirlas, aun en el caso de que resulten erróneas.
No todas las personas aceptan la duda; existen individuos que dan la impresión de tenerlo todo claro, no se les ve nunca dudar, actúan de forma compulsiva, incluso con agresividad si piensan que los demás perciben sus dudas. Son personas que no pueden tolerar la ansiedad que se produce en los momentos de indecisión, y esa misma intolerancia, como la pescadilla que se muerde la cola, les lleva a crear cada vez más ansiedad; necesitan en todo momento pisar firme; el flotar les produce un vértigo que no pueden tolerar.
Existen asimismo personas que se debaten en una permanente duda, con  miedo continuo a equivocarse o a tomar partido; sólo se sienten seguros en su reducido y frágil territorio; se colocan siempre en el borde de la tapia; necesitan ser aceptados por todos y a todos intentan contentar. No se puede contar con ellos para ningún cometido que requiera cierto compromiso o riesgo.
La sociedad  valora la duda  de forma negativa, necesita que sus ídolos sociales, sus líderes, se muestren firmes, seguros, omnipotentes, poco humanos, casi dioses, para sentirse protegidos, para que esa seguridad se proyecte sobre ellos; es un fenómeno social que ha permitido que determinados líderes hayan sido capaces de inducir a las masas a realizar verdaderas atrocidades, fundándose exclusivamente en su carisma; una de las características del carisma es la sensación que emana del líder de todopoderoso, de seguridad, en definitiva de no dudar.
La carencia de dudas es también propia de personas primitivas y poco inteligentes; las pocas verdades y los códigos que utilizan son los que les enseñaron, nunca los han elaborado ni los han puesto en tela de juicio, y todo lo resuelven con esas elementales reglas.
El dudar, reflexionar y resolver, es un ejercicio intelectual que mejora nuestra capacidad de discernir, nos reafirma en nuestra condición de seres humanos limitados y, al mismo tiempo, capaces de grandes logros. En definitiva, la madurez, el ir madurando, pues el proceso no se acaba nunca, está jalonado de un rosario de dudas y reflexiones que, bien llevadas, nos conducen de forma progresiva a sentir esa sensación interior mezcla de humildad y  de profunda sabiduría, que nos puede llevar por el camino de cierta plenitud.

 Ángel Cornago Sánchez. De mi libro: "Arraigos, melindres y acedías".