viernes, 19 de diciembre de 2014

CONSIDERACIONES SOBRE LAS CREENCIAS

LAS CREENCIAS

                        Ángel Cornago Sánchez

Las creencias, pertenecen al ámbito de lo privado. En alguna ocasión, se ha debatido sobre conveniencia de la laicidad o no de los estados. Sin redundar en razonamientos, baste decir, en mi opinión, que en una sociedad multicultural, el Estado debe ser laico, y respetar las creencias de sus ciudadanos. No debe asociarse con ninguna religión, ni las religiones asociarse con los poderes de turno. Es la perversión de su fin.
Los colegios, además de respetar las creencias de sus alumnos, deben formar en derechos fundamentales y no en adoctrinamientos sectarios. Se debe educar en valores universales, de respeto, convivencia, solidaridad, justicia social, esfuerzo, trabajo bien hecho…, es decir en algo que trasciende lo meramente material y utilitarista. Los padres son los máximos responsables de lo que desean para sus hijos, y sólo debe intervenir el Estado cuando se conculquen derechos o deberes fundamentales.
Las personas que profesan una religión, salvo excepciones, asimilada de forma correcta, no hacen daño a nadie por el hecho de ser creyentes. Las religiones que predican valores de respeto y convivencia, la no violencia, valores sociales…, los creyentes, si cumplen sus preceptos, serán buenos ciudadanos y, además, les permitirá en muchos momentos de sus vidas afrontar los sinsabores de forma más llevadera. El ser creyente no es garantía de nada. Hay creyentes desalmados, pero también entre los que no creen en nada.
Considero que nuestra vida es algo más que materia. Somos, además de razón, sentimientos, sensaciones, que nos llevan a trascender de lo meramente físico y de lo meramente material e individual. Necesitamos emocionarnos ante los afectos, ante el arte, ante las maravillas del mundo, sentirnos solidarios con nuestros semejantes, regirnos por códigos éticos que no están escritos pero que todos sabemos que debemos cumplir, excepto en la sociedades decadentes en valores, como puede ser la actual. Necesitamos tener valores arraigados, ser críticos con los poderes de turno, tener ideales individuales y sociales. Esto no es religión, lo debemos sentir independientemente de que seamos o no creyentes. Sería trascender de lo material y de lo meramente individual. Sería parte de lo que podemos llamar espiritualidad, que no es sinónimo de religión, y que me parece necesario fomentar en el ser humano.
Hay muchas personas que además, su espiritualidad la apoyan en creencias de una religión determinada. El problema es que las religiones se han utilizado en muchos momentos de la historia para tener controlados a los ciudadanos o para conseguir o mantener el poder. Es la perversión de las religiones. En el ámbito individual, bien enfocadas, sin fundamentalismos, sirven de consuelo y ayuda en los momentos malos que a todos nos toca vivir. Como ejemplo, se ha demostrado que los pacientes terminales llevan mejor los últimos meses de sus vidas si tienen creencias.
Considero que hay respetar todas las religiones, siempre que cumplan con los derechos fundamentales. Por supuesto, el ser ateos o agnósticos, es una opción tan respetable y tan válida como ser creyente. Ambos se deben respetar y no hacer bandera de su posición.
Ángel Cornago Sánchez

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