viernes, 30 de enero de 2015

LA MAYORÍA SILENCIOSA

La mayoría silenciosa.

Ángel Cornago Sánchez

El momento actual, realmente produce desánimo y frustración. Para valorar a las personas, a los grupos, no basta hacerlo en la vida diaria, que también, sino cuando suceden, se enfrentan, o se pronuncian sobre hechos importantes que afectan o trascienden a la comunidad.
En nuestro medio, creo que muchos compartimos, que los políticos de cualquier signo, de cualquier ideología, los pertenecientes a cualquier institución del Estado por muy altas que sean, el clero, o cualquier otra, si han cometido irregularidades, delitos, se han corrompido, o han hecho algo punible, hay que juzgarlos como a cualquier ciudadano, y condenarlos si ese es el resultado. Para esto, y fundamental, los partidos no deben meter sus manazas corruptas en los nombramientos de los jueces, y los jueces al hacer justicia, se deben olvidar de su ideología, ser profesionales y honrados, y aplicar la ley.
Suele suceder, que hay personas, que según sea el partido o la ideología del que ha cometido una infracción, el juicio es más benévolo, incluso lo justifican si es  de “su cuerda”, o son muy remisos a condenarlos. Considero que no son ciudadanos de fiar, pues si tuvieran poder, cabe suponer que sus actuaciones tampoco serían fiables en aras a conseguir lo que ellos defienden.
Por otra parte, hay hechos, como actos violentos, incluso atentados, que movilizan a personas de determinadas ideologías, justificando los hechos. Algunas intervenciones en las redes sociales son alarmantes, por agresivas y sectarias. Es de una gravedad palmaria. Se dicen a sí mismos que, “el fin justifica los medios”, y es de suponer que si los justifican, serían capaces, si no de realizarlos, al menos de fomentarlos.
Debemos construir las sociedades y los países, no con actuaciones inmorales, ni mayoría silenciosalibrepensamientohonradez intelectualredes socialesjustificándolas, porque a la larga sería más de lo mismo que tenemos, tal vez peor. Esta sociedad necesita moralizar la vida pública, y la privada cada uno en su ámbito. No debemos permitir que los grandes poderes económicos nos exploten, debemos defender una distribución justa de los recursos, justicia social, defender derechos, pero, en la lucha política o ideológica, tampoco vale todo. Hay que ser riguroso, buscar la verdad, buscar soluciones ponderadas y justas, intentando construir país, no desestabilizarlo.
Tampoco cualquier grupo o partido, puede arrogarse el papel de salvador, o auto-arrogarse una legitimidad moral que sólo la basan en sus postulados, permitiéndose transgredir las reglas de juego, con la consabida justificación de que, “el fin justifica los medios”; tienen un código moral de conveniencia para sus fines. Premisa muy peligrosa que ha dado lugar  a las mayores barbaries. Se sienten “elegidos” para salvar a los demás, pero no tienen ningún reparo en transgredir reglas, principios, incluso justificar la violencia. Los salvadores de uno y otro signo, son muy peligrosos; siempre han resultado dictadores y han ocasionado mucho dolor.
Fundamental: “rigor y honradez intelectual” en el ámbito individual a la hora de analizar los hechos y enjuiciar las situaciones. Sobran personas sectarias que sólo aportan odio y resentimiento. Sobran salvadores. Es preciso un rearme moral de la sociedad. La voz de la mayoría silenciosa, honesta y ejerciendo su honradez intelectual, se debe hacer escuchar.
Ángel Cornago Sánchez.  Reserv. Derechs.


viernes, 23 de enero de 2015

MI SOMBRA

           Mi sombra.

Ángel Cornago Sánchez 
Era un día espléndido y luminoso. Había salido a hacer mi ruta al amanecer y, después de un rato de marcha, cuando el sol empezaba a calentar, tuve la sensación de que alguien seguía mis pasos inmediatamente detrás de mí. No atreviéndome a volver la cabeza, con el rabillo del ojo, en un pequeño recodo del camino pude percibir la silueta de una figura etérea y desgarbada parecida a un fantasma, que se arrastraba por el suelo pegada a mis talones.
Después de un trecho sin que la figura desistiera, desasosegado, pensé que tenía que despistarla; iba andando primero lento y parsimonioso, luego decidido y presuroso intentando escaparme de ella, pero era inútil; de vez en cuando volvía la cabeza y, en un escorzo, miraba la parte de atrás de mis pies con la esperanza de que se hubiese desprendido o de que, al menos, una de sus piernas hubiese quedado atrás; pero no, allí estaba como un guardaespaldas fiel e  implacable.
 A veces corría cuanto podía y, de repente, me paraba en seco con objeto de que por la inercia me adelantara y, aunque sólo fuese de forma testimonial, cogerla en un renuncio; pero ni por esas, ella asimismo paraba en seco no cometiendo el mínimo fallo.
 Otras veces, con la sensación de que en esta ocasión se lo ponía difícil, comenzaba a saltar de forma descoordinada y a dar volteretas sobre la hierba de la vega del río, mientras con el rabillo del ojo trataba de vislumbrar si allí seguía. La adivinaba descompuesta adoptando formas grotescas para poder seguirme. A veces, tenía la ilusión de que la había perdido y, después de todo un repertorio de ejercicios de despistaje, me volvía de forma repentina por lo menos para verla llegar tarde y apresurada. Pero no, siempre estaba allí llegando por las justas, lábil, y al mismo tiempo insoportablemente testaruda.
Al cabo de un tiempo llegué a no sentirla peligrosa, pero sí tremendamente incómoda. A veces me volvía de espaldas y andaba hacia atrás despacio y, observándola,  tenía la sensación de que se mofaba de mí.
Al mediodía se volvió más pequeña y se metió debajo de mis pies mostrando sólo una mínima parte de su silueta más deformada si cabe. Pensé que era el principio del triunfo y que iba a desaparecer definitivamente, pero fue un leve espejismo, por lo visto estaba tomando fuerza porque por la tarde, no contenta con seguirme, me adelantó y me precedía a todos los lugares adivinando mis movimientos sin el más mínimo fallo, de tal forma, que parecía que en esta ocasión era yo el que la perseguía como un esclavo obligado a hacer lo que ella hacía.
Al atardecer, con las primeras sombras, cuando me estaba dando por vencido resignado a cargar con ella para siempre, desapareció.
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro "Arraigos, melindres y acedías". Reservados todos los derechos.


viernes, 16 de enero de 2015

LA INVASIÓN SILENCIOSA.

La invasión silenciosa.terrorismo
            Ángel Cornago Sánchez

Roma fue el imperio más grande e importante del mundo civilizado en los últimos siglos previos a nuestra era, hasta el siglo IV. A principio del siglo V, después de muchos años de prosperidad y desarrollo, sufrieron invasiones de los  bárbaros (bárbaros llamaban a los que no eran romanos, fundamentalmente a los pueblos del norte de Europa), y el año 476 la ciudad de Roma es invadida, lo que supuso la caída del Imperio. Entre las causas, además de la invasión, la deriva social: desde hacía muchos años la corrupción había hecho mella en aquella sociedad desarrollada, y la moral, la ética y las costumbres degradadas, habían arraigado profundamente en sus dirigentes y en la población. Además, en sus ejércitos, muchos de los soldados provenían de los pueblos conquistados, probablemente alistados con este objetivo. Se produjo la irremediable caída del Imperio.
En este momento, en el mundo occidental civilizado se están produciendo unas condiciones similares. Occidente, somos el ejemplo de sociedad desarrollada, pero en este momento decadente, corrupta, donde prima el dinero, la individualidad, sin valores sólidos; no nos movemos por ideales, lo hacemos por alcanzar bienes materiales superfluos, por la vida fácil, la explotación de los demás… En España, muchos dirigentes de uno y otro signo, dejan mucho que desear; no tienen sentido de Estado, que es su primera obligación; se mueven por intereses partidistas; intervienen en foros, en medios de comunicación, tratando temas de enjundia, con una frivolidad, sesgo y falta de responsabilidad que raya en lo inmoral, con el fin, no de aportar su visión para mejorar situaciones, sino simplemente de arañar algún voto al adversario. Hay ciudadanos que no son mucho mejores; basta observar en los foros sociales, intervenciones claramente incendiarias, con el único fin de desestabilizar la situación, sin intención de aportar su visión personal, constructiva, razonada por muy discrepante que sea. Somos una sociedad vulnerable por la decadencia de valores, y por la división interna.
Los bárbaros del siglo XXI están ya aquí. Están, estratégicamente preparados, muchos de ellos viviendo en nuestras ciudades, en una invasión silenciosa, donde se han infiltrado elementos belicosos. No tienen límites éticos, para ellos vale todo, aprovechándose de una sociedad que tiene como bandera el respeto a las libertades, algo que debe ser irrenunciable, pero que nos hace más vulnerables. Intentan dominarnos para imponernos sus costumbres, su religión interpretada de forma perversa, privarnos de la libertad, y todo ello con la fuerza que da el fanatismo de saberse ungidos por una deidad que les va a llevar a su paraíso.
El tema es muy grave. Esta sociedad tiene muchos fallos, defectos graves, pero lo que nos quieren imponer es mucho peor, es una atrocidad, y los medios son salvajes. Debemos estar preparados para hacerles frente. Debemos estar unidos.
Mi más considerado respeto, al islam, como a cualquier otra religión, a las personas que lo profesan y están integradas en nuestra sociedad, ellos también están siendo víctimas de la situación, y merecen nuestro apoyo.

Ángel Cornago Sánchez.

domingo, 11 de enero de 2015

Rigor y honradez intelectual. Librepensamiento.

Rigor y honradez intelectual. Librepensamiento
 Ángel Cornago Sánchez

En el momento histórico que estamos viviendo, tal vez más que nunca, es preciso que influyamos en el entorno social que nos toca vivir, cada uno en su ámbito, pero desde una actitud de honradez y rigor intelectual a la hora de enjuiciar las situaciones y expresar las opiniones. No podemos ser esclavos de ideas preconcebidas ni de consignas emanadas por asociaciones, religiones, o partidos políticos, aunque a la postre podamos coincidir con ellas después de reflexionar y valorar sus posturas
Hoy, el espectáculo bochornoso que habitualmente contemplamos, es la lucha entre partidos, utilizando como armas arrojadizas las propuestas del contrario, aunque puedan ser razonables e incluso adecuadas para la mayoría. Han pervertido sus fines. No es el bien de los ciudadanos origen de su investidura lo que persiguen, sino, unos conservar el poder, y los otros arrebatárselo. En definitiva, el poder por el poder. En esta lucha vale todo. Ni se sonrojan con sus zafios razonamientos. No valoran nuestra capacidad intelectual; piensan que nos engañan con sus actitudes y burdos argumentos. Están jugando con fuego.
 Mientras, los ciudadanos asistimos impasibles a ese perverso olvido por parte de las clases políticas que nos dominan. Pienso que el sistema está gastado. La “derecha”, “la izquierda”, tal como las utilizan los protagonistas, no sirven, aunque probablemente los que no sirven son dichos protagonistas. Sería preciso que la mayoría de esos dirigentes desaparecieran de la escena y fueran sustituidos por otros nuevos, honrados y con la idea clara de que su objetivo somos los ciudadanos, no conservar el poder.
Nosotros también somos responsables. Los dogmatismos del signo que sea nos esclavizan. De hecho, un tanto por ciento nada despreciable de los votos emitidos en las elecciones, son de personas que siempre votan al mismo partido, por ideas preconcebidas, aunque hayan hecho las mayores tropelías. Gracias a que hay otro tanto por ciento que es capaz de otorgar su voto dependiendo del juicio sobre sus actuaciones, los países progresan.
El librepensamiento es la base de la vida intelectual. Es preciso no estar sujetos a  dogmatismos de cualquier ámbito. El discurso de los partidos de derechas y de izquierdas huele a naftalina, por caduco, por sesgado, por poco riguroso, por poco respetuoso con la inteligencia de los ciudadanos. Debemos ser capaces del análisis despojado de ideas preconcebidas, lo contrario es una rémora para el progreso y para llegar a posiciones más avanzadas. El juicio es un ejercicio intelectual que debe ser libre de dogmas políticos y religiosos. La religión es respetable, incluso si se quiere, adecuada en el ámbito privado, pero no como doctrina en el análisis del quehacer político y social. La militancia, la simpatía por un partido, también lo es, pero sin sometimiento a sus consignas y a sus líderes si no lo hacen bien y no permiten el debate; antes al contrario, los simpatizantes y militantes, tienen más responsabilidad que los demás para intentar reconducir su deriva y mantenerlos siempre vivos. Esta actitud, los dirigentes respectivos no lo van a consentir; no les interesa militantes con criterios propios, sino personas que acaten las consignas que emergen de la cúpula sin discutirlas: son los militantes que medran, los que van en las listas, pero el suicidio de los partidos, situación a la que ya hemos llegado. Los ciudadanos, en el momento histórico que vivimos, tenemos la responsabilidad de implicarnos en la sociedad. Realmente produce desazón, los análisis sesgados y con intenciones perversas, de muchas personas.rigor intelectual

"Sólo los peces muertos nadan con la corriente." [Malcolm Muggeridge]
            Ángel Cornago Sánchez
           



lunes, 5 de enero de 2015

SÍMBOLOS Y RITOS

Símbolos y ritos.
 Ángel Cornago Sánchez
Formo parte de una generación que crecimos en un ambiente social y en unas enseñanzas dominadas por los ritos y los símbolos. Las celebraciones religiosas con su boato en las grandes fiestas y procesiones, sus ceremoniales, sus ricas vestimentas. Las manifestaciones políticas con un marcado signo plebiscitario, y conceptos como patria, bandera, caudillo, raza, tenían gran poder de convocatoria, alrededor de los cuales, existía un halo de fervor enardecido e irracional que, aparentemente, aglutinaba a las masas; probablemente era más aparente que real, y en ocasiones aberrante. El paradigma de este tipo de comportamientos es el que originó la filosofía y principios nazis; recuerden toda la parafernalia de signos y símbolos que utilizaban. Hoy existen muchos ejemplos similares en el mundo, que son capaces de manipular a la mayoría e incluso bajo sus lemas y banderas justificar la violencia y el asesinato.
Nuestra generación tuvimos claro que aquello era ficticio, que detrás de aquellos conceptos, de aquellas actitudes, de aquellas ceremonias, había fundamentalmente un intento de manipular y de dirigir a la mayoría. Entonces, identificamos los símbolos y los ritos con la mentira y con la opresión. Sentimos que aquello había que cambiarlo y sustituirlo por otras ideas, más sociales, más humanas. Pero los ritos y los símbolos quedaron devaluados como reflejo condicionado a la situación que nos tocó vivir.
Pero, no cabe duda que cumplen un papel importante. Para cerciorarnos solo tenemos que leer la historia y observar los países del mundo. Este proceso es irracional y emotivo, pero necesario. Una bandera es un trozo de trapo, pero simboliza lo que por consenso hemos decidido otorgarle. Es un mecanismo de unión y de cohesión de los grupos sociales, desde los equipos de fútbol, asociaciones y, sobre todo países y naciones, desde los grupos más primitivos hasta los más poderosos, desde las religiones a los poderes económicos y políticos. Todos tienen su emblema y bandera.
Los símbolos y los ritos son necesarios, no basta con una ideología justa, ni con una información de los contenidos reflexiva para que cada cual los asimile. La pedagogía de este primer proceso es racional y necesaria, basada en la información y en la reflexión. Pero como seres sociales que somos, necesitamos unirnos para defender objetivos comunes, sobre todo nuestra supervivencia como grupo social, como nación. En nuestro país este concepto también está en crisis. Uno más entre tantos aspectos, junto con la corrupción generalizada.

Los partidos políticos tienen, entre otras, dicha responsabilidad: unificarnos alrededor de símbolos que sean comunes a todos y que a todos nos representen. Es fundamental la bandera y la idea de patria. Hay que reforzar nuestro grupo social. Ambos no se deben identificar con la dictadura. Deben dejar de utilizarlos como arma arrojadiza. Si es preciso, que negocien y pacten para crear los símbolos que representen a todos, sustentados por los ritos correspondientes, en defensa del grupo al que pertenecemos. Y corre prisa en este momento de crisis de todo tipo, porque el país se nos va de las manos. La razón unida a la emoción refuerza la cohesión. Es un poderoso mecanismo psicológico utilizado desde siempre, aunque  no debe basarse solo en la emoción.
Ángel Cornago Sánchez.NACION