AMOR Y PAREJA.
Ángel Cornago Sánchez
Vivir en pareja es el estado ideal en la vida del ser humano. Seligman
refiere en su libro “La auténtica felicidad”, que las personas con pareja
estable y duradera, disfrutan de un alto grado de felicidad y tienen menos riesgo
de padecer depresiones, seguidas de los que nunca se han casado, y después de
los divorciados una o varias veces. Se puede sacar la conclusión que, “mejor con
pareja estable” para ser feliz, pero también, “mejor sólo que mal acompañado”,
pues en grado de felicidad, inmediatamente después de los de pareja estable,
están los que nunca la han tenido (estable). La relación de pareja no es fácil.
Y requiere mucha madurez por ambas partes. Brevemente dos aspectos: el
enamoramiento y la comunicación.
El enamoramiento es ese estado ideal que sucede a partir de los primeros
encuentros, cuando se siente que se ha encontrado a esa persona maravillosa, que va a condicionar nuestra vida
positivamente. Se vive como algo esencial en nuestro destino que va a garantizar
gran parte de la felicidad que podamos conseguir. La atracción en los primeros
encuentros es física, no necesariamente sexual, pero enseguida intervienen otros
factores cuando comienza la comunicación, que suele ser muy superficial y sesgada; tal vez
también, aspectos hormonales que no controlamos. En ese momento, existe una
sobrevaloración de las virtudes y una infravaloración de los defectos. Se produce
un estado especial, como si nos hubiéramos metido un “chute” de ilusión, que nos
hace ver la realidad mejor de lo que es. Esa fase no es buena para tomar
decisiones trascendentes, como casarse, tener un hijo, vivir juntos, porque
no es fiable, hay que esperar a que los efluvios pasen para hacer la valoración
en sus justos términos.
El enamoramiento es el primer paso, pero luego hay que “aterrizar”. Lo
ideal es que persista el enamoramiento pero sin la “espuma”, y que se vayan
consolidando los lazos entre ambos, para lo cual además de lo anterior, es
indispensable una actitud de entrega, comunicación, y de respeto exquisito a la
individualidad del otro.
La relación de pareja debe ser real. Es el medio, tal vez el único, donde
nos despojamos de todos los accesorios de carácter que empleamos
inconscientemente en la vida ordinaria. Con la pareja nos debemos mostrar tal
como somos, con nuestras debilidades, nuestros miedos, nuestras preocupaciones.
Debe ser una comunicación íntima, veraz, continuada, no sólo puntual; que
sirva de consuelo, de apoyo en los momentos malos, y también en los buenos para
perseguir proyectos y disfrutar de metas. Un hombro donde descansar, unos brazos
que acojan y cobijen. Cariño incondicional. Lealtad inquebrantable. Crítica bien intencionada. Considero
que la comunicación real es el requisito básico, y también fundamental para la
pareja estable. Insisto, deben mantener cada uno su individualidad, con su autonomía y proyecto de vida propio. Hay personas que se conforman con una comunicación más superficial y que conviven sin especiales conflictos, pero...no es lo mismo.
Hay personas que todavía buscan en
sus parejas las falacias que les habían inculcado en la infancia y juventud:
mujeres madres, serviles, o figurines frívolos; u hombres machos y duros, que
no lloren, que no sientan.
Ángel Cornago Sánchez
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