EL
SUFRIMIENTO
Ángel Cornago Sánchez
Ángel Cornago Sánchez
Es una palabra con
un significado especial, no fácil de definir. Es un concepto que trata de
trasmitir una vivencia profunda y compleja. Se trata de un intenso malestar que
afecta a todo el ser. No es solo dolor físico, ni solo tristeza, ni solo angustia ni ansiedad. Es un
disconfort intenso que suele ser también físico, pero que fundamentalmente es
psicológico y que afecta a los resortes sensitivos más profundos de la persona.
La característica y el matiz especial y fundamental es: que es sin esperanza.
Además, no sirve para nada, “no tiene ningún fin”. El dolor de un
postoperatorio, aunque intenso, se sabe que pasará y que en todo caso es algo
temporal para llegar a un bien, que es la finalidad para la que ha sido
programada la intervención. Incluso, es algo admitido por la mayoría: todavía
nos encontramos muchos enfermos que cuando les explicamos de una exploración
que va a ser molesta e incluso dolorosa, nos dicen, “para hacer un bien hay que
hacer un mal”. Cassel define el sufrimiento como “el estado de malestar
inducido por la amenaza de la pérdida de integridad o desintegración de la
persona, con independencia de su causa”. Chapman y Cravin definen el
sufrimiento como “un estado afectivo, cognitivo y negativo complejo,
caracterizado por la sensación que experimenta la persona de encontrarse
amenazada en su integridad, por su sentimiento de impotencia para hacer frente
a esta amenaza y por el agotamiento de los recursos personales y psicosociales
que le permitirían afrontarla”[i].
En ambos casos incluyen “la amenaza” como causa de sufrimiento. Considero que
“la amenaza” no es la causa fundamental de lo que estamos considerando como
“sufrimiento”, sino que su característica principal es “la falta de esperanza”,
sin ver salida de ningún tipo. La amenaza incluye por sí misma la posibilidad
de que no se lleve a cabo y por tanto de cierta esperanza. Podrá provocar
angustia, intenso estrés, pero no sufrimiento, según el concepto referido.
Además de la falta de esperanza, va acompañado de sensación de indefensión, de
imposibilidad de hacer frente a todo lo que se avecina. En todo caso, la
sensación es subjetiva.
El prototipo de
sufrimiento es el que se da en el paciente terminal: dolor físico, dolor
psicológico y la seguridad de la muerte próxima. También se pueden catalogar de
sufrimiento los padecimientos en el síndrome depresivo grave, en el que
paciente siente una tristeza inmensa; en ocasiones percibe síntomas físicos que
pueden semejarse a los del terminal, no tiene ninguna perspectiva de futuro, le
da igual morir, incluso un diez por ciento de ellos se suicidan. La diferencia
radica en que las depresiones no siempre son graves como para presentar toda la
sintomatología referida y, además, en que existen medicaciones muy eficaces que
conducen a la curación, y en poco tiempo las expectativas y los esquemas pueden
cambiar radicalmente. También se experimenta sufrimiento cuando se acompaña a
un ser querido durante la enfermedad terminal en su camino hacia la muerte. En
el paciente terminal la “no esperanza” lo domina todo y además de soportar los
padecimientos físicos, están sumidos en un estado de desánimo reactivo a su
situación: dolores, proximidad de la muerte, apartarse de sus seres queridos...
La no-solución lo invade todo.
La representación
gráfica del sufrimiento, podría ser la imagen de un ser humano encorvado por la
imposibilidad de soportar el peso de la situación, ante un horizonte infinito,
anocheciendo, con la cabeza hundida entre los hombros, los brazos caídos y
rodeado de una total soledad. El sufrimiento no tiene foco, afecta a todo el
ser, se sufre en conjunto, físicamente y psicológicamente, siendo imposible de
discernir. Si se intenta calmar sólo el dolor físico, lo habitual es que no se
consiga; en todo caso puede aparecer el sopor y tal vez el sueño por
agotamiento; es necesario influir también en la vertiente psicológica para
mejorar su situación.
El sufrimiento en
ocasiones es fuente de enseñanza. En la antigüedad la gente sabía que, a veces,
nuestras lecciones más importantes se hallan en los momentos de mayor
sufrimiento[ii].
Lo que no quiere decir que haya que buscarlo o regodearse en el. Hay que
evitarlo… pero no siempre se puede. Hay hechos en nuestra vida que escapan a
nuestro control y producen sufrimiento. En esos momentos, en ocasiones, se
descubren aspectos en nosotros o en los demás, que nunca hubiéramos descubierto
sin esa circunstancia. Escribe Kübler-Ross [iii]
“Cuando nos enfrentamos a lo peor que nos puede ocurrir en cualquier situación,
crecemos. En lo más terrible de las circunstancias, descubrimos lo mejor que
hay en nosotros. Cuando damos con el verdadero significado de estas lecciones,
descubrimos también vidas felices, llenas de sentido. No perfectas, pero
auténticas. Podemos vivir la vida profundamente... Cuando se observa a los que
luchan contra la enfermedad se percibe claramente que, para ver quienes somos,
debemos deshacernos de todo lo que no es auténticamente nosotros”. El
sufrimiento en el paciente terminal es alienante, y la actitud de los
sanitarios debe ser intentar calmarlo o paliarlo.
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro, "El paciente terminal y sus vivencias". Edit. SalTerrae
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro, "El paciente terminal y sus vivencias". Edit. SalTerrae
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