PERVERSIÓN DE LA DEMOCRACIA
Ángel
Cornago Sánchez
El
momento actual, realmente produce desánimo y frustración. Para valorar a las
personas, a los grupos, no basta hacerlo en la vida diaria, que también, sino
cuando suceden, se enfrentan, o se pronuncian sobre hechos importantes que
afectan o trascienden a la comunidad.
En
nuestro medio, creo que muchos compartimos, que los políticos de cualquier
signo, de cualquier ideología, se merecen respeto y tienen derecho a defender sus postulados para llegar a gobernar, siempre que respeten las reglas del juego democrático.
Suele
suceder, que hay personas, que según sea el partido o la ideología del que ha
cometido una infracción, el juicio es más benévolo, incluso lo justifican si
es de “su cuerda”, o son muy remisos en
condenarlos. Considero que no son ciudadanos de fiar, pues si tuvieran poder,
cabe suponer que sus actuaciones tampoco serían fiables en aras a conseguir lo
que ellos defienden.
Por
otra parte, hay hechos, como actos violentos, incluso atentados, que movilizan
a personas de determinadas ideologías, justificando los hechos. Algunas
intervenciones en las redes sociales son alarmantes, por agresivas y sectarias.
Es de una gravedad palmaria. Se dicen a sí mismos que, “el fin justifica los
medios”, y es de suponer que si los justifican, serían capaces, si no de
realizarlos, al menos de fomentarlos. Hay concejales o cargos públicos
recientemente llegados a diversos poderes, cuyas manifestaciones son
aberrantes, incluso abogan por la violencia y el asesinato de determinadas
personas, aunque sea de forma figurada. Me pregunto si un día llegaran a gobernar el país, qué serían capaces
de hacer. Independientemente de ideologías, esas personas sobran en la vida
pública, y los partidos democráticos no deben permitir que tengan ninguna
responsabilidad; además, cabe pensar que su bagaje intelectual es ínfimo como para
tener ninguna responsabilidad. Sus propios partidos son responsables de apartarlos de la vida pública.
Debemos
construir las sociedades y los países, no con actuaciones inmorales, justificándolas,
porque a la larga sería más de lo mismo que tenemos, tal vez peor. Esta
sociedad necesita moralizar la vida pública, y la privada cada uno en su
ámbito. No debemos permitir que los grandes poderes económicos nos exploten,
debemos defender una distribución justa de los recursos, justicia social,
defender derechos, pero, en la lucha política o ideológica, tampoco vale todo.
Hay que ser riguroso, buscar la verdad, buscar soluciones ponderadas y justas,
intentando construir país, no desestabilizarlo.
Tampoco
cualquier grupo o partido, puede arrogarse el papel de salvador, o auto-arrogarse
una legitimidad moral que sólo la basan en sus postulados, permitiéndose
transgredir las reglas de juego, con la consabida justificación de que, “el fin
justifica los medios”; tienen un código moral de conveniencia para sus fines.
Premisa muy peligrosa que ha dado lugar
a las mayores atrocidades. Se sienten “elegidos” para salvar a los demás,
pero no tienen ningún reparo en transgredir reglas, principios, incluso
justificar la violencia. Los salvadores de uno y otro signo, son muy peligrosos;
siempre han resultado dictadores y han ocasionado mucho dolor.
Fundamental:
“rigor y honradez intelectual” en el ámbito individual a la hora de analizar
los hechos y enjuiciar las situaciones. Sobran personas sectarias que sólo
aportan odio y resentimiento. Sobran salvadores. Es preciso un rearme moral de
la sociedad. La voz de la mayoría silenciosa, honesta y ejerciendo su honradez
intelectual, se debe hacer escuchar.
Ángel
Cornago Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Libre