El chute del enamoramiento.
Ángel Cornago Sánchez
Me voy a permitir hacer unas reflexiones sobre el “enamoramiento”,
sensación que, seguro hemos experimentado todos más de una vez. Dentro de unos días, terminará una
época propicia por excelencia, en la que muchos y muchas habrán experimentado
tan sublime sensación: las vacaciones, aunque también sucede durante todo el
año, pero son más propicios los tiempos de asueto y euforia. En estos días hay
más desinhibición y, quien más quien menos, está receptivo o receptiva a relacionarse.
Muchas mujeres y hombres habrán tenido ocasión de conocer respectivas parejas,
y algunos y algunas, habrán sentido ese flechazo que llena de gozo, de
felicidad, de ilusión, con la sensación de que han encontrado a la persona de
su vida. Está muy bien y, desde luego, hay que vivir el momento, pero darle la
importancia que merece, no magnificarla en exceso, o al menos afrontarla con
serenidad. Puede ser el inicio de una relación duradera, incluso para toda la
vida, o puede ser un espejismo que se irá desvaneciendo. No digo que haya que
vivirlo con miedo o con demasiadas prevenciones; considero que hay que vivirlo con la intensidad que en ese momento se sienta, pero no darle carta de validez
para formalizar una relación de pareja definitiva, hasta que se pase el momento
de euforia.
Aún diría más. Una relación de pareja no debe basarse en el enamoramiento,
para que tenga visos de permanencia, y por tanto para formalizarla. El
estado de enamorado o enamorada, distorsiona la realidad y nos hace ver hasta
los defectos como positivos, o al menos tendemos a minimizarlos. Es preciso
tiempo para que desaparezca ese “chute” similar al de la heroína que produce el
enamoramiento. Es preciso sedimentar las sensaciones para que desaparezca el
momento de euforia y veamos la realidad tal cual es. Lo que va a unir a la
pareja después, no va a ser ese estado de embeleso, sino una comunicación
profunda y leal, un respeto, y ahí es donde se van creando lazos mucho más
profundos de lo que puede aportar el enamoramiento momentáneo, aunque cuando
llega, es bonito, hay que vivirlo, y hay que darle la oportunidad para sea para
una relación estable, pero también, tener serenidad antes de tomar decisiones
trascendentes. Van a ser otras sensaciones las que van a unir a dos personas
para poder vivir juntas, tarea complicada y difícil: la lealtad y la confianza
para compartir momentos malos y buenos, la comunicación real, la libertad, la
sexualidad…; insisto, es muy difícil, pero ese es otro tema…
Ángel Cornago Sánchez
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