viernes, 23 de diciembre de 2016

LOS OPORTUNISTAS Y LOS FALSOS (se puede aplicar a hombres y mujeres)

Los oportunistas y los falsos

Ángel Cornago Sánchez

Cuando era niño asociaba, con lógica, la estatura al poder. Los niños mayores dominaban a los más pequeños, y, si teníamos un hermano, primo o amigo mayor que nosotros, nos sentíamos protegidos en ese mundo infantil de juegos y reyertas que compartíamos, en el que ya se adivinaba la competencia y la defensa de la individualidad.
Se dice que en la niñez se graban las sensaciones y muchas formas de comportamiento que van a regir durante nuestra vida. Recuerdo de entonces, que aquellos niños mayores que hacían gala de su poderío físico ante los que éramos más pequeños, con los que la lucha era desigual, producían en mí sensación de repulsa; esto no les sucedía a todos, pues algunos eran mucho más prácticos e intentaban hacerse sus amigos a toda costa, para de alguna forma, ser partícipes de su poder o al menos no tenerlos en su contra. También lo hacían con los profesores; estos, eran los clásicos “pelotas”. Dichos comportamientos, más o menos, se irán reproduciendo en la edad adulta, donde pululan en todos los ámbitos los oportunistas que se arriman al poder de turno y están dispuestos a medrar a costa de lo que sea. A muchos se les veía venir ya desde “pequeños”.
Era muy niño, tenía diez años, y en el colegio de jesuitas un chico de cuarto, de los desarrollados, no sé por qué motivo le estaba pegando una paliza soberana a un compañero de clase amigo mío; estaba sintiendo pavor por aquella tortura que estábamos presenciando, como yo, otros amigos, y en un gesto que pensé iba a ser secundado por los demás, pretendí liberar a mi compañero de aquella situación y me lancé por detrás a colgarme del cuello de aquel energúmeno. El resultado no pudo ser peor para mí, porque el susodicho, enfurecido, soltó al otro para defenderse de mi ataque, momento que éste aprovechó para salir corriendo junto con los que estaban presenciando la pelea. No recuerdo la paliza que me dio, aunque me lo puedo figurar, pero sí se me quedó gravado aquel acto de insolidaridad, casi de traición, que me dolió mucho más que los golpes, y que sigo recordando cuando viene a cuento.
Los mandaderos, pelotas, oportunistas, traidores, vacuos, desleales, y gente de ese pelaje, pululan en nuestra vida cotidiana, solo hay que echar la vista alrededor, incluso a personas próximas. Algunos se distinguen por su mirada, en la que se adivina el desprecio, y sobre todo la envidia solapada (la envidia y el desprecio tienen un rictus especial); otros, por su simpatía barroca que se vislumbra ficticia. Tampoco depende de ideologías, los hay en todas; forma parte de la miseria humana guiada por la conveniencia, el utilitarismo, la deslealtad, la falta de consecuencia, y de valores.

Ángel Cornago Sánchez

lunes, 19 de diciembre de 2016

AGAPITO. CORTO RELATO DE NAVIDAD

AGAPITO


Agapito era un hombre de aspecto entrado en años, aunque de edad indefinida. De mediana estatura, porte abarquillado, grandes y huesudas manos, y pies enormes. De penetrantes ojos negros, cuando fijaba su mirada por debajo de sus pobladas y enmarañadas cejas, de niño, me sobrecogía. Su rostro era cetrino y arrugado, de nariz grande y aguileña, cubierto por una poblada barba de pelo entrecano que le llagaba casi a la cintura. La cabeza siempre cubierta por una boina mugrienta, debajo de la cual, sobresalían unas greñas que se extendían por el cuello y se confundían con la barba.
Su atuendo era original y chapucero: una roída gabardina que se adivinaba había sido en sus tiempos vestimenta militar por los botones dorados que todavía le quedaban, y por unos galones, al parecer de sargento, que persistían en sus hombreras; estaba adornada con brillos y lustres, y salpicada de manchas de muy diversos colores y procedencia. Los pantalones hechos de uno y mil pedazos, se embutían en piales calzados en albarcas grandes y desproporcionadas. De su hombro colgaba la alforja de la que sobresalía, al parecer para tenerla siempre a mano, una bota de vino de inusitado tamaño. Todo él despedía un olor especial: soso, con efluvios a humo y a estiércol.
Llegaba al pueblo periódicamente. Su itinerario eran los pueblos de la falda del Moncayo por los que se desplazaba, siguiendo siempre el mismo itinerario; en cada uno pasaba seis o siete días viviendo de la caridad de los vecinos que compartían con él lo poco que tenían. Nadie sabía de donde procedía, pero llevaba por aquellos lugares más de veinte años.
De muy niños, nuestros padres y abuelos nos amenazaban con que nos iba a llevar “el Agapito” si nos portábamos mal. Ya de más edad nos dimos cuenta de que era inofensivo y, más tarde, por su mirada apacible, de que era un buen hombre; nunca nadie tuvo quejas de él; incluso en sus borracheras era comedido, solo se adivinaban por el tiempo que pasaba aletargado en su refugio; lo hacía sobre un lecho de paja en la “casa de los pobres”, local del Ayuntamiento que únicamente constaba de una estancia con un pequeño hogar árabe en el suelo.
Aquel invierno fue especialmente duro. Era Noche Buena y la nieve había caído con insistencia durante todo el día. Agapito había llegado al atardecer, como siempre por el camino de Queiles siendo fiel a su ruta. Venía jadeante, mojado, a paso lento apoyado en su gayata, con su gran nariz y los bordes de sus orejas amoratadas por el frío. Varios vecinos le llevaron leña para que hiciera fuego, se secara y se calentara, y comida para que, al menos aquella noche, tuviera una buena cena.
Todos celebramos la “noche buena”, como siempre, en familia.
A la mañana siguiente le encontraron muerto junto a los rescoldos de la lumbre. Le habíamos dado lo que nos pareció necesario; pero no pudimos o no supimos cambiar su soledad, aunque, probablemente, tampoco le importó.
Se enterró en nuestro cementerio, ya que nadie reclamó su cadáver, acompañado por casi todos los vecinos, al fin y al cabo, representaba uno de los roles que en todas comunidades pequeñas son habituales: el tonto, el borracho, la casquivana, etc.; el fue en la ruleta de vida el “pobre”, el desgraciado. Es el papel que le tocó representar a Agapito, aunque…, cuando recuerdo la expresión de paz en su mirada, dudo que fuera tan desgraciado como nos parecía.

Feliz Navidad. 

Ángel Cornago Sánchez                                      

                                                                                


domingo, 11 de diciembre de 2016

VIDA COTIDIANA

VIDA COTIDIANA

Cuando por las mañanas nos levantamos de la cama, es difícil que la primera sensación que percibamos sea de bienestar. Lo normal es que nos sintamos somnolientos, con el cuerpo entumecido y con cierta resistencia a comenzar de nuevo, cuando no, doloridos o de mal humor. La reconfortante ducha y el café del desayuno nos ponen en la tensión suficiente para afrontar el nuevo día con todos sus retos. Es la vida cotidiana la que se presenta ante nosotros una jornada tras otra. Esporádicamente, habrá hechos puntuales que otorgarán a ese día un significado especial que nos producirá vivencias singulares, pero lo habitual, serán más o menos universales y rutinarias llevadas de forma subjetiva.
Los ámbitos en que nos desenvolvemos cada día, son para la mayoría los mismos: la familia, el trabajo, las aficiones, el grupo de amigos…En esos marcos nos vamos a sentir: vulnerables ante algunas circunstancias, reforzados ante otras, felices, desgraciados, enamorados, traicionados, sujetos a poderes u ostentando poder, aunque solo sea sobre nuestros hijos; nos vamos a sentir con salud, enfermos, amenazados; perezosos, ilusionados; vamos a sentir admiración, envidia, amor, odio; vamos a reír a carcajadas, o vamos a estar tristes; en ocasiones nos va atraer lo prohibido...Vamos a no creer en el más allá o vamos a buscar nuestra trascendencia particular.
De este mar de sensaciones, vamos a sentir probablemente todas en algún momento de nuestra vida, muchas de forma frecuente, la mayoría de forma cotidiana, y algunas en momentos puntuales. Van a dominar más unas u otras, dependiendo de nuestra estructura psicológica potenciada por la educación recibida, sobre todo en la infancia. Después van a influir de forma determinante las circunstancias, que parte van a ser debidas al azar, pero otras las habremos buscado mas o menos conscientemente dependiendo, en definitiva, también de nuestra forma de ser.
Después, la forma de enfrentarnos a todo lo que nos toca vivir, las vivencias y las enseñanzas sacadas, junto con la reflexión, va a hacer que vayamos acumulando un bagaje que con los años nos permita ser expertos en pragmática de la vida, y que tal vez nos sintamos cada vez más felices si hemos sabido asimilar el proceso de lo que es vivir, y también, el declive y envejecimiento.
Ángel Cornago Sánchez


viernes, 2 de diciembre de 2016

RESPONSABILIDAD COMO CIUDADANO. LA MAYORÍA SILENCIOSA.

LA MAYORÍA SILENCIOSA. RESPONSABILIDAD COMO CIUDADANO
Ángel Cornago Sánchez

Ser rompedor, a veces lleva a replegarse asustado por la repercusión y, a veces, hasta escándalo que suponen tus ideas, sobre todo entre la clase dominante; incluso entre las personas próximas que, una veces intuyen el riesgo que conlleva, y otras, porque la mayoría tienden a aliarse con lo que predomina, con los ganadores de cada momento. Te hacen dudar de que seas un tipo raro.
Falsa sensación. Esta inseguridad provocada por los poderes, pero también por los vulgares, por los conservadores de cada momento, por los tiranizados, por los mediocres, trata de poner freno a todo lo que cambie las reglas de juego, a todo lo que perturbe su aburrida o interesada estabilidad.
Los pseudo-progres, son más de lo mismo disfrazados de rompedores, de nuevos con conceptos viejos; no buscan que seamos conscientes, reflexivos, analíticos, sino que tratan de vendernos su propia mercancía para que nos convirtamos en sus aliados.
El entorno intentará que vuelvas al cauce de la vulgaridad, que ellos llamarán lo correcto y lo civilizado, que sigas los cauces establecidos por el poder correspondiente o por los que se titulan progresistas. Es lo que tratan de hacer todos los poderes, también los que aspiran a conseguirlo, disfrazados de corderos. A ninguno les interesa las mujeres y hombres libres, reflexivos, con criterio, conscientes de sus decisiones, sino adornar sus mensajes con envoltorios sugerentes, para que lo engullamos más fácilmente.

El camino es otro. Cultivar el librepensamiento; para eso es conveniente beber en diversas fuentes y darse cuenta de cuales son de fiar, y cuales no, y, sobre todo, quienes son de fiar y quienes no; algunas soflamas se pueden desechar fácilmente por su grosera manipulación, lo mismo que a determinados voceros de medios de comunicación, y a determinadas personas. Otros recurren abiertamente a la mentira para manipularnos, las lanzan en la redes sociales sin el menor pudor para intoxicar al ciudadano.
En este mundo que vivimos, es difícil mantener la honradez intelectual, la reflexión, la deliberación sobre temas que a todos nos atañen, por la agresión constante que supone el intento de manipulación de unos y de otros para conseguir sus intereses partidistas. Los ciudadanos y ciudadanas nos encontramos en medio, sacudiéndonos a políticos de partidos convencionales que han degradado la vida pública, y atónitos al observar  a los que parecen llegar, la mayoría con su frivolidad y precario nivel intelectual, sus sectarismos fundamentalistas, y sus gestos alocados para consumo de sus aliados. Curiosamente, con premura adoptan las costumbres, gestos, prebendas y privilegios, de la clase dominante que antes criticaban: les gusta estar en la “pomada”, en las fotografías de los medios de comunicación, y como no, gozar de las prebendas económicas, viajes, etc.
Precisamos un mundo de “Quijotes”, sin perder de vista a “Sancho Panza”, con cerebros bien amueblados, honrados, dispuestos a implicarse. En este momento la ciudadanía estamos huérfanos además de hartos. La mayoría silenciosa debe buscar su norte de forma honrada y responsable, y pronunciarse libremente, sin complejos.

            Ángel Cornago Sánchez

sábado, 26 de noviembre de 2016

OTRAS FORMAS DE CORRUPCIÓN

OTRAS FORMAS DE CORRUPCIÓN
Ángel Cornago Sánchez

La corrupción económica entre los políticos, lleva ocupando las portadas de los periódicos desde hace unos años. Bienvenida sea la denuncia. Era un tema que la democracia tenía pendiente y que había que atajar en una lucha sin cuartel para moralizar la vida pública. Debe ser una actitud de “no retorno” y de continua vigilancia, porque es fácil volver a las andadas.
Hay otras corrupciones, tan graves como las económicas y que se dan a diario sin que tengan eco en la opinión pública, adormecida por tanto dislate que con ella se utiliza:
Los políticos con frecuencia esgrimen medias verdades, y a veces incluso mentiras, para denostar al adversario o para sacar rédito electoral. El “todo vale” para manejar a la opinión, es habitual en el discurso de muchos. A veces, los argumentos son tan simples y groseros que no se mantienen, y se vislumbra claramente que son sesgados. Intentar engañarnos para utilizarnos; eso, también es “corrupción”.
Algunos jueces, dependiendo qué partido les ha votado para formar parte del Consejo del Poder Judicial, o de sus preferencias ideológicas, deciden sus imputaciones e incluso sentencias, llevados por su ideología dependiendo a quien juzguen. Es la perversión de su trascendente función. Este proceder es “corrupción”, tal vez la más grave porque socava los cimientos del derecho de los ciudadanos a una justicia imparcial.
Algunos periodistas, sesgan las noticias, cuando no, ponderan con entrevistas preparadas a determinados políticos, intentando ridiculizar, y a veces hasta envilecer, al adversario. En vez de hacer información para que el ciudadano decida, utilizan informaciones sesgadas, incluso manipuladas, junto a frases o axiomas, unidos a carga emocional para que sean más eficaces. Eso es “corrupción”.
En las redes sociales están aflorando un número no despreciable de personas, cuyos juicios y aportaciones a los debates rayan en la idiocia, en el mejor de los casos, cuando no, en la maldad más pura y dura. Es un segmento de población desconocido hasta ahora, que hace dudar de su nivel intelectual, cuando no de su salud mental por las barbaridades que son capaces de publicar. Tratan de intoxicar, de vomitar su odio.
Necesitamos moralizar la vida pública, y la privada cada cual en su ámbito. No debemos permitir que los grandes poderes económicos nos exploten; debemos defender una distribución justa de los recursos, justicia social, derechos, pero, en la lucha política e ideológica no vale todo. Hay que ser riguroso, buscar la verdad. Precisamos mujeres y hombres libres, no sectarios y corruptos intelectualmente para manipular a los ciudadanos; fundados en valores.

Ángel Cornago Sánchez

sábado, 19 de noviembre de 2016

VEJEZ, ESA ETAPA DE LA VIDA QUE NO QUEREMOS MIRAR

VEJEZ,  ESA ETAPA DE LA VIDA QUE NO QUEREMOS MIRAR

Cuando se es joven, se ve la vejez como algo lejano, que no tiene relación con nosotros o, en el mejor de los casos, algo de lo que se habla, se entiende que va a llegar, pero se tiene la sensación de que no nos atañe.
Conforme se van cumpliendo años, llega un momento en que hay que asumir que se ha dejado de ser joven, y que el camino irremediable es la vejez.
Este planteamiento se puede hacer desde la sensación de pérdida, con tristeza, con melancolía por lo que se deja, o desde la aceptación de que es algo que forma parte de la vida, lo mismo que el resto de las etapas, e incluso tiene aspectos positivos. Seguramente la visión de la vida en la vejez es mucho más rica que en edades más tempranas, siempre que se haya ido madurando adecuadamente.
La vejez, la involución física y psicológica, y la muerte, son circunstancias claves de nuestra vida que nos iguala a todos los seres vivos; son las únicas características de nuestra existencia en que el destino o quien haya creado el origen de la vida, hace justicia con todos los seres humanos; el resto de nuestro paso por el mundo está caracterizado por luchas, desigualdades, miseria y sufrimientos para unos, y éxito, honores y abundancia para otros. Sin embargo, el paso del tiempo a todos afecta, todos vamos cumpliendo años, envejeciendo y, al final del camino, siempre está la muerte para todos.
En la vejez, la importancia de las cosas va tomando su justa medida; la escala de valores cambia respecto a otras épocas. Por eso la vejez, y sobre todo la madurez, cuando las facultades físicas y psicológicas están todavía en buenas condiciones, son épocas en las que se puede ser especialmente feliz, por habernos ido despojando de ese enfoque enfatizado de la vida sobre aspectos que está claro no nos han permitido sentirnos felices. La felicidad está dentro de uno mismo, no hay que buscarla en riquezas ni bienes materiales, que son necesarias para cubrir las necesidades. 
Cuando somos jóvenes somos soberbios con los viejos. A veces se les trata como a niños. Se tiene en cuenta todo lo negativo que representan, como la falta de fuerza, de iniciativa, de belleza, en definitiva, de cualidades por las que se mueve el momento histórico que vivimos, y no valoramos su experiencia, su sabiduría, virtudes mucho más importantes que fueron valoradas en otros momentos de la historia.
Yo diría que muchos viejos de hoy asumen ese papel de minusvalía intelectual, o tal vez lo simulan; es frecuente, incluso en círculos próximos, que al viejo lo releguen en opiniones y en decisiones, y que la relación con él se torne paternalista que, como toda relación así etiquetada, es teóricamente protectora, pero que en realidad entraña falta real de respeto a su autonomía. El viejo, a veces se infantiliza y es cómplice de esta situación para ser aceptado.
Esta falta de valoración del anciano es fruto de la falta de valoración de otros muchos aspectos fundamentales en el momento que vivimos.
Ángel Cornago Sánchez.  


viernes, 11 de noviembre de 2016

LA TRISTEZA FORMA PARTE DE LA VIDA

Equilibrio.
Ángel Cornago Sánchez
Aquella tarde estaba triste, algo se había roto en mí. Sin saber por qué, fui encontrándome cada vez más apesadumbrado. Motivos aparentes, cercanos, recientes, no parecían de entidad; más lejanos en el tiempo y más profundos en el alma, probablemente muchos, pero no había sucedido nada que hiciera presumir que los hubiera desempolvado aun sin querer. Una vida cuando se lleva vivida, tiene mucho contenido acumulado y, entre ese contenido, hay mucho de negativo y doloroso.
Cuando pienso en esto me doy cuenta de que en muchas ocasiones, tal vez, no son las circunstancias externas las que traen los momentos dolorosos, sino que están dentro de uno mismo, en nuestra forma de ser, en nuestra historia. Pero... ¿hemos podido ser de otra manera? Estamos acostumbrados a idealizar que nuestra trayectoria en la vida hubiera sido muy otra si no hubiera ocurrido tal o cual circunstancia, poniendo como argumento sólo nuestras posibles virtudes y los acontecimientos positivos. Sin embargo, debemos tener en cuenta, que somos no solo lo positivo que hay en nosotros, también lo negativo y, como tal, debemos aceptarlo aunque esa parte nuestra sea la causa de que no hayamos llegado a cotas más altas de aceptación personal o de felicidad.
Probablemente, cuando llega esa tristeza inopinada, de aparente sinsentido, algo se ha removido en el fondo de nuestros sentimientos, de nuestros recuerdos o de nuestras frustraciones, que hace que revivamos de nuevo circunstancias que antes nos causaron dolor. Fue porque algo deseado no tuvimos o porque después de tenerlo lo perdimos; ese “algo” que nos produce infelicidad no suelen ser cosas materiales, sino más bien ideales o personas. La infelicidad siempre nace de la sensación de carencia de algo.
No todos los días estamos igual, los hay en que las mismas circunstancias nos pasan desapercibidas, y otros, sin embargo, tambalean nuestra estabilidad estímulos menos manifiestos. Somos frágiles e influyen en nosotros muchas circunstancias que no controlamos; incluso el tiempo, la temperatura y la presión atmosférica producen cambios que acusamos.
Básicamente, lo que más influye, es nuestra estructura psicológica conformada por nuestro código genético, y las circunstancias vividas en los primeros años que han condicionado nuestro desarrollo psicológico, y han hecho que esas aptitudes o defectos gravados en nuestros genes hayan desarrollado o aminorado sus potencialidades. Después, en la edad adulta, cambiar radicalmente el trayecto tomado es laborioso. Otro factor son las circunstancias que nos toca vivir de adultos, que van a ponernos a prueba en muchas ocasiones, y a las que nos vamos a enfrentar con esa estructura que tenemos conformada.
Por eso, hay días en que me siento triste y no sé por qué, al menos no sé por qué, de repente, soy mucho más sensible a carencias o frustraciones que en otras ocasiones me parecía haber superado. Lo cierto es que, habitualmente, después de la tempestad viene la calma, y hace presumir que, a lo mejor mañana, será otro día y me encontraré de nuevo tranquilo y relajado, pero con la seguridad de que, tarde, o más bien temprano, aparecerá otro u otros días de tempestad.

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro: “Arraigos, melindres y acedías”. Ed. Trabe

sábado, 5 de noviembre de 2016

MANIPULACIÓN Y PERVERSIÓN DE CONCEPTOS POR PARTE DE LOS POLITICOS

Manipulación

Vivimos una época en la que se están mancillando palabras y conceptos altruistas, nobles, fundados en valores. Con el mayor descaro se utilizan las palabras democracia, libertad, liberación, progreso, justicia, etc., no en aras de hacer énfasis en su significado para conseguir los fines que representan en la sociedad, sino para, bajo su lema, bajo su paraguas, solapar fines particulares o de grupo, interesados y muchas veces corruptos, con objeto de revestirse de algo noble para conseguir sus fines engañando a la colectividad.
No hay nada tan ruin como utilizar este sistema: amparados en ideas aceptadas y apoyadas por la mayoría de los ciudadanos, nuestros próceres y políticos de turno, engolan la voz al pronunciarlas con firmeza, y las utilizan como argumento básico, cuando debajo se esconden otras muy aviesas intenciones. Ni se sonrojan. Considero que muchos tienen un perfil intelectual tan bajo, que piensan que los ciudadanos “nos tragamos” cualquier argumento zafio que nos venden.
Cuando estos mecanismos los utiliza “el poder de turno”, las posibilidades de escapar a estos argumentos de muchas personas es difícil; unos porque los utilizan sus correligionarios a los que les permiten todo, y otros porque realmente no tienen capacidad crítica. Frecuentemente se vende con unas siglas o un concepto teóricamente justo y de valor, para bajo su sombra realizar o solapar los mayores desmanes.
Los ciudadanos nos estamos cansando de estar en manos de tanto desaprensivo, por utilizar un calificativo suave; es como si estuviéramos viviendo la época dorada de este tipo de gente; los tenemos muy extendidos en grandes y pequeños ámbitos de poder.
Es un síntoma clave de la descomposición de nuestra sociedad. Me pregunto, si con los medios de comunicación en manos de los distintos poderes, esto tendrá alguna solución, o iremos cayendo los ciudadanos de una en otra mano pseudo-ideológica diseñada en los despachos y manejada por el grupo ideológico correspondiente. Tal vez sea el destino del ser humano. Esto es una selva, pero los depredadores, probablemente, nunca habían sido tan peligrosos y la posibilidad de defenderse de ellos tan difícil.
La única solución es educar en valores; hombres y mujeres capaces, honrados, con sentido desarrollado de la justicia social, son más importantes que las siglas que representen; con estas premisas serían fácil llegar a acuerdos. Considero que el sistema actual está gastado.
Ángel Cornago Sánchez



miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA MUERTE

       La muerte.

Ángel Cornago Sánchez

     La humanidad hasta hace unos cien años siempre ha convivido con la muerte de forma natural. La muerte formaba parte de la vida cotidiana, siempre estaba presente, pues las personas estaban sometidas a un sinfín de noxas que en muchas ocasiones eran mortales. Una simple apendicitis, una neumonía, infecciones, enfermedades o traumatismos hoy banales, podían llevar a la muerte sin remedio, por eso siempre se tenía presente que la  enfermedad y la muerte estaban acechando.
     Los planes de futuro siempre eran  aleatorios y estaban supeditados a la “salud”, algo que todavía se considera hoy en día, pero con mucha menos sensación de amenaza, sobre todo en las personas jóvenes. Hoy rara vez se muere un niño; antes en cada familia había varios fallecimientos en edad infantil.
     La muerte en los pueblos primitivos constituía un evento de suma importancia, tanto para el individuo, como para la comunidad. Los ritos funerarios y las exequias fúnebres se realizaban con gran solemnidad. Trataban de conectar la vida de este mundo, con el más allá después de la muerte.
     En algunas civilizaciones antiguas, como la egipcia, los poderosos pretendían asegurar su vida en ultratumba con monumentos grandiosos, como las pirámides. Las manifestaciones de duelo eran, en general, públicas, incluso, el sufrimiento se teatralizaba para hacer partícipe a la comunidad del tremendo dolor que suponía para los familiares y amigos, perder al difunto.
      En la alta edad media, como señala Philip Aries[1], “las manifestaciones más violentas de dolor afloraban justo después de la muerte. Los asistentes se rasgaban las vestiduras, se mesaban la barba y los cabellos, se despellejaban las mejillas, besaban apasionadamente el cadáver, caían desmayados y, en el intervalo de estas manifestaciones, pronunciaban el elogio del difunto, uno de los orígenes de la oración fúnebre”. Después, seguían los ritos religiosos y, posteriormente, la comitiva fúnebre recorriendo la ciudad o el pueblo del difunto, se dirigiría al lugar de enterramiento para la inhumación del cadáver. Todo, en estos cuatro tiempos marcados por el ceremonial que suponía la muerte de una persona en aquella sociedad.
     ¿Quiere esto decir que hoy se sufre menos por los difuntos? Considero que no tiene nada que ver. Estamos en la cultura de la felicidad, que cada vez se aleja más de la realidad y que cada vez está más lejos de cualquier tipo de sufrimiento, por eso, las manifestaciones excesivas de dolor ante la muerte no tienen cabida en las ceremonias comunitarias. Hoy, no se concibe ni se acepta la enfermedad ni el sufrimiento, no se acepta ni el envejecimiento, solo la juventud, la belleza, el triunfo. Por tanto, tampoco se acepta la muerte, que es el último e inexorable fracaso y, como no se puede evitar, se lleva en silencio, sin ceremonias que trasciendan de lo privado.
     
En el ámbito individual, el dolor, la pena y el duelo, son similares e incluso más intensos que en épocas anteriores, al no haber podido exteriorizar de forma más patente esas emociones. El dolor se vive en la intimidad, incluso el hacer excesivas manifestaciones de dolor se considera como exageraciones e histerismos. En realidad, sucede con todas las manifestaciones de sufrimiento[1].
     La muerte de hoy, es con frecuencia la muerte en soledad. Nos parece una muerte trágica, y conceptuamos la soledad como un sufrimiento añadido muy importante. Por eso, nos imaginamos una muerte buena como una muerte en paz, sin sufrimientos y, sobre todo, rodeados de nuestros seres queridos que, en ese momento, nos aportan cariño y consuelo. Hoy, es frecuente que esto no sea así. Lo habitual es morir en el hospital rodeados de toda parafernalia terapéutica, que sirve de poco en ese momento. Y en ocasiones, solos.
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro: “Comprender al enfermo”





[1]  Philip Aries. La muerte en Occidente. Editorial El Acantilado. 2000.






domingo, 23 de octubre de 2016

SIMPATIZANTE- VOTANTE, AFILIADO, CARGO DEL PARTIDO; UNA OPINIÓN DESPUÉS DE LA DECISIÓN

SIMPATIZANTE- VOTANTE, AFILIADO, CARGO DEL PARTIDO

En esta guerra de discrepancias y opiniones encontradas sobre qué debería hacer el partido socialista respecto a la investidura de Mariano Rajoy, es preciso analizar la responsabilidad de cada cual a la hora de tomar opción sobre qué decisión tomar, si votar en contra o abstenerse. Todos podemos opinar, los simpatizantes que se supone que son, o somos también los votantes, pero, sobre todo, los militantes, y los cargos del partido.
Todos pueden tener su criterio y, si lo manifiestan públicamente, sería conveniente que lo razonaran y lo explicaran, entre otras cosas para compartir con otros sus razones que, tal vez, pueden ser adecuadas y puedan sumar aliados a su postura. En mi caso, todavía no he escuchado ni leído una razón de peso para “no abstenerse”. Domina el "no, por el "no".
El simpatizante-votante, ante cualquier tema controvertido como el actual, puede opinar y dejarse llevar por “lo que le pide el cuerpo”, aunque no sea lo mejor para el partido; no precisa razonarlo. No tiene que dar cuentas a nadie, solo a su conciencia y a su sentido común. Los militantes también pueden dejarse llevar por su juicio pasional; solo los une al partido una firma.
Pero no todos pueden manifestarse en temas trascendentes sin fundamentar su decisión. Me explicaré. Los cargos del partido tienen una gran responsabilidad. Entiendo que “el cuerpo les pueda pedir votar “no” a la investidura de Rajoy”; pero, sobre todo en casos de trascendencia, no son libres para hacer lo que les “salga de las tripas”, y, están obligados después de una catarsis frente a espejo o de apretar los puños, decidir lo que sea mejor para el partido y, para eso, deben ser honrados y fríos al analizar las opciones y las posibles consecuencias. Deben optar por lo mejor para el futuro del partido.
Pienso, que el PSOE, en este momento, tiene la suerte de tener a  Javier Fernández y a una serie de personas “templadas” como él, que anteponen los intereses de su partido y los del país, para decidir la “abstención”, que no es lo mismo que “apoyar”; (se están confundiendo los conceptos de forma interesada). Pueden liderar el partido, renovarlo curando sus heridas y, quien sabe, si en un futuro no muy lejano ser opción de gobierno.
Otro argumento no despreciable, el PSOE con esta opción ha hecho un excelente servicio al país. El “no”, y los que abogaban por esta opción, nadie sabe adonde nos querían llevar, además de a terceras elecciones, y a un más que posible mayor descalabro del PSOE.
Ángel Cornago Sánchez

 Fotografía tomada de Internet. "Estrella Digital"

miércoles, 12 de octubre de 2016

LA BANDERA

LA BANDERA

Formo parte de una generación que crecimos en un ambiente social y en unas enseñanzas dominadas por los ritos y los símbolos. Las celebraciones religiosas con su boato en las grandes fiestas y procesiones, sus ceremoniales, sus ricas vestimentas. Las manifestaciones políticas con un marcado signo plebiscitario, y conceptos como patria, bandera, caudillo, raza, tenían gran poder de convocatoria, alrededor de los cuales, existía un halo de fervor enardecido e irracional que, aparentemente, aglutinaba a las masas; probablemente era más aparente que real, y en ocasiones aberrante. El paradigma de este tipo de comportamientos es el que originó la filosofía y principios nazis; recuerden toda la parafernalia de signos y símbolos que utilizaban. Hoy, existen muchos ejemplos similares en el mundo, que son capaces de manipular a la mayoría e incluso bajo sus lemas y banderas justificar la violencia y el asesinato.
Nuestra generación tuvimos claro que aquello era ficticio, que detrás de aquellos conceptos, de aquellas actitudes, de aquellas ceremonias, había fundamentalmente un intento de manipular y de dirigir a la mayoría. Identificamos los símbolos y los ritos con la mentira y con la opresión. Sentimos que aquello había que cambiarlo y sustituirlo por otras ideas, más sociales, más humanas. Pero los ritos y los símbolos quedaron devaluados como reflejo condicionado a la situación que nos tocó vivir.
Pero, no cabe duda que cumplen un papel importante. Para cerciorarnos solo tenemos que leer la historia y observar los países del mundo. Este proceso es irracional y emotivo, pero necesario. Una bandera es un trozo de trapo, pero simboliza lo que por consenso hemos decidido otorgarle. Es un mecanismo de unión de los grupos sociales, desde los equipos de futbol, asociaciones y, sobre todo países y naciones, desde los grupos sociales más primitivos hasta los más poderosos, desde las religiones a los poderes económicos y políticos. Todos tienen su emblema y bandera.
Los símbolos y los ritos son necesarios, no basta con una ideología justa, ni con una información de los contenidos reflexiva para que cada cual los asimile. La pedagogía de este primer proceso es racional y necesaria, basada en la información y en la reflexión. Pero como seres sociales que somos, necesitamos unirnos para defender objetivos comunes, sobre todo nuestra supervivencia como grupo social, como nación. En nuestro país este concepto también está en crisis. Uno más entre tantos aspectos, junto con la corrupción generalizada.
Los partidos políticos tienen, entre otras, dicha responsabilidad: unificarnos alrededor de símbolos que sean comunes a todos y que a todos nos representen. Es fundamental la bandera y la idea de patria. Hay que reforzar nuestro grupo social. Ambos no se deben identificar con la dictadura. Deben dejar de utilizarlos como arma arrojadiza. Si es preciso, que negocien y pacten para crear los símbolos que representen a todos, sustentados por los ritos correspondientes, en defensa del grupo social al que pertenecemos. Y corre prisa porque el país se nos va de las manos. La razón unida a la emoción refuerza la cohesión. Es un poderoso mecanismo psicológico utilizado desde siempre.
Me ofende que piten a los símbolos de cualquier país y, por supuesto, al himno y a la bandera de España. Debemos tener y reclamar respeto para nuestra bandera, lo cual no está reñido con tener cualquier ideología.
Ángel Cornago Sánchez



jueves, 6 de octubre de 2016

CRISIS DE VALORES Y EDUCACIÓN. BREVE REFLEXIÓN

IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN

Estoy convencido de que educar, es una de las profesiones cuyo ejercicio lleva aparejada una gran carga responsabilidad; si no la mayor.
Educar no es enseñar conocimientos, que también; es, fundamentalmente, formar en valores de justicia, respeto, esfuerzo, solidaridad, tolerancia, humanismo... Ayudar a formar el entramado psicológico e intelectual, con el que los alumnos se van a manejar a lo largo de su vida, de lo que va a depender sus comportamientos, decisiones, lo que ellos van a aportar a sus hijos y, también, al medio social en el que se desenvuelven.
Un profesor está impartiendo enseñanza desde que entra por la puerta de su clase, con su actitud, con su manejo de las situaciones individuales y colectivas, no siempre fáciles. Es un espejo en el que los educandos se miran, sobre todo si el docente se ha prestigiado a los ojos de sus alumnos. Los educadores junto al medio familiar, tienen una importancia capital en el futuro de los seres humanos, incluso, yo diría que algunos educadores más que los propios padres, con los que suele haber frecuentemente artefactos que distorsionan la comunicación.
Conocedores de esta verdad, partidos políticos totalitarios, nacionalistas, grupos religiosos fundamentalistas, diversos poderes, tratan de sembrar en los educandos, desde el púlpito de autoridad moral y académica que se les presume y no se les discute, teorías y conocimientos, dirigidos a que en el futuro sean militantes de las ideas que ellos tratan de propagar. Muchos, incluso, tergiversan la historia y la acompañan de soflamas, de emoción, para así aumentar su eficacia.
Me parece de una gravedad palmaria intentar manipular las mentes infantiles para provechos doctrinales políticos o religiosos. Es la perversión de lo que debe ser la educación. Tenemos ejemplos sobrados en el mundo; también próximos.
El momento que vivimos es de grave decadencia en valores, que repercute en casi todos los ámbitos, con gran repercusión en los de responsabilidad sobre los ciudadanos: corrupción; obsesión por el poder como primer objetivo; líderes carismáticos muy peligrosos... Creo que, en puestos de cierta responsabilidad política, también en algunas empresas, hay muchas personas mediocres, cuyo mérito fundamental es ser amigo de un clan determinado, y su función, ser meros transmisores de órdenes superiores, cuando no, a falta de otras aptitudes, utilizar la represión y la amenaza sobre los subordinados. Las consecuencias las estamos sufriendo los ciudadanos de forma continuada.
Es preciso de forma urgente un rearme moral de la sociedad. La educación tiene un papel fundamental. Considero que el más importante junto con la familia.

Ángel Cornago Sánchez

Pupitre en el que enseñó Antonio Machado en Baeza

lunes, 26 de septiembre de 2016

“EL PODER”, O EL ANSIA DE PODER HACE PERDER LA CORDURA?

BREVES REFLEXIONES SOBRE “EL PODER”

Es necesario, en una sociedad organizada, que algunas personas, o un grupo de ellas, ostenten la representación de las demás para tomar las decisiones según los valores de la mayoría, y gestionar las necesidades y el progreso de dicha sociedad. Es el poder “delegado” que les confieren sus representados.
Así, a simple vista, podríamos decir que es una opción altruista, o al menos basada en valores que trascienden la vida individual, y que pretenden dedicar sus esfuerzos a un “destino” más elevado. Esta dedicación no tiene por qué ser altruista, y lo normal, es que esté remunerada.
La forma de llegar al poder, es, imponiendolo, como es el caso de los dictadores, que se sienten ungidos por el destino para liderar sus subjetivas metas. La otra forma, es la elección por parte de los ciudadanos, con sistemas más o menos representativos.
Pero "el poder" tiene su lado oscuro. Voy a citar a algunos autores actuales en sus juicios sobre el poder.
. Fernando Arrabal en “La dudosa luz del día” Espasa Calpe, con agudo análisis escribe “¡Qué droga el poder! A medida que pasan los años, los que gobiernan (aunque solo sea una federación), se vuelven escépticos y dedican toda su energía a permanecer en el puesto. ¡Cómo eliminan a los apuestos! ¡Con qué saña persiguen a los candidatos a la sucesión! Pero Séneca dijo a Nerón: Cualquiera que sea el número de personas que mates, tu sucesor no estará entre ellos”.
La mayoría de los candidatos a los distintos poderes no son las personas más capaces y honradas. El perfil de la mayoría de ellos no es precisamente altruista y de fiar. Como dice Adolf Tobeña, “Cerebro y Poder” Ed. La esfera de los libros.
“la biología humana impone que, en el trayecto para alcanzar cotas altas de poder político, resulten primados quienes reúnen condiciones para el bandidaje parasitario y embriagador. Los individuos astutos, dominantes, crueles, persuasivos, falsos, manipuladores, y audaces son óptimos candidatos para situarse en posiciones de ventaja en la lucha por el poder”,
Y continua en otro párrafo:
“entre los políticos de relumbrón, y también entre los de segunda y tercera fila, hay una desmesurada proporción de delincuentes y paradelincuentes estupendamente disfrazados de servidores de la comunidad”. “El juego del poder selecciona a sujetos que ya llevan de por sí unos rasgos que les predisponen a servirse del esfuerzo y entusiasmo ajenos en provecho propio…Por eso es tan importante ir creando mecanismos, en democracia, que atenúen la tendencia natural a la fagocitación del gobierno por parte de diversos tahúres de distinto pelaje y sus compinches”.
Por el contrario, habrá un grupo de visionarios que se preocupará de seguir siendo solidarios, cultivar las relaciones humanas, la espiritualidad, organizar una sociedad justa, potenciar una educación en valores. Son el grupo que se adapta lo suficiente para vivir, sin ceder, con sentido crítico, librepensamiento, rigor y honradez intelectual, ejerciendo la consecuencia, con la vista puesta en cambiar la sociedad; que lucha sin quemarse porque sabe que la eficacia y el grano de arena que se puede aportar está en extenderse y unirlo a otros similares para cambiar el mundo. En definitiva, a puro de conseguir muchas personas honradas y con contenido. Como dice F. Savater “Sin contemplaciones” Eds. Libertarias,”la tarea de quienes desean transformar positivamente nuestra condición o la sociedad, no consiste en reinventar a los hombres, sino en colaborar con los mejores de ellos y respetar la dignidad de todos”. Es una utopía, pero es el camino al que hay que aproximarse. Tanto los explotadores, los revanchistas, como los salvadores, solo han causado ineficacia, dolor, y a veces sangre; la historia lo ha demostrado sobrada y repetidamente. Son más de lo mismo.

Ángel Cornago Sánchez.
Algunos de estos párrafos y citas, forman parte de mi próximo libro “Salud y Felicidad” que se editará en los próximos meses.



domingo, 18 de septiembre de 2016

LA CORRUPCIÓN NO SÓLO ES ECONÓMICA

LA CORRUPCIÓN NO SÓLO ES ECONÓMICA

La corrupción económica entre los políticos lleva ocupando las portadas de los periódicos desde hace años; probablemente pocos, ya que el problema es muy anterior, casi desde la transición, y se va haciendo público a pesar de los esfuerzos por taparlos.

Bienvenida sea la denuncia. Era un tema que la democracia tenía pendiente y que había que atajar en una lucha sin cuartel para moralizar la vida pública. Debe ser una actitud de “no retorno” y de continua vigilancia, porque es fácil volver a las andadas.

Hay otras corrupciones, tan graves como las económicas y que se dan a diario sin que tengan eco en la opinión pública, adormecida por tanto dislate que con ella se utiliza. Comento algunas.

Los políticos con frecuencia utilizan medias verdades, y a veces incluso mentiras, para denostar al adversario, o para sacar rédito electoral. El “todo vale” para manejar a la opinión y, sobre todo, el voto del ciudadano, es grave, y es algo habitual en el discurso de muchos políticos y, también, de algunos periodistas.
A veces, los argumentos son tan simples y groseros que no se mantienen, y se vislumbra claramente que son sesgados. En realidad, no nos tienen respeto; nos tratan como a ciudadanos de ínfimo nivel intelectual.

También algunos jueces, dependiendo de qué partido les ha votado para formar parte del Consejo del Poder Judicial, dictan sus sentencias. Los jueces deben ser independientes, lo contrario sigue siendo la perversión de la democracia y de su sagrada función.

Algunos medios de comunicación, algunos periodistas, hacen lo mismo. Pervirtiendo su deber de informar con veracidad, sesgan las noticias, cuando no, ponderan con entrevistas preparadas a determinados políticos, intentando ridiculizar, y a veces hasta envilecer, al adversario; hacen lo contrario con los que intentan ensalzar. En vez de hacer información, reflexión, para que el ciudadano sea el que decida con datos lo más objetivos posibles, utilizan informaciones sesgadas, incluso manipuladas, junto a frases o axiomas que todos suscribiríamos, e incluso, unidas a una carga emocional para que sean más eficaces los mensajes y los asumamos con más facilidad.

Los ciudadanos lo tenemos difícil. No debemos dejar que nos manipulen; debemos tener criterios propios informándonos en diversos medios de comunicación, hoy relativamente fácil con internet.

También es corrupción no obrar conforme a la verdad; no cumplir con el deber, con ética profesional. No todo vale.


Ángel Cornago Sánchez

jueves, 15 de septiembre de 2016

LEALTAD. SE PUEDE APLICAR A ALGUNOS POLITICOS


LEALTAD

No se sabe si estás o se te espera.
Eres tan indolente e indeciso,
tan fugaz de opinión y compromiso
que no se puede fiar en tu palabra.

Con asertos vacíos te pronuncias,
sin saber cada cual tus opiniones,
pues te guardas de hacer tus intenciones
barajas descubiertas, compartidas.

Eres oscuro, simple, traicionero.
No eres amigo fiel ni de proyectos,
pues la moneda de cambio que utilizas
es la mentira y el falso lisonjeo.

No hay odio ni desengaño en mi discurso,
sé que es así la vida, solo indiferencia,
y la certeza de saber con quién me cruzo.

Ángel Cornago Sánchez.
De mi poemario, "El mundo en el que habito". Eds. Trabe.
Imagen tomada de Google.: significado.net


miércoles, 7 de septiembre de 2016

RIGOR INTELECTUAL, SIEMPRE NECESARIO, ESPECIALMENTE EN EL MOMENTO ACTUAL.

RIGOR INTELECTUAL


En el momento histórico que estamos viviendo, tal vez más que nunca, en un ejercicio de responsabilidad, es preciso que influyamos en el entorno social que nos toca vivir, cada uno en su ámbito, pero desde una actitud de honradez y rigor intelectual a la hora de enjuiciar las situaciones y expresar las opiniones. No podemos ser esclavos de ideas preconcebidas ni de consignas emanadas por asociaciones, religiones, o partidos políticos, aunque a la postre podamos coincidir con ellas después de reflexionar y valorar sus posturas.
Hoy, los ciudadanos, hastiados ya, contemplamos el espectáculo bochornoso de la lucha irracional, y, a veces, barriobajera entre partidos, utilizando como armas arrojadizas las propuestas del contrario, aunque puedan ser razonables, incluso adecuadas para la mayoría. Han pervertido sus fines. No es el bien de los ciudadanos origen de sus cargos lo que persiguen, sino, unos conservar el poder, y los otros arrebatárselo. En definitiva, el poder por el poder. En esta lucha vale todo. Ni se sonrojan con sus zafios razonamientos. No valoran nuestra capacidad intelectual; piensan que nos engañan con sus actitudes y burdos argumentos. Están jugando con fuego. Algunos, no cumplen los requisitos mínimos deseables para ostentar el cargo de responsabilidad y de decisión que ostentan.
 Mientras, los ciudadanos asistimos decepcionados a ese perverso olvido por parte de las clases políticas que nos dominan. Pienso que el sistema está gastado. La “derecha”, “la izquierda”, tal como las utilizan los protagonistas, no sirven, aunque, probablemente los que no sirven son dichos protagonistas. Sería preciso que la mayoría de esos dirigentes desaparecieran de la escena y fueran sustituidos por otros nuevos, honrados, y con la idea clara de que su objetivo somos los ciudadanos, no conservar o llegar al poder.
Nosotros, también somos responsables. Los dogmatismos del signo que sea nos esclavizan. De hecho, un tanto por ciento nada despreciable de los votos emitidos en las elecciones, son de personas que siempre votan al mismo partido, por ideas preconcebidas. Gracias a que hay otro tanto por ciento que es capaz de otorgar su voto dependiendo del juicio sobre sus actuaciones, los países progresan, por que, la alternancia, el pluripartidismo, el consenso entre los diferentes partidos, es progreso.
El librepensamiento es la base de la vida intelectual. Es preciso no estar sujetos a  dogmatismos en ningún ámbito. El discurso de los partidos huele a naftalina, por caduco, por sesgado, por poco riguroso, por poco respetuoso con la inteligencia de los ciudadanos. Debemos ser capaces del análisis despojado de ideas preconcebidas, lo contrario es una rémora para el progreso y para llegar a posiciones más avanzadas.
El juicio es un ejercicio intelectual que debe ser libre de dogmas políticos y religiosos. La religión es respetable; incluso, si se quiere, adecuada en el ámbito privado, pero no como doctrina en el análisis del quehacer político y social. La militancia política, la simpatía por un partido, también lo es, pero sin sometimiento a sus consignas y a sus líderes si no lo hacen bien y no permiten el debate; antes al contrario, los simpatizantes y militantes, tienen más responsabilidad que los demás para intentar reconducir su deriva y mantenerlos siempre vivos. Esta actitud, los dirigentes respectivos no lo van a consentir; no les interesa militantes con criterio propio, sino personas que acaten las consignas que emergen de la cúpula sin discutirlas: son los militantes que medran, los que van en las listas, pero el suicidio de los partidos, situación a la que ya hemos llegado.
El momento actual en España, es especialmente grave. Nuestros políticos nos están enseñando sus lados más oscuros. Unos más que otros.

            Ángel Cornago Sánchez
           



miércoles, 24 de agosto de 2016

LOS ESPACIOS FORMAN PARTE DE NOSOTROS

Los espacios

Todos los animales, también los humanos, necesitamos un territorio donde movernos y desarrollar nuestra actividad cotidiana. De hecho, la regulación de las especies y las guerras, tienen mucho que ver con la interferencia y la falta de espacios. La superpoblación genera violencia como búsqueda de una nueva distribución de los espacios.
Incluso el ámbito individual, en la relación con los demás, todos percibimos que necesitamos un espacio mínimo que se puede cifrar, dependiendo de las personas, en el que podemos abarcar con los brazos en jarra, donde en raras ocasiones dejamos introducirse a los otros; ese espacio es mayor por la espalda, zona que menos podemos controlar, y en determinadas personas o situaciones. Este territorio individual que todos tenemos y que inconscientemente salvaguardamos, supone un mecanismo de seguridad instintivo, no sólo físico, sino también psicológico. Todos hemos experimentado cierta incomodidad cuando entramos con otra persona en un ascensor reducido y, solemos colocarnos con la espalda apoyada en una de las paredes, no sólo por un acto de educación, sino por sentirnos más seguros. Cuando hablamos con otra persona, sobre todo si es la primera vez, necesitamos tenerla a cierta distancia, si no, el proceso de valoración que siempre se produce sufre interferencias.
En nuestra actividad diaria, en el trabajo, pero sobre todo en casa, tenemos unos espacios habituales en los cuales nos encontramos especialmente confortables y seguros. Generalmente comemos en el mismo lugar de la mesa, dormimos en el mismo lado de la cama, nos sentamos en el mismo sillón, incluso cuando no estamos suelen ser respetados por el resto de los miembros de la familia; son espacios referenciales unidos indefectiblemente a nuestra vida, que también tienen muchos animales y que, supongo, constituyen un mecanismo de seguridad y una prolongación de nosotros mismos.
Cuando la muerte afecta a uno de los miembros de la familia, existe un primer momento de duelo y desesperación al ver vacíos los espacios que ocupaba el fallecido, pero tarde o temprano, en un mecanismo de defensa natural contra el sufrimiento, se invaden o se destruyen; por eso es frecuente el cambiar los muebles de lugar, cambiar la decoración, etc., en búsqueda de una nueva distribución que borre los anteriores.
Podríamos decir que nuestro límite no acaba en nuestra piel, sino que existe un halo de espacio que siempre nos acompaña y que forma parte de nosotros; en nuestra vida diaria necesitamos también unos lugares o espacios referenciales en los que, instintivamente, nos encontramos seguros y confortables.

Ángel Cornago Sánchez
De mi libro, “Arraigos, melindres y acedías”. Eds. Trabe

 

sábado, 6 de agosto de 2016

MISERIA MORAL DE NUESTROS LIDERES POLÍTICOS

MISERIA MORAL DE NUESTROS LÍDERES POLÍTICOS.

Ángel Cornago Sánchez

            El momento político actual, realmente produce desánimo y frustración. Para valorar a las personas, a los grupos, no basta hacerlo en circunstancias ordinarias, que también, sino cuando suceden o se enfrentan a momentos trascendentes en los que deben decidir sobre hechos cruciales. Ya no se trata de ese juego político diario de bajo nivel al que nos tienen acostumbrados. Ahora se trata de decisiones que tienen trascendencia para el futuro del país.
        En este momento, los ciudadanos, estamos asistiendo atónitos, hastiados, y cabreados, a la catadura moral de la mayoría, si no de todos, los líderes con responsabilidad de decidir sobre la gobernabilidad de España. En vez de ajustarse al mandato de las urnas, de hacer un gobierno de diversas tendencias, se decantan por sus propios intereses, disfrazándolos de bien para la comunidad. Y no solo es grave su falta de escrúpulos, sino que diariamente en los medios de comunicación nos dan muestras de su bajo, y a veces ínfimo nivel. Difícilmente estos indigentes intelectuales pueden dirigir un país, cuando están demostrando que, seguramente, no están capacitados, ni para dirigir una comunidad de vecinos. Pero lo que realmente preocupa es su miseria moral: todo vale para conseguir sus fines.
            ¡Ya está bien! de luchas partidistas barriobajeras. Ya vale de navajeo. Hasta las puestas en escena son ridículas y obscenas. Observen a los altos cargos y líderes, cuando comparecen ante los medios de comunicación: se plantan ante la nube de periodistas con sus cámaras, en un postureo que les hace sentirse protagonistas, en momentos que viven como sublimes, casi orgiásticos, pero lo que en realidad trasmiten es estar en el limbo de la idiocia. Parecen bandas organizadas para engañarnos.

            En este momento, es urgente ponerse de acuerdo para formar gobierno. No se trata de dar un cheque en blanco al adversario, sino poner cada cual su programa encima de la mesa y negociar un acuerdo para llevar a cabo en esta legislatura. Si no lo hacen es por personalismos, ambiciones personales, o muy dudosos beneficios partidistas. No estarán legitimados para presentarse de nuevo, y deberán dejar paso a otros líderes.

Ángel Cornago Sánchez