EL SUFRIMIENTO
Es una palabra con un significado especial, no fácil de definir. Es un
concepto que trata de trasmitir una vivencia profunda y compleja. Se trata de
un intenso malestar que afecta a todo el ser. No es solo dolor físico, ni solo
tristeza, ni solo angustia, ni ansiedad. Es un disconfort intenso que suele ser
también físico, pero que fundamentalmente es psicológico y que afecta a los
resortes sensitivos más profundos de la persona. La característica y el matiz
especial y fundamental es: que es sin esperanza. Además, no sirve
para nada, “no tiene ningún fin”. El dolor de un postoperatorio, aunque
intenso, se sabe que pasará y que en todo caso es algo temporal para llegar a
un bien, que es la finalidad para la que ha sido programada la intervención.
Incluso, es algo admitido por la mayoría: todavía nos encontramos muchos
enfermos que cuando les explicamos de una exploración que va a ser molesta e
incluso dolorosa, nos dicen, “para hacer un bien hay que hacer un mal”.
El prototipo de sufrimiento es el que se da en el paciente terminal:
dolor físico, dolor psicológico y la seguridad de la muerte próxima. También se
pueden catalogar de sufrimiento los padecimientos en el síndrome depresivo
grave, en el que paciente siente una tristeza inmensa; en ocasiones percibe
síntomas físicos que pueden semejarse a los del terminal, no tiene ninguna
perspectiva de futuro, le da igual morir, incluso un diez por ciento de ellos
se suicidan. La diferencia radica en que las depresiones no siempre son graves
como para presentar toda la sintomatología referida y, además, en que existen
medicaciones muy eficaces que conducen a la curación, y en poco tiempo las
expectativas y los esquemas pueden cambiar radicalmente. También se experimenta
sufrimiento cuando se acompaña a un ser querido durante la enfermedad terminal
en su camino hacia la muerte. En el paciente terminal la “no esperanza” lo
domina todo, y además de soportar los padecimientos físicos, están sumidos en
un estado de desánimo reactivo a su situación: dolores, proximidad de la
muerte, apartarse de sus seres queridos... La no-solución lo invade todo.
La representación gráfica del sufrimiento, podría ser la imagen de un
ser humano encorvado por la imposibilidad de soportar el peso de la situación,
ante un horizonte infinito, anocheciendo, con la cabeza hundida entre los
hombros, los brazos caídos y rodeado de una total soledad. El sufrimiento no
tiene foco, afecta a todo el ser, se sufre en conjunto, físicamente y
psicológicamente, siendo imposible de discernir. Si se intenta calmar sólo el
dolor físico, lo habitual es que no se consiga; en todo caso puede aparecer el
sopor y tal vez el sueño por agotamiento; es necesario influir también en la
vertiente psicológica para mejorar su situación.
El sufrimiento en ocasiones es fuente de enseñanza. En la antigüedad
la gente sabía que, a veces, nuestras lecciones más importantes se hallan en
los momentos de mayor sufrimiento. Lo que no quiere decir que haya que buscarlo
o regodearse en el. Hay que evitarlo… pero no siempre se puede. Hay hechos en
nuestra vida que escapan a nuestro control y producen sufrimiento. En esos
momentos, en ocasiones, se descubren aspectos en nosotros o en los demás, que
nunca hubiéramos descubierto sin esa circunstancia. Escribe Kübler-Ross “Cuando nos enfrentamos a lo peor que nos
puede ocurrir en cualquier situación, crecemos. En lo más terrible de las circunstancias,
descubrimos lo mejor que hay en nosotros. Cuando damos con el verdadero
significado de estas lecciones, descubrimos también vidas felices, llenas de
sentido. No perfectas, pero auténticas. Podemos vivir la vida profundamente...
Cuando se observa a los que luchan contra la enfermedad se percibe claramente
que, para ver quienes somos, debemos deshacernos de todo lo que no es
autenticamente nosotros”. El sufrimiento en el paciente terminal es alienante,
y la actitud de los sanitarios debe ser intentar calmarlo y controlarlo. Fundamental, la relación humana de acompañamiento...
Ángel Cornago Sánchez
De mi libro "El paciente terminal y sus vivencias". Edt. SalTerrae.
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