TERRORISMO POLÍTICO
Terrorismo es una forma violenta, no encuadrada en las relaciones
civilizadas y honestas, para intentar imponer unas ideas y un sistema por la fuerza, sin
importarles utilizar la violencia. Es un método conceptualmente fascista. Se
legitiman y justifican sintiéndose en posesión de una supremacía moral; se
sienten salvadores, incluso “héroes”. El terrorismo no utiliza el argumento de
la razón, ni la negociación, solo desea imponer sus argumentos por la fuerza,
por la intimidación, por el chantaje. No respeta las reglas de juego
democráticas. A veces es violento y llega a justificar el asesinato. Tenemos
sobrados ejemplos en el mundo, y también próximos.
El terrorismo político es un
terrorismo “light”. No utiliza la violencia cruda, pero no está dispuesto a
moverse de sus postulados, y no admite las reglas democráticas del juego
político. Solo las admite para infiltrarse, para luego intentar dinamitar las
instituciones, ponerles piedras en el camino, agitar la confrontación que es
donde se sienten como pez en el agua. También se sienten salvadores. No les
importa la razón ni los argumentos de los otros, sino los suyos; imponer lo que
persiguen. Suelen tener líderes mesiánicos, rodeados de una corte de acólitos
que mama del líder que ostenta autoridad absoluta, al que obedecen ciegamente. Pueden utilizar la violencia callejera, la intimidación, la coacción.
Demasiado viejo, demasiado experimentado, demasiado dolor, demasiada
sangre, demasiada incapacidad. La libertad para ellos no existe. El sistema
psicológicamente es perverso, pero siempre es el mismo; cuando están instalados
en el terrorismo político, que es el sucedáneo que utilizan, llegan a justificar
la coacción, incluso, en su deriva pueden llegar a justificar la violencia
cruda.
Realmente, los sistemas políticos que dominan el mundo y que llamamos
democráticos, dejan mucho que desear, muchos de ellos son corruptos y están
dominados por poderes económicos en la sombra. Tampoco son la solución, sino el
problema. Es un sistema de dominio también perverso. Debe aparecer una nueva
generación de hombres y mujeres armados de valores. Es la solución, aunque la
perspectiva es pesimista.
Ángel Cornago Sánchez
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