El gusto.
En la especie humana, el gusto es
un sentido que junto con el tacto y el olfato podemos considerar como “menores”,
comparados con la vista y el oído que parecen ser más esenciales para nuestra
supervivencia. Probablemente no somos conscientes de la importancia de estos
sentidos “menores”; es posible que por medio de ellos nuestro cuerpo seleccione
determinados alimentos que son necesarios o perjudiciales para nuestro
organismo; esto en las especies animales es así, sin embargo, en la especie
humana, al no tener que utilizarlos como precisos a través de los siglos, hemos
ido perdiendo dicha facultad y, en este momento, sólo nos sirven para
seleccionar lo más placentero. Actualmente pues, en la especie humana, el gusto
es un sentido no fundamental, de tal forma que, podríamos vivir sin el sin
problemas graves, aunque probablemente algo se alteraría en nuestro organismo.
Por medio del gusto saboreamos lo que estamos comiendo. La ingesta de alimentos
imprescindible en nuestra actividad diaria, primero asegura la subsistencia,
después selecciona lo que más agrada a nuestro paladar para producir también
cierto placer; no nos podríamos alimentar de forma indefinida, ni tal vez
durante mucho tiempo, ingiriendo pastillas cuyo contenido incluyese todas las
calorías y principios inmediatos necesarios para la actividad diaria. Comer con
gusto es sinónimo de salud, y el no sacarle gusto a la comida síntoma de
enfermedad física o mental. Por eso, aunque teóricamente podríamos vivir, y
seguramente podríamos hacerlo en situaciones extremas o por determinadas
motivaciones, no tardarían en surgir alteraciones; la dieta de los astronautas
nunca podrá equipararse al momento en que nos ponemos delante de un bocado
dispuestos a saborearlo. De hecho muchas obesidades tienen su origen en
problemas psicológicos; son pacientes que de forma más o menos consciente
compensan lo negativo de sus vidas con actos placenteros, como comer.
Probablemente, influye en la salud física y mental.
El gusto es un sentido que apenas
deja huella. Es muy difícil reconocer un gusto similar a otro que nos impactó
de forma especial cuando éramos niños, más bien van unidos a comparaciones pero
no a identificaciones; eso probablemente se debe a que todos los recuerdos van
unidos a vivencias impactantes, y el acto de comer que es cuando degustamos, es
demasiado primitivo y poco sofisticado como para verse afectado por
acontecimientos; cuando estos suceden en el acto de la ingesta, se suspende
esta y son otros los sentidos que viven el acontecimiento y por tanto los que
quedan mediatizados. Aun así tengo recuerdos que rememoro por el gusto, alguno
de ellos tal vez intelectualizado y dominado por un juicio de valor: bueno o malo.
La vista.
La vista es probablemente el
sentido básico por excelencia. Su función es la de información. En un medio
hostil, sin visión y sin ayuda, moriríamos en poco tiempo. Es fundamental para
desplazarse, para defenderse de los enemigos, para buscar comida. Como el oído,
está funcionando continuamente excepto durante el sueño, seleccionando y
mandando información a nuestro cerebro que este interpreta, selecciona, fija,
desecha o almacena. Las imágenes que almacenamos son las que por el motivo que
sea han atraído especialmente nuestro interés o las hemos vivido con especial
intensidad.
Cuesta trabajo rememorar imágenes
que fueron impactantes en su momento a partir de las actuales; la visión puede
ser el hilo conductor que traiga a la memoria situaciones similares ya vividas.
Otras veces el reconocer los lugares o las personas con las que tuvimos
relación hace años, nos sirve como vehículo para recordar el pasado. Emociona
ver a alguien que conocimos y con quien tuvimos una relación positiva hace
años, pero la imagen visual no es la misma. Lo propio sucede cuando volvemos a
un lugar en el que vivimos momentos felices o desgraciados; incluso el más
subdesarrollado ha cambiado, unas veces por mejora y otras por abandono.
Se pueden recordar imágenes que nos
impactaron en un momento determinado sin necesidad de visualizar situaciones
semejantes, aunque traerlas a la memoria siempre es a través de un vehículo del
tipo que sea. De esta forma la emoción que experimentamos es el elemento básico
del proceso completo del recordar; de hecho cualquier recuerdo se rememora
unido a imágenes visuales y a cierto grado de emoción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Libre