MISERIA MORAL
Ángel
Cornago Sánchez
El momento político actual,
realmente produce desánimo y frustración. Para valorar a las personas, a los
grupos, no basta hacerlo en circunstancias ordinarias, que también, sino cuando
suceden o se enfrentan a momentos trascendentes en los que deben decidir sobre
hechos cruciales. Ya no se trata de ese juego político diario de bajo nivel al
que nos tienen acostumbrados. Un ejemplo es el reciente homenaje al asesinato de Miguel Ángel Blanco, que no por la persona, pero sí por el momento y porque supuso la rebelión de la sociedad civil, representó un hito. Tampoco muchos se pusieron de acuerdo por matices miserables.
En este momento, los ciudadanos,
estamos asistiendo atónitos, hastiados, y cabreados, a la catadura moral de muchos líderes con responsabilidad. Se decantan por sus propios intereses,
disfrazándolos de bien para la comunidad o de rigor. Y no solo es grave su falta de
escrúpulos, sino que diariamente en los medios de comunicación nos dan muestras
de su bajo, y a veces ínfimo nivel. Difícilmente estos indigentes
intelectuales pueden dirigir un país, cuando están demostrando que, seguramente,
no están capacitados, ni para dirigir una comunidad de vecinos. Pero lo que
realmente preocupa es su miseria moral: para ellos, todo vale para conseguir sus fines.
¡Ya está bien! de luchas partidistas
barriobajeras. Ya vale de navajeo. Hasta las puestas en escena son ridículas y
obscenas. Observen a los altos cargos y líderes, cuando comparecen ante los
medios de comunicación: se plantan ante la nube de periodistas con sus cámaras,
en un postureo que les hace sentirse protagonistas, en momentos que viven como
sublimes, casi orgiásticos, pero lo que en realidad trasmiten es estar en el
limbo de la idiocia. Parecen bandas organizadas para engañarnos.
Han asolado el país con la
corrupción. En este momento casi todos los partidos, tienen asuntos de
financiación ilegal, y muchos, con miembros imputados por enriquecimiento
personal. Otro tema grave es la utilización de la justicia, y el propio
proceder de la justicia, así como la actitud de determinados medios de
comunicación, sospechosos de partidismo. Eso también es corrupción, no solo lo
económico.
Esta sociedad necesita moralizar la
vida pública, y la privada, cada uno en su ámbito. No debemos permitir que los
grandes poderes económicos nos exploten; debemos defender una distribución
justa de los recursos, justicia social, defender derechos; pero, en la lucha
política o ideológica, tampoco vale todo. Hay que ser riguroso, buscar la
verdad, buscar soluciones ponderadas y justas, intentando construir país, no
desestabilizarlo.
Fundamental:
“rigor y honradez intelectual” en el ámbito individual a la hora de analizar
los hechos y enjuiciar las situaciones. Sobran los corruptos, los sectarios,
los embaucadores. Sobran los que sólo aportan odio y resentimiento. Sobran
salvadores interesados. Es preciso un rearme moral de la sociedad. La voz de la
mayoría silenciosa, honesta y ejerciendo su honradez, se debe hacer escuchar.
Y, desde luego, potenciar a los políticos honestos conscientes de que su
principal deber es servir el fin para el que están en política, que no es otro
que cumplir con su deber con los ciudadanos. El momento actual es, de miseria moral.
Ángel
Cornago Sánchez
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