JUBILACIÓN
Y CRISIS DE PAREJA
La
jubilación es un momento especial en la vida personal, pero también en la
relación de pareja como tal. Por una parte, supone un cambio sustancial del
ritmo de vida de cada uno de los miembros que puede provocar vivencias
psicológicas dispares: sensación de libertad y de tener tiempo libre, por fin,
para dedicarse a esas aficiones que se han tenido abandonadas durante tantos años;
en tal caso, produce liberación y comienzo de una vida que puede ser muy
gratificante. También, si no se tienen aficiones, proyectos, ocupaciones, son
unos años que se pueden vivir con aburrimiento, hastío, y la creencia de que ya
no se sirve para nada. Por supuesto hay vivencias mixtas.
Para
las personas que tienen pareja, es una prueba de fuego. Si los dos están
jubilados, van a pasar de tener cada uno su “parcela” individual, de trabajo,
de compañeros, de tiempo gestionado de forma personal, de diferentes encuadres,
relaciones, intereses, preocupaciones, etc., a compartir casi todas las horas
del día y de la noche, renunciando a esa vida independiente que cada cual
disfrutaba. Si la relación es excelente, no van a surgir problemas especiales.
Pero…, relaciones excelentes hay pocas. En muchos casos se van a descompensar
las que estaban más o menos en equilibrio inestable, que son muchas, por ese compartir
tanto tiempo, y la carencia del que anteriormente utilizaban individualmente.
Vivir
en pareja no quiere decir que las aficiones, las opiniones, las ideas etc.,
sean comunes; ese aforismo de que “dos que duermen en el mismo colchón se
vuelven de la misma condición”, es una falacia; habrá algunos casos, y desde
luego no es positivo. Es fundamental, como durante los años ya vividos, para
ambos miembros, seguir su proyecto de vida, y que esta sea respetada por el
otro. En mi opinión, es la mejor de forma de vivir en pareja de forma digna.
La
relación de pareja en la jubilación, sufre una prueba de fuego, aunque no suele
tener consecuencias mayores, porque la mayoría de hombres y mujeres se
resignan, sabiendo que la “suerte está echada”, y que la alternativa a esa edad
de vivir solos, o buscar otra pareja es complicada y poco sugerente, por lo que
habitualmente se opta por la resignación. Hay casos en que en un arranque de
coraje y dignidad deciden separarse, con la convicción de que es algo que
debían haber hecho hace muchos años; aunque no es frecuente.
En
todo momento, en pareja, es importante tener la sensación de que se convive con
alguien que te quiere, que se preocupa por ti, que te es leal, fiel, y no me
refiero a la fidelidad en el ámbito físico, creo que hay frecuentes infidelidades
entre las parejas que no son físicas, no se les da demasiada importancia y que
son tan graves o más, como son la deslealtad en los apoyos psicológicos, o en
las carencias, en las confidencias que a veces se utilizan como agresión en
momentos de tensión, en intentar hacer daño en los desencuentros sin reparar en
medios…etc. Estos mecanismos perversos de relación no son extraños y se
recrudecen en los momentos de crisis.
La
vida de pareja siempre es difícil y tiene sus momentos críticos, uno de ellos
es el de la jubilación. A esa edad, es lógico que se hayan ya producido los
ajustes, y que incluso la necesidad del otro miembro sea más intensa que en
épocas anteriores. La pareja vivida de forma madura, respetándose mutuamente la
individualidad, es una garantía para la vida en los últimos años.
Ángel
Cornago Sánchez
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