lunes, 24 de diciembre de 2018

LA SONRISA


LA SONRISA


La palabra es el modo más habitual de comunicación entre los humanos, pero desde luego no el único. Su importancia como tal radica en que se puede utilizar a distancia sin necesidad de verse ni de tocarse que son los otros dos sentidos con los que intercambiamos información (con el olfato necesitamos proximidad). Aun así, el significado de la palabra se puede artefactar, fundamentalmente con el tono, y el sentido de la frase no ajustarse a lo que literalmente quiere decir. Por eso, en la relación con nuestros semejantes estamos diciendo muchas cosas no sólo con la palabra, sino con todo nuestro cuerpo: desde nuestra forma de vestir y acicalarnos, la expresión de nuestra cara, el tono de las frases, e incluso con los silencios, estamos trasmitiendo una serie de información que con frecuencia puede incluso estar en contradicción con lo que literalmente estamos hablando. En la escala de credibilidad es más verosímil lo que estamos diciendo con todos estos “accesorios” de la comunicación que lo que estamos comunicando con las palabras.
La sonrisa es un gesto sutil de comunicación que indica un estado de ánimo positivo hacia el oponente; si nuestra relación con otra persona va precedida de una sonrisa estamos trasmitiendo a nuestro interlocutor que estamos en actitud positiva para relacionarnos con él.
A veces la sonrisa se nos escapa e indica un estado de ánimo íntimo; cuando estamos escuchando algo que nos agrada, pensando o recordando algo que nos es grato, es frecuente que lo delatemos con la cara porque estamos, sin ser conscientes, esbozando una sonrisa.
Como es habitual en comunicación, no siempre el gesto se ajusta a lo que habitualmente quiere decir; ocurre también con la sonrisa. Cuando alguien recibe lo que estamos diciendo o nos mira con una sonrisa irónica, percibimos claramente el rechazo e incluso la agresividad que nos está trasmitiendo.
En la evolución de la especie la sonrisa ocupa un grado sofisticado de expresión. En esta cadena, el hombre primitivo debía de pasar de llorar a lágrima viva, a la carcajada a mandíbula batiente, siendo estados más depurados el sollozo y, sobre todo, la sonrisa, adquiridos mucho después. La carcajada es una explosión de júbilo primitiva, física, pero en la sonrisa el estado de júbilo o de bienestar está en la mente, es más intelectual y trasciende al exterior.
Tal vez esta es la razón por la que mi hijo cuando tenía cinco años, en sus interrogantes sobre la muerte, un día me preguntó si cuando morimos el cuerpo se queda aquí en la tierra, pero si la “pensadura” y la “sonrisa” se iban al cielo, percibiendo perfectamente que la sonrisa es un gesto que va unido a algo que trasciende lo meramente físico y en la misma categoría que el pensamiento.

Ángel Cornago Sánchez. De mi libro “Arraigos, melindres y acedías”


miércoles, 19 de diciembre de 2018


PRISION PERMANENTE REVISABLEprisión permanente revisable

La llamada “prisión permanente revisable” es un tema que está en candelero, reactivado por el gravísimo hecho del asesinato del niño Gabriel, que nos tuvo a todos sobrecogidos, y el reciente de Laura. Durante los últimos años ha habido varios asesinatos tan deleznables, tal vez no tan mediáticos.
Todos tenemos claro, que una sociedad que se precie, debe tener una estructura legal para castigar y defenderse de los delincuentes y sobre todo de los asesinos.
Por supuesto, descarto la pena de muerte como castigo.
Al juzgarlos, con todas las garantías, habría que plantearse la finalidad de las penas.
Como primer paso un castigo ejemplar: apartarlos de la sociedad encerrándolos en la cárcel durante un tiempo suficiente que les permita purgar su delito y disuadirle de volver a delinquir.
Y algo muy importante, intentar rehabilitarle para que no vuelva a cometer delitos. Sería lo ideal, en algún caso se conseguirá, es otros será imposible.
Entre los condenados por asesinato hay algunos que lo pudieron cometer en un momento negro de su vida, pero que durante el tiempo en la cárcel con los debidos tratamientos se han rehabilitado y pueden salir después de cumplida su condena y reintegrarse en la sociedad.
Hay otros, cuya estructura psicológica es patológica, y por mucho tiempo que esté encerrado y después de muchas entrevistas con psicólogos y psiquiatras, su estructura no es posible cambiarla y es muy probable que cuando queden en libertad puedan volver a repetir los actos por los que fueron condenados.
Considero que no hay que ensañarse en las penas. Sino valorar el riesgo de que puedan repetir actos tan execrables. Tengo muy claro que las leyes están fundamentalmente para proteger a la sociedad, mediante unas condenas justas, y si se puede, rehabilitar al delincuente, pero debe tomar medidas contra algunos cuyo riesgo de reincidir sea alto. Por eso me parece que, en contados delitos, es aplicable la “prisión permanente revisable”.
Es un tema importante de reflexión de los partidos, no de que se utilice como arma arrojadiza entre unos y otros, como nos tienen acostumbrados en un ejercicio de irresponsabilidad.

Ángel Cornago Sánchez  Derechos reservados

lunes, 3 de diciembre de 2018

LIBREPENSAMIENTO Y RIGOR INTELECTUAL


Librepensamiento y rigor intelectual.


En el momento histórico que estamos viviendo, tal vez más que nunca, es preciso que influyamos en el entorno social que nos toca vivir, cada uno en su ámbito, pero desde una actitud de honradez y rigor intelectual a la hora de enjuiciar las situaciones y expresar las opiniones. No podemos ser esclavos de ideas preconcebidas ni de consignas emanadas por asociaciones, religiones, o partidos políticos, aunque a la postre podamos coincidir con ellas después de reflexionar y valorar sus posturas
Hoy, el espectáculo bochornoso que habitualmente contemplamos, es la lucha entre partidos, utilizando como armas arrojadizas las propuestas del contrario, aunque puedan ser razonables, incluso adecuadas para la mayoría. Han pervertido sus fines. No es el bien de los ciudadanos origen de su investidura lo que persiguen, sino, unos conservar el poder, y los otros arrebatárselo. En definitiva, el poder por el poder. En esta lucha vale todo. Ni se sonrojan con sus zafios razonamientos. No valoran nuestra capacidad intelectual; piensan que nos engañan con sus actitudes y burdos argumentos. Están jugando con fuego.
 Mientras, los ciudadanos asistimos impasibles a ese perverso olvido por parte de las clases políticas que nos dominan. Pienso que el sistema está gastado. La “derecha”, “la izquierda”, tal como las utilizan los protagonistas, no sirven, aunque probablemente los que no sirven son dichos protagonistas. Sería preciso que la mayoría de esos dirigentes desaparecieran de la escena y fueran sustituidos por otros nuevos, honrados y con la idea clara de que su objetivo somos los ciudadanos, no conservar el poder.
Nosotros también somos responsables. Los dogmatismos del signo que sea nos esclavizan. De hecho, un tanto por ciento nada despreciable de los votos emitidos en las elecciones, son de personas que siempre votan al mismo partido, por ideas preconcebidas, aunque hayan hecho las mayores tropelías. Gracias a que hay otro tanto por ciento que es capaz de otorgar su voto dependiendo del juicio sobre sus actuaciones, los países progresan, por que, la alternancia es progreso.
El librepensamiento es la base de la vida intelectual. Es preciso no estar sujetos a dogmatismos en ningún ámbito. El discurso de los partidos de derechas y de izquierdas huele a naftalina, por caduco, por sesgado, por poco riguroso, por poco respetuoso con la inteligencia de los ciudadanos. Debemos ser capaces del análisis despojado de ideas preconcebidas, lo contrario es una rémora para el progreso y para llegar a posiciones más avanzadas.
El juicio es un ejercicio intelectual que debe ser libre de dogmas políticos y religiosos. La religión es respetable, incluso si se quiere, adecuada en el ámbito privado, pero no como doctrina en el análisis del quehacer político y social. La militancia política, la simpatía por un partido, también lo es, pero sin sometimiento a sus consignas y a sus líderes si no lo hacen bien y no permiten el debate; antes al contrario, los simpatizantes y militantes, tienen más responsabilidad que los demás para intentar reconducir su deriva y mantenerlos siempre vivos. Esta actitud, los dirigentes respectivos no lo van a consentir; no les interesa militantes con criterios propios, sino personas que acaten las consignas que emergen de la cúpula sin discutirlas: son los militantes que medran, los que van en las listas, pero el suicidio de los partidos, situación a la que ya hemos llegado.

"Sólo los peces muertos nadan con la corriente." [Malcolm Muggeridge]

            Ángel Cornago Sánchez      Derechos reservados



           

sábado, 24 de noviembre de 2018

ARTE Y CRISIS SOCIAL


ARTE Y CRISIS SOCIAL

Acabo de ver en el cultural de un periódico, la referencia a un autor del que aporta la fotografía de un cuadro. Lo podían haber hecho unos niños jugando. A mi juicio representa la banalidad del arte en este momento; por supuesto, no de todo el arte. Al que lo contempla, le provoca la sensación de que esa obra está en una dimensión a la que no consigue llegar. Hay personas que, un tanto avergonzadas tratan de disimularlo y llegan incluso hacen comentarios interpretativos favorables que, para los no acomplejados, suenan ridículos.
Estas obras dentro de doscientos años se pondrán como ejemplo de la decadencia y crisis social y cultural que padecemos.
Tal vez depende de la banalización que estamos viviendo en todos los ámbitos de la vida: cultural, de valores, de ideales; crisis política con líderes desnudos de ideales sólidos, que buscan intereses propios más que de la sociedad a la que representan; perversión de las instituciones garantistas de una democracia libre…
La historia ha sido cíclica. Los que tenemos años, sufrimos una dictadura, pero como reacción había movimientos políticos en la clandestinidad, con personas de alto nivel intelectual y moral. Hoy los dirigentes y los que intentan llegar al poder, tal vez por la deriva de la corrupción política, presentan, en general, muy bajo nivel moral e intelectual. Incluso florecen grupos totalitarios. Es otro signo de la decadencia actual.

Ángel Cornago Sánchez


jueves, 15 de noviembre de 2018

LIBERTAD Y ESCLAVITUD INTELECTUAL


LIBERTAD Y ESCLAVITUD INTELECTUAL

La esclavitud intelectual, es la antítesis de la honradez intelectual. La honradez intelectual, es llegar a conclusiones después de reflexionar, no mediatizadas por factores ajenos que tengan un sesgo de interés o de imposición. La esclavitud, es no poner en tela de juicio lo que cocina el líder carismático, o el grupo al que se pertenece.
Los grupos políticos, las religiones, y sus líderes, se valen de este tipo de personas fieles y en general poco inteligentes, para servir de plebe a su poder, y de militantes para expandir sus ideas; en realidad su poder. No deben tener criterios propios y, desde luego, no poner en tela de juicio lo que emerge de la cúpula de poder a la que pertenecen. Todo lo más, les permiten en pequeños conciliábulos, debates previamente cocinados en los que no se araña ni la cáscara de lo problemas, a los que ya tienen pensada la solución.
Entre los más fieles, entre los más tontos, o entre los más interesados que son los que esperan premio a sus servicios, están “las jaurías” que, organizadas, tratan de amedrentar a los discrepantes y en los casos extremos son los que hacen los escraches, y en general los trabajos sucios. Es propio de partidos totalitarios.
Observen alrededor, observen en las redes, algunos no son difíciles de identificar. Son capaces de despreciar o enaltecer a unos u otros porque pertenecen a uno u otro partido, o porque tienen o no creencias. Supongo que no han llegado, y algunos ni llegarán, a conclusiones tan elementales, como el respeto a las ideas y a las creencias, y que personas malvadas y oportunistas las hay en todos los grupos; justifican sus comportamientos, con su supuesta supremacía moral, y se guían por “el fin justifica los medios”. La historia es terca; este axioma utilizado de forma habitual por la extrema derecha y la extrema izquierda, ha ocasionado en la historia, mucho sufrimiento, cárceles y muertes.
En mi opinión no hay que ser esclavo de ninguna ideología, aunque no está reñido con pertenecer a un partido, pero siempre desde el sentido de autonomía y honradez intelectual. Debemos defender valores y colaborar en hacer este mundo más habitable.

Ángel Cornago Sánchez Fotografía: en Faro de Estaca de Bares
Derechos reservados.


viernes, 9 de noviembre de 2018

RISA Y FELICIDAD



La risa es una explosión de alegría, pero tiene un matiz distinto, aunque suele acompañar a la alegría. Es una emoción, a veces, incontrolable, como suelen ser las emociones, y va acompañada de sensación de cierta felicidad y de olvido, aunque sea durante unos minutos, de los problemas cotidianos.
 Cuando hemos pasado unas horas en que nos hemos reído, se puede decir que hemos sido felices, aunque no necesariamente de felicidad de alto rango. Ese tiempo puede ser una laguna, un receso en una fase de tristeza y preocupaciones, que vuelven a resurgir inmediatamente después de que desaparezcan las circunstancias que han provocado la risa. Por ejemplo: cuando se van los amigos que han venido a visitarme, con los que he pasado unas horas divertido, en realidad me ha hecho olvidar durante un tiempo mi realidad. De hecho, es conveniente fomentar las reuniones con personas con las que se pueda compartir confidencias y momentos lúdicos.
Los motivos que provocan la risa suelen ser fugaces, banales y de poca entidad, por eso la risa suele ser una emoción efímera. De hecho, se puede pasar de la risa al llanto con facilidad. La sonrisa es más sofisticada y, generalmente, provocada por sensaciones psicológicas más sutiles y profundas. Suele ser más prolongada.
La risa es contagiosa, lo hemos experimentado alguna vez. Personas risueñas, que ríen con frecuencia, que tienen buen humor, están expresando que se encuentran bien, que son más o menos felices en ese momento. Es un indicador: la risa frecuente no produce felicidad, pero puede ser indicativo de que se es, al menos, medianamente feliz.
Ángel Cornago Sánchez
De mi libro, "Salud y felicidad". Edt. SalTerrae

sábado, 3 de noviembre de 2018

UN DÍA CUALQUIERA

lo cotidiano
UN DÍA CUALQUIERA

Cuando nos levantamos de la cama por las mañanas, es difícil que lo primero que percibamos sea sensación de bienestar. Lo normal es que nos sintamos somnolientos, con el cuerpo entumecido y con cierta resistencia a comenzar el nuevo día, cuando no, de mal humor. La reconfortante ducha y el café del desayuno, nos ponen en la tensión suficiente para afrontar el nuevo día con sus retos. Es la vida cotidiana, la que se presenta ante nosotros una jornada tras otra. Esporádicamente, habrá hechos puntuales que otorgarán a ese día un significado especial y nos producirán vivencias singulares, pero lo habitual, serán vivencias más o menos universales y rutinarias llevadas de forma subjetiva.
Los ámbitos en que nos desenvolvemos cada día, son para la mayoría de las personas los mismos: la familia, el trabajo, las aficiones…también lo sugerentemente prohibido (no me refiero a lo ilegal). En esos marcos nos vamos a sentir: vulnerables ante muchas circunstancias, reforzados y fuertes ante otras, felices, desgraciados, enamorados, traicionados, sujetos a poderes, ostentando poder, aunque solo sea sobre nuestros hijos. Nos vamos a sentir con salud, enfermos, vamos a sentir admiración, envidia, amor, odio... Nos vamos a sentir tristes o vamos a reír a carcajadas. Vamos a no creer en el más allá o vamos a buscar nuestra trascendencia en momentos de crisis.
De este mar de sensaciones, vamos a sentir probablemente todas en algún momento de nuestra vida, muchas de forma frecuente, la mayoría de forma cotidiana. Van a dominar más unas u otras, dependiendo de nuestra estructura psicológica potenciada por la educación sobre todo en la infancia. Después van a influir de forma determinante las circunstancias, que parte van a ser debidas al azar, pero otras las habremos buscado mas o menos conscientemente, dependiendofelicidad en definitiva, también, de nuestra forma de ser.
Después, durante nuestra vida, la forma de enfrentarnos a todo lo que nos toca vivir, las vivencias y las enseñanzas, junto con la reflexión, va hacer que vayamos acumulando un bagaje que con los años nos permita ser expertos en “pragmática de la vida”, y que tal vez permita que nos sintamos cada vez, si no más felices, más equilibrados, si hemos sabido asimilar y aceptar las circunstancias vividas, el proceso de declive y envejecimiento.

Ángel Cornago Sánchez. Reservados derechos
Fotografía: canal de Castilla


domingo, 28 de octubre de 2018

EL MÉDICO. ALGUNOS ASPECTOS SOBRE ESTA PROFESIÓN


EL MÉDICO. ALGUNOS ASPECTOS SOBRE ESTA PROFESIÓN


El médico tiene unos rasgos de carácter especiales. Por una parte y tal vez el principal, es que a lo largo del ejercicio de su actividad va a tener que tomar continuamente decisiones trascendentes, realizar técnicas e intervenciones a veces sofisticadas, actuaciones todas, que van a influir en la vida de otras personas. Eso le lleva a tener la sensación, la mayoría de las veces inconsciente, de un poder importante; tal vez sea la profesión que más poder tiene. Los políticos, los militares, los sacerdotes, los grupos de poder económico, tienen mucho poder sobre las circunstancias de la vida de los individuos, pero el médico tiene el poder de curar, que va a influir y va a cambiar el destino de la vida misma. Va a tratar con personas que están en situación de minusvalía física y psicológica, además de estar afectados por la preocupación que supone la causa de sus dolencias. En estas condiciones, acuden a pedir ayuda, con una entrega que a veces es total en el caso de las intervenciones quirúrgicas con anestesia, en la que entregan incluso su consciencia. Este encadenamiento de actitudes, es suficiente para que el médico esté sintiendo diariamente su propio poder que, en muchas ocasiones, si no existe reflexión y autocrítica, pasa a formar parte de su forma habitual de ir por la vida.
La función del médico es luchar contra la enfermedad para intentar curarla si es posible, y si no, al menos aliviar los sufrimientos que produce. Se dice que casi nunca podemos curar, pero que en general podemos y debemos aliviar. A la larga, el médico siempre se encuentra con el fracaso irremediable en su lucha contra la enfermedad. Los éxitos que consigue siempre son parciales y temporales, pues tarde o temprano ese enfermo va a morir. Por eso, en esta profesión tenemos que estar acostumbrados, y en general lo estamos, a coexistir con el fracaso terapéutico y desde luego con la muerte.
Esto marca nuestra manera de ser de forma notable. Habitualmente, sobre todo en el comienzo de nuestro ejercicio, tenemos tentaciones de sentirnos omnipotentes por las decisiones que debemos tomar, por el sustrato con el que trabajamos: la salud y la vida de las personas. Conforme pasan los años, siempre partiendo de personas medianamente equilibradas, esta actitud va dando paso a otra en que somos conscientes no solo de lo que sabemos, sino de lo mucho que ignoramos. Debemos asumir que con el enfermo que más vamos a convivir, es con el que más sufre, aquel al que no podemos curar, el que de alguna forma nos enfrenta a nuestras propias limitaciones y a nuestro propio fracaso y, en definitiva, con la muerte.
Esta sensación de fracaso si no se tienen las ideas claras, lleva con demasiada frecuencia, a utilizar medios extraordinarios con pacientes cuyo pronóstico es infausto, en los que lo único que vamos a conseguir con esta actitud es alargar la vida durante un tiempo, pero en malas condiciones. Hay que saber cuándo decir basta. Hay que dejar llegar la muerte en su momento, tomando una actitud pasiva y centrando los esfuerzos en aliviar el sufrimiento, sin recurrir a opciones terapéuticas agresivas o sofisticadas con el único fin de intentar alargar una vida en malas condiciones, que se apaga irremediablemente. Tal vez, los médicos tenemos esa tendencia porque la muerte nos enfrenta con nuestro propio fracaso, y esa angustia, es la que nos lleva a seguir intentando alargar la vida.
Esta profesión marca para tener los rasgos de carácter negativos que antes he mencionado, pero también, como pocas, permite tener una visión del ser humano muy especial. La persona que sufre, que está enferma, se despoja de las actitudes y planteamientos superficiales de la vida ordinaria. En esa situación, la escala de valores cambia a otra más real, en la que la vida y la salud propia o de los seres queridos es lo más importante, realizándose en estas circunstancias replanteamientos de vida con unos objetivos más altruistas y de índole espiritual. El que por la enfermedad ha visto de cerca la muerte, suele cambiar su escala de valores por otros que se consideran más sólidos de cara a conseguir la felicidad. Los que son creyentes de cara a una existencia después de la muerte, los que no lo son, para sentir su vida más llena. Esta relación es para el médico una oportunidad singular de enriquecer su visión del mundo y del ser humano, y una ayuda inestimable, para conseguir su maduración personal. Los médicos solemos empezar nuestra actividad profesional con prepotencia, coincidiendo además con la etapa que menos conocimientos y menos experiencia tenemos, y la terminamos con madurez, conscientes de nuestras grandes limitaciones, coincidiendo con la época en que tenemos más experiencia y probablemente más capacidad. La formación humana, la fuerza de carácter para tomar decisiones y para convivir con la enfermedad, son rasgos necesarios para ejercer esta profesión, además de una indispensable y buena formación técnica.
La preparación de los médicos españoles desde la instauración de la formación MIR en los años 70 del siglo pasado, es excelente. De hecho, nada tiene que envidiar a los de ningún país del mundo. 

De mi libro "Comprender al enfermo". Edt. SalTrrae.
pacientes

lunes, 22 de octubre de 2018

MUJERES Y HOMBRES BUENOS"


MUJERES Y HOMBRES BUENOS

Pienso, que las mujeres y hombre "buenos", independiente del partido al que pertenezcan, todos perseguirán, si no lo mismo, al menos: justicia, distribución justa de la riqueza, valorar el esfuerzo, igualdad de oportunidades, asegurar a todos sanidad y una subsistencia digna... También creo, que estas mujeres y hombres buenos, con sus discrepancias ideológicas, serán capaces de entenderse y llegar a acuerdos adaptándose al momento que se vive, persiguiendo el bien común.
Es preciso que además de buenos sean "capaces". Es más peligrosa una persona tonta y engreída en un puesto de responsabilidad, que una persona mala.
En la vida política, no solo en este momento, también en los anteriores, hay mucho incapaz, y sobre todo mucho personaje aspirando a tener poder, pero no como servicio, sino como finalidad para llenar su ego y su ambición. Hay estudios que lo avalan. Vuelvo a aconsejar la lectura del libro "Cerebro y poder" de Adolf Tobeña" catedrático de psicología y psiquiatría de la universidad de Barcelona.
En la estrategia es donde se tuercen, donde se desvían por motivos espurios, corrupción, personalismos, etc.
La transición fue un momento clave, en que todos se pusieron de acuerdo, independientemente de ideologías. Se trataba de un momento histórico, en el que todos tuvieron grandeza de miras y responsabilidad. Se trataba de cambiar el sistema sin lucha, sin derramamiento de sangre. Al poder, después, se llegaría con elecciones limpias; el resto en la oposición, y todos tratando de gobernar y mejorar el país.
Ahora se lucha por el poder puro y duro, y en casos, exclusivamente personal, desnudo de ideales y convicciones nobles.
Ángel Cornago Sánchez
Fotografía. Córdoba. Palacio de VianaTRANSICIÓN

viernes, 12 de octubre de 2018

BREVE REFLEXIÓN SOBRE CONOCIMIENTO Y FELICIDAD



Cuando me refiero a intelectualización, aludo al cultivo de la mente, pero fuera del aprendizaje obligatorio de la escuela o de la universidad; fuera de los conocimientos meramente técnicos de las profesiones, que pueden establecer las bases, si no de la búsqueda individual de nuevas respuestas, de progresar en lo ya aprendido y experimentado, basado en una cultura humanista. También, como ciudadano comprometido y responsable, rastreando respuestas a los problemas del entorno social, a preguntas existenciales.
Puede ser la búsqueda del investigador; del artista; del profesional vocacional; del ciudadano que cultiva las artes, la técnica, las ciencias o, incluso, una afición, pero no como mero entretenimiento, sino como disfrute en busca de nuevos registros, con sosiego. «El artista ha sido siempre inquieto y apasionado, pero paciente. La paciencia es, como la valentía, una actitud indispensable para la actividad creadora».[1]
No es preciso que sean descubrimientos nuevos ni importantes para la sociedad, basta que lo sean para cada cual, y que con eso el individuo se sienta satisfecho.
Si busca el reconocimiento del entorno, el tema tiene otros matices. A veces podrá ser, pero otras no. Lo mejor es que no esté sujeto a esta circunstancia; aunque, en determinadas actividades, por ejemplo en las artes, se precisa el mensaje de retorno. La felicidad que produce es de alto rango.  No se trata de llegar a una meta, sino el cultivo en sí. Produce etapas muy frecuentes de lo que Seligman llama fluidez, es decir, de estados de conciencia en que no se es consciente de que el tiempo transcurre.
La meditación desde la espiritualidad, o desde la religión, es otro camino para conseguirlo. Lo hacen el budismo, el cristianismo, los yoguis, y cualquier persona en busca de su individualidad.
El registro está fuera de los conocimientos técnicos. Se puede ser titulado en una carrera universitaria, y ser un buen técnico, pero ser analfabeto funcional en temas que atañen a las relaciones humanas o al humanismo en general. (humanismoespiritualidad)



[1] MARINA, J. A., Ética para náufragos, Anagrama, 1995, p.182 


Ángel Cornago Sánchez.
De mi libro "Salud y felicidad" Edt. SalTerrae.
Fofografía. Ángel Cornago.


jueves, 4 de octubre de 2018

VIDA, INCERTIDUMBRE Y CREENCIAS


VIDA, INCERTIDUMBRE, CREENCIAS


Vivir es complicado. Nuestra existencia se compone de momentos felices, de rutina, y también de momentos de preocupaciones, angustias, miedos, sufrimiento. Esos momentos negativos suelen ser consecuencia de incertidumbres, ya sea por preocupaciones de salud nuestra o de nuestros seres queridos, del porvenir, de seguridad, de necesidades económicas, de carencias, de afectos, sociales, etc. Yo diría que la vida está compuesta fundamentalmente de rutina, sin darle a la palabra un sentido necesariamente peyorativo, pues puede ser una rutina llevadera, a veces agradable, aunque también puede ser tediosa.

Hasta hace menos de cien años, la incertidumbre era mayor, sobre todo en el caso de la salud, pues enfermedades que hoy se curan con facilidad, llevaban a la muerte a numerosos niños con sufrimiento terrible para sus padres, y, enfermedades hoy banales, como una apendicitis o una neumonía y muchas más, amenazaban la vida y provocaban la muerte a muchos ciudadanos. Por tanto, se convivía con la “incertidumbre”.religiones
Hoy en día con los logros de la medicina, en muchos lugares del mundo la esperanza de vida ha aumentado exponencialmente; los adelantos técnicos dan una imagen de que podemos controlar casi todo.
No es cierto; sigue existiendo la enfermedad y la muerte, los reveses de fortuna, las carencias materiales, las preocupaciones familiares, los problemas afectivos, y en no pocos lugares el hambre, la miseria, incluso la inseguridad.
Para esos momentos negativos, frecuentes en todas las vidas en algún momento y, a veces, en muchos momentos, cumplen un papel importante las creencias. Para afrontar tanta inseguridad, tanta desgracia, tanto miedo al futuro, el ser humano, desde que está en la tierra, en todas las culturas, en todas las razas, en todos los pueblos, ha adorado a sus divinidades, intentando que estas le protegieran, cambiaran su suerte, y buscando consuelo ante las adversidades. Es un mecanismo psicológico positivo que ha servido y sigue sirviendo, sin entrar a afirmar o negar si hay vida después de la muerte.
Pienso que todas las religiones, descalificando por aberrantes los fundamentalismos que han existido y existen, han jugado y juegan un papel de consuelo, para ese proceso tan duro y complicado a veces que es vivir. También, suelen defender códigos éticos (no digo dogmas ni creencias concretas), que si se cumplen, hacen la convivencia más justa y llevadera. Las religiones durante la historia, se han utilizado de forma perversa como instrumento de poder, para dominar a la población. En este caso no se diferencia en nada del poder político teóricamente justo, con frecuencia ocupado por tahúres e incluso desalmados.
Cualquier religión, o creencia merece respeto siempre que se ciña al ámbito individual del ser humano. Los estados deben ser laicos y respetar las creencias de cada cual.
Ángel Cornago Sánchez

miércoles, 19 de septiembre de 2018

LOS MINDUNDI


Los mindundi

No hace mucho tiempo, leí el calificativo que dedicaba una persona se supone que culta e instruida, a intelectuales no conocidos, o a personas que cultivan y trabajan el pensamiento, aunque no están en los podios de la fama, o ni siquiera son conocidos. Los etiquetaba de “mindundi”, en general, para denostar sus opiniones. Mindundi, quiere decir “don nadie”; persona de escasa importancia.
Por supuesto, no estoy de acuerdo. Yo creo que casi nadie es “mindundi”, excepto los “faroleros”, los petulantes, que piensan que por su posición o por su título tiene ganada la acreditación de sus opiniones. También, somos testigos con frecuencia, de ídolos de cartón piedra, de papel couché, de tertulianos de muy dudoso nivel, de deportistas, etc. que se permiten, fundamentalmente en las televisiones, opinar sobre los más diversos temas, desde los púlpitos que le proporcionan los medios de comunicación, en un enfoque generalmente frívolo.
En mi ya larga vida, he escuchado opiniones agudas, certeras y de análisis inteligente de situaciones, a personas sin formación académica, y he sido testigo de opiniones vacuas y frívolas de personas con títulos académicos.
El respeto a las opiniones de cada cual hay que ganárselo, no depende de los títulos. De hecho, estamos asistiendo en el momento histórico que vivimos a personas de bajísimo nivel intelectual ostentando puestos de responsabilidad, que piensan que están ahí para sacarnos de la ignorancia y para regir nuestros destinos. Creo que nunca ha habido tanto “mindundis” en este país. Y lo grave es que, como no podría ser de otra manera, no se saben ignorantes y se creen con derecho a impartir magisterio, e incluso a dirigir nuestras vidas. Suelen tener un tufo totalitario y escasito en valores. Para mí, estos son los verdaderos “mindundis” que tenemos que soportar.

Ángel Cornago Sánchez. Derechos reservados, 2016



martes, 4 de septiembre de 2018

LA CAJA TONTA


LA CAJA TONTA
No hay medio más perverso para tenernos sometidos que “la caja tonta”. Sí, la televisión, ese aparato que forma parte preeminente en los muebles de nuestra casa. Siempre en el cuarto de estar, y a veces hasta en la cocina y en el dormitorio.
Es un invento de entretenimiento, de información, de formación, pero también, es el invento más nefasto del siglo pasado para tenernos sometidos; el responsable de la globalización que trataré otro día.
Pasamos varias horas delante del aparato, generalmente cuando descansamos, al final del día, en situación pasiva y confiada. Por la tele, desfilan dependiendo de cada cadena que sintonizamos, los programas que tratan de ideologizarnos dependiendo del grupo económico que esté detrás. Está perfectamente estudiado cómo nos lo presentan para que traguemos el anzuelo más fácilmente, y así manejarnos en nuestras ideas, en nuestras adhesiones y fobias, incluso, en lo que consumimos.
Otro tema son los programas basura, que se valen de las más bajas pasiones de no pocos ciudadanos para tenerlos encandilados durante horas, destapando de forma frívola e impúdica, la vida privada de personas que se consideran famosas, pero cuya fama la crean las propias cadenas. Es opio que encandila a un tipo de público que luego traga otros anzuelos mucho más peligrosos. 
Respecto a ideas y noticias políticas nacionales sucede lo mismo. Todas las cadenas tienen un grupo económico detrás que no se mueve precisamente por ideales y valores, sino por intereses económicos o de partidos concretos. Magnifican unas noticias, minimizan otras, cuando no las silencian o las tergiversan dependiendo de sus intereses. Las televisiones públicas que deberían ser ejemplo de imparcialidad, no lo son. Recientemente hemos visto que nada más llegar al poder el nuevo gobierno ha cambiado todo el organigrama, precisamente para controlar la información; lo suelen hacer todos los gobiernos cuando llegan al poder de forma más o menos desgarrada. Las tertulias en las distintas cadenas están sesgadas por su ideología, a veces de forma chabacana y torticera.
Las televisiones públicas deberían ser ejemplo de imparcialidad, de potenciar valores, emitir programas de calidad, pero es muy tentador y las suelen utilizar los partidos en el gobierno para sus intereses.
O sea, que eso de libertad para elegir, tal vez desde el desarrollo de las televisiones, podemos hacerlo menos que nunca y, además, haciéndonos creer que somos nosotros libremente los que elegimos. Y es cierto, pero después de habernos intoxicado con sus mensajes cuidadosamente aderezados, de debates, noticas presentadas de determinada manera, etc.
Es un tema para la reflexión. Solo queda hacer una “cata” por todas las cadenas, para hacerse una idea de la realidad, y desde luego con la mente crítica y abierta, no sometida a nada ni a nadie.
Ángel Cornago Sánchez
Derechos reservados.

jueves, 23 de agosto de 2018

EL BUENISMO, CAUSA DE GRAVES ERRORES


EL BUENISMO, CAUSA DE GRAVES ERRORES

“Buenismo” es una manifestación positiva sobre un tema; una actuación, basada, no en el juicio analítico del problema en cuestión, sino más bien en el “deseo” y, más frecuentemente, para ajustarse a “lo políticamente correcto” en ese momento. Suelen ser temas sensibles, en los que expresar una opinión disidente puede provocar escándalo social en determinados círculos, aunque muchos y muchas la comparten, pero no se atreven a manifestarla.
El buenismo, en general, no se adapta a lo que realmente opina el individuo que emite el juicio, o al menos no lo considera, sino que intenta mimetizarse en la “teórica” opinión “guay”, no reflexionada y aceptada sin debate, o con un debate superficial y simplista que trata de justificar el juicio más que analizarlo. Si se discrepa da lugar a escándalo en el coro de hipócritas de turno, muchos de los cuales, en el fondo, tampoco piensan lo que manifiestan.
Los buenismos, aunque sean con buena voluntad, impiden el juicio ponderado de los temas y las situaciones, lo cual solo conduce a errores y a no solucionar los temas en cuestión, o a solucionarlos mal.
El juicio es fundamental; se deben afrontar los temas de frente, con todas sus implicaciones. Después se adopta la solución que se considere, aunque sea la formalmente más popular, pero al menos con los pies en el suelo y programando las soluciones posteriores, y siendo conscientes de todas las consecuencias.
El buenismo se utiliza con temas sensibles en los que se asume un postulado teóricamente justo sin el análisis correspondiente de las consecuencias.
El buenismo lo utilizan la pléyade de inútiles que pululan por los pasillos de la vida pública y de la vida política. Estos ni se paran a pensar, y muchas veces tampoco tienen capacidad para hacerlo, manifestando lo que sus electores, o “su tropa” quiere escuchar, en un ejercicio de incapacidad, inmoralidad e inconsecuencia.
Ángel Cornago Sánchez

lunes, 6 de agosto de 2018

NUNCA COMO AHORA HEMOS ESTADO TAN EXPUESTOS


Nunca como ahora.
Breves reflexiones que considero importantes sobre el periodo que nos toca vivir. No supone diferencias manifiestas respecto a otras épocas históricas en cuanto a la esencia del comportamiento humano; su afán de avaricia, de poder, de dominio, siempre ha sido así, pero en el momento actual sus repercusiones y consecuencias son mucho mayores; están magnificadas por la globalización, el desarrollo científico, industrial, tecnológico, la comunicación, que tienen como consecuencia el manejo del mundo por un reducido número de grupos de poder. La posibilidad de dominio en el último siglo y en el actual ha ido aumentando de forma progresiva con el control de los descubrimientos científicos, de la tecnología, de las fuentes de energía, de la comunicación, apoyada en ejércitos con capacidad para destruir el planeta. Nunca como ahora la especie humana ha estado tan en peligro de autodestruirse.

Nunca como ahora:
La población mundial como grupo social, incluida la de los países llamados civilizados, ha estado tan sometida al albur de las decisiones de grandes poderes que, infiltrados en las instituciones, en la política, incluso en los poderes legislativos, dominando los medios de comunicación, manipulando el discurrir de la economía mundial, los vaivenes de las bolsas, las guerras en determinados lugares del planeta dependiendo de sus intereses, se puede decir que manejan el mundo, incluyendo las sociedades llamadas democráticas. También, manipulando en muchos casos la cultura y las corrientes de opinión, a veces apoyándose en pseudointelectuales, y sobre todo en los medios de comunicación a su servicio. Adolf Tobeña dice en la introducción de su libro “que la persecución del poder ofrece numerosos resquicios para el bandidaje. Para burlar normas, para saltar por encima de la ley o para forzar sus recovecos e insuficiencias en provecho propio. Por esa razón hay tantos vínculos y promiscuidades entre bandidos y políticos”[1]. Los ciudadanos, realmente podemos influir mucho menos de lo que nos parece, incluso en nuestro medio, únicamente en las elecciones que suelen estar contaminadas por lo anteriormente referido.
 En este mundo de logros indudables e irrenunciables, estamos manipulados. La solución a esta situación es el cambio del capitalismo salvaje y corrupto, a un sistema más social y humano, basado en valores, y en el desarrollo integral de la persona. Como propugna la Carta de la tierra[2]: “Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a “ser más, no a tener más”. Todo ello requiere con urgencia la aparición en escena de la sociedad civil liderada por intelectuales honrados.
Tengo serias dudas y temores sobre la naturaleza del ser humano para conformarse con lo necesario, e incluso con un poco de lo superfluo, y a su afán de poder, de dominar, y aunque temporalmente se vayan consiguiendo logros, la ambición de algunos puede llevar a nuevos fracasos, que deberán ser controlados; pero es el camino. El avance es lento, aunque progresivamente se van consiguiendo logros. Somos insolidarios, agresivos cuando luchamos por lo estrictamente básico para la supervivencia, sobre todo de la familia; casi al unísono, una vez satisfechas, en segundo plano podemos ser solidarios con los que nos rodean. El problema surge cuando lo básico está asegurado y existe posibilidad de luchar por bienes que nos diferencian de los demás. En el medio rural de la España de hace varios lustros, casi nadie podía hacerse rico, y todos luchaban por una economía de subsistencia; no era una situación idílica, y existían las rencillas propias de la especie humana, pero se compartían y se intercambiaban alimentos y enseres. Creo que el problema surge cuando se supera esta etapa de tener cubierto lo necesario, y aparecen otras, que generalmente son creadas y mucho menos precisas. La evolución de nuestra especie debería ser hacia una sociedad regida por valores, aunque el camino actual es hacia nuevos cataclismos, mayores que los vividos en anteriores ciclos históricos, ya que la capacidad de destrucción actual es mucho mayor. Tal vez es lo que puede frenar el proceso, pero todos sabemos que existen líderes en el mundo que son auténticos psicópatas, con poder para tomar decisiones que ocasionen grandes desastres. Como dice Adolf Tobeña, “detrás de los movimientos doctrinales con una gran capacidad de arrastre colectivo, no falta jamás un líder mesiánico…Son individuos en los que anida la convicción de ser un instrumento elegido por la Providencia para alcanzar una meta…Pero si el guía cabalga sobre la doctrina global del grupo en un momento de tensiones (territoriales, demográficas, religiosas, etc.) el peligro de que acabe protagonizando empresas bélicas exitosas (si es prudente y sagaz o de autodestrucción si es prudente), es seguro”[3]. Los líderes que se sienten “salvadores”, son muy peligrosos.
Algunos de los grupos políticos emergentes tampoco son fiables; no están cimentados en valores sólidos, sino fundamentalmente motivados para llegar al poder e imponer sus ideologías, antiguas, rancias, y sobradamente conocidas por experiencias previas; no en un desarrollo integral del ser humano con el cambio de enfoque y de sistema que sin duda requiere la situación actual. Considero que son más de lo mismo sintiéndose salvadores, lo cual es muy peligroso. También hay grupos políticos que propugnan nuevas formas de gobernar, imprescindible en el momento actual, no sólo en España, sino en el mundo. Son la esperanza de futuro para un progreso sin convulsiones.
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De mi libro "Salud y felicidad". Edt. SalTerrae. 2017




[1] Adolf Tobeña. Cerebro y poder. La esfera de los libros 2008. p 18
[2] UNESCO, asumida en 2003. Elaborada desde 1992 al 2000.
[3] Adolf Tobeña. Cerebro y poder. La esfera de los libros 2008. P, 179

lunes, 23 de julio de 2018

PROYECTO DE VIDA Y FELICIDAD (Resumen)


            PROYECTO DE VIDA Y FELICIDAD

No tiene relación, necesariamente, con la religión, ni tampoco con la trascendencia. En este caso se trata de «vivir por algo». Tener un objetivo que justifique la trayectoria en la vida. Puede ser el caso de las profesiones vocacionales, como la medicina, la judicatura, la escritura o el arte en cualquier rama, la educación, la de los científicos e investigadores, u otro trabajo que se intente hacer con la máxima calidad. A veces en determinados es difícil por el tipo de ocupación u otras circunstancias, pero hay que intentar, al memos, hacer el "trabajo bien hecho". Y también objetivos individuales, que no necesariamente tengan que ser profesionales o de trabajo como: aficiones, pertenencias a grupos de carácter lúdico, altruistas, etcétera, o cualquier otro que haga sentir la vida plena. Escribe J.A. Marina: «Quien no aspira a nada nunca puede ser defraudado […] La carencia de deseos nos lleva a la abulia. La proliferación de deseos a la insatisfacción permanente».[1]
Por sí mismos estos proyectos de vida son capaces de compensar muchas infelicidades, y de conseguir mucha felicidad; y en todo caso de darle sentido a la existencia. Hay otros muchos factores que influyen en la felicidad.
De mi libro "Salud y felicidad". Edt. SalTerrae


[1] MARINA, J.A., El laberinto sentimental, Anagrama, 1996, p.224.

lunes, 9 de julio de 2018

LA OTRA CORRUPCIÓN, MUY GENERALIZADA


LA CORRUPCIÓN NO SÓLO ES ECONÓMICA
Ángel Cornago Sánchez
La corrupción económica entre los políticos, lleva ocupando las portadas de los periódicos desde hace unos años. Bienvenida sea la denuncia. Era un tema que la democracia tenía pendiente y que había que atajar en una lucha sin cuartel para moralizar la vida pública. Debe ser una actitud de “no retorno” y de continua vigilancia, porque es fácil volver a las andadas.
Hay otras corrupciones, tan graves como las económicas y que se dan a diario sin que tengan eco en la opinión pública, adormecida por tanto dislate que con ella se utiliza.
Los políticos con frecuencia esgrimen medias verdades, y a veces incluso mentiras, para denostar al adversario o para sacar rédito electoral. El “todo vale” para manejar a la opinión, es habitual en el discurso de muchos. A veces, los argumentos son tan simples y groseros que no se mantienen, y se vislumbra claramente que son sesgados. Intentar engañarnos para utilizarnos, eso, también es “corrupción”.
Algunos jueces, dependiendo qué partido les ha votado para formar parte del Consejo del Poder Judicial, o de sus preferencias ideológicas, deciden sus imputaciones e incluso sentencias, llevados por su ideología dependiendo a quien juzguen. Es la perversión de su trascendente función. Este proceder es “corrupción”, tal vez la más grave porque socava los cimientos del derecho de los ciudadanos a una justicia imparcial.
Algunos periodistas, sesgan las noticias, cuando no, ponderan con entrevistas preparadas a determinados políticos, intentando ridiculizar, y a veces hasta envilecer, al adversario. En vez de hacer información para que el ciudadano decida, utilizan informaciones sesgadas, incluso manipuladas, junto a frases o axiomas, unidos a carga emocional para que sean más eficaces. Eso es “corrupción”.
En las redes sociales están aflorando un número no despreciable de personas, cuyos juicios y aportaciones a los debates rayan en la idiocia, en el mejor de los casos, cuando no, en la maldad más pura y dura. Es un segmento de población desconocido hasta ahora, que hace dudar de su nivel intelectual, cuando no de su salud mental por las barbaridades que son capaces de publicar. Tratan de intoxicar, de vomitar su odio.
La corrupción de la que hablo es más solapada, y en general solo la denuncian "los contrarios", pero la ejercen también sistemáticamente.
Necesitamos moralizar la vida pública, y la privada cada cual en su ámbito. No debemos permitir que los grandes poderes económicos nos exploten; debemos defender una distribución justa de los recursos, justicia social, derechos, pero, en la lucha política e ideológica no vale todo. Hay que ser riguroso, buscar la verdad. Precisamos mujeres y hombres libres, no sectarios y corruptos intelectualmente para manipular a los ciudadanos; fundados en valores.
Ángel Cornago Sánchez
Fotografía: Málaga hace dos años.

martes, 26 de junio de 2018

DESILUSIÓN. LOS QUE YA TENEMOS AÑOS.



LOS QUE YA TENEMOS AÑOS

Algunos de los que ya vamos entrando en la vejez, tenemos tendencia a la “crítica”, a veces acalorada, incluso desabrida, tal vez por la sensación de que en los últimos años que nos quedan, desde la decepción, debemos ser consecuentes con lo que pensamos y opinamos, en este mundo en general dominado, no por los más honrados, más capaces, y más justos, sino por líderes mediocres, cuando no corruptos, y grupos de poder de uno u otro signo que nos utilizan y nos maniatan a su antojo.
Es un pequeño grano de arena lo que podemos aportar, pero queda la sensación del deber cumplido, de independencia, y de cierta tranquilidad de conciencia, dentro del desasosiego que produce la situación. Nuestro pasar por el mundo, asumiendo los fallos que hayamos podido tener, y desde la honradez intelectual y la humildad, es un ejercicio de responsabilidad intentar aportar algo positivo para contribuir a que sea cada vez un poco mejor. Es una obligación moral como ciudadanos.
Nos impela, no dejarlo todo en manos de fuerzas organizadas de uno u otro signo, que intentan imponer su verdad, con la descalificación, y a veces la amenaza al discrepante. Las redes son la prueba más fehaciente de la miseria moral que nos envuelve, donde no pocos sectarios son capaces de las mayores injurias, insultos e incluso amenazas. Con frecuencia están organizados. En parte consiguen sus objetivos, porque mucha gente de bien, calla por miedo. Es muy grave vivir en una sociedad democrática, con miedo al descalificativo, al insulto y a la amenaza. Los calificativos de “izquierda” y “derecha”, están obsoletos. Detrás de esas siglas se esconden verdaderos tahúres y oportunistas, para revestirse de ideologías teóricamente justas. Por supuesto, también son espacios habitados por personas honestas y responsables, aunque no suelen ser los que dominan en los cargos ni en los medios de comunicación.
Creo que vivimos un momento de severa crisis moral por la falta de valores, por la perversión del significado de palabras sagradas a las que se las mancilla con la mayor frivolidad, como “justicia social”, “democracia”, “altruismo”, “bien común”, “igualdad”…, detrás de las cuales hay fines utilitaristas para el manejo de los ciudadanos desde los púlpitos de los diversos partidos, por parte de líderes y lidercitos que en su praxis ejercen precisamente lo contrario de lo que predican.
Este mundo globalizado está dominado por poderes económicos, que utilizan a partidos políticos que se dejan comprar para conseguir sus intereses. Los medios de comunicación al servicio de los diversos y a veces de los mismos poderes, nos mandan digeridos y frecuentemente tergiversadas según la ideología que los sustenta, las noticias e ideas que quieren que consumamos diariamente. Desaparece, o al menos se ve muy dañada, la individualidad de criterio, el sentido crítico y el librepensamiento.
Los que ya somos abuelos, abominamos el franquismo en que nos tocó nacer y crecer; muchos, como era nuestro deber, idealizamos, nos ilusionamos y luchamos para la llegada de la democracia. En su todavía corta vida, hemos sido testigo de su degradación por la corrupción generalizada, fundamentalmente en los dos grandes partidos, la perversión de valores, y por la llegada de líderes cuya premisa es el poder como finalidad y no como servicio. Considero que estamos en un momento de severa crisis moral y de líderes.
Ángel Cornago Sánchez. Derechos reservados.


jueves, 14 de junio de 2018

RECONOCIMIENTO DE CONFORMIDAD Y DE DISTINCIÓN


RECONOCIMIENTO DE CONFORMIDAD Y DE DISTINCIÓN

    Todorov, escribe sobre el reconocimiento y lo divide en reconocimiento de conformidad y el de distinción: “o bien quiero ser percibido semejante a los otros, o diferente, distinto, peculiar”[1]. El de conformidad obtiene su reconocimiento del hecho de conformarse lo más escrupulosamente posible con los usos y normas que considera apropiados para todos los miembros del grupo; “se siente reconocido y aceptado”. El reconocimiento de distinción es un reconocimiento especial, positivo, “por encima de los demás”. No cabe duda que para la felicidad es una garantía el reconocimiento de conformidad, porque es estable ya que el de distinción puede desaparecer, y, esencialmente suele ser temporal.
      El que nos va a llevar a reconocernos en los demás, es el de conformidad. Para obtenerlo “no necesito continuamente la mirada de los otros, ya la tengo interiorizada; no aspiro a ser excepcional, sino normal”. Puede ser que en momentos puntuales tengamos reconocimientos de distinción para volver después al reconocimiento de conformidad. Las personas instaladas en el de distinción, tarde o temprano caen en la indiferencia y deben estar preparadas para integrarse en el reconocimiento de conformidad.
      Por tanto, precisamos el reconocimiento, pero como mero reflejo de que existimos. Si existe una necesidad excesiva más allá de la confirmación de que “somos”, se convierte en dependencia, lo cual es negativo.
       En la sociedad actual es frecuente que no nos conformemos con el mero reconocimiento de conformidad y solemos perseguir el reconocimiento de distinción, porque en el medio en que vivimos, para ocupar un lugar donde el mensaje de vuelta nos haga sentirnos importantes, que es lo que exige el medio, se tiene que luchar para conseguirlo: puede ser haciendo dinero, un trabajo de prestigio, o vivir de forma extravagante, por ejemplo, pero esta sociedad nos invita a buscar nuestra singularidad en el grupo, y claro, hay mucha competencia. Es una dependencia que lleva a la infelicidad…
    Reconocimiento precisamos todos durante la vida. En el reconocimiento de una u otra manera, de forma no consciente, y también con reflexión, vamos conformando nuestro yo. Llega un momento, o debe llegar un momento, que el reconocimiento externo, sea de menos importancia para seguir creciendo en nuestra evolución, antes al contrario, debe ser cada vez menos importante, porque ese mensaje lo recibimos de nuestro propio yo, desarrollado y maduro, con principios, independiente. El no estar mediatizados por el entorno es una vía importante para alcanzar la felicidad.             
Conforme va creciendo la individualización debe ir decreciendo la importancia del reconocimiento, aunque siempre lo vamos a precisar como seres sociales que somos.

De mi libro “Salud y felicidad”. Edt. SalTerrae
Fografía: catedral de León. Ángel Cornago


[1] Tzvetan Todorov. La vida en común. Taurus. Madrid 1995. P, 129