lunes, 29 de enero de 2018

PROCESO DE INDIVIDUALIZACIÓN (Resumen)

Después del nacimiento formamos un núcleo con la familia, indivisible, por la dependencia absoluta que tenemos de los padres. Conforme cumplimos años, y ya desde la infancia, necesitamos encontrar nuestro yo diferenciado del de nuestros progenitores. Va a ser un proceso, hasta que en la adolescencia y primera juventud, sintamos la necesidad de autonomía en todo su poder.
La individualización es fundamental en el desarrollo para buscar cada cual su proyecto vital y, por ende, su búsqueda de felicidad. Es compatible con estar integrado en la sociedad. Somos animales sociales y, para bien y para mal, el entorno va a influir en nosotros. Es necesario tener en cuenta que en las sociedades van a existir movimientos de grupos para intentar dominarla y manejarla para sus fines, que pueden ser religiosos, económicos, pero, en definitiva, de poder. Una sociedad perfecta estaría en continua evolución por la aportación de sus hombres y mujeres libres intelectualmente, y honrados.
Ser independiente requiere un proceso intelectual que no tiene por qué ser traumático, aunque habrá desapegos y conflictos más o menos graves, porque los grupos a los que pertenecemos, dígase familia, grupo político, trabajo, etc., van a intentar que no despeguemos demasiado. Las opiniones sociales dominantes tienden a conservar lo establecido.
Es importante compartir inquietudes, sobre todo con personas que tengan la misma actitud de libertad ante la vida. El proceso de individualización y su aportación es progreso. Este es necesario para alcanzar la felicidad. Implica romper con las dependencias, lo que no quiere decir aislamiento, ni renunciar a la sociabilidad, necesaria para el propio desarrollo. Como dice J. A. Marina:
El hombre necesita conocer la realidad y entenderse con los demás, para lo cual tiene que abandonar el seno cómodo y protector de las evidencias privadas. Sopesar las evidencias ajenas, criticar todas, las propias y las extrañas, abre el camino a una búsqueda siempre abierta de una verdad y de unos valores más firmes, claros y mejor justificados.[1]
Si queremos progresar no debemos estar anclados en nuestras verdades y postulados. La búsqueda debe ser permanente.
De mi libro "Salud y felicidad". Edt. SalTerrae





[1] MARINA, J.A., Ética para náufragos, Anagrama, 1996, p. 133.

martes, 23 de enero de 2018

INDIVIDUALIZACIÓN Y FELICIDAD

INDIVIDUALIZACIÓN Y FELICIDAD
Es necesario pasar de la dependencia absoluta que experimentamos en la infancia, en la que estamos sometidos a los adultos, sobre todo a los padres, a la máxima individualización, sabiendo que nunca va a ser total, fundamentalmente porque somos seres sociales.
Refiriéndonos a la dependencia social, necesitamos de los otros para la procreación, que dará lugar al primer grupo, el núcleo familiar formado por la pareja y los hijos. Precisaremos de las otras familias, de los otros pequeños grupos sociales elementales, para asegurar nuestra subsistencia con la producción de alimentos, para la defensa, para ayudarnos en la adversidad. Así se formaron los primeros poblados. Desde ese momento, ya fueron necesarias normas, que obligaran a todos, para organizar y regular la convivencia, y resolver los conflictos. Se erigieron los primeros líderes para la coordinar, interpretar y hacer cumplir las normas y leyes que se habían dado. Así, en sentido ascendente, se formaron los pueblos, las ciudades, las regiones, las naciones, las organizaciones supranacionales, etc.
También somos sociales porque precisamos de los otros para reconocernos. Precisamos ser valorados, ser admitidos en el grupo social; también, ser queridos. Algunos, en una deriva patológica, aunque frecuente en la especie humana, precisan ser temidos; pero aun en las valoraciones negativas nos reconocemos; no podemos vivir si somos invisibles para los demás. De ahí, en una interpretación subjetiva, que a veces no coincide con la objetiva, extraemos datos para conformar nuestra autoestima.
El ser seres sociales, necesario para la procreación, para la organización comunitaria, lleva consigo la necesidad de dependencias. Algunas son el tributo que debemos pagar para organizarnos y permitirnos vivir con determinadas ventajas (defensa, comercio, sanidad, educación, leyes, etc.); otras nos las imponemos de forma consciente o inconscientemente. Las dependencias van a ser lastres que nos van a dificultar volar hacia la individualización teórica, y, en definitiva, van a influir positiva y negativamente en la felicidad subjetiva.
Las vicisitudes positivas y negativas en el trabajo, en la salud y en otros aspectos importantes, son irremediables; también con las personas que tratamos, con las que queremos. Van a ocasionar luces y sombras, y en consecuencia sensaciones positivas y negativas. En este sentido es imposible el proceso de individualización, hasta el punto de que no influyan. Llevado al extremo nos abocaría a una vida sin sentimientos, lo cual sería negativo. Es uno de los artefactos de la felicidad. No necesariamente el afecto debe ser correspondido en la misma medida.
Pero la individualización es un proceso necesario, aunque difícil. Todo va a tender a que seamos dependientes, a que no seamos libres. Los padres educan en valores, pero, en general, sin ser conscientes, tratan de proteger en exceso, a veces, de domesticar, a los hijos para que sean compatibles con la corriente que toca vivir. Que no sean conflictivos. Que se adapten a la sociedad para que no tengan problemas. En general, no educan para ser hombres y mujeres libres. Es una grave equivocación. Se debe educar en librepensamiento, precisamente para evitar la dependencia; potenciando las cualidades; inculcando valores; mirando hacia nuevos horizontes si así lo desean; formando individuos reflexivos, pero autónomos.
Es una formación no convencional que puede salirse de lo establecido y puede ocasionar problemas, pero también muchos beneficios. Los hombres y mujeres grandes en el mundo, que lo han cambiado o han ayudado a hacerlo mejor, han sido personas que no se han movido dentro de las líneas culturales, profesionales e, incluso, sociales de lo establecido. El mismo defecto, con frecuencia, cometen los educadores en los colegios, cuando su finalidad debería ser formar personas que utilicen sus potencialidades para buscar su proyecto de vida personal, y para influir en la sociedad en la que vive y mejorarla.
En la sociedad actual, se ponen trabas para la individualización, porque interesan personas manejables, que sigan el dictado y las corrientes pautadas por las clases dominantes, y también por los poderes en la sombra.
(Continuará)


De mi libro "Salud y felicidad". Edt. SalTerrae


sábado, 6 de enero de 2018

FAMILIA Y DESAJUSTES

Familia y desajustes

La familia en el mundo animal se constituye de modo instintivo para asegurar la supervivencia de la especie. Lo mismo sucede en los humanos, con la variante de que las distintas culturas y religiones, han influido en su estructura modulándola con sus creencias y sus necesidades; pero básicamente, la finalidad ha sido y es, el mantenimiento de la especie.
Aunque el mecanismo de unión son los instintos, esta unión, en los humanos, y considero que también en los animales, no es simplemente física con objeto de preservar la especie, son también los sentimientos sobre todo para con la pareja y los hijos. Los animales cuidan a sus crías, en general muy poco tiempo hasta que pueden valerse por sí mismas. En los humanos el tiempo de dependencia es mucho más prolongado.
Centrándonos en los humanos, el instinto de procreación y de cuidado en personas normalmente constituidas, va unido a afectos que se van a desarrollar durante ese largo tiempo de convivencia. Habitualmente, la de los padres con sus hijos, es una relación sólida y responsable; la más leal, altruista y sacrificada que se puede dar, y por tanto la más hermosa. La de los hijos con sus padres, es de necesidad y dependencia, imprescindible para su subsistencia en un primer momento, no altruista, pero lo normal es que durante esa larga relación se hayan creado afectos y lazos muy fuertes que suelen durar toda la vida.
Pero no siempre es así. Por el hecho de ser padre, madre, o hijo,
no todos son buenas personas, como en el resto de los aspectos de la vida. Es duro, pero sucede; hay padres, más varones que hembras por razón meramente de instinto, que su paternidad o maternidad es una simple “circunstancia” en su vida, ajena a su instinto de cariño, afectos y responsabilidad; se despreocupan de sus hijos, cuando no, los utilizan de forma perversa para sus fines sin ningún escrúpulo (se da con frecuencia en las separaciones de pareja). También hay hijos (esto es más frecuente) que utilizan a sus padres y que sus “afectos” se rigen por el principio de utilidad. La relación entre hermanos, (este aspecto es muy frecuente) puede ser de competencia, de envidias larvadas que a veces afloran en las relaciones.
La constante es que indistintamente de la cultura de que se trate, después del estrictamente íntimo e individual, el familiar será el “mundo” más importante, en el que se desenvolverá el ser humano. Esa influencia va a ser muy importante para bien, pero también para mal. No olvidemos que a pesar de las influencias cada cual debemos labrar y forjar nuestro propio camino. Las influencias juegan un papel, pero no son determinantes.
La influencia familiar en general es positiva, pero en no pocas ocasiones es origen de problemas. Es muy importante tener un entorno familiar cohesionado pues va a ser el cobijo y ayuda para afrontar los problemas externos.
Muy importante el papel de la familia como cuidadora en la enfermedad. Pero ese es otro tema que trataré.
Ángel Cornago Sánchez. De mi libro: “Comprender al enfermo”. Edt. Salterrae



lunes, 1 de enero de 2018

AÑO NUEVO, ¿VIDA NUEVA?

Año nuevo

El final de año, en un ejercicio que tiene mucho de banal y un tanto de ingenuo, suele ser el momento en que nos planteamos que, a partir de las doce campanadas del día treinta y uno del año que se acaba, las circunstancias del año venidero van a ser distintas para bien, y que nuestra “suerte” va a cambiar. Como si el calendario en un escorzo casi mágico colocase los astros de tal forma que, irremediablemente, fueran a influir sobre nuestro destino, nuestras vidas y las de nuestros seres queridos, de forma favorable.
Si lo razonamos, no tiene ninguna lógica, pues el día uno de enero no tiene por qué ser distinto del treinta y uno, y en realidad no lo suele ser; puede hacer más o menos frío, llover, nevar etc., nada distinto de lo que puede suceder cualquier otro día. Sin embargo, se parece al “día año nuevo” del año anterior, en la resaca que tal vez nos han dejado los excesos de la celebración de la “noche vieja”, y en los buenos momentos vividos con nuestros familiares y amigos. Generalmente empezamos el año, relajados, felices y con resaca.
A pesar de estos razonamientos, sin embargo, estos momentos de catarsis colectiva, son muy positivos. Seguro que ni los astros ni el calendario van a cambiar nuestra vida, pero la podemos cambiar nosotros con esa actitud y esa esperanza de futuro, que con cada campanada y con cada una de las doce uvas, proyectamos sobre el futuro. Es como sin con las doce uvas estuviéramos ingiriendo, amuletos de felicidad futura.
Inmediatamente después, lo celebramos como si lo hubiéramos conseguido. Es como si con el año viejo hubiésemos sacudido las sandalias del polvo del camino, dejando lo negativo, disponiéndonos a afrontar el trecho del nuevo año con nuevo ímpetu, con fuerzas renovadas, y con esperanza.
Es muy positiva la celebración, por la reunión con familiares y amigos en un ambiente de alegría, de esperanza, de desmadre colectivo. De alguna forma nos conjuramos con el destino para atraer las fuerzas positivas.
En el plano personal, realmente el año próximo puede ser distinto, puede ser mejor, hay que proyectarlo así; para conseguir algo hay que quererlo desde lo más profundo, siempre que sea razonable. Hay que tener esperanza.
En lo social, no dejar de reivindicar y trabajar para hacer de nuestra sociedad un espacio más justo, exigiendo a nuestros políticos, implicación, honradez intelectual y moral en sus actuaciones. Que en nuestro paso por la vida, cada uno en su ámbito, aportemos nuestro grano de arena para hacer una sociedad mejor, basada en valores.
Mi solidaridad y afecto para las personas que el año que dejamos haya sido duro, hayan sufrido desgracias, o les haya dejado heridas difíciles de cicatrizar.
Que tengáis un buen año 2018.


Ángel Cornago Sánchez