LAS GUERRAS
Son espeluznantes y dolorosas, las imágenes que nos trasmiten los
telediarios de las guerras que se libran en el mundo, sobre todo, actualmente, en
Oriente Medio, con gran número de muertos civiles, y entre ellos muchos niños.
En dichas zonas muchos de sus habitantes, los que han logrado sobrevivir, no
conocen otra forma de vida que el escabullirse con suerte del horror de la
guerra que ocurre cada día.
¿Por qué hay guerras? Creo que, fundamentalmente, por conseguir poder y
el control de determinadas zonas, unas veces por motivos económicos, otras religiosos
fundamentalistas, otras poder político; la mayoría de las veces detrás está el
poder económico. Y estas decisiones las toman un número reducido de personas, líderes
carismáticos que han conseguido auparse a puestos dirigentes, que les permiten
dar rienda suelta a sus ambiciones y a su egolatría.
No olvidemos que los dirigentes, líderes en general, no son siempre, ni
habitualmente, los mejor preparados, ni los más honrados, los que con ideales
deberían buscar el bien para los ciudadanos, sino todo lo contrario. Basten las
citas de Adolf Tobeña de su libro “Cerebro y poder” (La esfera de los libros),
donde hace un estudio admirable sobre la personalidad de las personas que
ostentan poder y de las que están tratando de
conseguirlo.
Citas:
La biología humana
impone que en el trayecto para alcanzar cotas altas de poder político, resulten
primados quienes reúnen condiciones para el bandidaje parasitario y
embriagador. Los individuos astutos, dominantes, crueles, persuasivos, falsos,
manipuladores y audaces son óptimos candidatos, para situarse en posiciones de
ventaja en la lucha por el poder.[1]
Y
continúa en otro párrafo:
Entre los políticos de
relumbrón, y también entre los de segunda y tercera fila, hay una desmesurada
proporción de delincuentes y para delincuentes estupendamente disfrazados de
servidores de la comunidad.[2]
[…]
El juego del poder
selecciona a sujetos que ya llevan, de por sí, unos rasgos que les predisponen
a servirse del esfuerzo y entusiasmo ajenos en provecho propio…Por eso, es tan
importante ir creando mecanismos, en democracia, que atenúen la tendencia natural
a la fagocitación del gobierno, por parte de diversos tahúres de distinto
pelaje y sus compinches.[3]
Solo basta echar la vista a algunos de los líderes más importantes del
mundo y con mayor poder de destrucción, para cerciorarnos en manos de quien
estamos. En ámbito menor, de decisiones políticas más o menos próximas, en el
mundo, analicen el comportamientos de muchos líderes y de personas con
responsabilidades.
A esta escalada de sinrazón en la mayoría de las guerras, nos llevan un
grupo de líderes alucinados, ambiciosos, que se creen elegidos, que son los que
tienen la capacidad de decidir. Algunos, no dudan en utilizar armas químicas,
matando indiscriminadamente a la población civil.
Yubal Noah Harari, en su magnífico libro “Homo Deus” (Debate), defiende
que el progreso de la ciencia, con el tiempo, va a permitir que el ser humano
no muera, llegue a ser inmortal. Yo creo que en el momento de crisis de valores
que vivimos y la capacidad potencial de destrucción en el mundo, en manos seres
insensatos, es más probable que lleguemos a destruirlo, al menos gran parte de él,
antes de que se puedan cumplir los vaticinios de Yubal Noah Harari.
Ángel Cornago Sánchez. Derechos reservados.
Ángel Cornago Sánchez. Derechos reservados.