PRISION
PERMANENTE REVISABLE
La llamada “prisión permanente revisable” es un tema que está en
candelero, reactivado por el gravisimo hecho del asesinato del niño Gabriel que
nos ha tenido a todos sobrecogidos. Durante los últimos años ha habido varios
asesinatos tan deleznables, tal vez no tan mediáticos.
Todos tenemos claro, que una sociedad que se precie, debe tener una
estructura legal para castigar y defenderse de los delincuentes y sobre todo de
los asesinos.
Por supuesto, descarto la pena de muerte como castigo.
Al juzgarlos, con todas las garantías, habría que plantearse la finalidad
de las penas.
Como primer paso un castigo ejemplar: apartarlos de la sociedad
encerrándolos en la cárcel durante un tiempo suficiente que les permita purgar
su delito y disuadirle de volver a
delinquir.
Y algo muy importante, intentar rehabilitarle
para que no vuelva a cometer delitos. Sería lo ideal, en algún caso se
conseguirá, es otros será imposible.
Entre los condenados por asesinato hay algunos que lo pudieron cometer en
un momento negro de su vida, pero que durante el tiempo en la cárcel con los
debidos tratamientos se han rehabilitado y pueden salir después de cumplida su
condena y reintegrarse en la sociedad.
Hay otros, cuya estructura psicológica es patológica, y por mucho tiempo que
esté encerrado y después de muchas entrevistas con psicólogos y psiquiatras, su
estructura no es posible cambiarla y es muy probable que cuando queden en
libertad puedan volver a repetir los actos por los que fueron condenados.
Considero que no hay que ensañarse
en las penas. Sino valorar el riesgo de que puedan repetir actos tan
execrables. Tengo muy claro que las leyes
están fundamentalmente para proteger a la sociedad, mediante unas condenas
justas, y si se puede, rehabilitar al delincuente, pero debe tomar medidas
contra algunos cuyo riesgo de reincidir sea alto. Por eso me parece que, en
contados delitos, es aplicable la “prisión permanente revisable”.
Es un tema importante de reflexión de los partidos, no de que se utilice
como arma arrojadiza entre unos y otros, como nos tienen acostumbrados en un
ejercicio de irresponsabilidad.
Ángel Cornago Sánchez
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