LEER POESÍA I
Leer poesía, nos hace más profundos, más reflexivos, más sensibles, más
humanos, más propensos a gozar del espíritu, de las fantasías, a destapar
emociones, y no solo a utilizar la razón tan habitual en la vida que hoy
consumimos.
Basta con dos o tres poemas, incluso uno o dos; unos diez minutos. La
poesía es para leerla a pequeñas dosis, no se puede leer como una novela, ni
siquiera como un ensayo; es para reflexionar, para meditarla, para sentirla. Precisa
de cierto entrenamiento que va dando sus frutos.
Nos ayuda a profundizar en nuestro interior, como todas las artes, pero
en este caso con palabras directas que van al núcleo.
Leer poesía supone disfrutar de una espiritualidad laica que conduce a
momentos de felicidad de alto rango.
LEER POESIA II. “RIMA O NO RIMA”
Mi opinión, de acuerdo con muchos autores consagrados, es que la poesía
puede ser de calidad con verso libre y sin rima. Incluso la prosa puede ser
poética. La rima si no se maneja bien, encorseta el poema y le resta calidad.
Sí es necesaria la cadencia, el ritmo, y cierta rima libre. En mi opinión,
también es cierto, que un poema puede tener métrica, ritmo, rima y no ser
poesía porque nada trasmite. Para escribir algo tan difícil como un buen poema
no basta tener buena técnica, hay que tener “alma y profundidad” y eso no es
cuestión de técnica.
Al menos a mí, me ha sucedido leer poemas de autores teóricamente de
prestigio, y “quedarme de muestra”, no entender apenas nada. Eso, me ha
producido la sensación de que soy un negado o un inculto, hasta que se me han
quitado esos complejos.
Si pretendemos que nos lean, que la poesía llegue a todos, debe ser una
poesía que se “entienda”. Bien es cierto que habitualmente en los poemas
utilizamos alegorías, frases y expresiones que tienen un significado simbólico,
que trascienden lo literal y lo que elevan a rango poético. Pero los poemas no
deben ser un “acertijo”. Al menos a mí,
me interesa que me entiendan. Escribimos para que nos lean.
De hecho, considero que la poesía está en auge en este momento tan
materialista que vivimos. Es el goce supremo de la literatura. Repito: para
leerla a pequeñas dosis.
Ángel Cornago Sánchez
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