Nunca como ahora.
Breves reflexiones que
considero importantes sobre el periodo que nos toca vivir. No supone
diferencias manifiestas respecto a otras épocas históricas en cuanto a la
esencia del comportamiento humano; su afán de avaricia, de poder, de dominio,
siempre ha sido así, pero en el momento actual sus repercusiones y
consecuencias son mucho mayores; están magnificadas por la globalización, el
desarrollo científico, industrial, tecnológico, la comunicación, que tienen
como consecuencia el manejo del mundo por un reducido número de grupos de
poder. La posibilidad de dominio en el último siglo y en el actual ha ido
aumentando de forma progresiva con el control de los descubrimientos
científicos, de la tecnología, de las fuentes de energía, de la comunicación,
apoyada en ejércitos con capacidad para destruir el planeta. Nunca como ahora
la especie humana ha estado tan en peligro de autodestruirse.
Nunca como ahora:
La población mundial como grupo social, incluida
la de los países llamados civilizados, ha estado tan sometida al albur de
las decisiones de grandes poderes que, infiltrados en las instituciones, en la
política, incluso en los poderes legislativos, dominando los medios de
comunicación, manipulando el discurrir de la economía mundial, los vaivenes de
las bolsas, las guerras en determinados lugares del planeta dependiendo de sus intereses,
se puede decir que manejan el mundo, incluyendo las sociedades llamadas
democráticas. También, manipulando en muchos casos la cultura y las corrientes
de opinión, a veces apoyándose en pseudointelectuales, y sobre todo en los
medios de comunicación a su servicio. Adolf Tobeña dice en la introducción de
su libro “que la persecución del poder ofrece numerosos resquicios para el
bandidaje. Para burlar normas, para saltar por encima de la ley o para forzar
sus recovecos e insuficiencias en provecho propio. Por esa razón hay tantos
vínculos y promiscuidades entre bandidos y políticos”[1].
Los ciudadanos, realmente podemos
influir mucho menos de lo que nos parece, incluso en nuestro medio, únicamente
en las elecciones que suelen estar contaminadas por lo anteriormente referido.
En este mundo
de logros indudables e irrenunciables, estamos manipulados. La solución a esta
situación es el cambio del capitalismo salvaje y corrupto, a un sistema más
social y humano, basado en valores, y en el desarrollo integral de la persona.
Como propugna la Carta de la tierra[2]:
“Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el
desarrollo humano se refiere primordialmente a “ser más, no a tener más”.
Todo ello requiere con urgencia la aparición en escena de la sociedad civil
liderada por intelectuales honrados.
Tengo serias dudas y temores sobre la naturaleza del
ser humano para conformarse con lo necesario, e incluso con un poco de lo
superfluo, y a su afán de poder, de dominar, y aunque temporalmente se vayan
consiguiendo logros, la ambición de algunos puede llevar a nuevos fracasos, que
deberán ser controlados; pero es el camino. El avance es lento, aunque
progresivamente se van consiguiendo logros. Somos insolidarios, agresivos
cuando luchamos por lo estrictamente básico para la supervivencia, sobre todo
de la familia; casi al unísono, una vez satisfechas, en segundo plano podemos
ser solidarios con los que nos rodean. El problema surge cuando lo básico está
asegurado y existe posibilidad de luchar por bienes que nos diferencian de los
demás. En el medio rural de la España de hace varios lustros, casi nadie podía
hacerse rico, y todos luchaban por una economía de subsistencia; no era una
situación idílica, y existían las rencillas propias de la especie humana, pero
se compartían y se intercambiaban alimentos y enseres. Creo que el problema
surge cuando se supera esta etapa de tener cubierto lo necesario, y aparecen
otras, que generalmente son creadas y mucho menos precisas. La evolución de
nuestra especie debería ser hacia una sociedad regida por valores, aunque el
camino actual es hacia nuevos cataclismos, mayores que los vividos en
anteriores ciclos históricos, ya que la capacidad de destrucción actual es
mucho mayor. Tal vez es lo que puede frenar el proceso, pero todos sabemos que
existen líderes en el mundo que son auténticos psicópatas, con poder para tomar
decisiones que ocasionen grandes desastres. Como dice Adolf Tobeña, “detrás de
los movimientos doctrinales con una gran capacidad de arrastre colectivo, no
falta jamás un líder mesiánico…Son individuos en los que anida la convicción de
ser un instrumento elegido por la Providencia para alcanzar una meta…Pero si el
guía cabalga sobre la doctrina global del grupo en un momento de tensiones
(territoriales, demográficas, religiosas, etc.) el peligro de que acabe
protagonizando empresas bélicas exitosas (si es prudente y sagaz o de
autodestrucción si es prudente), es seguro”[3].
Los líderes que se sienten “salvadores”, son muy peligrosos.
Algunos de los grupos políticos emergentes tampoco son
fiables; no están cimentados en valores sólidos, sino fundamentalmente
motivados para llegar al poder e imponer sus ideologías, antiguas, rancias, y
sobradamente conocidas por experiencias previas; no en un desarrollo integral
del ser humano con el cambio de enfoque y de sistema que sin duda requiere la
situación actual. Considero que son más de lo mismo sintiéndose salvadores, lo
cual es muy peligroso. También hay grupos políticos que propugnan nuevas formas
de gobernar, imprescindible en el momento actual, no sólo en España, sino en el
mundo. Son la esperanza de futuro para un progreso sin convulsiones.
...
De mi libro "Salud y felicidad". Edt. SalTerrae. 2017
[1]
Adolf Tobeña. Cerebro y poder. La esfera de los libros 2008. p 18
[2]
UNESCO, asumida en 2003. Elaborada desde 1992 al 2000.
[3]
Adolf Tobeña. Cerebro y poder. La esfera de los libros 2008. P, 179
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