domingo, 28 de octubre de 2018

EL MÉDICO. ALGUNOS ASPECTOS SOBRE ESTA PROFESIÓN


EL MÉDICO. ALGUNOS ASPECTOS SOBRE ESTA PROFESIÓN


El médico tiene unos rasgos de carácter especiales. Por una parte y tal vez el principal, es que a lo largo del ejercicio de su actividad va a tener que tomar continuamente decisiones trascendentes, realizar técnicas e intervenciones a veces sofisticadas, actuaciones todas, que van a influir en la vida de otras personas. Eso le lleva a tener la sensación, la mayoría de las veces inconsciente, de un poder importante; tal vez sea la profesión que más poder tiene. Los políticos, los militares, los sacerdotes, los grupos de poder económico, tienen mucho poder sobre las circunstancias de la vida de los individuos, pero el médico tiene el poder de curar, que va a influir y va a cambiar el destino de la vida misma. Va a tratar con personas que están en situación de minusvalía física y psicológica, además de estar afectados por la preocupación que supone la causa de sus dolencias. En estas condiciones, acuden a pedir ayuda, con una entrega que a veces es total en el caso de las intervenciones quirúrgicas con anestesia, en la que entregan incluso su consciencia. Este encadenamiento de actitudes, es suficiente para que el médico esté sintiendo diariamente su propio poder que, en muchas ocasiones, si no existe reflexión y autocrítica, pasa a formar parte de su forma habitual de ir por la vida.
La función del médico es luchar contra la enfermedad para intentar curarla si es posible, y si no, al menos aliviar los sufrimientos que produce. Se dice que casi nunca podemos curar, pero que en general podemos y debemos aliviar. A la larga, el médico siempre se encuentra con el fracaso irremediable en su lucha contra la enfermedad. Los éxitos que consigue siempre son parciales y temporales, pues tarde o temprano ese enfermo va a morir. Por eso, en esta profesión tenemos que estar acostumbrados, y en general lo estamos, a coexistir con el fracaso terapéutico y desde luego con la muerte.
Esto marca nuestra manera de ser de forma notable. Habitualmente, sobre todo en el comienzo de nuestro ejercicio, tenemos tentaciones de sentirnos omnipotentes por las decisiones que debemos tomar, por el sustrato con el que trabajamos: la salud y la vida de las personas. Conforme pasan los años, siempre partiendo de personas medianamente equilibradas, esta actitud va dando paso a otra en que somos conscientes no solo de lo que sabemos, sino de lo mucho que ignoramos. Debemos asumir que con el enfermo que más vamos a convivir, es con el que más sufre, aquel al que no podemos curar, el que de alguna forma nos enfrenta a nuestras propias limitaciones y a nuestro propio fracaso y, en definitiva, con la muerte.
Esta sensación de fracaso si no se tienen las ideas claras, lleva con demasiada frecuencia, a utilizar medios extraordinarios con pacientes cuyo pronóstico es infausto, en los que lo único que vamos a conseguir con esta actitud es alargar la vida durante un tiempo, pero en malas condiciones. Hay que saber cuándo decir basta. Hay que dejar llegar la muerte en su momento, tomando una actitud pasiva y centrando los esfuerzos en aliviar el sufrimiento, sin recurrir a opciones terapéuticas agresivas o sofisticadas con el único fin de intentar alargar una vida en malas condiciones, que se apaga irremediablemente. Tal vez, los médicos tenemos esa tendencia porque la muerte nos enfrenta con nuestro propio fracaso, y esa angustia, es la que nos lleva a seguir intentando alargar la vida.
Esta profesión marca para tener los rasgos de carácter negativos que antes he mencionado, pero también, como pocas, permite tener una visión del ser humano muy especial. La persona que sufre, que está enferma, se despoja de las actitudes y planteamientos superficiales de la vida ordinaria. En esa situación, la escala de valores cambia a otra más real, en la que la vida y la salud propia o de los seres queridos es lo más importante, realizándose en estas circunstancias replanteamientos de vida con unos objetivos más altruistas y de índole espiritual. El que por la enfermedad ha visto de cerca la muerte, suele cambiar su escala de valores por otros que se consideran más sólidos de cara a conseguir la felicidad. Los que son creyentes de cara a una existencia después de la muerte, los que no lo son, para sentir su vida más llena. Esta relación es para el médico una oportunidad singular de enriquecer su visión del mundo y del ser humano, y una ayuda inestimable, para conseguir su maduración personal. Los médicos solemos empezar nuestra actividad profesional con prepotencia, coincidiendo además con la etapa que menos conocimientos y menos experiencia tenemos, y la terminamos con madurez, conscientes de nuestras grandes limitaciones, coincidiendo con la época en que tenemos más experiencia y probablemente más capacidad. La formación humana, la fuerza de carácter para tomar decisiones y para convivir con la enfermedad, son rasgos necesarios para ejercer esta profesión, además de una indispensable y buena formación técnica.
La preparación de los médicos españoles desde la instauración de la formación MIR en los años 70 del siglo pasado, es excelente. De hecho, nada tiene que envidiar a los de ningún país del mundo. 

De mi libro "Comprender al enfermo". Edt. SalTrrae.
pacientes

lunes, 22 de octubre de 2018

MUJERES Y HOMBRES BUENOS"


MUJERES Y HOMBRES BUENOS

Pienso, que las mujeres y hombre "buenos", independiente del partido al que pertenezcan, todos perseguirán, si no lo mismo, al menos: justicia, distribución justa de la riqueza, valorar el esfuerzo, igualdad de oportunidades, asegurar a todos sanidad y una subsistencia digna... También creo, que estas mujeres y hombres buenos, con sus discrepancias ideológicas, serán capaces de entenderse y llegar a acuerdos adaptándose al momento que se vive, persiguiendo el bien común.
Es preciso que además de buenos sean "capaces". Es más peligrosa una persona tonta y engreída en un puesto de responsabilidad, que una persona mala.
En la vida política, no solo en este momento, también en los anteriores, hay mucho incapaz, y sobre todo mucho personaje aspirando a tener poder, pero no como servicio, sino como finalidad para llenar su ego y su ambición. Hay estudios que lo avalan. Vuelvo a aconsejar la lectura del libro "Cerebro y poder" de Adolf Tobeña" catedrático de psicología y psiquiatría de la universidad de Barcelona.
En la estrategia es donde se tuercen, donde se desvían por motivos espurios, corrupción, personalismos, etc.
La transición fue un momento clave, en que todos se pusieron de acuerdo, independientemente de ideologías. Se trataba de un momento histórico, en el que todos tuvieron grandeza de miras y responsabilidad. Se trataba de cambiar el sistema sin lucha, sin derramamiento de sangre. Al poder, después, se llegaría con elecciones limpias; el resto en la oposición, y todos tratando de gobernar y mejorar el país.
Ahora se lucha por el poder puro y duro, y en casos, exclusivamente personal, desnudo de ideales y convicciones nobles.
Ángel Cornago Sánchez
Fotografía. Córdoba. Palacio de VianaTRANSICIÓN

viernes, 12 de octubre de 2018

BREVE REFLEXIÓN SOBRE CONOCIMIENTO Y FELICIDAD



Cuando me refiero a intelectualización, aludo al cultivo de la mente, pero fuera del aprendizaje obligatorio de la escuela o de la universidad; fuera de los conocimientos meramente técnicos de las profesiones, que pueden establecer las bases, si no de la búsqueda individual de nuevas respuestas, de progresar en lo ya aprendido y experimentado, basado en una cultura humanista. También, como ciudadano comprometido y responsable, rastreando respuestas a los problemas del entorno social, a preguntas existenciales.
Puede ser la búsqueda del investigador; del artista; del profesional vocacional; del ciudadano que cultiva las artes, la técnica, las ciencias o, incluso, una afición, pero no como mero entretenimiento, sino como disfrute en busca de nuevos registros, con sosiego. «El artista ha sido siempre inquieto y apasionado, pero paciente. La paciencia es, como la valentía, una actitud indispensable para la actividad creadora».[1]
No es preciso que sean descubrimientos nuevos ni importantes para la sociedad, basta que lo sean para cada cual, y que con eso el individuo se sienta satisfecho.
Si busca el reconocimiento del entorno, el tema tiene otros matices. A veces podrá ser, pero otras no. Lo mejor es que no esté sujeto a esta circunstancia; aunque, en determinadas actividades, por ejemplo en las artes, se precisa el mensaje de retorno. La felicidad que produce es de alto rango.  No se trata de llegar a una meta, sino el cultivo en sí. Produce etapas muy frecuentes de lo que Seligman llama fluidez, es decir, de estados de conciencia en que no se es consciente de que el tiempo transcurre.
La meditación desde la espiritualidad, o desde la religión, es otro camino para conseguirlo. Lo hacen el budismo, el cristianismo, los yoguis, y cualquier persona en busca de su individualidad.
El registro está fuera de los conocimientos técnicos. Se puede ser titulado en una carrera universitaria, y ser un buen técnico, pero ser analfabeto funcional en temas que atañen a las relaciones humanas o al humanismo en general. (humanismoespiritualidad)



[1] MARINA, J. A., Ética para náufragos, Anagrama, 1995, p.182 


Ángel Cornago Sánchez.
De mi libro "Salud y felicidad" Edt. SalTerrae.
Fofografía. Ángel Cornago.


jueves, 4 de octubre de 2018

VIDA, INCERTIDUMBRE Y CREENCIAS


VIDA, INCERTIDUMBRE, CREENCIAS


Vivir es complicado. Nuestra existencia se compone de momentos felices, de rutina, y también de momentos de preocupaciones, angustias, miedos, sufrimiento. Esos momentos negativos suelen ser consecuencia de incertidumbres, ya sea por preocupaciones de salud nuestra o de nuestros seres queridos, del porvenir, de seguridad, de necesidades económicas, de carencias, de afectos, sociales, etc. Yo diría que la vida está compuesta fundamentalmente de rutina, sin darle a la palabra un sentido necesariamente peyorativo, pues puede ser una rutina llevadera, a veces agradable, aunque también puede ser tediosa.

Hasta hace menos de cien años, la incertidumbre era mayor, sobre todo en el caso de la salud, pues enfermedades que hoy se curan con facilidad, llevaban a la muerte a numerosos niños con sufrimiento terrible para sus padres, y, enfermedades hoy banales, como una apendicitis o una neumonía y muchas más, amenazaban la vida y provocaban la muerte a muchos ciudadanos. Por tanto, se convivía con la “incertidumbre”.religiones
Hoy en día con los logros de la medicina, en muchos lugares del mundo la esperanza de vida ha aumentado exponencialmente; los adelantos técnicos dan una imagen de que podemos controlar casi todo.
No es cierto; sigue existiendo la enfermedad y la muerte, los reveses de fortuna, las carencias materiales, las preocupaciones familiares, los problemas afectivos, y en no pocos lugares el hambre, la miseria, incluso la inseguridad.
Para esos momentos negativos, frecuentes en todas las vidas en algún momento y, a veces, en muchos momentos, cumplen un papel importante las creencias. Para afrontar tanta inseguridad, tanta desgracia, tanto miedo al futuro, el ser humano, desde que está en la tierra, en todas las culturas, en todas las razas, en todos los pueblos, ha adorado a sus divinidades, intentando que estas le protegieran, cambiaran su suerte, y buscando consuelo ante las adversidades. Es un mecanismo psicológico positivo que ha servido y sigue sirviendo, sin entrar a afirmar o negar si hay vida después de la muerte.
Pienso que todas las religiones, descalificando por aberrantes los fundamentalismos que han existido y existen, han jugado y juegan un papel de consuelo, para ese proceso tan duro y complicado a veces que es vivir. También, suelen defender códigos éticos (no digo dogmas ni creencias concretas), que si se cumplen, hacen la convivencia más justa y llevadera. Las religiones durante la historia, se han utilizado de forma perversa como instrumento de poder, para dominar a la población. En este caso no se diferencia en nada del poder político teóricamente justo, con frecuencia ocupado por tahúres e incluso desalmados.
Cualquier religión, o creencia merece respeto siempre que se ciña al ámbito individual del ser humano. Los estados deben ser laicos y respetar las creencias de cada cual.
Ángel Cornago Sánchez