CULTURA ES LIBERTAD
Cultura, es muchas cosas. Es, el análisis de todo lo que forma parte del
ser humano, de su historia, de su creatividad, de su relación con el entorno,
de sus comportamientos, también de la ciencia, etc. Pero hoy aquí, me quiero referir
a la “cultura con mayúsculas”, a la cultura próxima, no a la universal, sino a
la que está adherida a nuestra piel, a nuestro tuétano, a lo que nos moviliza,
a la que nos provoca como ciudadanos, la que nos hace preguntar y preguntarnos
cada día por nuestra existencia y por nuestro papel en los decorados donde nos
desenvolvemos.
Cultura, en este caso, no es conocimientos, que también; es algo mucho
más creativo y para cada cual diferente, en lo que podemos coincidir o
discrepar civilizadamente o no. Es una cadena de razonamientos subjetivos, de
los que extraemos conclusiones nuevas de bases a las que habíamos llegado por
el método del esfuerzo y la reflexión. Es, subjetividad, desde el sentimiento
de todo lo que nos envuelve Es una búsqueda permanente y meditada, honrada
intelectualmente, sin intereses espurios.
Cultura pervertida o anticultura, suele ser la oficial, la subvencionada,
la interesada en mandar mensajes ya cocinados, la que emana de los voceros que
siempre están al lado de los que mandan; la baboseada con los gerifaltes de
turno, la que se cubre las espaldas por: “un por si acaso la tortilla cambia”, “la
plana”, la del “todo er mundo es güeno”; “ni blanco, ni negro sino todo lo
contrario”; “ni carne ni pescado”, etc.
Es una cultura perversa porque no aporta nada al desarrollo, solo las
dosis justas paniaguadas y formales; el buenismo interesado dado para el
consumo por el poder correspondiente. Es perniciosa para la sociedad porque es
una rémora, un obstáculo premeditado, barrera para el desarrollo de otras
formas y de otras opiniones.
Es la cultura oficial que no muere ni desfallece, con otros
protagonistas, con los mismos cómplices, que mutan y se transforman dependiendo
de quien manda. Son las más dañinas porque impiden el paso a otra gente, a otras
ideas, a otras opiniones más frescas y, presumiblemente, más honradas aunque
divergentes. Porque el progreso, no hay ninguna duda, nace de divergir con lo
establecido, aunque luego precise de sucesivos reajustes. Aunque, no todo lo que discrepa es progreso; también hay basura.
La cultura debe ser libre, no encorsetada ni controlada, creativa. Es lo
que permite el desarrollo y, al ser humano, crecer y volar. Los
pseudointelectuales, mercenarios de poderes sucesivos: incombustibles.
Ángel Cornago Sánchez.
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