martes, 23 de abril de 2019

NECESIDAD DE RECONOCIMIENTO


El "reconocimiento" por parte de los demás, nos provoca sensaciones positivas, además de estables si es continuado. Suele ser acumulativo, enormemente importante para la individualización y la autoestima, y un acicate para llevar a cabo el proyecto de vida personal. De alguna forma, somos sociales porque precisamos de los demás, y un aspecto que precisamos, aparte de otros, es el reconocimiento como ser individual, singular, aceptado y, si es posible, reconocido y querido. El reconocimiento puede ser negativo, lo que no podemos soportar es ser transparentes.
Debemos diferenciar reconocimiento, de dependencia. Precisamos que nos reconozcan como «lo que somos», y ese «somos» lo hemos trabajado y establecido individualmente; es por lo que los demás nos reconocen y valoran. No tiene por qué ajustarse a las pautas dominantes, antes bien, cuanto menos gregarios y más diferenciados seamos, es decir, menos dependientes de lo establecido, más reconocida será nuestra individualidad, para bien y para mal. El reconocimiento, pues, no es dependencia. Otro aspecto es que nos guste ser apreciados, valorados, y que, de alguna forma lo busquemos.
Precisamos el reconocimiento de los otros. Lo precisamos para enfrentarlo a nuestra individualidad. Toda coexistencia es un reconocimiento. Precisamos de los demás para saber que «somos».
Efectivamente, el individualismo teóricamente puro es falso y, además de imposible; negativo para ser feliz.
Precisamos no ser invisibles para los demás, aunque en muchas ocasiones les seamos indiferentes y no les inspiremos ninguna reacción. Pero para eso, antes, nos han dirigido una mirada de valoración y no hemos atraído su atención: Nos ignoran. Eso también es reconocimiento, aunque si es repetitivo es negativo. Es la indiferencia, pasar como si no estuviéramos.
Todorov escribe sobre el reconocimiento, que divide en reconocimiento de conformidad y de distinción: «o bien quiero ser percibido semejante a los otros, o diferente, distinto, peculiar».[1] El de conformidad obtiene su reconocimiento del hecho de conformarse lo más escrupulosamente posible con los usos y normas que considera apropiados para todos los miembros del grupo; el individuo «se siente reconocido y aceptado». El reconocimiento de distinción es un reconocimiento especial, positivo, «por encima de los demás».
No cabe duda de que para la felicidad es una garantía el reconocimiento de conformidad, porque es estable. El de distinción puede desaparecer y, esencialmente, suele ser temporal. El que nos va a llevar a reconocernos en los demás es el de conformidad. Para obtenerlo «no necesito continuamente la mirada de los otros, ya la tengo interiorizada; no aspiro a ser excepcional, sino normal».
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Ángel Cornago Sánchez
De mi libro "Salud y felicidad". Edt. SalTerrae.



[1] TODOROV, Tzvetan, La vida en común, Taurus, 1995