GLOBALIZACIÓN
Vivimos en un mundo globalizado. Fundamentalmente debido a
los medios de comunicación, hoy tenemos acceso a la información de forma casi
inmediata, de todo el mundo. Podemos conocer la forma de vestir, de trabajar,
los gustos, los sucesos, de casi todos los países. Además, viajar y conocerlos
in situ, hoy está al alcance de mucha gente, algo prohibitivo hace unos
lustros. Todo ello hace que cada vez seamos menos diferentes. Es un proceso.
La globalización es positiva para compartir avances
científicos, cultura, pareceres, filosofías, arte, para viajar, para aprender,
pero manteniendo la individualidad y la idiosincrasia de los grupos nacionales.
Es negativa por lo que se desprende de la situación: los
consumos son muy similares, lo que permite que los grandes fabricantes, puedan
multiplicar su producción y en consecuencia sus ganancias. Permite influir de
forma muy poderosa en los estados de opinión, en las ideologías y, en el manejo
político, por parte de poderes supranacionales, interesados en implantar
ideologías detrás de las cuales hay motivos económicos y de dominio. Las
elecciones son manipuladas por poderes supranacionales.
El manejo de los ciudadanos en consumos, ideologías,
opiniones se ha globalizado, y los grandes grupos de poder son más poderosos, y
los ciudadanos menos libres.
La globalización va anulando la diversidad, la
individualidad, la tribu, las peculiaridades regionales, nacionales, las
referencias personales arraigadas. “Ser individual” en este mundo globalizado,
es cada vez más difícil. Tendemos a
imitar, sobre todo a los países más influyentes. Identificamos progreso
con vivir de determinada manera, generalmente frívola y basada en la
superficialidad y el consumo, que no nos ayuda a ser más felices. Siempre lo
han intentado, hoy existen medios para lograrlo mucho más sibilinamente.
Es el provenir. Los nacionalismos pueden ser una reacción
ante la globalización, aunque, enseguida son contaminados; pero ese es tema de
otro artículo.
Ángel Cornago Sánchez