viernes, 21 de febrero de 2020

DUDAR


DUDAR

El no ser manada, supone coexistir con la “duda”. La duda es el alimento del espíritu. En muchas personas produce vértigo. Se sienten mejor en la certidumbre, en las certidumbres que jalonan toda su vida. Pero esta actitud conduce al estancamiento, al no progreso, a la no rectificación o adecuamiento que todo tránsito y evolución precisa.
El vivir, el devenir de la sociedad, de las ideas, es dinámico. Este dinamismo, generalmente, está impulsado por poderes, por intereses, para dárnoslo servido, ya digerido, para que solo tengamos que aceptarlo. Incluso adornado y emperifollado para que lo aceptemos mejor. Pero claro, es una evolución dirigida.
Es labor de todos y, sobre todo de intelectuales honrados y de buena fe, hacer partícipe a los ciudadanos de sus reflexiones, debatiendo entre todos. Es muy importante vivir en la reflexión. La duda permite el pensamiento crítico, pero para eso hace falta tiempo y sosiego; no crispación; también estar informado, y, honradez intelectual. Es el camino para el verdadero progreso.
En el ámbito personal es importante soportar la duda. Produce cierto vértigo. Nos encontramos mejor en la certidumbre, más seguros, más cómodos. La duda, y, discrepar, supone un acto incómodo, casi violento para los que nos rodean. El entorno se encuentra mejor en la certidumbre, en lo gregario; si das la razón al líder, o al que manda, e incluso al interlocutor con el que estás conversando, siempre te va mejor.
A veces el no ser manada produce dudas existenciales si te acostumbras a poner en tela de juicio opiniones que, en los círculos en que te desenvuelves, son las aceptadas. Si con frecuencia pones en duda las aseveraciones de los popes del grupo, te sientes un bicho raro, e incluso dudas de si eres un honrado librepensador, o un dinamitador que le quieres ahogar la fiesta al protagonista. Es un buen acto de introspección para la propia salud mental.
Pero, después de estas salvedades, confirmo mi opinión de que dudar es estar vivo intelectualmente, y es fundamental para el desarrollo honrado, personal y del grupo.
Ángel Cornado Sánchez


viernes, 14 de febrero de 2020

NACIONALISMOS


NACIONALISMOS

Los nacionalismos tienen aspectos positivos, que pueden ser asumidos con gusto por la población, el principal, el no verse engullidos por la globalización en la que todos estamos inmersos, en cuanto a consumos, ideas políticas y manejo.
Estamos manipulados por diversos suprapoderes económicos e ideológicos. Los medios de comunicación, principal fuente de información, son propiedad de dichos poderes. Intentan hacer adeptos con programas frívolos, para después lanzarnos los mensajes que les interesa. No les interesa personas con criterio, quieren analfabetos funcionales para manejarnos mejor. No es nada nuevo, el poder siempre ha utilizado métodos para tener sometida a la población. Los señores feudales y las dictaduras de izquierdas y de derechas utilizaban la fuerza. Esta forma de dominio, es más sibilina. Estamos, en una democracia maniatada.
Teóricamente, el nacionalismo sería refugio y defensa contra estos males. La identidad nacional, la tribu, en contraposición a la globalización que tiende a convertirnos en manada, es sugerente. El nacionalismo pondera conservar costumbres, folklore, cultura, valores, en definitiva, conservar las raíces y, en teoría, vivir una vida más humana.
No hay que olvidar que la globalización también es progreso. Gracias a ella los saberes se han universalizado, la cultura, los avances científicos. Algo a lo que no se puede renunciar.
Pero, un nacionalismo así, es soñar. Sería un estado ideal, pero difícilmente se puede llevar a la práctica. Los “tiburones”, se encargarían de conseguir poder para manipular a la tribu. Los dictadores de izquierdas y de derechas intentarían, de forma sibilina o a la fuerza manejarnos. Los idealistas, casi siempre se quedan por el camino en la lucha por el poder. Los que llegan no son los mejores. Suelen ser los más avariciosos, crueles, los de menos escrúpulos, a veces incluso psicópatas. Hay estudios suficientes que lo avalan. Hay excepciones.
El nacionalismo sería remedio ante la globalización, regidos por sistemas fundados en valores y, realmente democráticos, asumiendo los avances de la globalización. Este es un ideal tal vez imposible de alcanzar. Abundaré sobre el tema.
Fotografía, Motilla de Daimiel
Ángel Cornago Sánchez