DUDAR
El no ser manada, supone coexistir con la “duda”. La duda es
el alimento del espíritu. En muchas personas produce vértigo. Se sienten mejor
en la certidumbre, en las certidumbres que jalonan toda su vida. Pero esta
actitud conduce al estancamiento, al no progreso, a la no rectificación o
adecuamiento que todo tránsito y evolución precisa.
El vivir, el devenir de la sociedad, de las ideas, es
dinámico. Este dinamismo, generalmente, está impulsado por poderes, por
intereses, para dárnoslo servido, ya digerido, para que solo tengamos que
aceptarlo. Incluso adornado y emperifollado para que lo aceptemos mejor. Pero
claro, es una evolución dirigida.
Es labor de todos y, sobre todo de intelectuales honrados y
de buena fe, hacer partícipe a los ciudadanos de sus reflexiones, debatiendo
entre todos. Es muy importante vivir en la reflexión. La duda permite el
pensamiento crítico, pero para eso hace falta tiempo y sosiego; no crispación;
también estar informado, y, honradez intelectual. Es el camino para el
verdadero progreso.
En el ámbito personal es importante soportar la duda. Produce
cierto vértigo. Nos encontramos mejor en la certidumbre, más seguros, más
cómodos. La duda, y, discrepar, supone un acto incómodo, casi violento para los
que nos rodean. El entorno se encuentra mejor en la certidumbre, en lo
gregario; si das la razón al líder, o al que manda, e incluso al interlocutor
con el que estás conversando, siempre te va mejor.
A veces el no ser manada produce dudas existenciales si te
acostumbras a poner en tela de juicio opiniones que, en los círculos en que te
desenvuelves, son las aceptadas. Si con frecuencia pones en duda las
aseveraciones de los popes del grupo, te sientes un bicho raro, e incluso dudas
de si eres un honrado librepensador, o un dinamitador que le quieres ahogar la
fiesta al protagonista. Es un buen acto de introspección para la propia salud
mental.
Pero, después de estas salvedades, confirmo mi opinión de que
dudar es estar vivo intelectualmente, y es fundamental para el desarrollo
honrado, personal y del grupo.
Ángel Cornado Sánchez