VIVIR CON EL COVID
La pandemia del covid según todos los
indicios, va a durar bastantes meses. El encierro no es la solución, porque el
tejido productivo se destruiría y la economía quedaría lastrada tal vez para
mucho tiempo, además de provocar mucha miseria. Hay que abrir la sociedad. Hay
que recurrir a la responsabilidad de los ciudadanos. No debemos ser tratados
como niños y fiarlo fundamentalmente a la represión. Los ciudadanos, por
nuestra parte, debemos tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos. Es
la forma de más garantía, la más madura, la más respetuosa, la más democrática.
Es un tema que nos atañe a todos y todos debemos implicarnos.
No queda otra solución que convivir con
el covid, ahora ya con la expansión atenuada, pero para eso hay que insistir
hasta la saciedad en métodos rigurosos de protección individual y colectiva. La
protección individual es responsabilidad personal: las mascarillas, el lavado
de manos, la distancia, evitar reuniones, seguir las normas de los expertos,
etc.
Las mascarillas: imprescindibles en
actividades compartidas. No basta la distancia. Respirando normal el virus
puede llegar a dos metros, pero tosiendo, haciendo deporte, puede llegar mucho
más. Las mascarillas deben ser “homologadas”. Muchos sanitarios se han
contagiado por material de protección inadecuado.
Las medidas colectivas: evitar reuniones
tan irresponsables como las que se están viendo los primeros días de asueto.
En las empresas, los Servicios de Seguridad
e Higiene junto con los Servicios Médicos, deben plantear las normas
necesarias, si es preciso con asesores oficiales, pero son los que conocen cada
empresa. Dictar solo normas generales no vale, porque hay muchas situaciones
particulares que conocen los técnicos de cada centro de trabajo. Es negativo no
delegar, tanto en las empresas como en las Comunidades Autónomas. Por supuesto
controlando. Hay muchos matices que desde el vértice de la pirámide del poder
no se pueden conocer.
Por supuesto, exigir a los políticos
competencia acudiendo a los asesores más capacitados, que en este país hay
muchos y muy buenos. Es una negligencia no recurrir a los mejores en
favor de camarillas. Hay que buscar la excelencia en la gestión, porque de las
consecuencias de no hacerlo depende el que haya más o menos muertos y graves
problemas económicos y sociales.
Delegar y compartir es la forma más
inteligente y eficaz de ejercer el poder en temas tan importantes y de
consecuencias tan nefastas como los actuales.
Fotografía: Santander
Ángel Cornago Sánchez
http://angelcornago.es/