domingo, 23 de agosto de 2020

EVOLUCIÓN PERSONAL

 

EVOLUCIÓN PERSONAL

 

La evolución personal no acaba nunca. Nuestras primeras verdades de creencias y comportamientos, provienen de la educación, tanto en la familia como en las escuelas y colegios. Estás verdades, -no me refiero a conocimientos técnicos-, tienen una fuerza inusitada, porque se imbuyen en una edad muy temprana y están basadas, en el caso de la familia, en la confianza y en una mezcla de cariño y autoridad. Las de las escuelas y colegios, también tienen mucha fuerza, aunque en este caso dependerá mucho de la credibilidad y valoración de la persona que las imparte. A partir de la adolescencia puede aparecer ya el sentido crítico con todo lo imbuido.

Con los años, la evolución saludable es que vayamos poniendo en tela de juicio las enseñanzas en valores y verdades adquiridas pasivamente. En ocasiones no es fácil porque están grabadas y aderezadas con cariño, autoridad, a veces culpa y, frecuentemente, la necesidad por seguridad de asirse a postulados, aunque no estén madurados y asumidos.

 Después, vamos conformando la propia urdimbre de verdades importantes espigadas en los combates de la evolución social, en las lecturas, en las reflexiones, en la experiencia. Nos vamos quedando con el poso y siempre debemos tener en cuenta a la hora de tomar posturas, “siempre”, el ambiente social, porque, no todo vale ni en todos los momentos. El ambiente social dominante creado por los diversos poderes interesados, va a pretender unificarnos, más en este momento histórico que vivimos en el que la comunicación está en manos de grupos de interesados en manejarnos. No les interesa que seamos librepensadores.

En este mundo actual tan complicado, con intereses espurios de grupos económicos supranacionales tan importantes, con miras exclusivamente de rentabilidad, o de poder político para el manejo social, con una desidia moral alarmante, los ciudadanos de a pie somos meros peones cuando tenemos que votar, mediatizados y utilizados con técnicas de marketing, incluso con sucesos provocados, para manejarnos en el voto según sus intereses.

Intentan que seamos ciudadanos amorales, y como mínimo frívolos, con pseudovalores que ellos proponen con sus medios de comunicación; que seamos ciudadanos acríticos, adormilados por el fútbol, por “Sálvame”, con las apuestas, con las drogas, etc. y con temas parecidos, para que el manejo sea más fácil.

Muy importante no dejarnos llevar, y tener sentido crítico, cada cual con sus valores.


Ángel Cornago Sánchez

 

 

lunes, 10 de agosto de 2020

LA MODA DE LOS MINDUNGUIS

 

LA MODA DE LOS MINDUNGUIS

 

Hace tiempo, leí el calificativo que dedicaba una persona, un tanto “guay”, soberbia y petulante, se supone que culta e instruida, a intelectuales no conocidos, o a personas que cultivan y trabajan el pensamiento, aunque no están en los podios de la fama. Los etiquetaba de “mindunguis”, en general, para denostar sus opiniones. Mindungui, quiere decir “don nadie”, persona sin importancia, sin influencia.

Por supuesto, no estoy de acuerdo. Creo que casi nadie es “mindungui”, excepto los faroleros, los frívolos, los petulantes, que piensan que por su posición o por su título tiene ganada la acreditación de sus opiniones. También, somos testigos con frecuencia, de ídolos de cartón piedra, de papel couché, de tertulianos de muy dudoso nivel, de deportistas, etc., que se permiten, fundamentalmente en las televisiones, opinar sobre los más diversos temas, desde los púlpitos que le proporcionan los medios de comunicación, en un enfoque generalmente frívolo y decadente. Estos medios de comunicación promocionan en sus televisiones este tipo de tertulias y personajes que, poco pueden aportar a la sociedad, antes, al contrario, decadencia disfrazada de entretenimiento.

En mi ya larga vida, he escuchado opiniones agudas, certeras y análisis inteligentes de situaciones, a personas apenas sin formación, y he sido testigo de opiniones vacuas a personas con títulos académicos.

Por otra parte, todas las personas podemos opinar, tenemos derecho a ello, pero el respeto en el sentido de acreditación, de las opiniones de cada cual hay que ganárselo, no depende de los títulos. De hecho, estamos siendo testigos desde hace años y también en el momento histórico en que vivimos, de personas de nivel intelectual y moral muy bajo ostentando puestos de responsabilidad, que piensan que están ahí para sacarnos de la ignorancia y regir nuestros destinos.             Creo que nunca ha habido tanto “mindungui” en este país ostentando puestos de responsabilidad. Y lo grave es que, no se saben ignorantes y se creen con derecho a dirigir nuestras vidas, simplemente por el puesto que ocupan. Suelen tener un tufo totalitario, escasitos en valores, y escasitos de inteligencia. Para mí, estos son los verdaderos “mindunguis” que tenemos que soportar.

 

Ángel Cornago Sánchez