UTILITARISMO
En el extremo opuesto
a los idealistas, están los que guían su vida exclusivamente por el principio
de utilidad. Es el principio que persigue el propio beneficio, para lo cual, si
se emplea en su máxima expresión, quiere decir que, prácticamente el resto de las
motivaciones no existen. Se pasa por encima de valores, afectos, derechos, etc.
El principal obstáculo que tienen los que así proceden, es que, en ocasiones,
dicho proceder tiene sus consecuencias, a veces legales, a veces de pérdida de
credibilidad en las relaciones personales, comerciales, sociales. Los más
astutos miden dichas consecuencias, antes de seguir el principio de utilidad.
Son los utilitaristas inteligentes, que son capaces de valorar sus actos, y,
también es utilidad, esquivar lo que les va a ocasionar más problemas que
beneficios, aunque en un primer momento brille lo positivo como un cebo perverso.
Son personas que
aportan poco a la sociedad en la que se desenvuelven. Suelen ser malos amigos,
malos compañeros de trabajo, de cualquier fin que se proponga en grupo, aunque
con frecuencia lo disimulan. Intentaran copar los puestos que les interesa, traicionando
a los demás, utilizando métodos poco edificantes si así lo precisan para sus
fines. Suelen ser astutos, o al menos lo pretenden. Son frecuentes en los
líderes políticos, en empresas grandes y pequeñas, y en cualquier órgano de
poder. En la vida política son muy frecuentes como demuestran diversos estudios
que refieren que en el poder y alrededor de los diversos poderes, hay
auténticos psicópatas, con el agravante de que disfrazan de ideales y de bien
para la comunidad sus propios intereses. Son los tiburones que no se detienen
ante nada con su nadar pausado y calculador.
Sin embargo, el
utilitarista tiene algún área de sus valores en la que puede ser leal, como sus
afectos más cercanos, e incluso algún símbolo que tal vez objetivamente no sea
valorable, pero que convierten en fetiche.
El utilitarismo se
justifica, si es para conseguir fines basados en ideales para la mayoría, aunque
es un terreno resbaladizo porque hay que ponderar consecuencias negativas; no
todo vale. Es otro tema para analizar con más profundidad. Además, en estos
casos también hay no pocos protagonistas entre los políticos que identifican el
bien de la mayoría con sus propios intereses.
La historia es terca.
Ángel Cornago Sánchez
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