viernes, 30 de octubre de 2020

NUEVO ESTADO DE ALARMA

 

NUEVO ESTADO DE ALARMA

 


Vivimos momentos complicados. Por una parte, nos afecta una pandemia muy grave desde hace casi ocho meses, en la que han fallecido, probablemente, más de cincuenta mil compatriotas y que, no solo sigue activa, sino creciendo en una segunda ola que está de nuevo empezando a colapsar los servicios sanitarios, y sin signos de cuándo puede comenzar a decrecer y a desaparecer. Realmente nadie lo sabe.

Los ciudadanos estamos muy afectados, cada vez más, por el tipo de vida que llevamos desde hace meses por la situación. Hay personas que, en el primer confinamiento, el estar encerrados desencadenó o aceleró una demencia larvada, incluso algunas hubo que ingresarlas contrajeron el virus y murieron. Lo mismo, las personas de edad y las que padecen enfermedades crónicas, no pudieron hacer sus pequeños paseos diarios y el estar enclaustradas les ha afectado psicológicamente y físicamente, a algunas de forma severa. También por el duelo por los familiares que hemos perdido. Además, muchos están viendo mermados sus ingresos, y sus expectativas de futuro por la situación económica que se agrava por momentos.

Ante esta situación de tragedia nacional, echo en falta empatía con los ciudadanos por parte de nuestros gobernantes. Para ellos los muertos son números, no trasmiten pesadumbre ni dolor, hablan de números sin ser conscientes de que detrás hay personas, familias, y mucho sufrimiento, mucha tragedia. Sus puestas en escena, no son propias de personas que trasmiten empatía y comprensión.

Por último, se permiten declarar un nuevo “estado de alarma” durante seis meses más, sin tener datos objetivos para ello, cuando la población estamos sumidos en un clima de graves preocupaciones por la falta de expectativas de salud, económicas, y de calidad de vida. No digo que no vaya a durar ese tiempo la pandemia, pero, después de lo que llevamos pasado, es mucho más asumible ir renovando el estado de alarma si se precisa, cada mes, previa comparecencia de los máximos dirigentes, explicando al país de forma veraz la situación y las expectativas. Pienso que es una irresponsabilidad, una falta de respeto, y desde luego de empatía declarar el estado de alarma durante seis meses, sin tener datos seguros que lo justifiquen. En todo caso, los gobernantes en una democracia, tienen la obligación en situaciones de tragedia nacional como la actual, de comparecer periódicamente para explicarnos la situación y las medidas que se van tomando. La oposición tampoco está a la altura.

Poner encima de la mesa en este momento, la futura ley de eutanasia, cuando muchas personas han muerto por la propia pandemia y por una deficiente asistencia por falta de medios; cuando la mayoría de los que han fallecido son ancianos y enfermos crónicos, es, cuando menos inoportuna, y desde luego demuestra la frivolidad y falta de sensibilidad de las personas que nos gobiernan. Lo mismo que intentar colar de tapadillo, en estos momentos en que el interés y la preocupación general está en sobrevivir, otras leyes importantes.

Es un comportamiento, moralmente e incluso estéticamente, inaceptable de nuestros gobernantes.

Ángel Cornago Sánchez

 


viernes, 23 de octubre de 2020

LA POLÍTICA Y LOS APLAUDIDORES

 

LA POLÍTICA Y LOS APLAUDIDORES

 

Produce sonrojo la actuación de los líderes políticos y “su séquito”, cuando actúan ante las cámaras televisivas, ya sea en el Congreso o en entrevistas con la prensa.

Son escenas perfectamente planificadas, donde el gran líder, actúa, representa, explica una serie de mensajes que parecen ensayados en el espejo, con los gestos, la vestimenta y las faramallas que sus asesores consideran convenientes para vender bien su mercancía. El decorado de aplaudidores detrás de su amado líder, palmean con entusiasmo, muchas veces poco convincente y, otras, con aburrimiento mal disimulado. Hasta los tiempos en que prorrumpen en aplausos están preparados. A los que observamos la escena, al menos a mí, me producen vergüenza ajena. Pienso que tienen poca autoestima, o que la mayoría no saben o no quieren saber que solo están ahí para eso, para aplaudir: ¡Vaya destino!

Es en lo que ha caído la política, en representaciones vacuas, sin contenido, cuya finalidad es vendernos su mercancía sin explicarnos claramente la molla, a veces, obviando verdades y otras veces mintiéndonos descaradamente. Es pura estrategia faltándonos al respeto.

Los partidos y sobre todo sus líderes, tienen gran responsabilidad en la degradación de la vida política. Mienten, nos engañan, y cada vez lo hacen con más descaro e impunidad, para lo cual basan sus mensajes e incluso sus puestas en escena, fundamentalmente en estrategias, donde el coro de aplaudidores en el Congreso y en las presentaciones ante la prensa, son el decorado visual y sonoro habitual. Los del “coro” son simple manada, marionetas sin nada que aportar, solo ser el adorno del líder de turno para empezar a batir palmas a la orden prefijada; solo aplaudir y votar lo que les mandan.  Es el espectáculo degradante en que se ha convertido la política.


Ángel Cornago Sánchez

Fotografía: Zamora

 

 

 

 

 

viernes, 9 de octubre de 2020

DESLEIDO

 

DESLEIDO

 

A veces la visión de la realidad es desleída; no sé si desleída, desteñida, o más bien desenfocada. El estar demasiado orientado no es bueno. El ser cabal, correcto, seguir por el surco, con la manada y, además, voluntariamente, sin que te azoten, no tiene nada de saludable, es el último paso, ya no tienes solución, o al menos tienes mala solución.

            Solo te queda ser gregario, con ojos de mirada bovina, humilde, inocente, bueno. Más que inocente y bueno, idiota y resignado, aunque no sabes cuál va a ser tu suerte; no sabes nada, solo vives una vida tan superficial que, casi vuelas, pero en un vuelo ridículo, arrastrando las pezuñas por el suelo, y además, sonriendo con sonrisa de lelo. ¡Vaya papelón!

            No hay que desteñirse. Continuamente nos rocían con lejías para desteñirnos y que todos seamos uniformes, gregarios, que es lo que pretenden los poderes. Nunca hemos sido tan manipulados como en el momento histórico que vivimos. Vivimos en democracias manipuladas por los diversos y distintos poderes. Nos manejan para el consumo. También para ser dominados y ellos sentirse grandes mirándose en nosotros. Lo podemos asumir, pero siendo conscientes de que así es. No importa demasiado el partido político. Todos lo intentan.

            Los poderes políticos no durarían si no tuvieran detrás poderes económicos que los sustentan y los empujan según sus intereses disfrazándolos de ideologías.

            Su pedagogía se basa en la “estrategia”. Estrategia para intentar que seamos manada dócil con el poder político correspondiente. Para conseguirlo utilizan una sofisticada maquinaria social, en la que las figuras principales son los gurús, es decir, los expertos en la manipulación de los ciudadanos. No se trata de expertos para que entendamos mejor sus propuestas, sino todo lo contrario, expertos para ocultar sus verdaderas intenciones y vendernos lo que queremos oír, aunque no se parezca en nada a sus intenciones verdaderas.

            Por supuesto, para trasmitir esa estrategia es preciso contar con medios de comunicación “comprados”, literalmente, para extenderla adecuadamente y que los ciudadanos engullamos lo que pretenden. Se sienten tan impunes que no ocultan los óbolos a dichos medios de comunicación.

            Los ciudadanos, estamos cada vez más desleídos, más uniformes, más desteñidos, y, también “desleídos”, pero en la acepción de “poco leídos”, algo imprescindible para la fácil manipulación y para darnos gato por liebre. De hecho, desde la antigüedad, siempre, e incluso en el siglo pasado, los dictadores quemaban las bibliotecas, e incluso prohibían determinadas lecturas. No les interesan las personas formadas e informadas, con criterio propio.

            Luchar contra un rey feudal, contra una dictadura, era fácil en el sentido de reconocer al enemigo y motivarse en la lucha; se reconocía fácilmente al opresor, y era una motivación de justicia defender la libertad y la justicia. Actualmente los opresores van disfrazados, están rodeados de una guardia pretoriana, de acólitos cortitos pero miserables, y de una red de informadores que es muy difícil desbancar.

            Los ciudadanos, seguiremos siendo manada, con nuestra libertad secuestrada, viviendo del pan y del circo de nuestros tiempos, como “sálvame”, futbol, apuestas, porno duro… para no pensar demasiado y darle una emoción similar a las drogas duras, y poder sobrellevar nuestra vulgar cotidianidad.

 

Ángel Cornago Sánchez