miércoles, 30 de diciembre de 2020

UN LIBRO PARA LEER

 


Un libro para leer

El ser humano nace con una carga genética hereditaria que, con el tiempo y la maduración biológica, irá configurándose como su temperamento. Paralelamente, a lo largo de toda su vida y de manera preferencial en sus etapas iniciales, en sus interacciones con todo lo que le rodea (entorno físico, contacto con otras personas, cultura que le controla y le dirige, y otras muchas periferias) irá desarrollando un aprendizaje que conformará también otra parte de su personalidad, dotándole de lo que llamamos su carácter.

En esta doble vía de desarrollo y crecimiento, cada ser humano deviene a ser ella o él mismo, iniciando y continuando el núcleo de su realización: la posibilidad y la necesidad de lograr que lo que eran sus posibilidades o potencialidades innatas al nacer se conviertan en sus cualidades y sus recursos personales en el acontecer de su historia.

Para que este proceso de llegar a ser nosotros mismos y de podernos convertir en nosotros, en nuestra esencialidad, se ejecute, es muy importante que cada uno de nosotros tomemos una parte activa y orientadora en el despliegue de las facultades que poseemos. Así, nuestra vida no será un mero transcurso automático, dejándonos subsistir, sino un discurso dirigido y gobernado por nosotros. Somos todos, y debemos serlo, dueños y autores de nuestra vida. Sin este compromiso no existiría nuestra biografía y nuestra existencia carecería de sentido.

En el fondo, la mayoría de las personas aspiramos a tener un estado permanente de felicidad, de satisfacción con nuestro propio ser, y para ello debemos potenciar dos grandes disposiciones en nuestra espiritualidad: la alegría, apuesta deleitosa por la vida, y la esperanza, confianza de poder lograr lo que nos proponemos.

Desgraciadamente, a menudo resulta difícil alimentar con éxito nuestro propio proyecto vital. Se habla mucho, demasiado quizá, de la abundancia de posibles trastornos psiquiátricos como la ansiedad las depresiones y otros, y del alto consumo de “pastillas de nervios” (hasta casi un tercio de la población las toma), pero quizá no seamos totalmente conscientes del mayor problema existente en este contexto: la falta de salud mental. Abundan las personas cargadas de amargura, de desaliento, de vacío existencial, de soledad y de otras carencias anímicas y espirituales.

Son muchos los seres humanos que en su proceso de autocreación tienen que liberar batallas íntimas en torno a alguno de los ejes de su quehacer personal: sobre su autoestima, en torno a su fortaleza y energía, alrededor de sus vivencias de culpa o de sus sentimientos de culpabilidad,  acerca de su seguridad en sí mismo o de la confianza en sus propias capacidades, y en otras muchas dinámicas propias del proceso evolutivo individual.

Estas realidades expuestas son, a veces, difíciles de entender y de aplicar en el día a día de la existencia cotidiana, pero, afortunadamente, en muchas ocasiones nos topamos con circunstancias que nos ayudan a recapacitar sobre ellas y a descubrirlas en situaciones sencillas del proceder ordinario. Una de estas oportunidades es el libro “Encuentros en la Abadía”, publicado recientemente por el escritor tudelano Ángel Cornago Sánchez.  El autor, como es bien sabido, es un gran profesional médico, arraigado en el quehacer sanitario más profundo. Es un libro entretenido y didáctico que hasta ahora ha podido pasar desapercibido debido a la crisis de la pandemia, y que yo me atrevo a recomendar a todos los lectores prudentes e interesados en la antropología humana. Es un texto fácil y cómodo de leer, cargado de experiencia humana y de consejos sabios, muy correcto desde el punto de vista psicológico y psiquiátrico, que trasmite una visión profunda e intimista de la vida personal y que anima al cultivo de la espiritualidad laica, de la responsabilidad personal y de una actitud ética ante la vida. Un libro de ayuda personal novelado, divertido e intrigante a veces. Sin duda lo mejor es leerlo y saborearlo. Podrá ser un espejo en el que, algunas veces, lograremos vernos reflejados en algunas coyunturas del relato. Una forma de vivirlo para aprender y crecer.

 

                               VICENTE MADOZ

                               Psiquiatra. Director y fundador de la Fundación Argibide

 



viernes, 25 de diciembre de 2020

NAVIDAD 2020

 

NAVIDAD 2020

 

La Navidad de este año 2020, va a ser sombría por la grave pandemia que nos asola, que ha provocado cientos de miles de enfermos, decenas de miles de muertos, importantes estragos en la economía y, a toda la población, alteración grave de nuestra vida ordinaria, con encierro durante meses, limitación severa de las relaciones familiares, alteración de la vida social y lúdica, aparte de graves problemas económicos a muchas familias. Todo ello nos tiene traumados, adormecidos, con la atención puesta en los problemas referidos.

En este “clima”, en que deberíamos estar hermanados, los de siempre, los políticos, aprovechando la situación, están aprobando leyes de gran calado, ocasionando preocupación y desasosiego.

Pero todo pasará. Ya se ve la luz al final del túnel en forma de vacuna, que, si se cumplen las expectativas, en unos cuantos meses estaremos en camino de superar la pandemia e iniciando la recuperación de la vida ordinaria.

Mientras tanto, todos deberemos seguir siendo rigurosos y solidarios en la prevención de los contagios guardando estrictamente las normas. Nos jugamos el porvenir. 

Lo mejor que tiene este país son sus ciudadanos. Saldremos de esta situación con nuestro esfuerzo y sacrificio.

Feliz Navidad 2020. Que en la del 2021 el sol y brille para todos, y la podamos celebrar con normalidad junto a nuestros seres queridos.

Nuestra solidaridad con los familiares de los fallecidos.

 

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia.

 

viernes, 18 de diciembre de 2020

DEMOCRACIAS MANIPULADAS

 DEMOCRACIAS MANIPULADAS

 
Las palabras “demócrata”, “democracia”, “progreso”, “progresista”, son aceptadas por todos. Presuponen que los actos y decisiones de los gobernantes van a ser justos, asentados en las opiniones de los ciudadanos libremente expresadas, con la mirada puesta en un futuro de progreso asentado en estos principios.  Son la antítesis de las dictaduras, en las que las decisiones las toma el dictador que a su vez decide qué es lo mejor para la ciudadanía, y lo impone por la fuerza.

Vivir en una “democracia” es una afirmación aceptada por la mayoría. Tal es así que, incluso los partidos y líderes claramente totalitarios, utilizan la palabra “democracia”, “progresista”, como costumbre y sin ningún pudor, para revestirse de legitimidad, aunque su praxis, sea exactamente la contraria, hasta el punto que defienden sistemas totalitarios que intentan aplicar.

En su fuero interno, se sienten “redentores”, y se arrogan una supremacía moral que les justifica imponer de forma subrepticia, frecuentemente con mentiras, y si no es posible a veces con la fuerza, su particular religión política para instaurar un sistema teóricamente igualitario, en cuya cúspide, como clase dominante y privilegiada, están ellos y ellas, rodeados de su aparato represor. Constituyen la “casta” con privilegios similares a las “castas” de siempre. El resto es masa unificada, manada, a la que hay que aleccionar y controlar, para lo cual se rodean de estrategas de ingeniería social, se compran medios de comunicación fundamentalmente cadenas de televisión y redes sociales, para que sean la propaganda que inunde la los gobernados.

Detrás, suele haber importantes podres económicos en la sombra, que son otra “casta” superior, el motor que alimenta a los “actores”, mediocres pero sibilinos, desnudos de ideales, que están en primera fila.

Desde hace años, el mundo vive de forma cada vez más manifiesta, en democracias manipuladas. Las democracias se han ido degradando contaminadas por los poderes económicos que están detrás de los partidos. También, por el bajo perfil intelectual y moral de la mayoría de los políticos que nos está tocando vivir, muchos de los cuales no han trabajado nunca en otra actividad que no sea la política, y su ascenso se debe fundamentalmente a la sumisión a los poderes establecidos, más que a sus propios méritos. Por esta razón pululan en la vida pública una pléyade de personajes mediocres, que están rigiendo ayuntamientos, comunidades, incluso el país entero. El tema es muy grave. Son personajes de muy poca capacidad técnica y ética, tal vez astutos, cuyo fin es mantenerse en el poder, no con afán de servicio, sino para acomodarse y disfrutar de él.

Hoy, es más fácil defenderse de la fuerza de las dictaduras, en las que se tiene claro el enemigo a derrocar, que de las democracias manipuladas, fundadas en el engaño sistemático asentado en estrategias y medios de comunicación a su servicio para manipular. Muchos ciudadanos no son conscientes del engaño.

Ángel Cornago Sánchez

 


 

sábado, 12 de diciembre de 2020

MONARQUÍA HOY


 

MONARQUÍA HOY

 

La monarquía, no es un sistema de gobierno “conceptualmente” lógico. No es racional que una de las mayores figuras representativas de un país sea hereditaria, es decir, se trasmita de padres a hijos, y así de forma indefinida. Parece algo anacrónico. Además, los reyes y reinas, pueden ser competentes, como parece ser el hoy Felipe VI, rey de España, pero por el sistema, bien podrían ser lo contrario.

Dicho esto, nuestra monarquía, ni ninguna de las existentes en los distintos gobiernos de Europa, tienen las atribuciones que en siglos pasados tenían las monarquías. No tienen ningún poder decisorio que dependa de su exclusiva voluntad. Son como un icono que intenta dar realce al país y a las instituciones nacionales jugando un papel representativo, y a veces mediador entre el “poder” y los partidos. En dichos países, el verdadero poder lo ostentan los partidos representados en el Parlamento y en el Congreso. De hecho, está a al alcance de estas instituciones abolir la monarquía si se ponen de acuerdo.

Sin embargo, dicho papel moderador y mediador es interesante, incluso necesario en la batalla política entre los diversos partidos, con frecuencia crispada y de bajo nivel, no solo estético, sino incluso ético; de hecho, esta figura mediadora, la han adoptado varios países no monárquicos, como figura con similares atribuciones, pero laica e independiente.

 Un sistema de gobierno lógico, es una república con un presidente elegido por los diversos partidos. Pero una república no es sinónimo de izquierdas ni de derechas, en ella están representados todos, y así lo asumen, tanto los partidos de derechas como de izquierdas, con el compromiso de respetar las normas del debate político y de los resultados. Las reglas democráticas las deben respetar todos. No todo vale.

En este momento convulso de la política española, la figura que representa Felipe VI, considero que, de forma competente y honrada, no se debería tocar, y probablemente tampoco la de su hija si los partidos llegan a un acuerdo porque en su momento la consideren competente. El día que se decida cambiar, tal vez habrá que crear la figura que hoy representa el Rey: una persona que sea elegida entre personajes honrados e ilustres con una trayectoria imparcial impecable, para realizar ese papel mediador y moderador. Pero habrá que cuidar mucho porque habrá partidos que intentaran corromperla, para utilizarla en su propio beneficio; es el manejo sucio de la política que con frecuencia nos toca vivir en este país, y que esta figura podría evitar si se le respeta y se dota dicho papel de prestigio.

Termino como he comenzado. El “reinado” en un país democrático es conceptualmente ilógico y está llamado a desaparecer tarde o temprano. En este momento convulso y, probablemente, mientras quienes representan dicho papel moderador lo hagan de forma rigurosa, no se debe cambiar, sería añadir innecesariamente otro asunto de división y odio entre ciudadanos, aunque a algunos les interese la confrontación.

Copio unas palabras de Felipe IV que tienen mucho sentido:

“La independencia de la Corona, su neutralidad política y su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema político, facilitar el equilibrio con los demás órganos constitucionales y territoriales, favorecer el ordenado funcionamiento del Estado y ser cauce para la cohesión entre los españoles”.

(S.M. el Rey Don Felipe VI Madrid, 19.6.2014)

Mientras la monarquía cumpla estas funciones de forma exquisita sin dejarse manipular por unos ni por otros, estará dando un gran servicio al país. Y, desde luego, no son los mejores garantes del cambio los que hoy intentan derogarla, motivo añadido para no tocarla.

Ángel Cornago Sánchez

 Fografía: propia. Alcázar de Segovia.

 

 

sábado, 5 de diciembre de 2020

APUNTE SOBRE EL ARTE HOY


 

APUNTE SOBRE EL ARTE HOY

 

En teoría, el arte, tanto si lo contemplamos como si lo creamos en alguna de sus manifestaciones, nos eleva a un nivel mental fuera de la vida ordinaria y de la razón. Nos idealiza la vida cotidiana ungiéndola de sentimiento y de emoción. La contemplación y la creación de arte, nos eleva. En “ese momento” somos nobles, en una contemplación o creación desinteresada. Es lo mejor que hay en nosotros. Pero solo dura el tiempo de crear, de contemplación o de encantamiento si se consigue; después, se puede volver a ser vulgar, aunque a la larga, nos puede hacer mejores porque potencia aptitudes nobles.

El arte no sirve para nada en un mundo práctico. Sirve para elevarnos a estados de conciencia especiales. Eso es lo destacable.

¿Por qué el ser humano que ha evolucionado para sobrevivir y reproducirse, en un momento dado utiliza el lenguaje simbólico creando arte, en forma de pinturas, danza, música, palabras, relatos…? Probablemente para trascender de lo cotidiano.

El arte es algo subjetivo. Hay que mirarlo con ojos determinados para admirarlo. En sí, es solo materia que carece de cualquier utilidad. El salto de la utilidad al arte, se produce en el hombre primitivo cuando en un hueso de animal, utensilio con el que cortar o perforar, talla el mango; es cuando le adorna la empuñadora lejos de la utilidad, cuando comienza a hacer arte dejándose llevar por su imaginación, por la emoción, por su inspiración probablemente en la observación en la naturaleza, o en un hecho que ha vivido y le ha impresionado. Las escenas de caza pintadas con pigmentos en las paredes de las cuevas y las escenas familiares se crearon con intención de rememorar hechos, o afectos a personas o animales domésticos.

Hoy, el arte, que en esencia no sirve para nada práctico, en este mundo vertiginoso dominado por la tecnología y por el principio de utilidad, y decadente en valores, está desnaturalizado, incluso mucho del arte que se titula como tal, con un lenguaje en muchas ocasiones imposible de entender, se sitúa en vanguardias catapultadas por intereses. Por supuesto que hay corrientes artísticas excelentes buscando nuevos caminos de expresión.

Considero es importante cultivar y potenciar todas las expresiones artísticas, así como la espiritualidad laica. La espiritualidad religiosa, se basa en creencias, y pertenece al ámbito de lo privado; si no es fundamentalista, no tiene porqué interferir.

Ángel Cornago Sánchez

 Fotografía propia. Ribera Sacra del Sil