MONARQUÍA HOY
La monarquía, no es un
sistema de gobierno “conceptualmente” lógico. No es racional que una de las
mayores figuras representativas de un país sea hereditaria, es decir, se
trasmita de padres a hijos, y así de forma indefinida. Parece algo anacrónico.
Además, los reyes y reinas, pueden ser competentes, como parece ser el hoy
Felipe VI, rey de España, pero por el sistema, bien podrían ser lo contrario.
Dicho esto, nuestra
monarquía, ni ninguna de las existentes en los distintos gobiernos de Europa,
tienen las atribuciones que en siglos pasados tenían las monarquías. No tienen
ningún poder decisorio que dependa de su exclusiva voluntad. Son como un icono
que intenta dar realce al país y a las instituciones nacionales jugando un
papel representativo, y a veces mediador entre el “poder” y los partidos. En
dichos países, el verdadero poder lo ostentan los partidos representados en el
Parlamento y en el Congreso. De hecho, está a al alcance de estas instituciones
abolir la monarquía si se ponen de acuerdo.
Sin embargo, dicho
papel moderador y mediador es interesante, incluso necesario en la batalla
política entre los diversos partidos, con frecuencia crispada y de bajo nivel,
no solo estético, sino incluso ético; de hecho, esta figura mediadora, la han
adoptado varios países no monárquicos, como figura con similares atribuciones,
pero laica e independiente.
Un sistema de gobierno lógico, es una
república con un presidente elegido por los diversos partidos. Pero una
república no es sinónimo de izquierdas ni de derechas, en ella están
representados todos, y así lo asumen, tanto los partidos de derechas como de
izquierdas, con el compromiso de respetar las normas del debate político y de
los resultados. Las reglas democráticas las deben respetar todos. No todo vale.
En este momento
convulso de la política española, la figura que representa Felipe VI, considero
que, de forma competente y honrada, no se debería tocar, y probablemente
tampoco la de su hija si los partidos llegan a un acuerdo porque en su momento
la consideren competente. El día que se decida cambiar, tal vez habrá que crear
la figura que hoy representa el Rey: una persona que sea elegida entre
personajes honrados e ilustres con una trayectoria imparcial impecable, para
realizar ese papel mediador y moderador. Pero habrá que cuidar mucho porque
habrá partidos que intentaran corromperla, para utilizarla en su propio
beneficio; es el manejo sucio de la política que con frecuencia nos toca vivir
en este país, y que esta figura podría evitar si se le respeta y se dota dicho
papel de prestigio.
Termino como he
comenzado. El “reinado” en un país democrático es conceptualmente ilógico y
está llamado a desaparecer tarde o temprano. En este momento convulso y,
probablemente, mientras quienes representan dicho papel moderador lo hagan de
forma rigurosa, no se debe cambiar, sería añadir innecesariamente otro asunto
de división y odio entre ciudadanos, aunque a algunos les interese la
confrontación.
Copio unas palabras de
Felipe IV que tienen mucho sentido:
“La independencia de
la Corona, su neutralidad política y su vocación integradora ante las
diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de
nuestro sistema político, facilitar el equilibrio con los demás órganos
constitucionales y territoriales, favorecer el ordenado funcionamiento del
Estado y ser cauce para la cohesión entre los españoles”.
(S.M. el Rey Don
Felipe VI Madrid, 19.6.2014)
Mientras la monarquía
cumpla estas funciones de forma exquisita sin dejarse manipular por unos ni por
otros, estará dando un gran servicio al país. Y, desde luego, no son los
mejores garantes del cambio los que hoy intentan derogarla, motivo añadido para
no tocarla.
Ángel Cornago Sánchez
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