viernes, 26 de febrero de 2021

EL MEDIO EN QUE VIVIMOS

 

EL MEDIO EN QUE VIVIMOS

Actualmente no nos adaptamos al medio, como hicieron nuestros congéneres durante muchos siglos, no porque fueran respetuosos, sino porque no disponían de sistemas ni conocimientos para poder transformarlo. Hoy, tendría justificación si lo transformáramos para “poder vivir”. Pero en los dos últimos siglos, lo que hemos hecho fundamentalmente, lo que hacen los poderes, es transformar el medio no para poder vivir, sino para explotarlo y sacar de él cuanto más beneficio mejor. Esa trasformación lo va destruyendo sin tener en cuenta sus consecuencias en los humanos, en el resto de los seres vivos y en las generaciones venideras.

Incluso, ese beneficio actual que persiguen no es para la mayoría, sino para unos pocos, para sus grupos de poder, que les va a permitir seguir teniendo dominio; es una actuación que se retroalimenta. Es perversa.

Lo más grave, a mi entender, de este proceder, es que va en la esencia del ser humano. No somos solidarios, somos seres que compiten, y no por lo necesario, que tendría lógica, sino por dominar. No todos los humanos, pero sí las castas dominantes.

¿Podemos ser de otra manera? Soy pesimista. Incluso grupos políticos que se revisten de progresía, predican comportamientos sociales éticos, teóricos valores, etc., pero en su praxis, detrás de su prédica ética e idealista, hay mentiras, comportamientos perversos justificando sus maldades por el teórico fin que persiguen; la historia es terca. Además, se sienten redentores y se comportan como las peores clases dirigentes manipulando todo.

Creo que la salvación está en la mayoría de los ciudadanos, siendo reflexivos y críticos con la información que recibimos de los distintos medios de comunicación, detrás de los cuales hay grupos de poder interesados en manipular la información para manejarnos. Potenciar los valores, no todo vale; los valores humanistas, el arte, la cultura, que son las facetas más evolucionadas que poseemos y hace ciudadanos más críticos, más capaces.

La democracia es el mejor de los sistemas, porque si sus mecanismos de vigilancia funcionan como deberían, aunque frecuentemente no es así, hay un continuo control que va corrigiendo y castigando los desajustes.

Para los ciudadanos concienciados, es más fácil luchar contra las dictaduras, pues es fácil identificar al enemigo y sus mecanismos, que contra democracias manipuladas revestidas de teóricos ideales.

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía; Ángel Cornago. Bardenas reales.


 

martes, 16 de febrero de 2021

EL CONCEPTO DE DERECHAS E IZQUIERDAS ESTÁ OBSOLETO TAL COMO SE UTILIZA

EL CONCEPTO DE DERECHAS E IZQUIERDAS ESTÁ OBSOLETO TAL COMO SE UTILIZA 

 

Como ciudadano simpatizante, no quiero una izquierda que utilice el “todo vale” para acceder al poder. El todo vale en las formas que, aunque piensen que engañan a la ciudadanía repitiendo hasta la saciedad palabras como “democracia”, “progresista” para atribuirse dichas virtudes, y “derechas”, para agredir al adversario político dando por sentado que son fascistas, inmorales, explotadores, corruptos, arrogándose una supremacía moral que su ideología puede merecer, pero los que hoy la utilizan de forma torticera como si fuera una piedra que lanzan al adversario, no la merecen.

Los ciudadanos de hoy estamos informados, somos reflexivos y sabemos cuándo nos pretenden dar gato por libre. Queremos políticos capaces y honrados, y sistemas para desbancarlos cuando se corrompan o sean incapaces. La democracia es el mandato del pueblo, pero de un pueblo libre, no manipulado por los diversos poderes y los medios de comunicación manejados por ellos.

Ni la izquierda es siempre honrada en sus planteamientos, en la forma de explicarlos a los ciudadanos, incluso ni en su forma de gobernar y financiarse; hay ejemplos suficientes. Ni la derecha es siempre fascista; puede haber grupos o partidos que defiendan dichos métodos, pero son una minoría. La derecha desde la transición se ha ido moderando y, aunque no se esté de acuerdo con sus planteamientos, es una derecha civilizada y merece respeto, aunque también ha aprovechado el poder para corromperse. Sin embargo, la izquierda no ha cambiado un ápice en sus modos, en estos últimos años se ha radicalizado, hasta el punto que defienden escraches, pactan con la marca blanca de los terroristas, y son capaces de llamar fascistas a todos los que no piensen como ellos. Es un burdo engaño que a puro de repetirlo se ha normalizado, y forma parte de personas sin sentido crítico y sin otra manera de informarse. Incluso la propia derecha se siente acomplejada por esa supuesta supremacía moral que sin ningún pudor exhiben los radicales, cuando también tienen mucho que ocultar. Son mecanismos psicológicos perfectamente estudiados.

Es preciso una recapitulación y poner en orden estos conceptos en la cabeza de los ciudadanos y de los propios políticos.  En definitiva, lo que precisamos es que las personas que entren en política sean capaces, capaces y honradas e imbuidas por un muy acentuado sentido de justica social. Mujeres y hombres capaces y justos serán capaces de hacer la política más adecuada en cada momento para los fines que se persiguen; negociarán, pactarán, porque el fin no será sentarse en la poltrona, ni defender su religión política particular, sino servir a la ciudadanía. El poder debe ser servicio. Los conceptos de derecha, izquierdas están contaminados en el momento actual, y no vale con el calificativo, es preciso el contenido, y los métodos para conseguir sus fines. Detrás de las siglas de los partidos se esconden verdaderos tahúres.

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía: Boca del infierno. Cerca de Cascais. Fotografía propia.

 

 

 

viernes, 5 de febrero de 2021

EL SUELDO DE ALGUNOS DEPORTISTAS


 

EL SUELDO DE ALGUNOS DEPORTISTAS

 

Recientemente, ha salido a la luz el contrato de Messi, excelente jugador del futbol club Barcelona, tal vez el mejor del mundo. La noticia es el desorbitado sueldo que cobra. Este dato sirve para suponer, -aunque estén lejos de Messi-, lo que cobran muchos deportistas y otras profesiones que aportan a la sociedad poco más que entretenimiento.

No tengo nada contra Messi, me parece un excelente jugador, y como persona me parece prudente; me merece respeto e incluso me inspira simpatía su forma de ser discreta. Por derivación, me refiero a todos los jugadores de élite y a otras profesiones florero para la sociedad, entendiendo por tales las que solo aportan entretenimiento, en todo caso necesario, pero retribuido de forma mucho más racional. Ellos no son los principales culpables de la situación. Es el sistema el que falla.

 Aportan a la sociedad solo entretenimiento. No me extraña que estos contratos se mantengan en secreto, porque resulta obsceno ante la situación de muchas otras personas que, trabajando duramente y llevando una vida de sacrificio, apenas pueden llegar a final de mes, siendo, además, muy necesarios para la sociedad; suponen parte importante para el desarrollo de un país, junto con investigadores, profesores, y otras profesiones, que cobran sueldos modestos en general.

El deporte, fundamentalmente el futbol, se ha convertido en el opio del pueblo, el circo de los romanos que, junto con las televisiones frívolas, nos tienen anestesiados. Esta diversión está potenciada por otros poderes económicos que manejan televisiones, casas de apuestas, incluso a poderes políticos. A base de potenciar el juego y la diversión obtienen pingües beneficios, beneficios que no salen del aire, salen de los de siempre, de los ciudadanos, por medio de los anuncios, las apuestas, las camisetas, en definitiva, de poner valor a cosas que objetivamente no lo tienen. Otro beneficio es el manejo. A los “poderes” no les interesa que seamos personas informadas y reflexivas; eso lo consiguen magnificando el deporte de masas y los programas frívolos en la tele, que a su vez hacen manipulación informativa.

Vivimos en una sociedad tremendamente injusta, que nos tiene subyugados y manipulados por grandes poderes económicos en la sombra con objetivos concretos, y estos habilidosos del balón y otros deportes, son magnificados y utilizados por los medios de comunicación para crear en torno a ellos y sus habilidades, una aureola como si se tratara de héroes nacionales e incluso internacionales, cuando, repito, solo aportan entretenimiento. Si lo pensamos seriamente, parece hasta ridículo, pero es sangrante.

 

Ángel Cornago Sánchez. Derechos reservados. Fotografía: as.com

 

 

martes, 2 de febrero de 2021

NADA HAY PURO COMO LA NIEVE (Texto breve de introspección personal)

 

NADA HAY PURO COMO LA NIEVE 

No me gusta el mar cuando me abraza, cuando formo parte de su paisaje, ya sea nadando, en una barquichuela, o aunque sea en un gran trasatlántico. Creo que en mis anteriores reencarnaciones y en la cadena de la evolución, nunca fui pez; tal vez pájaro, aunque también siento vértigo en los pisos altos y, en los aviones, me agarro a los asientos en una actitud irracional e idiota.

Seguramente antes fui gusano. Me gustan los espacios reducidos, con muchos pies en el suelo, incluso con las manos. Me siento cobijado y absorto por sensaciones sublimes de felicidad cuando estoy en una de esas pequeñas casetas en el monte en medio de una tormenta. En esos momentos entiendo mi pequeñez, y también mi grandeza íntima, similar a la de los otros humanos que bucean en su mundo interior.

Me gusta el calor, aunque sea intenso; me siento reforzado en energía. El frío helador me produce desolación, pero también impulsa mi fortaleza. El viento huracanado, expectación indolente. Con la lluvia persistente siento cierta tristeza sin visos de futuro. La nieve me inspira pureza, pero una pureza que no comprendo, porque no existe, aunque me gusta contemplarla ensimismado.

Los grandes espacios me apartan de mi mundo. Los espacios reducidos, por arcaicos y humildes que sean, me producen regusto en mi individualidad, aunque fuera el mundo se derrumbe. El fuego, una llama encendida en el suelo o en un hogar, además de calor, me provoca bienestar y sensación de íntima seguridad.

En el lujo me siento intruso, incómodo y zarrapastroso, aunque tampoco soporto a los que por su clase social o por sus puestos de relumbrón me miran por encima del hombro, algo que sufrí con frecuencia cuando era niño. Hay mucho imbécil de cuna, y, muchos, entre los que renuncian a sus orígenes. Me siento cómodo en la clase social en la que nací, con mi gente de siempre.

No sé nadar, ni volar, tampoco levitar. Prefiero pasar desapercibido cuando no tengo nada importante que decir. A veces siento el impulso, el deber de hablar y, tal vez con compulsión hiero en el tono y digo lo que pienso como un imperativo e ineludible deber. A veces me traiciono y me callo y, luego, me siento mal o me pongo excusas en las que no creo.

Me hastían los voceros de turno de tal o cual partido político, faltándonos al respeto; nos tratan como a ineptos lanzándonos consignas, frases, palabras, slogans, como si fueran marcas de detergentes, para que compremos su producto, en vez de explicarnos clara, seria y honradamente, sus ideas y proyectos. Sus puestas en escena, sus gestos, sus poses, ofenden a la inteligencia.

 Hay muchos imbéciles aupados a los púlpitos de poder y de podercitos, que se sienten ungidos y con derecho a impartir magisterio sobre los más diversos temas, aunque sean frívolos e incluso analfabetos funcionales. Su mérito: estar en “la pomada”, “el destino”, o más bien su “baboseo” con los diversos mandamases.

Todavía me parece más grave y despreciable, la actitud de los intelectuales vendidos, domesticados, o los que con la habilidad del camaleón se adaptan a todas las circunstancias de los poderes de turno por muy divergentes que sean, para seguir parasitando en post de sus intereses. En ocasiones, además de mediocres, son miserables.

Por eso, como he dicho, no sé nadar, volar, ni levitar; intento, aunque no siempre lo he conseguido, andar por el suelo, por la tierra, descalzo para percibir sus latidos, y marchar siempre recto para jalonar mi vida de cordura y honradez, aunque, es difícil, porque nada hay puro como la nieve.

Ángel Cornago Sánchez

 

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