EL CONCEPTO DE DERECHAS E IZQUIERDAS ESTÁ OBSOLETO TAL COMO SE UTILIZA
Como ciudadano simpatizante, no quiero una izquierda que utilice el
“todo vale” para acceder al poder. El todo vale en las formas que, aunque
piensen que engañan a la ciudadanía repitiendo hasta la saciedad palabras como “democracia”,
“progresista” para atribuirse dichas virtudes, y “derechas”, para agredir al
adversario político dando por sentado que son fascistas, inmorales, explotadores,
corruptos, arrogándose una supremacía moral que su ideología puede merecer,
pero los que hoy la utilizan de forma torticera como si fuera una piedra que
lanzan al adversario, no la merecen.
Los ciudadanos de hoy estamos informados, somos reflexivos
y sabemos cuándo nos pretenden dar gato por libre. Queremos políticos capaces y
honrados, y sistemas para desbancarlos cuando se corrompan o sean incapaces. La
democracia es el mandato del pueblo, pero de un pueblo libre, no manipulado por
los diversos poderes y los medios de comunicación manejados por ellos.
Ni la izquierda es siempre honrada en sus planteamientos,
en la forma de explicarlos a los ciudadanos, incluso ni en su forma de gobernar
y financiarse; hay ejemplos suficientes. Ni la derecha es siempre fascista;
puede haber grupos o partidos que defiendan dichos métodos, pero son una
minoría. La derecha desde la transición se ha ido moderando y, aunque no se
esté de acuerdo con sus planteamientos, es una derecha civilizada y merece
respeto, aunque también ha aprovechado el poder para corromperse. Sin embargo,
la izquierda no ha cambiado un ápice en sus modos, en estos últimos años se ha
radicalizado, hasta el punto que defienden escraches, pactan con la marca
blanca de los terroristas, y son capaces de llamar fascistas a todos los que no
piensen como ellos. Es un burdo engaño que a puro de repetirlo se ha
normalizado, y forma parte de personas sin sentido crítico y sin otra manera de
informarse. Incluso la propia derecha se siente acomplejada por esa supuesta supremacía
moral que sin ningún pudor exhiben los radicales, cuando también tienen mucho
que ocultar. Son mecanismos psicológicos perfectamente estudiados.
Es preciso una recapitulación y poner en orden estos
conceptos en la cabeza de los ciudadanos y de los propios políticos. En definitiva, lo que precisamos es que las
personas que entren en política sean capaces, capaces y honradas e imbuidas por
un muy acentuado sentido de justica social. Mujeres y hombres capaces y justos
serán capaces de hacer la política más adecuada en cada momento para los fines
que se persiguen; negociarán, pactarán, porque el fin no será sentarse en la
poltrona, ni defender su religión política particular, sino servir a la
ciudadanía. El poder debe ser servicio. Los conceptos de derecha, izquierdas
están contaminados en el momento actual, y no vale con el calificativo, es
preciso el contenido, y los métodos para conseguir sus fines. Detrás de las siglas de los partidos se esconden verdaderos tahúres.
Ángel Cornago Sánchez
Fotografía: Boca del infierno. Cerca de Cascais. Fotografía propia.
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