sábado, 24 de julio de 2021

FIESTAS DE TUDELA 2021 Y COVID

 

           FIESTAS 2021 Y COVID

 

Ha disminuido la presión del covid que durante el pasado año hasta la fecha nos ha tenido amedrentados y sometidos por su invisible y mortal amenaza. Esta civilización, omnipotente y soberbia del siglo veintiuno que estaba haciendo cábalas de conseguir la inmortalidad en unos lustros, en pocas semanas la pandemia nos bajó a la realidad. Hemos dejado por el camino muchas horas de encierro, de silencios, de precauciones, de mirar por las ventanas, y de tristeza por las noticias de personas fallecidas que conocíamos o teníamos lazos familiares o de amistad.

Lo peor ha pasado y hay que seguir adelante mirando al futuro, pero sacando lecciones de lo sucedido: somos vulnerables, a pesar de esas ínfulas de prepotencia que emanan de los poderes políticos y económicos. Fundamentalmente las personas jóvenes y de mediana edad, se han sentido invulnerables a esta plaga, mientras que los viejos hemos sido carne de cañón. Algunos hacen conjeturas de que esto ha podido ser una acción perversa de ingeniería social para disminuir la población del mundo. Los poderosos suelen ser malvados, pero me cuesta creer que puedan llegar a tanto.

Las fiestas de Tudela 2021 están ahí. Mis condolencias para los familiares de todos los que se han quedado por el camino. Mis mejores deseos para las tudelanas y tudelanos, para que vivan estas fechas con moderación y guardando las normas sanitarias que exijan las autoridades, y que todos volvamos a vivir, ya despreocupados, con alegría e ilusión, las fiestas de Santa Ana 2022.

Ángel Cornago Sánchez



jueves, 22 de julio de 2021

FIESTAS DE TUDELA. EL CHUPINAZO

 

Fiestas de Tudela

 

Las fiestas de Tudela también son un recuerdo que entra por el oído además de por la vista. El bullicio de la calle, el colorido blanco y rojo de las vestimentas, el desenfado espontáneo y ocurrente de mis paisanos, el sonido de las charangas, constituyen un espectáculo que contagia y arrastra a un estado de especial euforia. Es un ambiente de alegría desbordante que afecta a todos, desde los niños pequeños a las personas mayores. Pienso que es una catarsis colectiva sumamente sana, y que, junto con los actos de solidaridad en grupo, constituye una de las muestras más saludables de los humanos. Para mí todavía constituye un espectáculo salir a la calle en fiestas y observar la alegría desbordante de la gente; casi nunca me he marchado de las fiestas de mi pueblo, y la razón que aduzco, es que “¿donde lo voy a pasar mejor?”, aunque sólo esté de mero espectador.

El acto del chupinazo para inaugurar las fiestas constituye uno de esos momentos que me emocionan profundamente. La plaza se va llenando progresivamente, hasta estar hasta los topes unos minutos antes de las doce; los balcones engalanados con la bandera de Tudela, los pañuelos rojos en la mano, las vestimentas blancas, el ambiente festivo y expectante. Con las campanadas de las doce se produce el saludo del alcalde o del concejal de turno, con un desgarrado: “tudelanos, tudelanas,!viva Tudela¡,!viva Santa Ana¡”  seguido por los !vivas¡ de la muchedumbre, por el chupinazo y por una inmediata explosión de júbilo, griterío festivo y música. Ese momento me produce un escalofrío que recorre todo mi cuerpo y, a veces, confieso, que he tenido que esforzarme para no mostrar mi emoción. Cuando vivía fuera de Tudela, algún año he llegado unos minutos antes del chupinazo, he saludado a mis padres desde la calle y me he ido corriendo a la plaza para no perderme ese momento.

Ángel Cornago Sánchez

De mi libro "Arraigos, melindres y acedías". Eds. Trabe.

 

 

 

 

 

 

martes, 6 de julio de 2021

LA ERÓTICA DEL PODER, MÁS PODER

 

LA ERÓTICA DEL PODER, MÁS PODER

 

Algunos de los grandes poderosos económicos, grandes capitalistas del mundo, personas con nombres y apellidos, tienen tanto poder financiero que, ya más, no les motiva, pueden comprar casi todo, pero, ya no se sienten suficientemente omnipotentes, precisan buscar escalones superiores para experimentar otros registros que alimenten el concepto orgiástico de su supremacía.

Precisan dominar, manejar parcelas importantes de la vida de los ciudadanos. Les motiva influir sobre nuestra vida. Es un paso más allá en la erótica del poder. Buscan el manejo, sentir que pueden cambiar gobiernos, regímenes, costumbres, o instaurar su religión política particular disfrazada de lo que en cada momento les interesa.

Han percibido que pueden sentir todo su poderío dominando asociaciones, ideologías, otros grupos de poder económico, medios de comunicación, partidos políticos, incluso países y naciones. Los medios para conseguirlo no importan demasiado. Compran personas y grupos, simulando altruismos, ideas, y otras patrañas en sus manos. Es una omnipotencia especial que el dinero ya no les da. Compran a personajes siniestros, mediocres y con ellos a ideologías que maquillan de lo que les interesa.

Debemos ser conscientes de que estamos en “democracias manipuladas”. El poder no emerge del pueblo, como debería ser en una democracia no contaminada y que se precie, despende de estrategas sentados en sus despachos que nos alimentan con ideas, noticias, incluso espectáculos, que debemos consumir, para así manipularnos mejor, como los domadores en el circo con los leones. Incluso los partidos que defienden ideologías sociales progresistas son manejados por estos personajes disfrazados de progres.

El individualismo, la libertad está en serio peligro. Estamos siendo manipulados en costumbres, en consumos, en ideas.

La evolución en la vida de los ciudadanos en los últimos cincuenta años ha sido positiva. En los últimos lustros los partidos se fueron corrompiendo y la situación se ha ido degradando, con los medios de comunicación en manos de grupos interesados en ideologizar. La libertad y la libertad de pensamiento están en serio peligro.

Consuela que, algo tienen en común con todos nosotros estos poderosos y sus secuaces, que, a pesar de todo su poderío, un día también morirán, no podrán comprar su vida, si así fuera, solo moriríamos los ciudadanos de a pie.

 ¡Es un consuelo! Pero no suficiente. Debemos despertar.

 

Ángel Cornago Sánchez

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