COLOR DE PIEL
La piel es el
envoltorio, la cubierta del ser humano. No es un órgano inerte, sino que tiene
sus funciones, independientes de su color. Además, todos tenemos los mismos
órganos y el mismo código genético. En consecuencia, no hay justificación para
una valoración diferente. Es un derecho inalienable, la no discriminación, el
respeto a la dignidad que todos tenemos por el hecho de ser personas.
Es pues, una
aberración conceptual, aunque frecuente, discriminar negativa o positivamente a
personas o a grupos de población, por el color de su piel, raza, sexo, condición
sexual, lugar de nacimiento, costumbres, cultura, nacionalidad, etc.
Lo que
diferencia a cada ser humano individualmente, son sus valores: esa carga que hemos
ido acumulando y que nos permite resolver nuestra vida, la interacción con los
otros, con el medio ambiente, nuestros códigos éticos, etc. que, en este caso,
serán individuales en cada cual. Somos seres singulares, aunque podemos
coincidir en parte con otros.
Por esta
singularidad, sí se nos puede valorar individualmente fuera del ámbito privado,
y de hecho se nos valora y valoramos; nos gustan las opiniones, el
comportamiento, la profesionalidad, etc. de determinadas personas, mientras no
nos gustan los de otras. En esto no todos somos iguales, y dicha valoración en
determinados aspectos nos la tenemos que ganar para bien y para mal. Todas las
personas somos respetables, pero la valoración de nuestras opiniones, de nuestros
actos, en el ámbito público, pueden
ser objeto de ser valoradas por los demás.
Por eso,
discriminar a una persona por su color de piel, raza, cultura, costumbres,
lugar de nacimiento, condición sexual, etc., es irracional, inmoral y
reprobable.
Discrepar en
ideas, razonamientos, gustos y, hacerlo civilizadamente, es normal, yo diría
que positivo, porque enriquece a nuestra sociedad, aunque, con frecuencia,
suele aparecer el afán de dominio de “mesiánicos salvadores”, para estropearlo
todo y, con frecuencia también, tahúres revestidos de ideales que utilizan solo
los utilizan para alcanzar el poder y aprovecharse de él.
Ángel Cornago
Sánchez. Reservados derechos
Fotografía propia. Castillo de Frías. Burgos
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