viernes, 5 de noviembre de 2021

ESPIRITUALIDAD

 


ESPIRITUALIDAD

 

En la vida ordinaria, estamos sumergidos en ruidos de artificio que no permiten que reflexionemos sobre nuestro propio mundo. Artefactos que nos estimulan de forma poderosa con mensajes frívolos, engañosos, burdos, sin contenido. Estamos en un momento histórico de crisis económica, pero fundamentalmente de valores. La cultura, el arte, la literatura, están en decadencia. La mayoría de los programas de las televisiones son patéticos. Se crean las condiciones que nos impiden crecer como personas.

Es una vorágine que nos arrastra sin ser conscientes muchas veces de a donde vamos. O que nos sume en el hastío y el aburrimiento.

Considero que es fundamental la reflexión, el silencio, el tiempo para mirarnos hacia dentro. En ese mundo interior se puede encontrar consuelo, paz, y cierta felicidad.

No estoy hablando de religión que lleva implícitas creencias que pertenecen a otro ámbito. Estoy hablando de espiritualidad, de cultivar ese mundo interior que todos tenemos y que casi nos pasa desapercibido.

Las condiciones son: dedicarle tiempo, silencio, soledad en un marco adecuado. He pasado días en monasterios: Santa María de Huerta, en La Oliva, en Silos. Estoy lejos de las creencias de esos monjes, pero tengo curiosidad por la forma de cultivar su espiritualidad.

Las condiciones que se crean en el monasterio son adecuadas. El marco es impresionante, con sus iglesias y claustros majestuosos; el silencio, escucharles cantar sus rezos… crea un ambiente especial, muy adecuado para alimentar la espiritualidad. Para permitirte pasar unos días, no te exigen nada, solo que no vayas de turismo, que tu objetivo sea alimentar tu espiritualidad, independientemente de la religión que profeses o aunque no seas creyente. Considero que se podría lograr lo mismo, en un monasterio budista.

Cuando hablamos de espiritualidad, no necesariamente hablamos de trascendencia religiosa. Ese es un aspecto personal respetable. pero defiendo, además como necesaria, la espiritualidad laica, que está en la reflexión personal, en la vida interior fomentando el humanismo, el respeto por la naturaleza, por los otros seres vivos, por las artes, por la responsabilidad como ciudadanos haciendo que nuestro mundo sea mejor, más justo, más humano, como un deber imperativo que fluye desde nuestra propia esencia, no porque lo mande ni lo predique nadie.

De ahí nace "la libertad": no dejarse manipular ni corromper por poderes que tratan que seamos manada y fácilmente manipulables, dependientes, poco pensantes. Debemos defender nuestra autonomía personal reflexiva; en definitiva ser libres y honrados intelectualmente, cada cual con sus valores, e implicarnos en que así sea nuestra sociedad.

 En nuestro mundo interior está nuestro equilibrio, y en él la paz y la dosis de felicidad que podamos conseguir.

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía: monasterio de Silos