lunes, 21 de noviembre de 2022

PASEO NOCTURNO

 

PASEO NOCTURNO

La otra tarde, cuando andaba vagabundeando como un sempiterno solitario entre las callejas de la parte vieja de mi ciudad, buscando linternas que me ofuscaran y me motivaran para seguir paseando entre aquellas casas antiguas,

con zaguanes oscuros y húmedos, sentí que era mi lugar, el lugar en el que me sentía bien, probablemente porque era similar al que había nacido y vivido en los años de mi infancia y primera adolescencia.

El olor en algunos tramos era a orines, pues la calle limitaba al otro lado de la manzana con una zona de bares de la noche, donde la gente joven tomaba sus consumiciones en la calle y, cuando las necesidades del cuerpo apremiaban, por una bocacalle, entraban en la calleja y a veces en los zaguanes a desahogar sus orines.

También, estas entradas oscuras servían para aliviar los impulsos urgentes de sexo entre parejas recién estrenadas en los efluvios de la noche. Yo caí por allí, despierto después de dos horas de insomnio dando vueltas en la cama abrumado por esas preocupaciones que la noche hace más oscuras e imposibles de resolver.

En una pequeña plaza había muchos corrillos de muchachos y muchachas, charlando, riendo. Pasé entre ellos como por un laberinto intentando enterarme de alguna de sus conversaciones. Solo risas y buen rollito sin que nadie se percatara de mi presencia. Me sentí parte del mobiliario urbano de la plaza. Nadie me miró mal ni sentí la mínima sensación de desprecio por estar en un lugar en el que era un extraño.  Fui invisible. Seguramente por ser viejo.

Después del paseo, hirsuto de conversación y compañía, y después de tomarme dos cubatas como remedio para paliar mi soledad en uno de aquellos chigres, puse rumbo a mi casa. Los efluvios del alcohol y el cansancio del paseo hicieron que el sueño me invadiera con relativa rapidez.

Conocí una zona que me gustaría haber frecuentado en mi juventud.

A casi todo voy llegando tarde.

Ángel Cornago Sánchez fotografía pp. 




 

 

viernes, 23 de septiembre de 2022

IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN

 

IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN

 Estoy convencido, de que educar, es una de las profesiones cuyo ejercicio lleva aparejada una gran carga responsabilidad; si no la mayor.

Educar no es enseñar conocimientos, que también; es, fundamentalmente, formar en valores de justicia, respeto, esfuerzo, solidaridad, tolerancia, humanismo. Ayudar a formar el entramado psicológico e intelectual, con el que los alumnos se van a manejar a lo largo de su vida, de lo que va a depender, sus comportamientos, decisiones; lo que ellos van a aportar a sus hijos y, también, al medio social en el que se desenvuelven.

Un profesor está impartiendo enseñanza desde que entra por la puerta de su clase, con su actitud, con su manejo de las situaciones individuales y colectivas no siempre fáciles. Es un espejo en el que los alumnos se miran, sobre todo si el docente se ha prestigiado a los ojos de sus alumnos. Los educadores junto al medio familiar, tienen una importancia capital en el futuro de los seres humanos, incluso, yo diría que algunos educadores más que los propios padres, con los que suele haber frecuentemente artefactos que distorsionan la comunicación.

Conocedores de esta verdad, partidos políticos totalitarios, nacionalistas, grupos religiosos fundamentalistas, diversos poderes, tratan de sembrar en los educandos, desde el púlpito de autoridad moral y académica que se les presume y no se les discute, teorías y conocimientos, dirigidos a que en el futuro sean militantes de las ideas que ellos tratan de propagar. Muchos, incluso, tergiversan la historia y la acompañan de soflamas,  de emoción, para así aumentar su eficacia.

Me parece de una gravedad palmaria intentar manipular las mentes infantiles para provechos doctrinales políticos o religiosos. Es la perversión de lo que debe ser la educación. Tenemos ejemplos sobrados en el mundo; también próximos.

El momento que vivimos es de miseria humana: corrupción, obsesión por el poder como primer objetivo, y de líderes carismáticos muy peligrosos.

La mayoría silenciosa, cobardemente callada.

Ángel Cornago Sánchez. Fotografía propia.

Derecho reservados. 


martes, 30 de agosto de 2022

¿ASÍ NOS EDUCARON?

 

¿ASÍ NOS EDUCARON?

 

Estaba roto, harto de corregir el gesto, de mostrar en el rostro sensaciones que no se correspondían con el momento que en realidad estaba viviendo.

Con códigos inconscientes, nos habían educado para ser amables, educados, correctos, cariñosos y sumisos…, con el poderoso; había que dar una imagen de afabilidad, discreción, docilidad, nunca de competencia; al poderoso no le gustan las personas seguras de sí mismas, con criterios propios, las perciben como amenazantes para su estatus.

Al mismo tiempo nos habían educado para ser agresivos, audaces, seguros, altivos, soberbios..., con el débil. Con el débil había que dar una imagen de seguridad, de suficiencia, de poder, aunque todo ello, eso sí, impregnado en un halo de moralina paternalista. La relación con el débil es muy importante porque nos confirma nuestro propio valer; es la referencia que nos permite reafirmarnos en nuestro estatus de superiores. Si el débil osaba contradecirme, sentía una sensación de rabia contenida y contestaba con una agresividad desproporcionada. !Estaría bueno¡

No había más estatus. Nos habían educado a tener la sensación que en los intercambios relacionales, a las
personas había que colocarlas por encima o por debajo, sólo había que mantenerlas a nivel el tiempo justo de medirlas.

Era una lucha sin cuartel de actitudes vacías, sumisas o altivas. Mi
entras, yo, sin mirarme en el espejo, sin dibujar mis contornos, sin matizar mi silueta, desorientado, con el regusto amargo de estar vacío, crispaba y adaptaba el gesto adecuándolo al momento que parecía estaba viviendo.

Un buen día en que el sol brillaba con más fuerza, di un corte de mangas a la “fábrica de códigos”, y con las manos en los bolsillos, despeinado, la figura descompuesta, saltando de forma descoordinada, emitiendo gritos de placer e impregnado de una gozosa sensación de libertad, di la espalda al pasado y, respirando hondo, me fui por la senda que lleva al horizonte blanco y azul.

Y..., aquí estoy. Actualmente dudo, río, lloro, pero me miro en el espejo y me percibo, toco mi silueta y sé que soy yo, hablo con la gente y sé que son iguales... Muchas veces, me siento en el suelo para sentir en las posaderas mi propio peso, mientras con las palmas de mis manos trato de percibir el latido de la tierra.

Y este latido, me dice cada día que sigo vivo, porque me enervo por las injusticias, por la utilización perversa de los poderes, por los razonamientos sectarios, y…, por otras muchas cosas más, a las que espero no acomodarme nunca.

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia. Castillos de Tiermes

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viernes, 24 de junio de 2022

VULNERABILIDAD DEL SER HUMANO

 VULNERABILIDAD DEL SER HUMANO

 

 

En el momento histórico que vivimos, nos parece que el ser humano lo puede prácticamente todo. Estamos acostumbrados a recibir y a trasmitir la idea de que con fuerza, tesón, trabajo y suerte, se consigue lo que uno se propone. Todo es cuestión de voluntad y perseverancia. Es el mensaje que solemos trasmitir a nuestros hijos para motivarles a que persigan metas materiales en el futuro. Es una constante que utilicemos estos argumentos, que no dejan de tener parte de razón.         Pero es así, sólo en parte. El espíritu de lucha y el trabajo son necesarios y, tal vez, con ellos se consigan metas materiales, pero solemos olvidar aspectos muy importantes que van a ser determinantes en el grado de felicidad que puedan disfrutar a lo largo de la vida, como son los valores. Gran parte de la felicidad que consigan, está dentro de ellos mismos, no hay que buscarla fuera. Los medios de comunicación, los ídolos sociales, la tecnología... nos trasmiten la sensación de omnipotencia, de que dominamos el mundo, de que en el momento histórico en que vivimos todo es posible.

     Hemos llegado a la luna, estamos camino de Marte, el trasplante es una intervención rutinaria, la terapia y la investigación genética prometen avances espectaculares en un progreso de vértigo, que no nos da tiempo de ir asimilando. Pero, dentro de esta vorágine, tal vez estamos más solos que nunca. El tipo de sociedad que nos está tocando vivir, nos lleva a la competitividad, al consumo, en general a una vida vacía de contenidos que, a la larga, nos va a producir mucha infelicidad o, al menos, nos va impedir tener las herramientas necesarias para afrontar el fracaso, la decrepitud, la enfermedad, la soledad y la muerte.

        En el ser humano, individualmente, influyen y actúan una serie de factores que van a quebrar nuestra seguridad tanto física como psicológica, que nos van hacer sufrir y van a originar que desaparezca ese halo de fuerza y de omnipotencia que a veces nos acompaña, y que la sociedad, en este momento, está trasmitiendo como del triunfador social. No deja de ser una pose. Todos somos conscientes de nuestra propia debilidad, manifestada y vivida en numerosas ocasiones, yo diría que casi diariamente, y en momentos, de forma especialmente acusada. Pasamos periodos de inseguridad y de angustia en el trabajo, en nuestras relaciones personales, en nuestra vida familiar, por problemas económicos, por amenazas a nuestra salud o la de nuestros seres queridos, por nuestras propias inseguridades y contradicciones. Nuestra realidad, o al menos una parte importante de ella, es la que observamos cuando nos despojamos de todos los artefactos con que nos relacionamos habitualmente. Entonces, somos conscientes de nuestra propia debilidad, en definitiva de nuestra vulnerabilidad. Vulnerabilidad significa fragilidad, precariedad.

La vulnerabilidad se podría definir, como la labilidad del ser humano frente a un agente agresor, a circunstancias adversas, incluso a circunstancias consideradas por otros como normales. Hay un componente subjetivo importante en el hecho de sentirse vulnerable.

Ángel Cornago Sánchez

 


viernes, 3 de junio de 2022

IDEALES

 

IDEALES

 

 Los ideales, son conceptos que entrañan un bien en sí mismos, y defenderlos supone que el trabajo, la formación, la reflexión y a veces el riesgo de defenderlos, no aporta nada material al que lo hace o defiende, sino la convicción del deber cumplido, que lleva aparejado la sensación de bienestar íntimo en la propia conciencia, paz, y aumento de la autoestima, que no debería traslucirse, sino debería ser una autoestima íntima, siendo conscientes de nuestras propias limitaciones y de nuestra vulnerabilidad.

Defender ideales no suele ser rentable, porque no se suelen defender ideales que se dan por hechos y aceptados por la mayoría en la sociedad en que se vive en ese momento, sino que se suelen defender cuando están en crisis, o cuando están en peligro por la utilización perversa por parte de los poderes correspondientes. En el primer caso puede ser gratificante a la larga, y en el segundo tiene sus riesgos. En ambos, las personas que los defienden tienen como motivación sus convicciones, basadas en un imperativo moral. Me estoy refiriendo a ideales universales.

Hay ideales -con minúscula- que podríamos etiquetar de “posturas”, que dependen de perspectivas personales y que tienen un fin fundamentalmente utilitarista, aunque no se refieran únicamente a provecho personal, como puede ser defender la opción de un partido político, porque considera es lo más justo para la mayoría, sin esperar verse premiado por esa defensa. También es ético y consecuente, aunque probablemente suponga alguna servidumbre en el momento, o con el tiempo.

En determinadas estructuras psicológicas, al defender determinados ideales, puede ser fácil deslizarse y sentirse elegidos, héroes, salvadores, y querer imponer sus postulados, aunque sea en contra del “pueblo”, pervirtiendo los mecanismos de control. Primero utilizando los medios de comunicación para ponerlos a su servicio, al poder judicial, a las cloacas del estado. Es la perversión de la democracia, en la que en realidad no creen, y es el mecanismo propio de las dictaduras, que, en una deriva, se quitan de delante a los discrepantes, a los que estorban; utilizan la descalificación, la deshonra y, en casos extremos, el encarcelamiento e incluso el asesinato. Como cómplices suelen tener grupos económicos de poder. En sus sentimientos más profundos, se constituyen en élite burguesa disfrazados de “héroes sufridores” que están dando su vida por la comunidad, pero en realidad persiguen ser “clase dominante”, con todos los privilegios que conlleva.

Hay grados en la motivación: somos capaces de dar la vida, que puede ser la mayor motivación, por la vida de nuestros hijos, e incluso por ideales. Hay profesiones, como pueden ser los militares, los policías, los sanitarios en épocas de epidemias, etc., que lo llevan implícito en sus deberes. También, hay personas que son capaces de dar la vida, por un imperativo moral subjetivo al que deben fidelidad, como puede ser su patria, su religión.

Estos actos estarían motivados por ideales, en acciones que están fuera del beneficio personal. Tienen un componente subjetivo muy potente, a veces valorado más que la propia vida, que es el instinto que todos tenemos arraigado y reflejo. Son profundamente humanas y muy valoradas e incluso admiradas.

Estamos en un momento histórico de crisis. Impera el principio de utilidad para beneficio propio, y no tienen rubor en utilizar conceptos aceptados por todos como buenos: como “democracia” (concepto hoy pervertido con frecuencia), para esconderse detrás y perseguir exactamente lo contrario, que coincide con su propio beneficio.

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia.

Derechos reservados.


 

 

viernes, 27 de mayo de 2022

LECTURAS

 

LECTURAS

 

Entiendo la literatura de entretenimiento, de historias que ilusionen, de historias que apasionen, que emocionen. Entiendo y me gusta la ironía, el humor, el sarcasmo. Son esenciales en la vida. Es una literatura gozosa, evasiva, inteligente, muy útil para llenar el tiempo de descanso y evasión

            No entiendo la literatura que solo se centra en la belleza sin más mensajes que la pura estética. Cantar la belleza está bien; cantar la alegría está bien; pero la vida no es solo alegría, ni belleza, ni
fundamentalmente belleza y alegría, sino también tristeza, preocupaciones, el ceño fruncido y, esos momentos son íntimos; la mayoría se viven en soledad.

            Todo arte que pretenda serlo, no quiere decir que yo lo logre, tiene que intentar conseguir algo más que lo que vea la vista o escuchen los oídos, incluso el resto de los sentidos; mensajes que son subjetivos en su interpretación, y que en el que los observa lleguen a producir emoción. No es fácil, pero ahí me gustaría estar con mis poemas, con mis escritos; que el que me lea sienta que estoy intentado trasmitir algo más que la literalidad de las palabras. El arte de la poesía es esa capacidad. En los poemas puede haber, incluso, breves historias que emocionan.

            También me interesa el compromiso con el ser humano individual y como grupo, con sus derechos, con sus reglas morales, con su dignidad, con su derecho a no ser utilizado por los poderosos, ya sean políticos de cualquier partido, o por los poderes económicos para engrosar sus ganancias.

            Por lo cual es importante leer, leer lecturas de evasión, novelas, también poemas, ensayos, pero, que a la vez que nos entretengan nos hagan saltar la emoción, nos remuevan los entresijos de motivaciones nobles, o nos transporten a un mundo imaginario en el que nos sintamos realmente por encima de la burda realidad. Que seamos capaces de vislumbrar que hay otra forma de vivir, más allá de la pura ordinariez en que a veces se convierten nuestras vidas, con el paisaje y el decorado prosaico y a veces pestilente en que estamos inmersos.

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia. Monasterio de Yuso







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lunes, 25 de abril de 2022

LA GENTE “GUAY”

 

LA GENTE “GUAY”

 

En mi niñez, adolescencia y juventud, tuve que sufrir a la “gente guay” de entonces. Eran los ricos, los ricos venidos a menos pero que con las apariencias intentaban mantener su estatus, los políticastros locales encumbrados en la España de Franco, la policía, la guardia civil, y al clero en sus diversas modalidades: curas, profesores, etc. Muchos de ellos, con frecuencia, se comportaban con altanería y prepotencia, sobre todo, con los que precedíamos de familias humildes.

Estas circunstancias, modelaron a muchos de nuestra generación. Unos antes, otros después, y no pocos nunca, nos implicamos en que había que cambiar la sociedad a un sistema democrático justo, racional, humano, donde la ciudadanía pudiera expresar sus opiniones con libertad, elegir a sus gobernantes, respirar hondo y sentirse no manejados ni oprimidos. Muchos, contribuimos con nuestras convicciones, y también con nuestra praxis y actitud comprometida a que se produjera el cambio.

Con la muerte de Franco, la transición fue un momento muy importante por el sentido de responsabilidad de los líderes de todos los partidos implicados. Desde entonces, ha habido unos años de democracia que ha permitido a este país desarrollarse y crecer. Aunque se ha ido degradando y la corrupción ha asolado y pervertido la vida política, hasta hacerla irrespirable.

Además, ahora hay una nueva “élite” que debemos soportar; otra gente “guay” que, como aquellos dictadores, se pavonean; en este caso se sienten supremacistas morales; se creen en posesión de unas verdades que deben imponer: sus ideas, su cultura y, en algunos casos, incluso su lengua; algunos, como método, no dudan en denostar, descalificar, amedrentar, coaccionar. Estos supremacistas, sin ningún rubor, tratan de fascistas a quien discrepa.

Nuestra democracia está degradada por la corrupción material y moral. Por el intento de manejo por parte de los poderes políticos de los poderes garantes de la propia democracia. Determinados grupos se sienten “elegidos” y pervierten sus ideales y persiguen el poder por el poder. Son, los “guay” de ahora, con otro pelaje.


Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia: Los Bañales


 


sábado, 26 de marzo de 2022

COFRES. VERSO SUELTO

 

COFRES. VERSO SUELTO

 

Tenemos varios cofres, aunque no tengamos muchas cosas que guardar. A menudo, las tenemos desordenadas, cuando no, desperdigadas en distintos lugares de tal forma que, cuando las buscamos no hay manera de encontrarlas y nos pasamos a veces horas consumiendo energía para conseguir dar con algo que queremos y perseguimos. O un concepto que en su momento nos removió las entrañas porque consideramos que estaba contaminado por muchas patrañas e injusticias emanadas de poderes o intereses, que viene a ser lo mismo. No tomamos nota y ahora se diluyen entre tanta miseria.

 En mi caso, tengo un cofre donde guardo mis convicciones a las que reseteo y pongo al día con mis lecturas, mi mirada responsable y mi reflexión, fundamental para seguir mi camino intentando ser consecuente y responsable. También tengo el cofre de mis pecados, es decir de mis procedes inadecuados, para no olvidarme de lo que he podido hacer mal durante mi vida. Con este equipaje sigo adelante sabiendo que el camino que resta es ya corto, pero todo es vida hasta que todo acabe, y procuro vivirla vivo.

Pero este proceder forma parte de mí, solo en esto. En lo demás, es como si lo ordenado me produjera rechazo; y así es realmente, me produce rechazo. Preciso la libertad con mayúsculas, y esa libertad la necesito en mi cabeza y, como proyección, la necesito en mi entorno. Solo he sigo riguroso y ordenado para el trabajo en mi profesión, para lo demás preciso aire limpio, aire fresco a mi alrededor, aire que corra, incluso improvisación y dejarme llevar por los impulsos, aunque esos impulsos dependen de mis convicciones, de mis valores.

Preciso que cuando miro, vea un horizonte largo, ancho y despejado que me inspire libertad. En consecuencia, uno de los mayores placeres de que disfruto es sentirme libre desde mi interior, pero mi libertad es una libertad respetuosa con los demás, entendiendo “los demás”, como la gente normal.

Tolero mal a los poderosos y poderositos, muchos de ellos gente mediocre, tahúres, oportunistas, algunos disfrazados de ideales que lo único que han hecho es buscar y coger el carro que pasaba hacia el poder. Hay muchos de estos personajes en los poderes políticos; a varios los conozco bien y sé sus historias. Tuve oportunidad de montarme en esos carros, pero eso de ser manada y andar dando codazos o llevar la navaja en la liga para trepar a puestos de privilegio no va ni ha ido conmigo. Además, me considero verso libre, y me aparto para no tener servidumbres y ser libre en mis ideas y en mis opiniones. Preciso respirar hondo y mirar el horizonte en la lejanía.

Ya sé que es poco práctico, pero en este aspecto, estoy encantado de haber procedido así. A estas alturas de mi vida, ya viejo, es de los aspectos por los que me siento bien y, no puedo negar, que siento cierto desprecio por las personas trepas y oportunistas miserables que he conocido, que no son pocas; muchas además son necios y necias, pero no parecen saberlo, incluso se han llegado a creer que los puestos que han ostentado u ostentan son por méritos propios. Solo hay que observar sus poses para comprobarlo.

Ángel Cornago Sánchez. Derechos reservados.




 

jueves, 10 de marzo de 2022

NUESTRO ÍNTIMO TERRITORIO

 

NUESTRO ÍNTIMO TERRITORIO

 

Todos los animales, también los humanos, necesitamos un territorio donde movernos y desarrollar nuestra actividad cotidiana. De hecho, la regulación de las especies y las guerras, tienen mucho que ver con la interferencia y la falta de espacios. La superpoblación genera violencia como búsqueda de una nueva distribución de los espacios.

Incluso en el ámbito individual, en la relación con los demás, todos percibimos que necesitamos un espacio mínimo que se puede cifrar, dependiendo de las personas, en el que podemos abarcar con los brazos en jarra, donde en raras ocasiones dejamos introducirse a los otros; ese espacio es mayor por la espalda, zona que menos podemos controlar, y en determinadas personas o situaciones. Este territorio individual que todos tenemos y que inconscientemente salvaguardamos, supone un mecanismo de seguridad instintivo, no sólo físico, sino también psicológico.

Pero muchos humanos buscan el poder para sentir la sensación de dominio. La motivación por el poder es mucho más fuerte que la motivación por el dinero. De hecho, muchos, con el dinero buscan poder, y cuando el dinero no les es suficiente buscan el poder por el poder. Tenemos actualmente a jerarcas económicos mundiales intentando cambiar el mundo, pero ellos estarían en el trono de decisión. También, a muchos políticos en todos los partidos que teóricamente buscan justicia social, a veces, cuya praxis personal está muy lejos de lo que predican, y analizando su estructura psicológica y su trayectoria son verdaderos tahúres.

El caso extremo es el de líderes que ha dado la historia que precisan manejar el mundo para sentir su omnipotencia, provocando muertes, dolor, destrucción…disfrazando y adaptando sus motivaciones a sus delirios, y que son capaces de arrastrar a grandes masas de población, e incluso a países enteros. Los ciudadanos normales no podemos entender que Hitler fuera capaz de realizar las barbaridades que cometió seguido por grandes masas de población.

Hoy estamos asistiendo a la guerra desigual de Rusia contra Ucrania, cuyas motivaciones la mayoría del mundo no comprende, solo algunos de su religión política, y que parece estar motivada por los afanes expansionistas de un ególatra, Putin.

 

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia: Castillo de Loarre.

 

martes, 22 de febrero de 2022

LOS BENEFICIOS DE LA ENFERMEDAD


 

LOS BENEFICIOS DE LA ENFERMEDAD

 

La enfermedad, habitualmente produce dolor, sufrimiento, a veces amenaza la vida, e incluso lleva a la muerte tarde o temprano.  En general, produce preocupación y una serie de inconvenientes que suelen impedir llevar una vida plena y, la reacción habitual, es intentar curarse para poder reintegrarse a la vida habitual de salud.

Pero no siempre es así. Hay un número “reducido” de personas que alargan las bajas laborales e incluso simulan dolencias, para poder disfrutar del sueldo sin trabajar. Es un fraude. Defraudan a todos los cotizantes. Por otra parte, debo dejar claro, que aun con este pequeño inconveniente, la baja laboral debe ser un derecho social irrenunciable y de justicia..

Pero se dan otros beneficios más sibilinos que produce la “enfermedad”. Suele suceder con enfermedades reales, más o menos crónicas, y los utilizados suelen ser los propios familiares, los propios cuidadores. El paciente en cuestión, se acostumbra a una serie de prerrogativas y cuidados, que en muchos casos podría realizar sin ayuda, o podría contribuir a pequeñas tareas en la casa, pero adoptan el estatus de enfermo con todas sus consecuencias.

Esto es negativo para el propio paciente porque se aferra al beneficio que le produce la enfermedad, y le impide progresar en sus capacidades. Los cuidadores, en muchos casos no son conscientes de que están siendo utilizados y, a veces sometidos.

Casos llamativos son las llamadas “neurosis de renta”. Se trata de pacientes anclados en los síntomas de su teórica enfermedad que les producen beneficios importantes, y que, consciente o inconscientemente, no están dispuestos a mejorar, porque prefieren vivir los beneficios que les produce el estatus de enfermo. Pueden vivir así durante años, y algunos toda la vida.

Detrás de estos comportamientos hay personalidades patológicas, o simplemente "caraduras", pues para cualquier persona, poder llevar una vida plena con sus obligaciones y beneficios, es mucho más gratificante que llevarla limitada, aunque obtenga ciertas ventajas.

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia


jueves, 17 de febrero de 2022

INFORMACIÓN Y PODER


 

INFORMACIÓN

 

Vivimos un momento histórico en el que la información está al alcance de todos, lo cual es muy positivo. Me refiero a noticias políticas, sociales, científicas y culturales que suceden en nuestro entorno próximo, en nuestro país, incluso lo que sucede en el mundo. Somos ciudadanos en un mundo globalizado y en consecuencia sujetos de opinión, mucho más informados que hace menos de cien años, cuando nuestros abuelos conocían su entorno próximo y, poco más. Hoy en día los sucesos y la difusión al resto del mundo casi son instantáneas, con algunas salvedades.

Debería traslucirse en un aumento de la cultura y de la formación como ciudadanos y, en consecuencia, de criterio a la hora de tener opiniones. Todos podemos saber un poco de todo, y más, de temas que nos interesen. En principio es positivo, porque todo lo que suponga que lo miembros de la sociedad seamos más cultos, entendiendo por cultura no solo conocimientos, sino más reflexivos, con capacidad para asumirlos o criticarlos, lo que debería traslucirse, en que, al estar mejor informados, deberíamos ser más difícilmente manipulables.

Así debería ser, pero no lo es. Estamos en una época de decadencia. Sabemos más, o al menos tenemos posibilidades de saber mucho más. Tenemos muchos conocimientos, pero poco asumidos, no digeridos, y muchos de ellos preparados para manejarnos, preparados y aderezados para ser interiorizados como los peces tragan el cebo artificial, preparado por los poderes políticos y medios de comunicación a su servicio. Mucho de lo que asumimos como información son cebos interesados para el manejo. Nunca como ahora, porque en el momento histórico que vivimos los medios de comunicación son más potentes y generalizados, principalmente emisoras de radio y televisiones. Pero estos medios que consumimos diariamente, no pocos, están en manos de poderes políticos y económicos interesados. Conocemos muchas noticias, pero preparadas para que asumamos el mensaje que desean.

Somos menos libres, aunque parezca lo contrario. Es un manejo sibilino; más eficaz que la fuerza para manipularnos. Vivimos en “democracias manipuladas”, con noticias en contenido y en la forma de pregonarlas motivadas por tacticismos.

Además, no todo lo que está en las redes es cierto. Por una parte, están las noticias falsas manejadas por grupos interesados; hay multitud de opciones sobre muy diversos temas, pero muchos de ellos no verificados; es fácil que tengamos acceso y podamos opinar sobre cualquier tema. Pero todo lo que hay no es de calidad, no tiene enjundia, no está demostrado, o está destinado a manipular. Entre tanta maraña de información es fácil desorientarse y beber conceptos falsos.

Por todo lo cual, debemos estar formados e informados siempre y, más en este momento, en la reflexión y en el análisis cuidadoso de lo que leemos y de lo que pretenden vendernos a veces como ideales. Eso se logra formando nuestra capacidad de juicio. No es cuestión de tener muchos conocimientos, sino ser rigurosos en el análisis, en la independencia, en la honradez intelectual, en beber en diversas fuentes y tener criterio propio. Hay que revisar lo que intentan vendernos, sobre todo los partidos políticos, asociaciones, grupos económicos, líderes, etc. No pocos seguramente no pretenden hacerlo justamente, sino que les “compremos” su interesada mercancía, e incluso que nos hagamos acólitos de sus grupos. En definitiva, utilizarnos para seguir gozando de sus privilegios.

 

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía: propia. Frías





 

jueves, 3 de febrero de 2022

LA LECHE EN LOS AÑOS DEL HAMBRE

 

LA LECHE EN LOS AÑOS DEL HAMBRE

 

La leche lleva agua en su composición y, sobre todo, la llevaba allá en los años de mi infancia cuando todo escaseaba y algunos lecheros se hacían ricos a costa del hambre de los necesitados, multiplicando su producción a base de aguarla después de ordeñada.

    Las madres, que se habían quedado secas de teta, porque ya se habían exprimido por dietas precarias, y porque ya los niños con dientes les mordían los pezones hasta arrancárselos, empleaban las pocas monedas que podían reunir para comprar leche y preparar papillas de harina tostada, vasos de leche con cacao o sucedáneos, para que sus hijos crecieran, algo que no solían conseguir a pesar de sus sacrificios y esfuerzos, porque la composición de la leche estaba adulterada con agua del grifo.

    Mientras, algunos, la leche sin aguar la guardaban detrás del mostrador en un recipiente diferente para reservársela a los ricos, al mismo precio que a los que engañaban, en actitud de servilismo con el poderoso, que les pagaba con una sonrisa perversa de complicidad.

    Los niños no crecían ni desarrollaban como cabía esperar, había muchos raquíticos y la mayoría cortos de talla para la edad que tenían. Eran frecuentes los mocos colgando, alguna “pupa” en los labios, brazos y piernas como cañas que se movían, como contrapunto, con la asombrosa agilidad de un polichinela.

    La leche, alimento mater, el alimento mamado sin trampa ni cartón mientras se extraía a puro de chupar de las ubres de la madre, aderezada con cariño y protección. Una vez desasidas, se soltaban al mundo de la injusticia; parece que había ya alguien esperando para empezar a engañarnos, algo que sucederá ya durante toda la vida. Ahora, fundamentalmente con los medios de comunicación en manos de poderes políticos y económicos.

    La leche es un alimento noble, directo, maternal. También es leche el líquido donde van sumergidos los espermatozoides camino de su unión con el óvulo para crear un nuevo ser. La naturaleza es sabia y protege los elementos esenciales. Es la avaricia y el mundo externo de depredadores que intentan chupar la sangre de los otros, los que irremediablemente son los amos de la selva en que se convierte la vida cuando salimos de los regazos.

    La leche siempre fue y ha sido un alimento noble, que como todo lo noble los seres humanos lo denigramos para utilización y beneficio. Cuando dejábamos de beberla, era como salir al mundo

Había polos de leche de burra y pastillas, dándole este nombre para dignificar aquellas “cocas” que de niño consumíamos con fruición.

    
La leche siempre ha sido magnificada. Incluso, cuando queremos dar ostentación conceptual a algo, solemos decir: “¡Es la leche¡”.

 

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia.


Derechos reservados

 

jueves, 6 de enero de 2022

POTENCIALIDADES

 


POTENCIALIDADES

 

En ocasiones, cuando voy por la calle y me voy cruzando con personas desconocidas, se me ocurre pensar en cómo será su vida, cómo será su mundo íntimo, cómo vivirán sus preocupaciones, ansiedades y alegrías, cómo se comportarán en privado, cuál será su cara oculta, cuales sus secretos inconfesables. Al verlos así, parece que todos somos similares y que nuestra forma de vivir debe de ser asimismo parecida. Pero no es así.

Aunque el grupo social al que pertenecemos por medio de unos valores establecidos ha creado unas pautas de comportamiento, existen una serie de factores imposibles de controlar que son muy distintos de unas personas a otras: por una parte la estructura psicológica grabada en nuestro código genético que, a su vez, va a ser modificada de forma significativa por el ambiente familiar, social y la educación de los primeros años, lo que va a dar lugar a nuestra estructura de adulto mas o menos estable. Sobre esta, van a actuar a su vez las circunstancias de la vida, que para cada persona van a ser distintas, todo lo cual dará lugar a que las vivencias y las formas de actuar sean también distintas al estar manejando diversas variables.

Es similar, en general, la forma de comportarnos como grupo social. Todos más o menos respetamos el ir por las aceras, pasamos por los pasos de peatones, respetamos las reglas de circulación, el horario de trabajo, las llamadas normas de educación, etc. Sin embargo, al vernos así, a todos unificados, casi iguales, tengo que hacer un esfuerzo de imaginación para pensar en lo diferentes que son nuestras sensaciones, nuestras vivencias, nuestros comportamientos en privado, en definitiva, nuestras vidas, y qué se encierra detrás de todos esos rostros anónimos que me cruzo cada día. La mayoría son gente que pudiéramos considerar más o menos normal, pero seguro que alguna vez detrás de esos rostros corrientes y anónimos me he cruzado, con algún ladrón, algún violador y, probablemente, con algún asesino.

Cada uno llevamos nuestro mundo interior a cuestas, pero es etéreo, invisible, oculto, sólo enseñamos nuestro lado bueno o neutro como máximo. Todos tenemos nuestros secretos más o menos inconfesables que llevamos peor o mejor asumidos, unas veces superados y en ocasiones vigentes.

Pero, además de violadores, corruptos, ladrones y asesinos confirmados públicamente o no, el resto de las personas que nos cruzamos ¿se puede decir que son distintos a los anteriores, que son normales, que son incapaces de realizar dichas acciones?

Estoy convencido de que la mayoría no son capaces de hechos inmorales o punibles, pero algunos sí. Las personas que han cometido tales delitos ha sido porque han convergido al menos dos factores: por una parte una estructura psicológica determinada capaz de llevar a cabo tales acciones, y por otra unas circunstancias que les han permitido realizarla. Por eso entre todas estas personas que nos cruzamos, teóricamente sin tacha, hay algunas con estructuras psicológicas capaces de acciones detestables. Habrá dictadores, ladrones, corruptos, incluso asesinos, únicamente se diferencian de los anteriores en que no se han dado las circunstancias que favorezcan el que den rienda suelta a sus instintos.

Esto es fácil de ver en la vida diaria y en la reciente historia. Muchas personas que consideramos normales, consiguen alguna cota de poder y se comportan como corruptos o como dictadores. Nos es muy difícil entender cómo hay individuos que en situaciones de crisis social o de guerra, matan a sangre fría incluso a mujeres y a niños, y sin embargo esto sucede y no precisamente de forma aislada, sólo tenemos que volver la vista a nuestro entorno, a la historia, y actualmente a muchos países en el mundo. Existen muchos asesinos en potencia, muchos fanáticos que sólo necesitan una motivación para justificar sus barbaridades, con la circunstancia agravante, además, de que en su fuero interno pueden llegar incluso a sentirse héroes. No existe ninguna diferencia entre los asesinos de uno u otro bando que en la guerra civil eran capaces de sacar a personas de sus camas y fusilarlos en las cunetas de las carreteras o en las tapias de los cementerios, simplemente por su ideología; o los asesinos que matan de un tiro en la nuca; todos ellos tenían y tienen la excusa de la lucha por un “pretendido ideal”. La gran diferencia entre las estructuras psicológicas de las diferentes personas se muestra, fundamentalmente, en situaciones límite, en situaciones de crisis social o personal, o cuando la presión de las circunstancias es muy fuerte.

Lo mismo que hay muchos asesinos en potencia, también hay personas que no han podido desarrollar sus aptitudes positivas porque no se han dado las condiciones adecuadas. Se pierden sabios, pensadores, artistas, etc. porque no han tenido las circunstancias propicias para desarrollar sus aptitudes. También detrás de esas caras anónimas existen muchos hombres y mujeres buenos y honrados, que constituyen la mayoría, y algunos que son capaces de importantes acciones de solidaridad e incluso de acciones heroicas.

Cuándo estamos en una plaza llena de gente desconocida, estamos rodeados de potenciales héroes, potenciales sabios, y también de potenciales asesinos; incluso nosotros ¿qué seríamos capaces de hacer dependiendo de las circunstancias?

Ángel Cornago Sánchez

 

Ángel Cornago Sánchez