sábado, 26 de marzo de 2022

COFRES. VERSO SUELTO

 

COFRES. VERSO SUELTO

 

Tenemos varios cofres, aunque no tengamos muchas cosas que guardar. A menudo, las tenemos desordenadas, cuando no, desperdigadas en distintos lugares de tal forma que, cuando las buscamos no hay manera de encontrarlas y nos pasamos a veces horas consumiendo energía para conseguir dar con algo que queremos y perseguimos. O un concepto que en su momento nos removió las entrañas porque consideramos que estaba contaminado por muchas patrañas e injusticias emanadas de poderes o intereses, que viene a ser lo mismo. No tomamos nota y ahora se diluyen entre tanta miseria.

 En mi caso, tengo un cofre donde guardo mis convicciones a las que reseteo y pongo al día con mis lecturas, mi mirada responsable y mi reflexión, fundamental para seguir mi camino intentando ser consecuente y responsable. También tengo el cofre de mis pecados, es decir de mis procedes inadecuados, para no olvidarme de lo que he podido hacer mal durante mi vida. Con este equipaje sigo adelante sabiendo que el camino que resta es ya corto, pero todo es vida hasta que todo acabe, y procuro vivirla vivo.

Pero este proceder forma parte de mí, solo en esto. En lo demás, es como si lo ordenado me produjera rechazo; y así es realmente, me produce rechazo. Preciso la libertad con mayúsculas, y esa libertad la necesito en mi cabeza y, como proyección, la necesito en mi entorno. Solo he sigo riguroso y ordenado para el trabajo en mi profesión, para lo demás preciso aire limpio, aire fresco a mi alrededor, aire que corra, incluso improvisación y dejarme llevar por los impulsos, aunque esos impulsos dependen de mis convicciones, de mis valores.

Preciso que cuando miro, vea un horizonte largo, ancho y despejado que me inspire libertad. En consecuencia, uno de los mayores placeres de que disfruto es sentirme libre desde mi interior, pero mi libertad es una libertad respetuosa con los demás, entendiendo “los demás”, como la gente normal.

Tolero mal a los poderosos y poderositos, muchos de ellos gente mediocre, tahúres, oportunistas, algunos disfrazados de ideales que lo único que han hecho es buscar y coger el carro que pasaba hacia el poder. Hay muchos de estos personajes en los poderes políticos; a varios los conozco bien y sé sus historias. Tuve oportunidad de montarme en esos carros, pero eso de ser manada y andar dando codazos o llevar la navaja en la liga para trepar a puestos de privilegio no va ni ha ido conmigo. Además, me considero verso libre, y me aparto para no tener servidumbres y ser libre en mis ideas y en mis opiniones. Preciso respirar hondo y mirar el horizonte en la lejanía.

Ya sé que es poco práctico, pero en este aspecto, estoy encantado de haber procedido así. A estas alturas de mi vida, ya viejo, es de los aspectos por los que me siento bien y, no puedo negar, que siento cierto desprecio por las personas trepas y oportunistas miserables que he conocido, que no son pocas; muchas además son necios y necias, pero no parecen saberlo, incluso se han llegado a creer que los puestos que han ostentado u ostentan son por méritos propios. Solo hay que observar sus poses para comprobarlo.

Ángel Cornago Sánchez. Derechos reservados.




 

jueves, 10 de marzo de 2022

NUESTRO ÍNTIMO TERRITORIO

 

NUESTRO ÍNTIMO TERRITORIO

 

Todos los animales, también los humanos, necesitamos un territorio donde movernos y desarrollar nuestra actividad cotidiana. De hecho, la regulación de las especies y las guerras, tienen mucho que ver con la interferencia y la falta de espacios. La superpoblación genera violencia como búsqueda de una nueva distribución de los espacios.

Incluso en el ámbito individual, en la relación con los demás, todos percibimos que necesitamos un espacio mínimo que se puede cifrar, dependiendo de las personas, en el que podemos abarcar con los brazos en jarra, donde en raras ocasiones dejamos introducirse a los otros; ese espacio es mayor por la espalda, zona que menos podemos controlar, y en determinadas personas o situaciones. Este territorio individual que todos tenemos y que inconscientemente salvaguardamos, supone un mecanismo de seguridad instintivo, no sólo físico, sino también psicológico.

Pero muchos humanos buscan el poder para sentir la sensación de dominio. La motivación por el poder es mucho más fuerte que la motivación por el dinero. De hecho, muchos, con el dinero buscan poder, y cuando el dinero no les es suficiente buscan el poder por el poder. Tenemos actualmente a jerarcas económicos mundiales intentando cambiar el mundo, pero ellos estarían en el trono de decisión. También, a muchos políticos en todos los partidos que teóricamente buscan justicia social, a veces, cuya praxis personal está muy lejos de lo que predican, y analizando su estructura psicológica y su trayectoria son verdaderos tahúres.

El caso extremo es el de líderes que ha dado la historia que precisan manejar el mundo para sentir su omnipotencia, provocando muertes, dolor, destrucción…disfrazando y adaptando sus motivaciones a sus delirios, y que son capaces de arrastrar a grandes masas de población, e incluso a países enteros. Los ciudadanos normales no podemos entender que Hitler fuera capaz de realizar las barbaridades que cometió seguido por grandes masas de población.

Hoy estamos asistiendo a la guerra desigual de Rusia contra Ucrania, cuyas motivaciones la mayoría del mundo no comprende, solo algunos de su religión política, y que parece estar motivada por los afanes expansionistas de un ególatra, Putin.

 

Ángel Cornago Sánchez

Fotografía propia: Castillo de Loarre.