VULNERABILIDAD DEL SER HUMANO
En el momento histórico que vivimos, nos parece que el ser humano lo puede prácticamente todo. Estamos acostumbrados a recibir y a trasmitir la idea de que con fuerza, tesón, trabajo y suerte, se consigue lo que uno se propone. Todo es cuestión de voluntad y perseverancia. Es el mensaje que solemos trasmitir a nuestros hijos para motivarles a que persigan metas materiales en el futuro. Es una constante que utilicemos estos argumentos, que no dejan de tener parte de razón. Pero es así, sólo en parte. El espíritu de lucha y el trabajo son necesarios y, tal vez, con ellos se consigan metas materiales, pero solemos olvidar aspectos muy importantes que van a ser determinantes en el grado de felicidad que puedan disfrutar a lo largo de la vida, como son los valores. Gran parte de la felicidad que consigan, está dentro de ellos mismos, no hay que buscarla fuera. Los medios de comunicación, los ídolos sociales, la tecnología... nos trasmiten la sensación de omnipotencia, de que dominamos el mundo, de que en el momento histórico en que vivimos todo es posible.
Hemos llegado a la luna, estamos
camino de Marte, el trasplante es una intervención rutinaria, la terapia y la
investigación genética prometen avances espectaculares en un progreso de
vértigo, que no nos da tiempo de ir asimilando. Pero, dentro de esta vorágine,
tal vez estamos más solos que nunca. El tipo de sociedad que nos está tocando
vivir, nos lleva a la competitividad, al consumo, en general a una vida vacía
de contenidos que, a la larga, nos va a producir mucha infelicidad o, al menos,
nos va impedir tener las herramientas necesarias para afrontar el fracaso, la
decrepitud, la enfermedad, la soledad y la muerte.
En el ser humano,
individualmente, influyen y actúan una serie de factores que van a quebrar
nuestra seguridad tanto física como psicológica, que nos van hacer sufrir y van
a originar que desaparezca ese halo de fuerza y de omnipotencia que a veces nos
acompaña, y que la sociedad, en este momento, está trasmitiendo como del
triunfador social. No deja de ser una pose. Todos somos conscientes de nuestra
propia debilidad, manifestada y vivida en numerosas ocasiones, yo diría que
casi diariamente, y en momentos, de forma especialmente acusada. Pasamos
periodos de inseguridad y de angustia en el trabajo, en nuestras relaciones
personales, en nuestra vida familiar, por problemas económicos, por amenazas a
nuestra salud o la de nuestros seres queridos, por nuestras propias
inseguridades y contradicciones. Nuestra realidad, o al menos una parte
importante de ella, es la que observamos cuando nos despojamos de todos los
artefactos con que nos relacionamos habitualmente. Entonces, somos conscientes
de nuestra propia debilidad, en definitiva de nuestra vulnerabilidad.
Vulnerabilidad significa fragilidad, precariedad.
La vulnerabilidad se podría definir, como la labilidad del ser humano frente a un agente agresor, a circunstancias adversas, incluso a circunstancias consideradas por otros como normales. Hay un componente subjetivo importante en el hecho de sentirse vulnerable.
Ángel Cornago Sánchez
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