PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS. FINAL DE LA VIDA
Para valorar si estamos de acuerdo o no
con la eutanasia es conveniente apoyarse en una serie de conceptos o principios.
- A las personas que tienen
servidumbres ideológicas de religiones o partidos políticos “que condicionen
imperativamente” sus opiniones sobre el final de la vida, deberemos
respetarlas, pero no sirven para un debate plural, en que la opinión definitiva,
e incluso la duda, se toma después de informarse y de debatir los temas en
cuestión.
Los conceptos que vamos a manejar son los principios de la asistencia
sanitaria fundados en la bioética.
Fundamentos
Los abusos de
la experimentación científica se hacen manifiestos con la publicación del caso
TusKegee sobre la investigación de la sífilis, en la que una serie de
ciudadanos negros y pobres incluidos en un protocolo de investigación de dicha
enfermedad, no son tratados a pesar de haber aparecido la penicilina que se
sabía eficaz, con objeto de observar la evolución natural de la misma. Este
escándalo da lugar a la aparición del Informe Belmont encargado por el Congreso
de EEUU, y a la aparición en 1974 de la Ley sobre Investigaciones Científicas.
Dieron lugar, auspiciados por la bioética,
a los principios que deben regir en la relación entre sanitarios y
ciudadanos en la asistencia sanitaria.
- Principio de autonomía: el paciente
es dueño de su vida. Debe ser informado verazmente de diagnósticos, riesgos de
tratamientos, alternativas, etc. Sus decisiones deben ser respetadas, aunque a
juicio del sanitario le pueda ocasionar perjuicio; debe ser competente, y esa
competencia debe ser más exigente cuanto mayor es el daño secundario que le
pueda acarrear. Para el caso de la eutanasia la competencia deberá ser máxima.
Los sanitarios no pueden hacer daño como finalidad. En ocasiones puede haber
desacuerdos en el concepto de daño.
- Principio de beneficencia: los sanitarios
tienen obligación de buscar el bien del paciente, pero contando con él. Puede
haber discrepancias en cual es su bien, pero debe prevalecer el que considere
el paciente, si es competente. Es decir, el paciente, puede renunciar a un
tratamiento que le puede salvar la vida
- Principio de no maleficencia. Al
paciente, nunca se le puede hacer daño como finalidad. Puede haber discrepancia
en el caso de la eutanasia que para algunos sanitarios puede ser maleficente, y
el paciente considerar lo contrario. En ese caso el médico deberá delegar en
otro profesional.
- Principio de justicia. Todos los pacientes
deben ser tratados por igual.
Estos principios se están aplicando en
la asistencia sanitaria desde hace años, excepto la eutanasia que no estaba
legalizada.
Hay matices que requerirían coloquio.
En el próximo escrito me referiré a la
ley 14 de noviembre del 2002, que regula la ley de autonomía del paciente y el
documento de voluntades anticipadas para el momento de muerte. Está en vigor
desde dicha fecha.
Ángel Cornago Sánchez